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❇Prólogo❇

—¡VEN AQUÍ! ¡HIJO DE LA CHINGADA!

—¡Mamá, no mates a mi hermano! ¡Mátame a mí mejor!

—¡URUSE, JURO!

La mujer enojada y supremamente colérica hasta la cabeza, se llamaba: Hikari Yagami, tiene 36 años con una altura de 1.70 centímetros, pesando apenas 63 kilogramos. Tiene cabello negro ceniza peinado en un moño tradicional, ojos color granate y llevaba vestido un kimono gris. En una de sus manos tenía agarrada una chancla de madera.

—¡¿Dónde está ese hijo de su difunto padre!?

Paró de repente entre los pasillos de la casa, apuntando con la punta de su chancla al de nombre “Juro”.

—¡N-No lo sé!

Quien decía aquello con temor era llamado: Juro Yagami, teniendo apenas los 18 años, con el cabello largo y negro heredado de su madre, estatura 1.75 centímetros pesando 66 kilogramos, ojos de un color índigo, traía puesto una pijama azul con dibujos de aviones y jets.

—Ta-Tal vez está en la Academia Midorikawa.— Decía ya la calmado el pelinegro, sin quitar su expresión de temor hacia su progenitora.

—Ese mocoso... No entiendo como puede olvidarse de algo sumamente importante para la familia.— Suelta un suspiro frustrado la mujer de mayor edad, soltando la chancla de madera y poniéndosela a la vez.

—Ya sabes como es él.— Dijo con despreocupación, rascándose la sien.

—Ah, sí.

Una puerta corrediza se escucha en el pasillo donde madre e hijo estaban.

—Awh~.— Bosteza. —¿Pero qué tanto pinche escándalo hacen ustedes–?

Quien había preguntado eso medio dormido, era el progenitor de Juro: Hachiro Yagami, cabello rizado natural plateado, ojos color ámbar, mide 1.80 centímetros siendo el más alto de la familia, pesa 67 kilogramos, estaba vestido con su ropa de dormir color negro. Lo único que le caracteriza es un lunar coqueto por debajo de su ojo izquierdo.

Un golpe en el sartén lo calló, sin que terminara su oración anterior.

—¡¡URUSE!! 💢

—“¡¿De dónde sacó ese sartén!?”— Pensó desconcertante Juro, mirando con los ojos fuera de su órbita.

Si que su madre no estaba de buen humor, aun si está calmada, se enfada con facilidad, y hoy no era la excepción.

—¡Grrr! ¡¿DÓNDE DIABLOS ESTÁS YAGAMI-KUN~!?

Gritó a los cuatro vientos Hikari, espantando a los pájaros que iban pasando por ahí.

El adolescente pelinegro puso su cara azúl del miedo, pensando en la futura muerte de su Otōto.

—“Hermanito, espero que no vengas a casa antes de lo planeado.” ¡MADRE, PAGARÉ POR LO QUE SEA QUE HAYA HECHO MI HERMANITO!

Milisegundos después ya el joven Juro estaba tirado junto a su padre inconsciente, no protegiendo a su hermano menor.

Mientras la ama de casa estaba muy encabronada por quién-sabe-qué cosa hizo Yagami-kun, pero de eso estaba segura, que su hijo menor había hecho algo SUMAMENTE imperdonable.

(...)

—¡Achú!—. Estornudó, llevando su meñique derecho hacia su nariz hurgándoselo.

—Parece que alguien está hablando mal de ti a tus espaldas, Yagami-kun.

—“No sé porqué presiento algo malo.”— Llevó su mano izquierda a su cabeza con despreocupación, caminando hacia los pasillos de la escuela en dirección a la cafetería. —Tengo hambre~.

—¡Eres un glotón! ¡Acabas de comerte tres sándwiches y un Snicker!

—Pero me quedé con más hambre.— Dejó de hurgarse la nariz, lanzando su moco hacia su amigo cuatro ojos.

—¡ERES UN COCHINO!

El de cabellos plateados lo ignora siguiendo su camino. —Y tú un cuatro ojos.

—¡Aish!

Dejaron de discutir, hasta llegar a la cafetería y aprovechar de su receso.

(...)

—Tadaima–.— Una patada lo hizo callar hasta mandarlo a volar fuera de su hogar otra vez.

—¡Ahora te dignas a venir aquí después de lo que hiciste! 💢

—Okā-san, fue sólo un desliz lo que pasó, aparte. ¿Qué hice exactamente?

—¡FALTAR AL EXAMEN PRÁCTICO DE LA U.A!—. Lo señala con acusación, sin dejar de fruncir el ceño.

—¡¿Sólo por eso está enojada!?—. La pelinegra mayor hace un puchero, mientras se cruzaba de brazos. —“No puedo creerlo.

Se levantó del lugar donde anteriormente cayó por el gran golpe que recibió de su madre, sacudiendo su uniforme, caminó otra vez a la entrada de su hogar.

—¡¿A dónde vas!?

—Me iré a cambiar y a ver anime.

—¡¿Otra vez con tus animes raros!?

—Seh.— Dejó los zapatos en la entrada, yéndose descalzo subiendo a las escaleras en dirección hacia su cuarto.

Hikari suspiró pesadamente, sobándose la sien. —“Este chico jamás cambiará.

Desde hace mucho tiempo, Hikari quería que su hijo tuviese un mejor futuro para la Familia Yagami, los padres y el hermano mayor no tenían Quirks, por lo tanto tenían una vida normal y corriente, pero aparentemente el menor tuvo el milagro de nacer con un poder cosa que impactó la noticia a toda la Familia Yagami.

Ni los abuelos, ni los tíos, primos o parientes lejanos no tenían poderes, pero sorprendentemente alguien si los tuvo, era el menor de toda la familia: Ginjiro Yagami.

Tiene el cabello plateado con tonalidades azules y rizado hasta por debajo del cuello, ojos carmesíes, pero casi no se notan su color del iris, ya que casi siempre tiene los ojos entrecerrados como de pez, significando su aburrimiento a la mayoría de las cosas o en cada situación. Pesa 60 kilogramos a pesar de que come con demasía los dulces, midiendo apenas 1.63 centímetros. Su Quirk es: la Telepatía, tiene la capacidad de leer los pensamientos de la gente, al igual que tiene otro concepto de ese mismo poder que es: la Telequinesis.

Pueden pensar que tener la Telepatía es una ventaja para el peliplateado de ojos carmesíes, no obstante... es una maldición. En cuanto a la Telekinesis; para Yagami-kun lo ve como un lado positivo. Puede atraer objetos que estén fuer de su alcance con tan sólo un movimiento de manos, o mejor aún, puede atraer el control remoto por si el programa es aburrido y así no tener que levantarse del sofá.

No podría pedir nada más el peliplateado.

Pero hay desventajas en su poder, por ejemplo; su Telepatía, no la puede controlar del todo, inconscientemente se activa y lee sin querer los pensamientos ajenos, para variar, en las noches no puede conciliar casi el sueño por no controlar bien su poder, escuchando los pensamientos de sus vecinos y de otras personas que ni siquiera conoce.

La Telekinesis, uff~, una palabra para definir: jaquecas. Yagami-kun piensa que a veces su poder consta de ser innecesaria todo el tiempo, sólo en casos positivos cuando la flojera se apodera de él. Sin embargo, cuando no la usa TODO el tiempo, o no quiere entrenarla, la activa para atraer el control y *PUM*, un dolor punzante en su cabeza le hace quejar del dolor.

He ahí las dos desventajas de sus dos poderes.

Y es un maldito cliché en el que Yagami-kun no quiera ser un héroe profesional reconocido, sino ser alguien normal en su familia. Pero su madre le insiste en que fuese ha asistir a la Academia más prestigiosa de todo Japón, su vida podría cambiar.

Por eso no asistió para el examen práctico y escrito, mejor estar en su escuela tranquilo, que estar desperdiciando tiempo en destruir robots y salvar a gente desconocida.

Ahora debía esperar a que el tiempo pasase, e inscribirse a una preparatoria normal y corriente, su mejor amigo no podría inscribirse en otra preparatoria cercana, ya que se iría a otro país al otro lado del mundo. Estaba segurísimo que de cualquier modo acabaría en U.A., no sabe porqué, pero lo presentía.

Volviendo al presente, el peliplateado se cambió de uniforme por una ropa más cómoda, su habitación estaba lleno de pósters de varios animes que había visto él; Shingeki no Kyojin, Naruto, One Piece, Dororo, Junjou Romantica, y una seriés ya pasadas de moda. Tenía su ordenador con su computadora, teclado, mouse, y su gran PC, a un lado de su ordenador estaba un mueble de puros muñecos de anime y mangas por orden alfabético.

Éste chico no era sólo un Otaku, sino también que es un Fudanshi adicto al Yaoi, para proteger a la humanidad discriminatoria de las parejas gays, para que así, sean libres de escoger sus gustos cada quien. Para ponerle más drama al asuntillo, es que Ginjiro Yagami; es homosexual.

Claro, no por eso éste Fanfic es Yaoi, aunque algunas veces no necesariamente lo tiene que ser, ¿verdad? Bueno, no es el punto.

Miraba su celular para ver que onda con las notificaciones de sus YouTubers favoritos, uno que otro aviso en Gay-Pad... ¡Ahem! Que diga, en Wattpad, sobre las actualizaciones de historias Yaoi que se quedó por leer, e intercambiar aparte mensajes con su amigo el “Cuatro Ojos”.

Iba a responderle, hasta que la puerta de su habitación fue abierta por alguien.

—Ah, eres tú: Juro.— Desvió su mirada en el pelinegro mayor, para mirar otra vez el mensaje de su amigo.

—Ajá, sí. Buenas tardes a ti también, hermanito. ¿Cómo has estado?

—De maravilla, mi madre me recibió a su estilo como siempre y ya van tres golpes en esta semana, sólo porque no fui a la maldita Academia de muy, muy verga para hacer el examen práctico. ¿Y tú? ¿Qué cuentas?

—A-Ah.— Juro se quedó expectante ante la contestación de su Otōto, él sabe muy bien que Ginjiro usó el poder del sarcasmo, pero no se esperó la respuesta del menor. Dejó esos pensamientos de lado, diciéndole ahora sí más calmado. —Mi hermanito del alma, mi madre dice que ya está la cena, que bajes de inmediato. Ya sabes como es ella.

Ginjiro soltó un suspiro cansado, apagando su celular, dejándolo en el buró. Con un deje soso dice.

—Ya voy.

—¡Quien llega al último es un huevo podrido!

—¡Oe, eso es trampa!

(...)

Después de comer Gyozas junto con Takoyakis, Hikari pidió hablar a solas con su hijo menor, Hachiro y Juro no objetaron nada y se fueron de la sala/comedor para dejarles privacidad.

Hikari le pidió sentarse ambos en el sillón para estar más cómodos, así que se fueron a sentar. La progenitora de Ginjiro habló primero.

—Gin-chan. Lo he estado pensando todo el día; en lo de hoy, y... no he sido buena contigo sobre tus decisiones.— Decía arrepentida y lamentada por estarle inquiriendo constantemente en que fuera a la U.A. —Gomen'ne, Gin-chan.

—Mamá...— Musitó con preocupación al verla con ese sentimiento de culpa. Sin dudarlo la abrazó, tranquilizándole. —No tienes porqué estar así.

La ama de casa comenzó a llorar en silencio, Ginjiro apretó más el abrazo, pero no tanto. —P-Pero yo... tenía la esperanza de que alguien de nuestra familia pudiese ser lo que nosotros jamás habíamos cumplido. A-Al fin... nuestros sueños se...— Sollozó. — cumplirían.

Más lágrimas comenzaron a deslizarse por los pómulos de Hikari, los trataba de retener, pero le era imposible, su hijo le estaba viendo su lado vulnerable.

Sabía muy bien que su hijo no quería ser un héroe profesional, pero ella le insistía, tan cegada estaba ella, porque de pequeña quería ser una heroína, tener una familia estable, y que ellos también se encaminen hacía la meta de ser súper héroes. Pero le dio un giro a su vida al no tener Quirk, rindiéndose y dejando sus sueños planeados al pasado.

—“Perdoname, Gin-chan. Me ganó el sentimiento.” La ojigranate sabía que el peliplateado menor la escuchaba por medio de sus pensamientos.

—“Lo sé, madre.”— Yagami-kun aflojó el abrazo, para después agarrarla con una mano en el hombro de su progenitora como apoyo, viéndola con su típica mirada de aburrimiento. —No te preocupes.

—E-Está bien...— Absorbió sus mocos, gracias a las lágrimas y tristeza que tuvo hace unos momentos.

—Ya, ya pasó.

Ginjiro se levantó de su lugar, poniéndose luego en frente de su madre hincándose un poco, su progenitora estaba confundida por lo que iba hacer él. El menor de estatura le picó la frente a su madre con sus dos dedos (índice y del medio) de su mano derecha, sin dejar de sonreírle con sinceridad en todo el acto.

—¿Hijo...?

—Ya que me chantajeaste, no solamente tendré que lidiar con lo de entrar a la U.A., sino también a controlar mis poderes.

De repente, sintió unos brazos rodearlo por todo el cuerpo, sintió su hombro derecho humedecerse, era su madre quien seguía llorando.

—Eres un mocoso malcriado. Aún así, te quiero, hijo.

—Hmph. Yo también, Okā-san.

Si que su madre cumplió su objetivo de chantajearlo, pero nunca se imaginó que así.

—¡Ginjiro! ¡¿Le hiciste algo a mi mujer!? ¡Si es así, no te lo perdonaré!

—¡URUSE!—. Calló la diabla... ¡Ahem! Que diga, calló Hikari a su marido, apretando el abrazo de su hijo sin querer.

—¡Mamá! ¡Vas a matar a mi Otōto!

—¡Ay, hijo!

—Veo la luz.— Se le va el alma al estilo anime.

—¡NOOO, GINJIRO-CHAN!

(...)

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