Capítulo 15 | Dulces sueños, bebé 。
"Iremos a dormir, ¿sí, dulzura?" preguntó Mina, abrazando de su cintura con fuerza.
Nayeon asintió, dejando un pequeño besito en el cuello de la mayor mientras esta caminaba con cuidado a su habitación, subiendo las escaleras de igual manera.
Silencio más la suave respiración de la menor era lo que reinaba en la habitación cuando entraron.
La cama de la azabache, a comparación de la cama de Nayeon, era más pequeña. La de la castaña era de dos plazas, mientras que la de Mina era de una plaza y media.
La azabache sostuvo con uno de sus brazos el cuerpecito de la menor y con la otra destapó las sábanas de su cama.
Nayeon ya se encontraba dormida. El cansancio le venció y no ayudó en mucho el calor que emanaba el cuerpo de su Unnie.
Mina la apoyó en el suave colchón con un cuidado descomunal, como si fuera una pieza de cristal que debía ser cuidada y tratada con suma delicadeza.
Una vez pudo dejar a la menor en la cama, esta se acomodó a su gusto. Mina sonrió, tapando el pequeño cuerpo con las sábanas.
Besó su frente.
Luego, fue en busca de un colchón en el que podría dormir en el suelo. La cama no era pequeña, pero prefería que Nayeon durmiese muy cómoda.
Ambas ya estaban en pijama, por lo que cuando pudo poner el colchón de una plaza en el suelo, al lado de su cama, se acostó, cubriéndose con mantas y una cobija gruesa para el frío.
Luego de ver un momento sus redes sociales, se dispuso a dormir.
Todo estaba bien, el silencio dominaba la casa y la misma habitación, hasta que el sueño de la azabache se vio interrumpido en medio de la noche, cuando un peso arriba suyo hizo que abriese sus ojos de golpe; encontrándose con una cabellera castaña bastante familiar apoyado en su pecho.
Sintió a Nay removerse arriba suyo, buscando mayor comodidad en su cuerpo.
Mina estaba confundida, siempre olvidaba hasta su nombre cuando apenas despertaba.
Unos segundos bastaron para que reaccionara, dándose cuenta de que Nayeon estaba arriba suyo durmiendo en su pecho.
"Nay..." llamó. No es que quisiese despertarla, pero le preocupaba que quizá la menor había tenido una pesadilla.
Nayeon balbuceó un poco antes de que levantara su cabecita, su cabello estaba desordenado y un ojito lo tenía cerrado.
"¿Mmh?" preguntó, mirando a Mina.
"¿Pasó algo, bebé? ¿Tuviste una pesadilla? ¿No estabas cómoda en mi cama?"
Nayeon negó, tallando uno de sus ojitos.
"Mimi Unnie~" se quejó como si estuviera a punto de hacer un berrinche. "¿Por qué duerme aquí? Tiene que dormir con NayNay." puchereó.
Mina sonrió con ternura, acariciando los cabellos castaños de Nayeon.
"Quería que durmieras cómoda, mi vida." contó antes de que Nayeon se pusiera como un osito gruñón.
"Estaba más incómoda sola." bufó, viéndose como una niña caprichosamente tierna.
"Está bien, está bien." se rindió la mayor con una sonrisa.
Nayeon —con ayuda de la mayor— se escondió bajo las sábanas, encontrando comodidad incluso si era en el suelo, y lo único que lo separaba de ello era el colchón.
Mina atrajo a la menor a su cuerpo, aunque ya estuviesen demasiado juntas a causa del colchón de una plaza.
Nayeon se acomodó nuevamente en el pecho de Mina, oliendo su aroma, por lo que decidió colocarse un poco más arriba de ella.
Y sí, con 'un poco más arriba' se refería a estar completamente arriba suyo, mientras Mina la abrazaba con ambos brazos desde su cinturita.
"Dulces sueños, bebé." murmuró, cerrando sus ojos.
"Buenas noches, Mimi." susurró, cerrando sus ojitos igual, durmiéndose cómodamente en los brazos de Mina.
La persona de la que estaba enamorada.
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