"¡NayNay, perdóname!" Pedía la mayor casi rogando, siguiendo como perrito arrepentido a Nayeon, quien estaba con sus bracitos cruzados caminando a su casa. "NayNay, por favor. " Rogó, caminando a unos pasos de la castaña. No se quería acercar de más por si se enojaba demasiado, conocía a su mejor amiga.

"¡Déjame!" Gritó, moviendo sus pies más rápido, a pocas cuadras de su casa.

Mina tragó saliva. ¿Saben lo que era estar en abstinencia? En su caso de mejor amiga, era no poder darle abracitos, no agarrar sus manitos y no darle besitos en la mejilla a Nayeon por días, ¡era un castigo horrible para la mayor! Ella siempre estaba pegada a la castaña, dándole abrazos todo el tiempo y besando su rostro cada que terminaba un abrazo, es decir, todo el tiempo. ¡Y las manos! ¡No podrían entrelazar sus manos! Estaba perdida...

"Corazoncito..." llamó de forma cariñosa, ganándose un bufido de parte de la otra. "Nayeonnie, perdóname. Era una pequeña broma. No quería que el helado se te cayera." Lamentó.

Mina sabía a la perfección que a su mejor amiga le encantaba en demasía el helado, era una de sus cosas favoritas y al estar en invierno, no había tenido oportunidades de probar aunque sea un poco, pero cuando por fin puede maravillar su paladar con los sabores fríos, llega su mejor amiga y ¡pam! Hace que su helado caiga al suelo, ¡genial!

Mina realmente estaba arrepentida.

"¡Eres mala, Mimi!" Gritó con su voz temblorosa. Sí, estaba por llorar por su heladito. "¡Mala!" Exclamó nuevamente. Mina la vio doblar a la izquierda en la esquina de la calle.

Mina sintió una punzada de dolor en su corazoncito. Escuchar o ver a Nayeon sensible, con ganas de llorar, era uno de sus puntos débiles y podría quedarse en su casa llorando porque su mejor amiga también lo estaba haciendo o lo había hecho. Aunque lo que había pasado no era grave, no quería ver a Nayeon lagrimear.

"NayNay" llamó, trotando tras la castaña, viendo a esta subir las escaleras a la puerta principal. "Por favor, por favor, por favor, por favor..." rogó, arrodillándose una vez estaba en frente de la casa de la castaña. "Perdóname, perdóname, perdóname..." pidió, uniendo las palmas de sus manos, arrodillado en el frío suelo de la vereda. "Si me perdonas y me dejas dormir en tu casa, prometo hacerte todos los mimos que quieras toda la noche y dormiré contigo dejando que apoyes tu cabecita en mi pecho, ¡lo prometo!" Rogó y prometió. Si había algo que Nayeon siempre quiso, era dormir en el fornido de su mejor amiga, ya que su cuerpo desprendía una temperatura corporal alta, haciéndola sentir relajada y calentita, y más con este frío. Era una gran tentación para la más baja.

Se dio media vuelta, escaneando con la mirada a su mejor amiga arrodillada, y lo consideró. Después de todo era solo un helado y un sustito, no se iba a perder por nada el dormir cómodamente con su mejor amiga.

"¡Hecho!" Sonrió. "¡Llama a tu mamá y pásamela!" Exclamó con emoción, tirando de la mano de Mina y adentrándose a su hogar, siendo recibida gustosamente por la familia Im.

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"¡Nayeonnie~!" Chilló la señora Myoui a través del celular.

"¡Holi!" Saludó Nayeon, quien se encontraba sentada en las piernas de la azabache mientras estaban en el sofá del living, siendo abrazada y besada en el rostro por esta.

"Mi niña, ¿cómo estás?" Preguntó con voz melosa. Mina rodó los ojos y sonrió, dejándole un besito en el cuello a la castaña después. Su madre quería a su mejor amiga como si fuera su propia hija.

"Muy bien, de hecho. ¿Usted cómo está?" Cuestionó Nayeon, jugando con el borde de su suéter.

"Me alegro, querida, aquí todo bien. ¿Y Minari? ¿Ocurrió algo? Me alegra escucharte, NayNay." Preguntó y confesó.

"Mimi está aquí, al lado m-"

"Hola, mamá~." Interrumpió la azabache, inclinándose para hablar cerca del micrófono.

"Y no ocurrió nada, señora Myoui, solo quería hacerle una pregunta. También me alegra escucharla." Sonrió tiernamente, aunque la señora no pudiese verla, pero hay alguien que sí pudo, y esa misma le dio un beso sonoro en la mejilla, haciéndole sonrojar al instante porque seguramente la madre de Mina lo había escuchado.

"Mhmm... Apuesto a que ahora mismo estás sentada en las piernas de mi hija, ¿acerté?"

Nayeon rió.

"Sí, acertaste" respondió Mina, abrazando con mucha fuerza el pequeño cuerpito de Nayeon cariñosamente

La señora Myoui rió a través de la línea.

"Entonces díganme, ¿qué ocurre?"

"Quería preguntarle si Mimi puede quedarse a dormir en mi casa hoy." Respondió, usando la voz más dulce que podía hacer, dándole ternura a ambas mujeres, las cuales la habían escuchado.

"¡Oh! Ya veo..." rió la señora Myoui. "Ustedes están jugando sucio, niñas" reprendió en broma, suspirando después. "Por supuesto que puede quedarse, mientras sea contigo, pequeña." Respondió melosa. Nayeon sonrió. "Pero, Mina, mañana deberás estar aquí antes de las tres de la tarde, tu tía y tu primo vendrán de visita, ya sabes." Dijo la señora Myoui, y Mina hizo un sonido en asentimiento. "Bien. Pásenla lindo, mis niñas. Duerman bien y Nayeon, mándale un saludo a tu familia." Pidió, tirando unos besos sonoros a través de la línea.

"¡Muchas gracias, señora Myoui! ¡Saludos allá también!" Respondió la tierna castaña, meciendo sus piecitos.

"Adiós, mamá." Despidió Mina, tirando un beso cerca del micrófono del celular, y entonces Nayeon cortó la llamada cuando se escuchó un 'Adiós' por parte de la señora Myoui.