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En primero de secundaria tuve mi primer desacuerdo fuerte con Ellis.

Ella estaba de mal humor por una discusión que había tenido en la mañana con sus padres. Yo no lo sabía y decidí molestarla por la mancha de kétchup que tenía en la remera. Los ojos de Ellis se oscurecieron antes de escupir que no era asunto mío. Sus palabras se sintieron como un latigazo en mi estómago.

Esto no evitó que a la salida del colegio me esperara para regresarnos juntas, como todos los días. Los primeros minutos se sintieron incómodos, pero luego se disculpó cabizbaja y procedió a contarme lo que había sucedido en su casa. Su familia era bastante religiosa y conservadora, por lo que Ellis a menudo sufría comentarios de personas que se habían quedado estancadas en una sociedad pasada.

Existieron varias situaciones similares a lo largo de los años, sin embargo, como esa vez, nuestro enojo nunca llegaba a alargarse por más de un día. Éramos rápidas para admitir culpa en donde la había y disculparnos con sinceridad. No importaba que tan enojadas estuviéramos siempre respondíamos nuestros mensajes y llamadas. Nunca nos cerrábamos en nosotras mismas sin darle la oportunidad a la otra de hablar y disculparse. No aguantábamos la separación que una pelea creaba entre nosotras.

Por esta razón, me ponía demasiado ansiosa que Ellis no me hubiese respondido los mensajes y llamadas. También que estuviera abiertamente evitándome. Aun cuando habían sido solo por un par de días. Tal vez estaba siendo un tanto dramática e imaginando cosas, pero el que no me estuviese otorgando el espacio necesario para poder hablar era algo nuevo en nuestra relación y no me gustaba.

¿Qué había cambiado de un día para otro?

No había logrado encontrarme con ella el día anterior y mi plan de esperarla despierta para poder hablar se arruinó una vez me dejé ganar por el cansancio. Esa mañana tampoco había sido capaz de iniciar una conversación. Se había preparado a las apuradas y salido con la excusa de que llegaba tarde a su entrenamiento. Ellis de verdad me evitaba y no era muy buena escondiéndolo. Solo esperaba que Thomas tuviera alguna idea de la razón o mis pensamientos terminarían por hundirme bajo tierra.

Tomé un sorbo de mi jugo de naranja y me fijé en la hora mostrada en la pantalla de mi laptop. Thomas llegaría en cualquier minuto. Bostecé y mi estómago gruñó. Tenía hambre, pero había decidido esperarlo para almorzar juntos. Repiqueteé mi dedo índice sobre el mesón y contemplé el cielo gris a través del ventanal del comedor. Las nubes abarcaban la gran inmensidad de este. Suspiré. La situación con Ellis me tenía realmente preocupada.

Di un respingo al sentir la calidez de unos brazos envolviendo mis hombros. El aroma a suavizante invadió mi nariz. Sonreí e incliné la cabeza hasta que la suavidad de su buzo acarició mi mejilla. Lo extrañaba tanto.

—Lynn —murmuró. Su aliento me hizo cosquillas en el cuello—. Hola.

—Hola...

Mi sonrisa desapareció.

Grace Murphy tomó asiento frente mío, en el usual lugar de Thomas. Los brazos de él dejaron mis hombros para ocupar el espacio junto a ella. Me enderecé sobre mi asiento. Me sorprendió que se encontrara con Grace y, aunque había asumido que luego de haberla invitado a la fiesta de Halloween se habían vuelto más cercanos, esto me revolvió el estómago.

—¡Hola, Heather! Tanto tiempo sin vernos —saludó ella con una radiante sonrisa dibujada en el rostro.

Intenté devolverle el gesto.

—Creo que desde tu acto de graduación —Acomodé las mangas de mi camiseta y la miré directo a los ojos, seguían siendo tan claros como los recordaba— ¿Cómo has estado?

—Son las primeras semanas y ya me encuentro hundida en trabajos. —Dejó salir un quejido—. La carrera de diseño no es ninguna broma.

—Es normal, estás en segundo año.

Volteé alarmada al escuchar una voz masculina contestando. Estaba tan concentrada en Grace que pasé por alto la presencia del joven sentado junto a mí. Thomas habló antes de que pudiera mencionar algo al respecto:

—Heather, él es Ryuu Takeda, mi compañero de cuarto.

Sus ojos rasgados se encontraban cubiertos por un largo y revoltoso flequillo. Tenía el cabello negro con las capas de abajo teñidas de rubio. Llevaba una remera blanca y una campera de algodón beige. El escote pronunciado dejaba a la vista dos tatuajes sobre sus clavículas y un colgante de oro. La intensidad de su mirada me puso nerviosa.

—Un gusto conocerte finalmente, Heather. —Su sonrisa reveló un hoyuelo sobre su mejilla derecha—. Reed me ha hablado mucho de ti. Siento que te conozco de toda la vida.

Mis mejillas se incendiaron. Por mi parte, no sabía nada de él, solo que pasaba la mayoría del tiempo afuera.

—U-un gusto, Ryuu.

—¿Ya has comido? —preguntó Thomas—. Ellis me ha mandado un mensaje avisando que no podrá venir por lo que terminé invitándolos.

Ellis...

Repiqueteé mi índice sobre la mesa. No se molestaba en responder mis mensajes, pero le había mandado uno a Thomas. Se me secó la garganta. Ansiaba preguntarle a él si sabía la razón, pero no era el momento. No podía hacerlo delante de sus amigos. Le había avisado que necesitaba hablar con él ¿por qué había decidido aparecer junto a ellos en nuestro día? Detuve el movimiento de mi dedo ante tal pensamiento. No existía nada de malo en querer compartir un almuerzo conmigo y sus amigos. Estaba dejando que la inmadurez me ganase.

—¿Lynn?

Parpadeé lento. La figura de Willow al otro lado del comedor llamó mi atención. Sacudí la cabeza.

—Oh, lo siento. No, aún no he comido. Estaba terminando un trabajo.

—¿Marketing? —inquirió Ryuu inclinando su torso para contemplar la pantalla. Distinguí un leve aroma a acrílicos y césped proveniente de él. Era agradable.

—¿Les han pedido hacer una investigación en grupo de dos? —se interesó Grace. Recordé que Willow también iba en segundo de Diseño y asentí con la cabeza— Nuestro profesor también. Espero que hayas tenido mejor suerte con la asignación de compañeros. La mía es un dolor de cabeza, a este paso acabaré haciendo todo el trabajo sola.

Una sonrisa tiró de mis labios. No sabía lo habladora que podía llegar a ser Grace. Solía imaginarla como alguien reservada y de pocas palabras. Por eso en las pocas veces que habíamos coincidido en la secundaria no había intentado conversar demasiado con ella, aunque en parte se debiera a Thomas y a mi escasa habilidad de socialización.

—Tal vez conozcas a mi compañera, también va en segundo de Diseño, Willow Gardner.

—No hemos hablado demasiado, pero he visto algunas de sus creaciones. Es realmente asombrosa.

Asentí. No las había visto, pero no dudaba de la credibilidad de sus palabras. Willow desprendía originalidad y parecía rebosar de inspiración. Thomas mencionó la comida una vez más y ambos entablaron una conversación sobre los distintos alimentos que la cafetería ofrecía en ese momento.

Los contemplé en silencio. Parecían salidos de una novela juvenil. Las miradas cargadas de dulzura que trataban de disimular eran imposibles de ignorar. Podían intentar engañarse entre ellos, pero la atracción que sentían el uno por el otro era evidente para todo aquel que los observase desde afuera.

Sentí un sabor amargo en la boca. Entendí que a Grace también le gustaba Thomas y que había perdido la guerra incluso antes de poder asistir a la batalla.

Ryuu se recostó sobre el respaldar de su silla y apoyó una mano sobre el mío. Thomas dejó de prestar atención a Grace para observarnos mientras su compañero de cuarto se acercaba a mi oído para susurrar:

—Tienes un mejor amigo bastante despistado.

Contuve la respiración. Existían demasiadas formas en las que podrían interpretarse sus palabras, pero solo una de ellas me alarmaba porque significaba que estaba siendo evidente con mis sentimientos.

—Lynn, ¿qué deseas comer? —interrumpió Thomas.

Deseaba salir corriendo. Volví a respirar cuando Ryuu se apartó. Mi corazón latía con fuerza. La idea de que Thomas estuviera al tanto de lo que sentía por él me produjo nauseas.

—E-en realidad no pensaba quedarme por demasiado tiempo. —Forcé una sonrisa—. He acordado encontrarme con mi compañera de proyecto. Willow me está esperando en la mesa junto a la entrada.

Mentí porque la situación entera me superaba. No dejaba de pensar en Ellis, en el mensaje que le había mandado a Thomas y no se había molestado en responderme. Sentía que mi lugar en nuestro grupo de tres comenzaba a tornarse insignificante y odiaba pensar de esa manera. Me convertía en una mala amiga. También porque me sentía incómoda frente a la imagen de perfección que las dos personas frente mío proyectaban.

Ah, estos sentimientos de negatividad.

Agarré mis cosas y me puse de pie. Thomas prometió me llamaría más tarde y llevaría las paletas que había realizado durante el fin de semana a mi habitación, Grace aseguró que le había agradado poder conversar conmigo nuevamente y Ryuu me dedicó un gesto de complicidad que solo sirvió para dejarme en un estado de confusión absoluta.

Llené mis pulmones de aire, decidida a olvidarme de ellos, y rodeé una mesa llena de estudiantes vestidos de traje. Estaba casi segura de que pertenecían a la carrera de abogacía, Thomas me había hablado de como los estudiantes de último año debían vestir de esa manera la mayoría del tiempo. Los trajes de ese estilo me provocaban repelo y el saber que él tendría que utilizarlos pronto me desagradaba.

Me fijé en Willow, quien se encontraba con la cabeza metida en su laptop. Su lacio cabello estaba decorado con unos sujetadores plateados en forma de mariposas. Llevaba un suéter ajustado de lana rojo, este combinaba con el labial del mismo color y resaltaba el azul de sus ojos.

—Willow, —saludé— ¿Estás ocupada?  ¿Te molesta si me siento aquí?

Ella alzó la cabeza y me dedicó una amplia sonrisa.

—¡Heather! Llegas en el momento justo. Estaba por mensajearte. —Me indicó que tomara asiento y luego giró su portátil en mi dirección—. Estaba revisando el trabajo, ¿crees que deberíamos quitar algunos ejemplos o cuanto más, mejor?

Lo sopesé por un momento. Le había mandado diez ejemplos de productos en los que fueran visible el uso del método de segmentación de mercado, pero ahora me parecían demasiados.

—Tendríamos que explorar cada uno de ellos y argumentar por qué los escogimos. —Coloqué mis cosas sobre la mesa—. Creo que diez es demasiado, podríamos dejar siete.

—¿Seis?

—Perfecto ¿Estás trabajando sobre el documento compartido? —Ella asintió y volvió a girar el portátil—. Puedes dejar los productos que desees, me encargaré de la explicación.

Respondió con un monosílabo y me miró por encima de la pantalla.

—¿Has comido? Muero de hambre y los demás se están tardando.

—También muero de hambre —admití.

Willow le preguntó a una compañera que se encontraba en la mesa contigua si podía vigilar nuestras cosas en lo que íbamos por comida. Tomamos una bandeja de plástico y nos acercamos a la barra. Ella le pidió al joven que se encontraba al otro lado un poco de pasta alfredo y se sirvió un vaso de agua. Yo me decidí por una ensalada de quinua y una manzana.

Al regresar a nuestros asientos, Willow le hizo señas a Foster, Ginevra y Saúl... Estos se encontraban cruzando las gigantescas puertas de madera. Tragué saliva. Saúl había cubierto su cabello con la capucha gris del buzo que llevaba puesto. Sus ojos lucían apagados bajo las sombras creadas por la prenda. Caminaba detrás de sus amigos con la vista en el suelo y las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo. Aparentaba no tener energía.

—Buenas tardes, señoritas.

Ginevra nos sonrió antes de ocupar el lugar junto a Willow. Foster se sentó junto a ella y Saúl... él tuvo que utilizar la silla a mi lado. Me removí incomoda y maldije el que Willow hubiese escogido una de las mesas redondas. Aún sentía vergüenza por lo sucedido en mi habitación y no me sentía preparada para tanta cercanía. Debería de haber imaginado que vendrían, después de todo, yo era la intrusa que había decidido usar a Gardner como excusa para escapar de mi mejor amigo.

—Paramos en Jersey Mike's porque Foster quería un sándwich, —comentó la pelirroja—, terminamos comprando para todos, pero veo que llegamos tarde.

Willow sonrió con la boca llena de pasta.

—Un poco.

Ginevra le pasó una servilleta y abrió la bolsa de papel madera que había dejado caer sobre la mesa. Le entregó un sándwich a cada chico. Me negué cuando me ofreció uno y le di un sorbo a mi jugo. Foster se apresuró a engullir la comida, Ginevra le advirtió que comiera despacio o le daría dolor de estómago. Al parecer disfrutaba demasiado la comida, pero terminaba por devolverla si abusaba de esta.

Saúl no mencionó palabra alguna.

Removí la lechuga de mi ensalada con el tenedor. Se me había quitado el apetito.

—¿Qué haremos para Halloween? —inquirió Willow—. Nos queda poco tiempo.

—Mientras no sea un disfraz que requiera peluca, estoy de acuerdo con lo que elijan —respondió Foster—. Esas cosas pican.

—Eso no nos ayuda —protestó Ginevra—. Saúl, ¿tienes alguna idea?

El nombrado se encogió de hombros y le dio un mordisco a su almuerzo. Su porte desinteresado no me sorprendió.

—No quiero oír reclamos cuando elijamos algo que no sea de tu agrado, —advirtió la pelinegra. Luego volteó a mirarme—. ¿Qué harás para Halloween? Eres creativa ¿Puedes darnos ideas?

Dejé el tenedor sobre mi plato. El plan que teníamos con Thomas y Ellis para la fiesta se había venido abajo y aún me entristecía el recordarlo. Luego de esto había decidido que no asistiría, después de todo, no tenía una vida social que pudiese arruinarse si no me presentaba en la fiesta.

—Iba a inscribirme junto a dos amigos en la categoría «Cursi» del concurso. Tengo los disfraces listos, pero debido a unos inconvenientes no podrán acompañarme.

Creí ver un brillo de emoción en el azul de sus ojos.

—¿De qué son los disfraces?

Estiré la manga de mi camiseta. Me avergonzaba decirlo en voz alta. Tomé aire y enfrenté su curiosa mirada.

—Girasoles.

Saúl volteó a observarme por primera vez ese día. Vi por el rabillo del ojo como negaba con un lento movimiento de cabeza. La sonrisa de las otras dos mujeres se volvió tan grande que terminaron por lucir espeluznantes.

Temí descubrir lo que pensaban en ese momento.

—¿Por qué girasoles? —se interesó Foster, quitándoles la palabra— ¿Qué pensaban decir al presentar sus disfraces?

El corazón me latió con fuerza. Nervioso. Ansioso por escabullirse del repentino interés que mostraron. Mordí mi labio inferior. Recordar la razón por la que comencé a dibujar girasoles me revolvió el estómago, pero escapar de la atenta mirada que ahora me dirigían me pareció imposible. Llené mis pulmones de aire y enfoqué mi vista en la mancha de lápiz que había en la orilla de la mesa.

—Cuando era pequeña mi padre me llevó a un campo de girasoles, —comencé a explicar—. Estando ahí me dijo que los girasoles necesitan de la luz solar y por eso miran hacia arriba la mayoría del tiempo, pero en los días nublados, al no poder encontrar el sol, voltean hacia el girasol más cercano, como buscando llenarse de la energía del otro. Apoyándose.

Hice una pausa y levanté la cabeza.

—No se si esto sea cierto, nunca me animé a corroborar su historia porque, en ese momento, me emocionó la idea de que cuando todo parezca estar nublado a tu alrededor, cuando sientas que el mundo se ha oscurecido, puedas girar y apoyarte en alguna persona especial en tu vida.

—La idea de que nunca estas solo —agregó Ginevra.

Hubo un momento de silencio en el que todos parecían intentar asimilar mis palabras.

—Suena tan cursi que sería imposible perder en esa categoría —comentó Foster.

Tosí. Haberlo dicho en voz alta lo volvía aun mas vergonzoso. Quería esconderme bajo una piedra gigante.

—Está decidido, seremos girasoles. —determinó Willow.

Oh...

¡Hola, Hola, pequeños girasoles 🌻!

Ahora medio que saben porqué a Heather le gusta dibujar girasoles.

Hemos conocido a Grace y Ryuu, aunque solo por unos minutos, ya que Heather decidió escapar, pero de lo poco que saben...

¿Cuánto les agrada Grace del 20 al 100?:

Críticas?

Puede que no actualice la historia hasta julio 🫣 este mes estaré un poco ocupada con cositas, pero el siguiente ya estaré libre, libre 🥺♥️

Gracias por leer a este desastre 💛 Les amooo!

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