- Quizás podrías dejar de dedicarme frases de esas fracasadas historias de amor.- dijo Marino con fastidio frente a la pantalla de su computadora.

- Tú lo haz dicho, soy un girasol inmaduro. Aunque dije que ya me perdiste, sigo aquí.- dijo Girasol y soltó unas lágrimas frente a él.

- Te envíe las notas para que me dejarás, Girasol. Te las envíe solo porque quería que tu vida me aleje de ti, alguien innecesario.

- ¿Podré algún día dejar de pensar que tus frases tan secas son malditamente dulces? ¿Podré algún día dejar de ser una masoquista?- preguntó Girasol y se jaló un poco sus cabellos.

- Todas las personas pueden hacer lo que deseen, si se lo proponen.- dijo él desinteresadamente mirando sus uñas.

- La diferencia Marino es que yo solo lo pienso, nunca me lo propongo.- dijo ella y jugó con sus manos con nerviosismo.

- Es por eso que te llamo Girasol.- dijo y cortó la llamada.

Y ella seguía siguiendo al Sol.