Me despido de mis amigos en internet, y vuelvo a la rutina.

Estudiar, oír música y bailar como una condenada loca por mi habitación. No tengo hermanos, pero tengo un gato llamado bubba, nombre que elegí por el momento en el que uno de los mejores amigos de Forrest Gump se convirtió en un héroe.

Tengo un papá que está ocupado con sus cosas.

Tengo una mamá que es ama de hogar y siempre está apuntando recetas que ve en el canal de cocina, experimentando con nuevos ingredientes.

Y luego estoy yo: la pelirroja de la que algunos en su ignorancia, o al haberse quedado con un pensamiento del pasado, aún piensan que damos mala suerte. Pero soy una persona común y corriente, con defectos y virtudes.

Tengo una vida aburrida y un pastón de tarea para la vuelta a clases.

Y lo único que me pregunto justo ahora es:

¿Por qué rayos no la estoy haciendo?

—Mamá, ¿sabes dónde está bubba?

—Lo vi debajo de tu cama hace un rato durmiendo. Sería bueno que pasaras a ordenarlo, también.

—Claro que sí —asentí riendo mientras subía las escaleras hacia mi habitación.

—¡Ginger, hablo en serio! —gritó mi madre y suspiré al notar que usaba su voz de mando.

La voz de "lo haces porque sí".

Así que en cuanto llegué, empecé a calcular el desorden.

Matemáticamente hablando, en esa habitación había cuatro paredes, un techo y un piso, y el único desordenado era el piso.

—Así que mi habitación está más ordenada de lo que pensé —sonreí chasqueando con la lengua y echándome sobre la cama sacando el celular del bolsillo.

De: G.

Hora: 10:25 am.

«Ey Kim, ¿qué haces?»

De: Kim.

Hora: 10:26 am.

«¿Un domingo en vacaciones a las diez de la madrugada? Durmiendo, claro».

De: G.

Hora: 10:26 am.

«Dime por favor que es broma y estás viniendo hacia acá».

De: Kim.

Hora: 10:27 am.

«No te soporto, ¿sabes? Le diré a mamá y voy para allá».

De: G.

Hora: 10:27 am.

«Te amo, Kimmy».

De: Kim.

Hora: 10:28 am.

«...No me caes bien».

Reí al ver el mensaje de mi mejor amiga, bloqueé el teléfono dejando sonar una de mis canciones favoritas tarareando de vez en cuando me levanté, y luego me puse a ordenar.

Si no ordenaba, mamá no me iba a dejar salir, la conocía perfectamente.

Cuando terminé, la lista de reproducción estaba en la décima canción y yo sudaba como un caballo.

De: Kim.

Hora: 12:30 pm.

«Voy para allá, por lo menos avísale a tu madre que voy, rojita. Llevo te helado xx».

De: G.

Hora: 12:32 pm.

«Te quiero Kim, eres la mejor. Le avisaré lol».

—¡¡Mamá!! —grité desde mi habitación y ella corrió al pie de la escalera.

—¿Qué pasó? —preguntó con cara de preocupación y yo me reí.

—Nada malo, viene Kim en camino.

—Me asustaste niña, pensé que había pasado algo —Se tocó el pecho y negó—. ¿Para qué me dices si ya está viniendo?

—Porque mami, debo avisarte siempre —sonreí inocente mientras mamá me miraba con su típica cara de poker y se iba sin decir nada— ¡Te amo! —grité riendo y caminando a mi habitación.

—¡Espero que esa habitación esté ordenada!

—¡Claro! —grité de nuevo desparramada en mi cama.

—¡Y que esté completamente y no matemáticamente ordenada! —gritó y sabía que estaba haciendo comillas, a pesar de que no la veía.

—¡La ordené, má! —mordí mi labio inferior riendo mientras volvía a desbloquear el teléfono y apagaba la música.

Saqué el libro que Kim me había regalado cuando cumplí dieciséis años. «True Colors» se llamaba, y desde ese día me había vuelto una aficionada a esa mujer.

«Sería divertido continuar con los viajes que hicieron Sky y Nathan» pensaba.

Pero no tenía el dinero, la edad, el permiso, o a Nathan... Quería un Nathan en mi vida. Y lo único que podía obtener era té helado.

—Espero que vayamos a algún lugar porque no he venido hasta acá solo para darte esto —me saludó dejando el té sobre mis manos y reí.

—Me ducho y salimos, ¿sí? —mencioné yendo hacia el baño y dejé a mi mejor amiga viendo televisión.

¿A dónde ir? Podíamos ir a la playa o al centro comercial, y conociendo a mi amiga...

Centro comercial.

—Quiero aprender a manejar una moto —dije subiendo al auto de Kim.

—G, estás obsesionada con ese libro.

—No es obsesión, ¿es que acaso estos ocho años de amistad no te han servido de nada?

—Sí, digamos que conocerte desde los nueve años me da cierto conocimiento. Pero es que mujer, cada vez que encuentras algo que te gusta pasas horas en internet buscando sobre eso.

—True Colors abrió mis ojos, ¿bien? —le saqué la lengua y ella rió encendiendo el auto.

—Y qué me dices de haber visto toda la serie de Friends solo porque aparecía en el libro, ¿eh?

—Tú no comprendes, la vida de una fangirl es dura —dramaticé encendiendo la radio.

—Estás loca, eso es lo que pasa —negó mirando de frente.

Lo malo del centro comercial, es que era el punto de encuentro de todos mis compañeros de clase, y siendo cincuenta en un solo curso estaba la casualidad de que ese energúmeno tenía que estar ahí.

Ese insoportable, payaso, siempre sonriente y —aunque los demás no lo creían— para nada agradable: Theo Collins.

Ugh.

—¡Pero si es Huffy en persona! ¿Dónde estuviste todas las vacaciones? ¿eh? —preguntó el chico desde la mesa que compartía con sus amigos hacia mí, que apenas llegaba entrando a la cafetería junto a Kim.

—Lo suficientemente lejos de ti para disfrutar de unas verdaderas vacaciones, Collins.

—Que dura, eso me ha dolido —chasqueó negándose y rodé los ojos caminando hacia la caja para pagar.

—Hola Finn, dos helados de chocolate y menta por favor.

—Chocolate para ti, ¿verdad G? —sonrió el amable chico que llevaba ya al menos cuatro años trabajando en el negocio de su padre.

—Como siempre, y al de Kim agrégale grageas de colores, ya sabes cómo es —reí mientras ponía el billete cerca de él, Finn lo tomó y lo guardo en la caja registradora.

—¿Qué tanto cuchichean aquí? —preguntó Kim acercándose.

—Kim, me alegra muchísimo que hayas ido de vacaciones a Hawaii, pero esa cosa me está poniendo nerviosa —hablé viendo el —no tan pequeño— Tiki que llevaba de dije en su cuello.

—Aloha, amiga. Sé que me extrañaste de todas maneras y tenemos que ponernos al tanto de la pelea que tuviste con Theo en mi ausencia.

—Las peleas son de dos, querida Kim. Si una persona te grita hasta lo que naciste, y tú no le contestas no puede considerarse una pelea —habló Theo rodeando el hombro de mi amiga, evité su mirada manteniendo mis ojos en el perfecto movimiento de Finn sirviendo helado.

—Dile a este individuo que desaparezca de mi presencia.

—Huffy, me dañas, ¿lo sabes? —rio alejándose de nosotras con unas servilletas en sus manos y caminando hacia sus amigos que le celebraban las bromas como ovejitas siguiendo a su pastor.

—No sé por qué creen que es genial y divertido. Yo solo veo a un niño rico que es celebrado por todos. Ya quisiera yo ser hija de una productora de cine como su mamá.

—¿Productora de cine? Yo he oído que es astronauta.

—Kim, por favor. ¿Astronauta? —me negué— como sea, nadie conoce más de los hermanos Collins que lo poco que sabemos. Y no me interesa su vida, así de simple.

—El problema de todo es que Collins es un apellido muy común y es difícil saber quiénes son. Gracias cariño —le sonrió Finn mientras yo asentía y tomaba mi helado para caminar a la salida.

—Ya dije que no me interesa su vida. Mejor vamos a ver qué película hay en cartelera de una vez.

Tenía que despedir mis último fin de semana en vacaciones viendo una buena película en el cine con mi mejor amiga.

¡Astronauta! Por favor, y yo soy la reina.

Theo y Alai Collins, ¿de quién se esconden?

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Y como vieron, el protagonista de la historia es nuestra ya no tan pequeño Theo.

¡Sorpresa!

Sí, algunas lo adivinaron skksjsjsbd.
De verdad espero que le guste porque tengo unas ideas que akjakansbd bueno.

Y bien, es todo por hoy.

¡Ayer pasamos las mil visitas! Qué personitas tan geniales son.

Las quiero♥

Baaaai✌

Glosario:

Huffy: Enojadizo, en este caso, un alternativo del apellido de Ginger "Huff".