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Capítulo 10 | Shh, Mimi 。

"Pero-"

"Shh, Mimi, shh." calló Nayeon, ubicando su dedo índice en los labios de Mina para que hiciese silencio. "Estaré bien." asintió efusivamente.

Nayeon se encontraba sentada en la mesada del escritorio de Mina, mientras que la última mencionada se encontraba entre sus piernas, posando sus manos en la cintura de la menor. Era jueves y el sábado la castañita iba a salir con su amiga Momo, pero Mina no quería que fuese solo ella, ya que acostumbraban a ir a todos lados juntas, menos al baño claro. Y ahora era una salida entre Nayeon y Momo, la azabache no estaba incluida ahí, aunque la castaña intentó convencer a Momo, pero esta negó diciendo que Nayeon no le prestaría atención si Mina estaba ahí.

"Nayeon." reprendió. Su voz sonando como una advertencia.

"¿Sí?" dudó, haciendo ojitos de cachorro, moviendo sus pestañas de la forma más encantadora e inocente posible.

"Oh... no, no-no hagas- ¡Agh!" se quejó la mayor. "Está bien." accedió con cansancio.

"¡Yeiiiii!" festejó la menor, alzando sus bracitos al aire en forma de victoria.

"¡Pero...!" y ahí estaba. Nayeon bajó sus bracitos, frunciendo el ceño "con una condición." levantó ambas cejas.

"Pero-" miró a Mina quien se mantenía sería esta vez, con una ceja arqueada. "Está bien... ¿cuál? " preguntó de mala gana, bajando los hombros.

Se esperaba lo peor, ya saben, decirle que no le compraría sus galletas favoritas por una semana en el instituto, ¡o peor!, que no le dejaría subirse en su espalda por días, ¡o p-

"Debes darme un beso."

Oh.

"¿U-Un besito?" preguntó Nayeon, bajando su cabecita y observando sus manos. Sus dedos jugaban entre sí por el nerviosismo reciente. "¿En la mejilla?" cuestionó, ahora levantando la mirada a la mayor.

Mina negó.

Nayeon abrió sus ojos con sorpresa.

"En los labios." aclaró Mina.

Esa no la vio venir.

¿Es un sueño, verdad? -se preguntó Nayeon mentalmente.

Mientras tanto, la azabache estaba rezando a todos los dioses para no ser rechazada por su mejor amiga. Se había atrevido a pedirle aquello, ya que Dahyun le había dicho que debía hacer algo porque se notaba a kilómetros que ambas se gustaban. Mina no encontró mejor manera que esta. Estaba nerviosa, creyendo que Nayeon le diría que no. Sí, se estaba arriesgando, porque quién sabe y quizá su Nayeon no sentía lo mismo y se alejara. No, eso le aterraba en demasía.

"¿E-En los la-labios?" dudó Nayeon en un susurro.

Oh, por dios, al fin está pasando. -pensó la pequeña.

Mina asintió.

Nayeon tragó saliva.

"¿E-En serio, Mimi?" inquirió y sonrió, dio una pequeña sonrisa y Mina no pudo haberse sentido mejor.

La mayor volvió a asentir, esta vez efusivamente.

"¿Segurita, segurita?" cuestionó aún con una hermosa sonrisa en los labios.

"Segurita, Nayeonnie. Quiero que me des un besito en los labios, pero si no quieres está bien." aclaró, afianzando el agarre en la cintura de la menor, posicionándose más entre las piernas de la castañita.

"Umm..." pensó Nayeon, jugando con sus deditos y bajando la mirada. "NayNay sí quiere darle un besito a Mimi." murmuró.

Mina sonrió y murió de ternura a la vez.

Su almohada tendría un espectáculo de gritos luego.

"¿Sí quieres? " trató de confirmar, acariciando la cintura de la menor.

Nayeon asintió.

"¿Segurita, segurita?" preguntó de igual manera en la que lo había hecho la menor.

Nayeon volvió a asentir.

Y Mina sonrió, aunque nunca había dejado de hacerlo.

Con una de sus manos levantó el mentón de la menor, haciendo que ambas se mirasen a los ojos. Nayeon tenía un hermoso sonrojo en las mejillas y Mina igual. La azabache se acercó, lenta y suavemente, a la carita de la menor, vio a este cerrar sus ojitos y lo hizo, estampó con suavidad sus labios a los de Nayeon, los que por tanto tiempo anheló besar, lo estaba haciendo y se sentía en el cielo.

Se sentía feliz y no quería estar en ningún lugar más que no sea junto a la menor, de cualquier forma o circunstancia. Deseaba poder estar para siempre junto a Nayeon, verla crecer, verla llorar, verla reír. Quería estar junto a ella, siempre, incluso si la vida no quería juntarlas, ella estaría ahí, porque la amaba como jamás amaría a nadie, estaba segura.

Nayeon llevó ambas manos al cuello de Mina, acariciando su cabello con suavidad, acercando su anatomía a la contraria, ladeando su cabeza para sentir profundizar el beso.

Mina acarició la zona de su cintura con parsimonia, besando con lentitud, disfrutando de la ocasión.

Nayeon fue la primera en separarse, aun con sus ojitos cerrados, apoyó su frente en la de Mina, sonriendo, porque estaba feliz, muy feliz. Mina abrió sus ojos, viendo el semblante lleno de serenidad de la castaña. Sonrió y cerró sus ojos también.

"Mimi...-"

"¡Mina!" llamó la señora Myoui, golpeando repetidas veces la puerta de la habitación de la ya mencionada.

Mina rodó los ojos.

"¡Nayeonnie! ¡Tú madre ya está aquí!" avisó, y luego pasos se escucharon bajando de la escalera.

Mina suspiró, separándose de la castañita y rascando su nuca.

Nayeon se bajó del escritorio de la azabache de un saltito.

"B-Bueno-"

El habla de Nayeon finalizó por el fuerte abrazo que Mina le había dado.

"¿Cómo puedes ser tan adorable sin siquiera intentarlo?" preguntó, dejando un casto beso en la cabellera castaña de la contraria.

Nayeon sonrió, enredando sus brazos en el cuello de Mina, haciendo puntitas con los pies para llegar a abrazarla bien, pero eso ya no hizo falta cuando la azabache la levantó, dejándola en el aire, aun abrazándola con fuerza y cariño.

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