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Capítulo 9 | Un beso así 。

Todos en el instituto sabían que la mayor debilidad de Mina era Nayeon; en todos los sentidos.

Y es que para algunas personas que las miraban desde lejos, la castañita también lo era, porque es que, la menor era demasiado tierna, a eso de llegar a poder morirte de ternura con solo verla. Su estatura de 1.55 hacía verla demasiado adorable, aunque de por sí ya lo era. Todo le favorecía y todos tenían en claro que era la debilidad de Mina.

Sabían que, si se trataba de Nayeon, Mina podría dejar todo e ir con ella y por ella. Era su punto débil. Nayeon era su punto débil.

"¿Estás segura de lo que vas a hacer, Jennie?" preguntó Rosé, preocupada.

"Sí. Veremos si realmente Nayeon es su debilidad. Si no ya tendré el camino libre." dijo con una sonrisa, buscando por los pasillos a la pequeña castañita.

"No lo sé. Creo que es mucho y además lo harías sin su consentimiento, y, ¿qué tal si Mina no está con ella?" preguntó, tratando de hacer entrar en razón a su amiga.

"Por favor" rió. "Mina siempre está con ella" enfatizó rodando los ojos. "Es como si no pudiesen despegarse." dirigió su vista a los costados mientras caminaba, no había rastro de la castaña o de su mejor amiga.

"Bueno" habló Rosé, cabeceando "en eso tienes razón."

Y ahí estaba, en los casilleros del fondo hablando animadamente con Mina.

"Como siempre." murmuró Jennie, acercándose al par.

"Oye, no creo que-"

Y antes de que Rosé pudiese terminar, Jennie sostuvo de imprevisto la cintura de Nayeon, dándole media vuelta y plantándole un sonoro beso en los labios. Sí, en los labios.

Mina no tardó en reaccionar.

"¡Oye, ¿qué mierda te pasa, imbécil!?" cuestionó, empujando a Jennie, posicionándose delante de su menor, apretando la mandíbula y puños a los costados de su cuerpo con notable molestia, demasiada.

Nayeon se limpió la boca con la manga de su buzo que era unos talles más grandes.

"Oh," exclamó Jennie "entonces es verdad." sonrió ladinamente. "Entonces Nayeon sí es tu debilidad."

Mina frunció el ceño y apretó aún más su mandíbula, conteniendo sus puños para que no fuesen directo al rostro de la otra.

"¿De qué mierda estás hablando ahora?" escupió. "Mira, si no quieres problemas será mejor que te largues." amenazó.

"Vámonos, Jennie." sugirió rápidamente Rosé.

"¿Piensas que te tengo mied-"

"Jennie, basta por favor." pidió una voz suave y triste, la castaña asomándose detrás del cuerpo de Mina, posándose ahora ella en frente, encarando a su ex novia. "No sé por qué hiciste eso, no me gustó Jennie." puchereó con tristeza y molestia, bajando la cabeza. "No me gusta que hagan esas cosas sin mi consentimiento." las lágrimas comenzaron a amenazar con salir, negando con la cabeza. "No quiero que se peleen, por favor." pidió.

Y Jennie se arrepintió al instante de haber hecho lo que hizo.

"Nayeonnie, perdónam-"

"¿Por qué lo hiciste?" interrumpió Mina con molestia, su voz estaba ronca, seguramente efecto de la cólera.

"Quería ver si es verdad que Nayeon era tu debilidad." confesó, suspirando.

"¿Y así era tu mejor manera de saberlo? ¿Por qué no me lo preguntaste y ya? No tenías por qué besarla sabiendo la respuesta." apretó más su mandíbula, diciendo entre dientes lo último. "Está más que claro que Nayeon es mi debilidad, ¿qué no es obvio? Ni siquiera me esfuerzo porque lo sepan, pero toda la escuela lo sabe. Y aun así, si Nayeon no fuese mi debilidad, habría reaccionado de la misma manera, porque lo hiciste sin su consentimiento." aclaró, suspirando y cerrando los ojos, buscando calmarse.

Nayeon se dio la vuelta observando a Mina, abriendo sus ojitos en demasía y teniendo un brillo peculiar en ellos, sonriendo como un niño pequeño.

"Bueno, ya, lo siento." se disculpó, rascando su nuca. "Nayeon, yo-"

"Vámonos, Jennie. Ya no hay motivo para que sigamos aquí, ¿qué no ves? "preguntó Rosé, agarrando el brazo de su amiga, llevándola a rastras fuera del lugar.

Mina suspiró cuando ya no había rastro de Jennie por allí. De verdad que le caía jodidamente pésimo.

Bajó su mirada encontrándose con los ojitos de Nayeon, los cuales brillaban. Automáticamente, todo su enojo se esfumó, sonriéndole.

"¿Soy tu debilidad, Mimi?" preguntó con su aura de inocencia, acercándose hasta abrazar a la mayor por la cintura, levantando su cabeza para ver su carita.

"Sí. Eres mi mayor debilidad." sonrió, abrazando por la espalda a la menor, dejándole un beso en la frente.

"Tú también eres mi debilidad." confesó sonriente, lo que hizo sonreír al mayor, aún así, Nayeon pudo notar que esta tenía un toque de tristeza. "¿Mimi? ¿Estás así por lo del beso?" preguntó, ladeando su cabecita con confusión.

"¿Parezco muy posesiva si te digo que sí?" preguntó con una sonrisita apenada.

"De todas formas ya lo eres, y no me molesta porque igual soy tuya." murmuró, sus mejillas volviéndose rojitas.

"Es bueno escuchar eso. Sí, me molestó lo del beso, Nayeonnie." confesó, suspirando con cansancio.

"Mhm..." asintió en compresión. "A mí también me molestó, mucho." frunció el ceño con molestia al recordar. "Odio que hagan eso sin mi consentimiento." A menos que el que lo haga seas tú. "No le demos relevancia, Mimi." pidió dulcemente, haciendo uso de su adorable voz. "De igual forma no significó nada." se encogió de hombros.

"Pero... pero es que... es que yo..." trató de buscar las palabras correctas, mas solo hizo que su amiga ladeara más la cabeza con confusión. Suspiró.

"¿Tú qué?" cuestionó, buscando su mirada.

La consiguió después de unos segundos, ambas mirándose directamente.

Yo quiero darte un beso así. —pensó Mina.

Pero era tan malditamente difícil decírselo para ella.

"Yo... quiero cuidar de ti y me molestó mucho que Jennie haya hecho eso." confesó, sin embargo. No era mentira, para nada, pero no era lo que en un comienzo quiso decir, por supuesto.

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