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Capítulo 1.

En la entrada del aeropuerto de Musufatu, un par de jóvenes se andaban despidiendo.

—Espero verte pronto, Yagami-kun.— Sonrió afligido el pelinegro de ojos azules, era su amigo cuatro ojos. :v —¡Más te vale no hacer ninguna estupidez en U.A.!

—Sí, sí. Lo que tu digas, Shintaro-kun.— Hacía ademanes con su mano izquierda, restándole importancia la amenaza de su amigo de la infancia.

—Eso espero.

El peliplateado con tonos azules sonrió levemente, poniendo su mano derecha al hombro de mayor estatura, en forma de apoyo.

—Que te vaya bien en Estados Unidos. Cada vez que pueda te mandaré un mensaje.— Sintió un par de brazos rodearlo por encima de sus hombros. Se extrañó por el repentino abrazo del ojiazul. —Emh...

—Más te vale que así sea, Bakagami.— Luego de que se separara, palmeó los hombros del ojicarmín de forma amistosa, sonriéndole de igual manera.

Ginjiro le correspondió, en ningún momento quitó su mirada entrecerrada y aburrida, pero borró su sonrisa viendo que su amigo de repente se puso nervioso, que hasta sacó una gota en la sien.

—E-Etto... Yagami-kun.

—¿Sí?

—No sé si yo estoy loco, o si estoy drogado, pero... Veo que tu hermano tiene un aura asesina.

Empezó a sudar frío, mirando al Yagami mayor que estaba recargado en su auto gris, mirando con ojos afilados y siniestros a Shintaro.

Ginjiro viró a la dirección en donde miraba el pelinegro, no impresionándole en absoluto la mirada perturbadora de su hermano mayor que le mandaba a Shintaro, leyó sus pensamientos.

—“Maldito Shin, alejate de mi hermanito. Él nunca se interesará en ti.

Juro pensó que al pelinegro ojiazul le gustaba a su Otōto, y que a éste también gustaba de él, pero a Ginjiro no le atraía, ni Shintaro del ojicarmesí. Solamente son amigos de la infancia. Hasta Ginjiro confiaba más en su mejor amigo que en su propio hermano mayor.

—Ignoralo. Le he aclarado que tú y yo solamente somos amigos, pero no lo acepta.— Miró nuevamente a Shintaro, quien sonrió con nerviosismo. —Es muy sobreprotector.

—D-De acuerdo... (?)

—¡Onii-chan~!—. Un grito femenino los hizo voltear, una ojimorada con el cabello negro se dirigía al par de amigos. Paró su corrida, sonriendo. —Es hora de irnos.

—¡Kaede!—. Shintaro mira a su hermana, acariciando su cabeza mientras ella no dejó de sonreír. —Bueno, sólo vine a despedirme de Yagami-kun.

—L-Lo sé.— Se mostró un poco apenada, haciendo un puchero. —¡Pe-Pero yo también vine a despedirme de Gin-Sempai!

—Eh~.— Ginjiro miró a la de menor estatura, sonriendo con desgano. —Sacando de lado a tu hermano cómo siempre, Kae-chan.— La fémina menor rió leve, rascándose la cabeza. —Espero que hagas amigos en tu escuela.

—¡Lo haré!—. Se acerca a Ginjiro, tomándolo de ambas manos con ojos y aura iluminativos. —¡Cuando regrese, espero ver a su futura pareja!

—Etto...— Quedó helado al oír esas palabras sacadas por la hermana de su mejor amigo.

—¡ÉL NO TENDRÁ PAREJA!

El peliplateado juró por Kami-Sama que oyó a su hermano y a Shintaro gritar eso con algo de celos, pero también demandando.

—¡Shintaro y Kaede Kageyama! ¡Terminen de despedirse o se quedan como perritos en la calle!

Quien amenazó colérica fue la madre de ambos pelinegros, a unos pocos metros de distancia estaba.

El ojiazul suspiró pesadamente. —Bueno, ya oíste, es hora de irnos.— Dirigió su mano derecha a la de su hermana, mirando por última vez al ojicarmesí con una sonrisa. —Que te vaya bien en U.A., Ginjiro-kun.

—Hmph.— Sonrió de medio lado, rascándose la cabeza cohibido. —Igualmente. Te deseo suerte.— Y por instinto, posó sus dos dedos (índice y medio) en la frente de Shintaro, quien se quejó por la acción del peliplateado. —Hasta pronto, cuatro ojos.

—Hasta luego, copia barata.— Después de decir aquello. No dejó que su hermana menor se despidiera, echando a correr sin soltar a Kaede.

—¡Ya te he dicho que no me parezco a Gintoki ni a Itachi! ¡Maldito cuatro ojos!

—¡CLARO QUE SÍ!—. Su voz comenzó a escucharse más lejana.

—¡ES LA ESTÚPIDA ESCRITORA QUIEN ME PUSO ASÍ! ¡ÉCHALE LA CULPA A ELLA! 💢

El de menor estatura ya no pudo divisar más las siluetas de su amigo y de la menor, se comenzó a tranquilizar sonriendo, suspiró.

—Hay que irnos, Otōto.— Sintió una mano posarse en su hombro derecho, volteó con desinterés hacia Juro, quien lo miraba comprensible. —Luego le mandas mensajes.

—Está bien.— Retiró con suavidad la mano de su hermano mayor, acercándose al carro gris.

—¡Vamos~! ¿En serio te afectó en qué se fuera?

—Nah, sólo estoy pensando en que mañana será el primer día en que entre a la U.A.— Respondió indiferente, metiéndose en el lado izquierdo del copiloto.

—¡Ay, es cierto!—. Juro se metió al carro también, después de cerrar la puerta y ponerse el cinturón. Volteó a ver a su hermanito, quien copiaba las mismas acciones que el anterior nombrado. —¿No quieres que te lleve a la Academia U.A.? Después de todo mi horario comienza una hora más adelante que el tuyo.

—Has lo que quieras.

Por término de otra respuesta indiferente y desinteresada, Juro echó ha andar el carro con una sonrisa en el rostro, mientras que en el camino, ambos hermanos sacaban temas de conversación para matar el tiempo de camino a su hogar.

(...)

Al día siguiente, el protagonista de la historia se alistaba para llegar a la Academia U.A., después de estar vestido con su uniforme y con la ayuda de su madre, desayunó, y finalmente despidiéndose de sus padres, porque Juro si le prometió en llevarlo en su carro hasta la Preparatoria.

Después de veinte minutos llegaron a la más prestigiosa Academia, ambos hermanos se impresionaron ya que lo primero que vieron fue la gran hache de la instalación. A Ginjiro casi se le salen sus ojos de su órbita.

—Wow, jamás me imaginé que la Preparatoria U.A. fuese tan... grande.— Comentó Juro con impresión.

—Por dos, Juro.— Miró a su hermano con su típica mirada de aburrimiento, despidiéndose. —Bueno, nos vemos.

El peliplateado estaba a punto de salir del auto, cuando un toque en el hombro lo hizo parar. Volteó curioso a ver al pelinegro mayor, quien éste le daba una sonrisa de apoyo.

—Buena suerte, hermanito.— No se esperó ver a Ginjiro sonreírle medianamente, sin quitar su expresión habitual.

—¿Por quién me tomas?

Y por término, salió del auto, con pasos rectos y despreocupados el ojicarmín caminaba hacia la entrada de aquella institución. Al Yagami mayor casi se le escapaba una lágrima traicionera por ver a su hermanito caminar con tanta seguridad ante aquella Preparatoria prestigiosa.

Sin embargo, no sabía que Ginjiro; por dentro, se moría de los nervios...

(...)

Llevaba más de cinco minutos en buscar el dichoso salón donde tendría que impartir de ahora en adelante sus clases en U.A., es como si estuviese caminando en círculos, y lo peor, es que no había casi nadie en los pasillos de la instalación.
Suspiró para sus adentros, sin dejar de caminar con despreocupación.

Sintió un choque en su espalda que lo hizo tambalear un poco en su caminar, hasta voltearse con desinterés a quien se haya tropezado con él.

—¿Are?

—¡L-Lo siento mucho!—. Un peliverde bajó su cabeza y encorvó su espalda exageradamente. —Es sólo que estoy encontrando mi aula: 1-A.

—Espera...— Lo miró unos segundos, para cuando el peliverde se enderezó y dejó ver su rostro, Ginjiro se sonrojó. Pero alejó esos pensamientos sacudiendo su cabeza, mirándolo. —¿También vas al salón 1-A?

—Ah, sí. ¿Igual tú?—. El peliplateado asintió. —Entonces seremos compañeros... ¡Wah~, pero hay que apresurarnos!

El peliverde siguió su corrida, Ginjiro no tardó en imitar sus acciones emprendiendo camino hacia su nuevo aula.

No sabía que a partir de ahí, cambiaría su vida.

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