Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La piedra Jade

Salimos de la mansión sin que nadie nos viera. Él quería mantener en secreto la ubicación de la piedra, un artefacto legendario que, según se decía, otorgaba suerte y protección contra la magia negra.

Me había dado una espada y él llevaba otra. Había descubierto la cueva por casualidad y, tras averiguar sobre ella y sus peligrosos guardianes, había decidido posponer mi búsqueda hasta encontrar una forma segura de entrar.

Pero ahora, por culpa de mi hermano, tendría que adentrarme en aquel lugar sin un plan. Suspiré profundamente, presintiendo que esto no acabaría bién.

Al llegar, le advertí que la cueva era custodiada por seres poderosos y que apenas entráramos nos atacarían.

Con una señal, le indiqué que me siguiera. Adentro el lugar era sombrío, con el suelo húmedo y resbaladizo. La luz del día parecía no entrar nunca en aquel lugar.

Un hedor nauseabundo a azufre y carne en descomposición nos envolvió al adentrarnos, haciéndonos arder las fosas nasales.

Antes de que pudieramos avanzar más, un rugido ensordecedor y gutural resonó en la oscuridad. Del fondo de la cueva emergieron criaturas grotescas, con cuerpos retorcidos y escamosos. Sus ojos amarillos brillando como brasas, y sus garras afiladas como dagas contrastaban con sus enormes cuernos.

Se abalanzaron sobre nosotros, y el Señor Ribarola levantó su espada para enfrentarse a ellos con ferocidad.

Una garra afilada rozó mi hombro, desgarrando la tela de mi camisa y abriendo una herida que ardía como fuego. La sangre caliente se deslizó por mi piel, manchando mi ropa de rojo. Con un rugido de furia descargué un golpe certero sobre una de las criaturas partiéndola en dos con un crujido espantoso.

En un instante nos vimos rodeados por una horda de esas criaturas. Vi de reojo al Señor Ribarola, luchando contra esos abominables seres, pero estaba claro que su fuerza comenzaba a flaquear.

Eliminé a la criatura que me atacaba, y fui a su ayuda. Una vez que la última criatura fue eliminada, pude respirar con alivio.
Mis brazos ardían, sentía un dolor sordo en el hombro donde la herida palpitaba insistentemente.

Apoyándome en la pared húmeda y fría, me dejé deslizar al suelo, sintiendo como la fatiga me invadía.
La batalla había sido agotadora, pero habíamos sobrevivido.

—Así que es mentira. Decían del hijo menor de Brenovich que era un inútil. Ahora veo que no es verdad.

Observé al Señor Ribarola, mi mandíbula se tensó. Cerré los ojos con fuerza, intentando controlar la ira que me hervía por dentro. Más problemas, perfecto, pensé con sarcasmo.

Con un movimiento rápido me levanté y apunté mi espada a su garganta. La punta de la espada fría y llena de la sangre negra de esos seres rozó su piel.

—Si usted no acepta hacer un juramento de sangre conmigo, me temo que morirá aquí, Señor Ribarola.

Mis palabras salieron como un cuchillo afilado, cortando el aire entre nosotros.

—No eres tan tonto para hacer eso, mis hombres te matarán.

—¿Cuáles hombres? Nadie sabe que yo estoy con usted, así que elija sabiamente sus palabras señor Ribarola.

Él me mira furioso. Mi espada no tembló ni un instante. Él puede ver en mis ojos que digo la verdad. Tras una larga pausa, asintió con la cabeza,

—Está bien, haré el juramento contigo, jurando que esto nunca pasó.

Aunque sus palabras eran claras, sus ojos reflejaban una profunda desconfianza.

—Jurará que nunca dirá nada de mí a nadie, mucho menos lo que me vio hacer.

Él me mira fijamente. Odio la intensidad en su mirada, me hace sentir vulnerable. Luego esboza una sonrisa que me desconcierta.
Se levanta y se corta la palma de su mano con su espada.

—No es la primera vez que haces esto, y presiento que no será la última vez que lo harás.

No respondo. La sangre gotea de su mano formando gotas en el suelo.
Con un movimiento decidido, pasé la hoja de mi espada por mi palma, dejando que la sangre fluyera libremente. Al unir nuestras heridas, sellamos el pacto de silencio.

El juramento de sangre era un conjuro oscuro que silenciaba al que se sometía a él. Una vez sellado, el individuo quedaba atado por un hechizo que le impedía revelar cualquier secreto o información no deseada, a menos que el conjurador lo quiera.

No adentramos más a la cueva en busca de la piedra. Sobre un pedestal de cuarzo yacía la piedra, tenía el tamaño de un puño y la forma de una lágrima, su superficie pulida como un espejo, reflejaba la tenue luz que se filtraba por la grieta entre las rocas, creando un destello verde esmeralda que iluminaba la oscuridad de la cueva.

Regresamos a su castillo, él trayendo consigo la piedra y yo, con varias heridas que me recordaban el precio de haber librado a Den de un problema.
Con el amanecer asomándose por el horizonte, llegamos a la entrada de su castillo.

La culpa me oprimía el pecho una vez más. Siempre me había sentido culpable al arrastras a otros a un juramento tan oscuro. Pero no tenía otra opción.

—Si en algún momento necesitá ayuda y piensa que yo puedo ayudar, llámeme.— Él me mira sorprendido.

___Tu padre te desheredaria si supiera, que me ayudas en algo, es más, si se enterara que me ayudaste a conseguir la piedra de jade, se pondrá furioso.

—Jamás he sido el favorito de la familia Brenovich, tampoco he sido motivo de orgullo para mi padre, así que eso no sería novedad.

Él sonrió burlonamente. Fruncí el ceño, ¿ahora se compadecia de mí, del hijo de su enemigo? ¡Imposible! ¿Algo más puede salir mal esta noche?

—Creo muchacho, que tú padre no tiene idea de lo que era capaz. Si supiera que puedes acabar con varios seres oscuros a la vez, estaría orgulloso de ti. Yo, si fuera tu padre, lo estaría.

Desvíe la mirada. No me gustaba hablar de esas cosas, además, mi padre siempre estaba más ocupado con Den y sus logros que en mí. No dije nada, sólo di la vuelta y volví a mi casa, esperando sinceramente que Baioled y mi hermano estuvieran ya en sus camas durmiendo, sanos y salvos.

Me metí a mi habitación y de ahí directo al baño a darme una ducha caliente. Estaba agotado.

El agua caliente recorría mi espalda,  aliviando la tensión de los músculos adoloridos. Mis brazos, una vez más era un mapa de pequeños arañazos y moretones. La mayoría, insignificantes raspones que se ocultarían fácilmente bajo una manga larga. Pero esa herida del hombro, esa sí que era algo profunda y dejaría una marca.

Cuando salí, me quedé petrificado en el umbral del baño. Mi padre estaba ahí, en medio de mi habitación, tenía los puños apretados con fuerza, su rostro contorsionado por la ira. Mi corazón se aceleró. Sabía que me esperaba una reprimenda, pero no estaba preparado para la intensidad de la ira en sus ojos.

—¿Cuántas veces tengo que repetir que no quiero que salgas así? ¿Cuántas? ¡Amaneces afuera, desapareces por horas, y no le dices nada a nadie!¿Quieres que te prohíba la salida del castillo? ¿Qué te encierre?

Mi padre rugió furioso, Mi cuerpo se tensó. Sus gritos eran como puñaladas en el corazón. Sabía que me merecía su enojo, pero no podía soportar la decepción en sus ojos.

—¿Qué andas tramando? ¿Qué secretos me estás ocultando?.

Me quedo callado, no hay explicación que aplaque la furia que veo en sus ojos.

—Cómo siempre te quedarás callado.  Te aviso que está es la última vez que haces esto. Para la próxima tomaré medidas drásticas. Y créeme, no te gustarán las consecuencias. Cuando bajes a desayunar, ve a mi despacho. Hay algo que tú madre y yo te informaremos.

Con eso dicho él salió, dejando una tormenta de dudas en mi cabeza. La habitación quedó sumida en un silencio sepulcral. ¿Qué era eso que me iban a decir? Y si mi madre estaba de por medio, yo no podría negarme a obedecer, yo a esa mujer no le negaba nada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro