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Máscaras y verdades

Es curioso cómo la gente cree conocer tan bien a un libro con solo echarle un vistazo.
Supongo que soy un libro abierto, pero escrito en un idioma que sólo yo entiendo.

Si supieran de verdad todo lo que llevo dentro, de las noches en vela y las lágrimas derramadas, seguramente se sorprenderían. Pero no, prefieren quedarse con la imagen que se han creado de mí, una imagen falsa y superficial.

Constantemente me han mantenido a la sombra de mi hermano. Mi padre, cualquier logró que yo alcanzaba lo minimizaba, sin embargo, los de mi hermano lo magnificaba. Siempre quise saber el porque de ese favoritismo, pero jamás lo comprendí.

Mi hermano, él mayor, era el sol alrededor del cual giraba nuestra familia, el orgullo de mi padre. Yo, en cambio, me tenía que conformar con las sobras y las miradas de desaprobación.

Me sentía un intruso en mi propia casa, cada palabra o acto mío era juzgada y reprochada.

Mi madre, trataba de mantener la paz y la armonía en nuestra familia, pero aveces era simplemente imposible.

Amaba a mi hermano. Pero el comportamiento de todos hacia él, me ha hecho creer que jamás estaré a su altura. Jamás seré su igual y eso me ha llenado de rencor hacia él poco a poco.

Pero amaba a mi madre por encima de todo, y justo por ese amor, siempre protegería a Demetri, incluyendo esta noche.

A veces pienso que la soledad te vuelve más observador. Sin distracciones, la mente divaga y analiza. Eso fue lo que me paso a mí.

Estuve solo tanto tiempo que me convertí en alguien experto en leer a las personas. Por eso sabía que los planes de mi hermano terminarían mal.

No debería importarme, pero era mi hermano. Y Baioled, como siempre, estaba involucrada. La indiferencia con la que la ponía en peligro me llenaba de ira.

Baioled Millore sólo tenía ojos para Demetri Brenovich, el orgullo de nuestra familia.

Un suspiro de frustración escapó de mi labios. La familia Ribarola, enemiga de la nuestra, organizaba una fiesta de máscaras, así que nuestra familia no estaba invitada.
Sin embargo, Den, seguro de que nadie lo reconocería, planeaba ir a la fiesta y arrastraría a Baioled con él.

Mi padre y el Señor Ribarola eran ambos generales del reino de Jeslutt, pero sus ambiciones los enfrentaba constantemente. La rivalidad entre nuestras familias era un secreto a voces en la corte.

Desde mi balcón, observé como se alejaban, sus figuras elegantemente vestidas, fundiéndose con la oscuridad. Tenía que seguirlos. No sabía cómo los iba a ayudar, pero tenía que estar ahí.

Odio a Den por involucrar en estos asuntos a Baioled. Sabía perfectamente lo que ella sentía por él, pero su indiferencia era cruel.

Mi hermano, un seductor empedernido con una larga lista de conquistas, la relegaba constantemente en un segundo plano, provocándole un profundo dolor que la consumía día a día.

Me vestí con un traje elegante y salí sigilosamente, deslizándome entre las sombras. Los guardias con sus antorchas recorrían los jardines. Pero conocía cada rincón de este lugar como la palma de mi mano, así que evitar a los guardias fue sencillo..

Cuando llegué a la mansión de los Ribarola, no vi por ningún lado a mi hermano ni a Baioled. Los guardias patrullaban impidiendo el acceso a cualquier intruso. Me escondí tras una estatua observando cómo los invitados entraban.

Suspiré frustrado. Era evidente que estaban dentro. Genial. Ahora estaba atrapado afuera de una fiesta a la que no me habían invitado. Den, con su entrada comprada estaría disfrutando de un cóctel en este preciso momento.

Rodé los ojos maldiciendo mi suerte.¿Qué podría hacer? A menos que quisiera quedarme afuera toda la noche.

Miré hacia arriba, hacia la ventana del segundo piso. ¡Qué podría salir mal!, pensé con sarcasmo. No queda de otra que escalar. O morir en el intento.

Tras una ardua escalada que me dejó más parecido a un mapache que a un espia, logré colarme por la ventana. Me tomé un momento para recuperar el aliento y recomponerme.

Hallar el salón fue fácil. Me metí en la multitud, ajusté mi máscara y me puse a buscar a esos dos. Pero no había rastro de ellos.

La música suave y lenta envolvía la sala. Creando una atmósfera relajada y casi sensual. Los cuerpos se movían al compás de la melodía. El aroma a flores frescas y comida se mezclaba en el aire, creando una tentadora fragancia.

De repente, vi al Señor Ribarola escudriñando la pista de baile con el ceño fruncido. Seguí su mirada y casi caigo de espaldas. ¡Allí está Den, moviéndose al ritmo de la música con una mujer! ¿Cómo demonios lo reconoció entre tanta gente? Antes de que pudiera acercarse, me interpuse en su camino.

—Señor. ¿Puede darme un momento por favor?.

Él me miró con el ceño fruncido. Supongo que mi hermano era más fácil de reconocer que yo, él solía participar en reuniones, yo no.

—Mira muchacho, luego hablamos, Ahora tengo que sacar a una cucaracha de mi castillo.

—Señor, escuche que está buscando la piedra Jade y yo sé en donde está.

Eso lo detuvo, volvió sobre sus pasos y me miró. No me creía, pero la curiosidad de como sabía de eso, lo mantenía intrigado.

—¿Quién te dijo sobre eso? ¿Quién eres?.

—Desthan Brenovich, hijo menor del General Brenovich.

—Veo que no sólo tengo una cucaracha que sacar ¿Qué están planeando? ¿Por qué están aquí?.

—¿Yo? Créame que preferiría estar durmiendo, pero tengo un hermano con un cerebro de gusano, así que aquí estoy tratando de salvarlo de un problema mayor.

Él se cruzó de brazos eváluandome. A este paso llamaría la atención de todos y mi hermano me descubriría y eso no estaba en mis planes.

—Sé dónde está la ubicación. Puede no creerme o puede escucharme y salir de dudas.

—Bien, sigueme, pero si me estás mintiendo muchacho, haré que tu padre te reprenda.

Tragó saliva. Eso no sonaba nada bien. Miré por última vez a mi hermano, él seguía bailando con esa mujer ¿Dónde estaría Baioled?.

Seguí al Señor Ribarola algo dudoso. Me preocupaba Baioled, ella sabía defenderse, pero la preocupación no me lo quitaba nadie.

Entramos a su oficina, un lugar sombrío y lleno de libros antiguos. Él sirvió una copa de vino tinto y me lo tendió, yo negué de inmediato, no me gustaban las bebidas alcohólicas.

—Y bien, te escucho.—Él se sentó en su silla, cruzó las piernas y me miró.

Yo me senté y suspiré profundamente. Lo que hacía por el idiota de Den era impresionante, él ni lo merecía, pero todo sea por no preocupar a mi mamá. Empecé a explicar con detalles el lugar donde estaba escondida la piedra.

—¿Cómo lo descubriste?.

—Fue pura casualidad. Conformese con eso.

Él sonrió y yo tuve más miedo de esa sonrisa que de cualquier arma. Se levantó y se sirvió más vino.

—Eres bastante peculiar Desthan. He oído que el hijo menor de Brenovich era un inútil, pero ahora empiezo a dudarlo.

Mis nudillos se blanquearon al apretar los brazos de la silla. Casi gruño de pura irritación. En momentos como este es que me arrepentía de tratar de cuidar de Den.

—Irás conmigo a buscar esa piedra y será ahora.

Yo lo miré sorprendido. ¿Dijo ahora? Ni que fuera como dar un paseo por el jardín hacer eso.

—Primero tengo que sacar a mi hermano y su acompañante de aquí. Mi padre no debe enterarse de que ellos vinieron.

—Déjalos divertirse, tú y yo iremos ahora a ese lugar.

Yo volví a suspirar, eso me ganó por querer ser un buen hermano. Presentía que yo sería el que acabaría en problemas.

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