PARTE 2
Cuando abrió los ojos confusión fue lo único que sintió. Su ropa ya no estaba mojada, ni su cabello, ni nada, parecía como si ella nunca hubiera estado en el mar.
¿Habrá funcionado?
Ella estaba en el mismo lugar de siempre, pero al mismo tiempo no.
El hermoso cielo estrellado seguía ahí, pero todos los árboles y plantas que la habían cautivado desde la primera vez que estuvo en ese lugar, se encontraban marchitas, todo a su alrededor que en algún punto tuvo colores brillantes y excepcionales ahora estaba de un color grisáceo como si todo el color se hubiera esfumado del lugar, y ella solo se preguntó que era lo que había pasado para que todo estuviera en en esas condiciones.
Se preguntó donde estaba Ashlam y si estaba bien y con una presión en el pecho que no podía explicar, comenzó a buscarlo de la misma forma en la que lo hizo la primera vez que llegó allí.
Solo que esta vez ella no era una niña de trece años y ahora ella ya sabía a quien estaba buscando. La diferencia más notable era que ella había hecho todo para poder estar con él, ella lo amaba.
El tiempo pasaba y ella seguía sin verlo, lo buscó por mucho tiempo pero no lograba encontrarlo, se sentía desesperada por verlo y no quería rendirse pero las piernas ya le dolían y no había rastro de él.
Se sentó en un lugar donde antes había césped y al levantar su mirada lo logró visualizar a lo lejos. Sintió una felicidad tan genuina y como si le hubieran recargado la energía se levantó de un brinco y corrió hacia él.
Para su sorpresa cuando llegó, él ni siquiera la volteó a ver.
Estaba sentado mirando fijamente un clavel de color púrpura, igual al que él le había dado hace mucho. La diferencia era que ahora ya no quedaba más que un recuerdo de las que estaban a su alrededor, la pobre flor parecía ser la única que aun no estaba marchita por completo, se miraba casi sin vida pero aún había un rastro de lo que era en realidad y Ashlam parecía no despegar su mirada de ella.
Se acercó con cautela aunque ella sabia que él ya había notado su presencia. Con sutileza se sentó al su lado.
Tuvo que resistir su impulso de abrazarlo, tenerlo tan cerca pero no poder acercarse a él la hizo sentir impotente. Comenzó a pensar que tal vez solo la iba a ignorar, hasta que aún con la mirada en la flor le habló.
-Giheith...¿Qué acabas de hacer? ¿Por qué hiciste eso?-nunca se había dirigido a ella de esa forma y con ese tono de voz, por lo que Giheith se extrañó.
Ella esperaba cualquier reacción de él menos esa.
-Yo...no sé a que te refieres.-mintió Giheith con nerviosismo y sabía que no tenía sentido porque él la conocía mejor que nadie y era más probable que se diera cuenta de que le trataba de mentir.
-¿Segura que no sabes?-ella no pudo mirarlo a los ojos-¡Sabia que no tenía que haber dejado que me conocieras, que no tenía que seguir con eso porque eventualmente algo así podría suceder, no sé en que estaba pensando!-lágrimas de desesperación resbalaban por las mejillas de Ashlam, no quería dejarla ir, pero tenía que hacerlo. Tenía que salvarla, si no lo hacía nunca se lo perdonaría.
Él sabía que ella no entendía la gravedad de la situación, o tal vez si y corrió el riesgo sabiendo las consecuencias.
No. La Giheith que conocía no haría algo como eso. Ella nunca pondría su vida en riesgo y menos por él.
O tal vez no la conocía tan bien como creía.
Cuando lo miró llorar, su primer impulso fue limpiar las lágrimas que seguían saliendo sin parar de sus ojos. Él sostuvo la mano de ella contra su mejilla por un rato, disfrutando de su tacto y de lo cálida que se sentía su mano sobre su fría piel.
En ese momento decidió que no había otra solución, podría acostumbrarse a no tenerla con él, de no tenerla a su lado. Pero no se podría acostumbrar al peso de la culpa de haber podido salvarla pero no haberlo hecho por mero egoísmo.
De todas formas, él sabía que lo suyo era imposible. Solo estaban atrasando lo inevitable, esa despedida tenía que suceder en cualquier momento, pero él no creyó que sería tan rápido. Y aunque sabia que tenia que hacerlo, no quitaba el hecho de que le doliera un infierno dejarla ir. Y ahí, con la mano de ella reposando en su mejilla con amor, por fin aceptó eso que no quería enfrentar.
De verdad la amaba.
Ashlam estaba enamorado de Giheith.
¿Eso era el amor? No había otra forma de explicarlo. La profunda necesidad de cuidar de alguien, de tenerla siempre entre sus brazos; aislada del oscuro mundo que hay afuera, lleno de dolor y desolación.
Porque eso era lo que él sentía, quería restaurarla de todo lo malo para que ella no volviera a experimentar el mismo sufrimiento de antes, quería limpiar sus lágrimas con besos. Borrar todo el sufrimiento de su corazón con caricias, quería quitarle una parte de su dolor a base de abrazos.
Ahnelaba desechar parte de esa carga que ella llevaba encima y reemplazarla con su amor sincero.
Pero lamentablemente para él, eso no se podría.
Nunca sería así. Él tendría que dejarla ir, ya no tendría ni su amistad. Y eso quemaba en su interior, pero era lo correcto.
-Oh, Giheith. Cuando llegas aquí no es porque estés dormida. Es porque yo decido traerte conmigo, si algo te llega a pasar, no te quedas aquí...-Él se negó a soltar su mano, tenía los ojos cerrados cuando le hizo esa confesión y en cambio puso su mano sobre la suya cubriéndola y prolongando ese mínimo contacto que le hacia sentir explosiones en su interior.
Giheith sintió como si la golpearan en la cara, que tonta. ¿Por qué hizo eso?
Se sentía un poco perpleja, la idea de saber que ella moriría era un poco perturbadora.
-Pero estoy aqui, ¿Por qué? ¿Eso significa que sigo viva?-Él asintió y no fue necesario decir que tenía poco tiempo porque ella lo sabía.
-Aunque no por mucho, me dí cuenta de lo que hiciste y si estás aquí es solo por una razón-Ashlam se miraba tan vulnerable apoyado en su palma que a ella le dieron ganas de mantenerlo ahí y cuidarlo-Necesitaba despedirme.
Ella no se preocupó en preguntar como iba a salvarla o que pensaba hacer. Solo suspiró y cerrando sus ojos con fuerza, lo abrazó y él correspondió su abrazo.
Estaban transmitiendo todos sus sentimientos en ese abrazo, todas esas palabras que no tenían valor de decir en voz alta eran expresadas con solo ese acto.
Los dos expresaron todo ese amor que sentían por el otro, un amor sincero, inocente, puro y especial.
De esos que la mayoría solo sueñan porque nunca experimentaron algo igual, lo suyo era un amor imposible pero más verdadero que cualquier otro sentimiento que hayan experimentado jamás.
Los dos lo sentían, pero ninguno lo diría en voz alta. Eso solo lo haría más difícil.
Y es aquí cuando nos damos cuenta de que no todos los amores únicos, puros, sinceros y reales son destinados a ser.
Como era posible que pensando en que iba a poder estar con él por siempre, Giheith hizo algo con lo que lo único que consiguió fue que ahora ni siquiera podrían verse de nuevo. Ya no tendría ni su amistad.
Había arriesgado todo por él, arriesgó su vida por él, todo para nada.
El imaginar su vida sin Ashlam en ella era difícil, él la había acompañado en los últimos seis años de su vida, le dolía pensar en eso y no sabía como lo iba a sobrellevar.
Oh, ingenua Giheith. ¿Por qué hiciste eso?
Con sus sentimientos rogando por salir a la luz, lo miro a esos ojos azules suyos que tanto amaba y le rogó.—Ashlam, no me olvides por favor. Por favor, no me olvides.—susurró conteniendo las lágrimas, ella se sentía muy tonta en ese momento.
El miedo de lo que sucedería, los intensos sentimientos hacia él y las emociones revueltas no ayudaban a su situación.
Quería llorar, quería desaparecer, deseaba poder borrar los acontecimientos que acababan de suceder. Pero no podría, ya estaba hecho.
Aún sin verlo sabía que él había sonreído aunque no era una de las sonrisas que ella quería que fuera, era una sonrisa resignada, sin esperanzas. Una sonrisa que le dejó en claro que esta era la última vez que vería su ojos, que lo abarazaria, que escucharía su voz. Y Giheith odiaba saber eso.
-Eso es lo que yo debería decirte.-Ashlam parecía haber perdido todo su brillo y se sintió pésimo al saber que ella era la que le había hecho eso.
Por su culpa él estaba sufriendo de esa forma, pero es que nadie les avisó que con el amor también viene incluido el dolor.
Hasta el tono brillante de sus ojos azulados se veía monótono. Le dolía que esa sería la ultima imagen que tendría de él.
Ashlam deshizo el abrazo con pesar, separándose tan solo unos centímetros de ella-Giheith, te amo. Recuerda eso. No me olvides completamente, por favor.-él le sonrió pero eso la hizo sentir peor, seguía sin ser la sonrisa que esperaba ver.
Ella quiso responderle que también lo hacía y que nunca lo olvidaría ni aunque quisiera, pero él se desvaneció y todo se volvió oscuro para ella, por segunda vez.
-¡Está respirando!
Giheith abrió los ojos de forma abrupta y comenzó a toser sin parar. Se sentía temblar y tenía mucho frio, no sabía que había pasado o donde estaba pero había algo cálido alrededor de ella aunque no lo suficiente como para apaciguar su frío y podía escuchar unas voces a lo lejos que no pudo reconocer bien.
Ella no recordaba nada de lo que había pasado después de haber estado buscando a Stephan con Morgan.
Abrió la boca unas tres veces tratando de hablar pero le dolía hacerlo así que se quedó en intento. Le dolía mucho la cabeza y no sentía sus piernas. De lo único que estaba segura en ese momento era que se sentía complemente perdida. Su garganta se sentía seca pero le dolía mucho hacer el esfuerzo de hablar y decir que tenía sed así que se quedó callada mejor.
Para su buena suerte no tardaron en darle agua lo que hizo que su garganta se dejara de sentir rasposa pero seguía sintiéndose cansada y sin fuerzas. Trató de agradecer por el agua pero antes de al menos poder abrir la boca, el cansancio la superó y se quedó dormida.
Cuando despertó, Eleanor estaba sentada a su lado viéndola con preocupación. Al verla abrir los ojos lo primero que ella hizo fue abalanzarse sobre ella para abrazarla sin importarle nada más porque Giheith aún estaba con ellos, estaba viva. Estaba bien.
Giheith no recordaba nada, todos sus recuerdos de ese día se veían borrosos en su mente y la razón de porque estaba ahí era un misterio tanto para ella como para sus amigos. Al despertar los tres la habían ido a abrazar expresando lo preocupados que habían estado y apesar de no saber como había sucedido se sintió mal por haberles causado tanta preocupación y molestia. Después de eso, ellos se encargaron de cuidarla muy bien para dejar que ella se relajara.
Ya habían pasado dos días del accidente, ese era su último día allí. Había una pizca de culpabilidad en Giheith porque sentía que les había arruinado el viaje, Morgan había estado tan emocionada y al final no pudieron salir tanto porque ella tenía que descansar y aunque ya no se sentía tan débil ellos no la dejaban moverse tanto.
Ese día, al ser el último ella los logró que convencer para que fueran a la playa en la noche. Hicieron una fogata de nuevo, esta vez un poco más pequeña que la última vez y se encargaron de llevar malvaviscos gracias a Morgan, que fue la primera en quedarse dormida en los brazos de Eleanor. Así que decidieron llevarla a la casa y regresar un rato más sin importarles que ya eran casi las once de la noche y al llegar de nuevo pusieron música, todos estaban sentados bajo la luz de la luna y las estrellas acompañados por el incesante sonido del oleaje en la playa. Ella se sentía feliz de estar con ellos, y relajada. Aún así, no se sentía bien del todo, desde el día del accidente sentía que algo le hacia falta, dentro de ella en el fondo de su corazón sentía que había un vacío y no sabía a que se debía. Ese vacío en su interior se interponía entre la felicidad del momento, pero decidió ignorarlo y tratar de poder disfrutarlo aún asi.
Alzó su mirada al cielo admirando las estrellas, cuando vió una estrella fugaz aparecer y se sintió a si misma sonreír involuntariamente. Negó con la cabeza borrando su sonrisa y hablando de repente e interrumpiendo el silencio en el que estaban, Giheith dijo:-Oigan, he estado pensando últimamente y he decidido que quiero trabajar.-Stephan y Eleanor la voltearon a ver con curiosidad y mirándose muy confundidos.
-Por si se lo preguntan, no. Aún no sé si quiero estudiar. Pero es que al principio la idea del año sabático y no estudiar se escuchaba tentadora pero ahora me asiento aburrida. Ustedes dos estudian en la universidad, en ese tiempo yo no hago nada y por eso pensé que sería buena idea buscar trabajo, ya saben.-Giheith admitió un poco avergonzada tratando de mostrar que no era importante para ella lo que acababa de decir cuando era todo lo contrario.
La primera en hablar fue Eleanor,
-Wow, no creí que pensarías en eso Giheith. Pero me alegro de que decidas trabajar, estoy aquí para apoyarte en cualquier decisión que tomes, y lo sabes.-Stephan estuvo de acuerdo con lo que dijo y su amiga le dedicó una sonrisa a Giheith lo que la hizo sentir la suficiente confianza como para decir otro de los pensamientos que la habían estado persiguiendo.
-No es solo eso...-empezó a jugar con sus manos con nerviosismo-Estoy pensando en vender la casa y mudarme.-soltó de un solo y cerró sus ojos sin querer ver la expresión que tendrían sus amigos en sus rostros.
Había pensado mucho en eso pero a pesar de que amaba su hogar, la casa se sentía demasiado vacía solo con ella viviendo ahí. Giheith seguía sin superar la muerte de sus padres y recuerdos de todo lo que había perdido se encontraban a cada esquina de la casa. No sabía si lo que pensaba estaba bien, por eso no era definitivo pero no podía dejar de pensar en eso. La idea de regresar y que todo este solitario como antes de que ella se fuera la hacía deprimir de formas que no podía explicar.
Giheith sabía que tendría que aprender a vivir con eso, sabía que el dolor que sentía era efímero. Que con el paso del tiempo llegaría a un punto en el que pensaría en ellos y sonreiría con el recuerdo. Pero ese tiempo aun no llegaba y su recuerdo le dolía, además la casa era muy grande para una persona. Creía que mudarse la ayudaría a seguir adelante, pero al mismo tiempo no quería dejar su hogar.
Sintió la mano de alguien en su hombro y cuando abrió los ojos Eleanor se encontraba frente de ella con Stephan a su lado, los dos viéndola con lo que supuso era compasión en su mirada. Y no le gustó. A pesar de que odiaba que sintieran compasión por ella debía admitir que últimamente no se sentía tan bien, y necesitaba su ayuda.
-Giheith, como Elanor dijo los dos estamos aquí para apoyarte. No pienses que estas sola porque nos tienes a nosotros, así que agradezco que nos tengas la confianza para decir lo que sientes en este momento.-dijo suavemente Stephan y Eleanor asintió de acuerdo con él.
-Giheith, no puedo decir que entiendo lo que sientes en este momento porque no he sentido algo parecido a lo que has sufrido en esta situación, pero puedo asegurarte que estaremos a tu lado. Puedes vender la casa si crees que es lo mejor, también puedes mudarte conmigo si quieres, así no estarás sola.-Eleanor le sonrió y se sentó a su lado pero Giheith no respondió sin saber que decir.
-Y si quieres un trabajo, a Morgan le esta yendo mal en la escuela necesita unas tutorías y tu eras muy aplicada. Puedo hablar con mis padres y puedes darle tutorías a ella si así quieres. Y si no, igual te puedo ayudar a buscar algo que te guste.-Stephan la tomó de la mano transmitiéndole apoyo, ella le agradeció eso. Lo necesitaba.
Suspirando Giheith decidió hablar,-Gracias, a los dos. Aún sigo pensando lo de mudarme y vender la casa y no creo que lo mío sea enseñar.-admitió encogiéndose de hombros-Pero...gracias, en serio. Me he sentido tan sola desdé hace mucho, ustedes pasan ocupados con la universidad y es ahí cuando me arrepiento mucho más de la decisión que tomé...-le estaba costando seguir hablando así que solo suspiró de nuevo y soltó-Solo...gracias por escucharme.
Giheith se sentía pequeña en ese momento, indefensa. No le había dicho a nadie lo que sentia hasta ese momento. No tenia a quien decirle de todas formas, ella no tenía relación con sus otros "familiares" ellos no la consideraban parte de su familia, en especial ahora que sus padres estaban muertos. Le gustaría decir que había una excepción pero no era así, la mayoría ni siquiera había querido conocerla. Pero eso nunca le importó porque tenía a sus padres, ¿Qué más quería?
Pero ahora, ya no los tenía. Se sentía sola la mayor parte del tiempo sometida a la perdida que había sufrido y la soledad. No había tenido la oportunidad de dejar salir todo lo que había estado conteniendo, y sin poder contenerse más ella comenzó a llorar silenciosamente, y al verla en ese estado sus dos amigos se apresuraron a abrazarla.
Hasta ese entonces ella no había entendido bien que ellos la apoyaban y que no estaba sola, antes de ese viaje ella no entendía lo importante que era para ellos. Se había estado hundiendo en el sufrimiento sin dejar a nadie entrar a su vida a ayudarla, y eso solo empeoraba la situación.
Y esa noche, sentados los tres mientras se abrazaban en medio de la playa, la Luna y las estrellas fueron testigos de una promesa que ellos tres se hicieron esa noche.
Giheith no se sentía completamente bien, la presión en su pecho seguía ahí. Pero ahora sabía y entendía que no estaba sola con su dolor.
Y nunca se volvería a sentir así.
Había pasado una semana desde su pequeño viaje y de su accidente.
Cuando llegaron del viaje, ella miró su hogar con melancolía. Pensando en todo lo que vivió dentro y fuera de esas cuatro paredes. Y no sabía si era lo correcto pero decidió tomarse un respiro, y antes de lo pensado se encontraba empacando de nuevo y apenas acababa de llegar. Ella se quedaría unas semanas en el apartamento de Eleanor mientras pensaba en que haría después.
Mientras empacaba, Giheith se dio cuenta de que no encontraba su celular, fue ahí cuando cayó en cuenta de que posiblemente se perdió en mar y no lo volvería a ver nunca más. Resignada, ella decidió comprarse otro, aunque más sencillo al que tenía antes porque pensaba que no valía la pena gastar tanto en algo que, siendo ella, podría perder o arruinar.
Al día siguiente se "mudó", llevando solo un poco de ropa y algunas cosas que no podía dejar ahí como unas fotos de sus padres o una taza que era de su padre y que a ella le encantaba, entre otras cosas pequeñas.
El apartamento no era grande pero tenía lo necesario, no iba a ser difícil para Giheith acostumbrarse a compartir habitación ya que cuando estaban en el orfanato ni habitación propia tenían así que ya sabía lo que se sentía. Ellas se turnaban con los quehaceres del hogar, y ella descubrió que era divertido vivir con una amiga.
También había comenzado a buscar un trabajo con la ayuda de Stephan. Aún no sabía que quería hacer con su vida o a que se quería dedicar. Solo sabía que la idea del año sabático seguía en pie y no quería estudiar por ahora. Tenía muchas opciones pero ninguna parecía convencerla, por ahora solo había decidido trabajar
Una semana después, Eleanor y Stephan le habían dado la no tan inesperada noticia de que estaban saliendo, Giheith se había sentido muy feliz por ellos. Se veían lindos juntos y se alegraba de que su amiga había podido encontrar algo que ella tanto anhelaba, amor. Siento sincera, cuando ellos le dijeron la noticia ella ni se sorprendió, ya se esperaba algo como eso teniendo en cuenta como se miraban cuando creían que ella no se daba cuenta y la forma en la que habían estado actuando durante su viaje, eran un poco obvios a decir verdad.
Prometieron que nada en su amistad cambiaría pero eso era inevitable, ellos iban a querer tener su tiempo a solas y la verdad era que a Giheith eso no le molestaba, si ellos eran felices ella también lo estaría.
Esa mañana, Eleanor la levantó diciéndole-mejor dicho, gritándole - que Stephan las había invitado a las dos a almorzar en su casa en celebración del comienzo de su nueva relación con Eleanor y ella parecía emocionada con la noticia que Giheith no se pudo permitir rechazar la oferta ni aunque no pudiera.
Horas después, estaban de camino a casa de Stephan, Eleanor estaba más emocionada de lo usual con ir a la casa de él, pero Giheith no la juzgaba y la dejaba ser feliz. Al llegar tocaron la puerta lo que era raro ya que normalmente cuando Morgan sabia que llegarían las esperaba y cuando las veía llegar, ellas ni habían entrado y la niña ya las estaba abrazando, sin embargo esta vez no fue así lo que las extraño, en especial cuando fue Stephan el que les abrió la puerta.
-¡Hola! Lamento si me tarde en abrir pero es que me estaba cambiando y Morgan esta estudiando así que no pudo venir a abrir.-dijo un Stephan sonriente dejándolas pasar dentro de la casa.
Giheith tuvo que evitar reírse porque no se imaginaba a la niña estudiando por voluntad, y aunque la escena parecía imposible en su cabeza cuando entro a la sala de estar se encontró con Morgan sentada en el suelo escribiendo en un cuaderno con muchos libros en una pequeña mesa en frente de ella y un chico que nunca había visto en su vida ayudandola a su lado, supuso que era el nuevo tutor de Morgan. Dejó a sus amigos darse la bienvenida que querían y entró a la casa tratando de no hacer tanto ruido para que la niña siguiera trabajando, aunque no funcionó porque al momento en el que ella puso un pie en la sala de estar Morgan levantó la mirada y al verla corrió hasta sus brazos a abrazarla.
-¡Giheith! No sabía que vendrían hoy,-confesó y miro a su hermano con reproche-¿Por qué no me avisaste?
Stephan y Eleanor entraron tomados de las manos, él se encogió de hombros, poniendo de escusa que ella tenía que estudiar y Morgan le lanzó una mala mirada. Stephan solo soltó una carcajada negando y luego hizo un sonido de sorpresa ya que pareció recordar algo.
-¡Cierto! Lo había olvidado por un momento.-confesó con una mirada de disculpa-Gi, él es Ash el nuevo tutor de Morgan.
Ash tenía el cabello negro, él era alto. Mucho más que ella, Giheith no podría decir con exactitud cual era su edad pero algo que tenía claro era que sus ojos eran de un brillante color azul. Había algo en él que se le hacía conocido, aunque no sabía qué, lo único que tenía claro era que nunca lo había visto antes apesar de que algo dentro de ella decía lo contrario.
Él se levanto de donde estaba sentado para presentarse a si mismo, extendiendo la mano para saludarla.-Hola,-dijo con una sonrisa-así como dijo antes Stephan soy el nuevo tutor de Morgan, Ash.
Ella aceptó la mano que le extendía y el pensamiento fugaz de como se encontraba su cabello en ese momento azotó su mente, tuvo que contenerse de reírse de su propio pensamiento, ella nunca se preocupaba por eso y riéndose de si misma en su mente, aceptó el saludo y le sonrió con amabilidad.-Es un gusto conocerte, soy Gi.
Él la miró con curiosidad,-¿Solo Gi? ¿Qué clase de nombre es ese?-le preguntó y ella suspiro en respuesta decidiendo que de todas formas sabría su nombre.
-No, es solo un diminutivo de el. Es que mi nombre es un poco difícil de pronunciar, por eso prefiero decir eso.-Ash le asintió con compresión, él entendía eso más de lo que ella creía.
-Entiendo eso, a las personas les cuesta recordar mi nombre.-Stephan se rió cuando escuchó el comentario porque a él le había costado dos semanas aprender el nombre de Ash.
Giheith se rió también,-Dudo que tu nombre sea más difícil de recordar o pronunciar que él mio.
Ash sonrió de nuevo, él sonreía mucho.-¿Eso crees?-le preguntó y ella asintió con seguridad.
-¿Cómo te llamas entonces?-dijo Giheith pensando en todas las posibilidades de nombres difíciles de pronunciar. Pero al final fue ninguno de los que pensó.
-Ashlam, ese es mi nombre. No te lo esperabas, ¿verdad?-le preguntó a ella un poco de burla, lo peor es que él tenía razón. En su vida Giheith había escuchado un nombre parecido, pero le gustaba a pesar de que era un poco raro.
Sin poder evitarlo, le preguntó,-¿Puedo decirte Ashlam?-Al decirlo en voz alta le pareció un poco tonto pero Giheith no sabía si a él le gustaba que le dijeran de esa forma así que era mejor preguntar, a ella no le gustaba que cualquiera le diga Giheith, solo algunas personas podían hacerlo y no sabia si él también era así. Para su buena suerte él aceptó, dedicándole esa sonrisa con la que ya se estaba familiarizando de tanto que lo hacia.
Después de su rara presentación Morgan y Ahslam siguieron en lo que estaban y Giheth y Eleanor hicieron lo que llegaron a hacer en primer lugar, comer. Y en algún punto del día, cuando la pareja se puso muy melosa para su gusto Giheith terminó "ayudándole" a Morgan en un ejercicio antes de que Ashlam se diera cuenta, lo que fue en vano porque al final la vio dándole copia a su tramposa estudiante. Y minutos después guiados por las engañosas intensiones de la niña terminaron viendo una película juntos, aunque nadie se quejó, excepto Ashlam que decía que se iban a atrasar con los temas, aunque igual la terminaron viendo.
Fue una buena manera de marcar el comienzo de la nueva relación de Elenor y Stephan.
Y sin querer, también fue el comienzo de una amistad entre Ashlam y Giheith.
Un año después Giheith seguía viviendo con Eleanor, solo que esta vez habían rentado un apartamento juntas, era un poco más grande que el anterior y quedaba mucho más cerca de la casa de Stephan. Giheith había decidido vender la casa, en algún punto le dolió separarse del lugar donde había pasado muy buenos momentos con sus padres, pero era muy grande para ella y ya no se sentía tan feliz ahí. Muchas cosas habían mejorado y cambiado en ese tiempo,
Ese dia Stephan y Eleanor cumplían seis meses de estar juntos y él le había rogado a Giheith para que cuidara a Morgan por la noche, quería salir con Eleanor y no podía dejar a su hermanita sola en la casa así que le rogó a su amiga que la cuidara aunque sea unas horas para que ellos puedan salir. Giheith aceptó sin dudarlo de todas formas no se quejaba porque se llevaba bien con Morgan, además Ashlam se había ofrecido para acompañarla.
Ella no entendía porque confiaba ciegamente en ese chico que había conocido hace unos pocos meses, pero es que cuando estaba cerca de él sentía que lo conocía de mucho antes aunque sabía que eso no era posible. Él la hacía reír con sus tonterías y parecían entenderse muy bien, había llegado en un buen momento a su vida, era como si él solo había llegado a su vida para ayudarla.
Eran las ocho de la noche pero Morgan no quería irse a dormir, seguía sentada en el sofá de la sala de su casa sin querer moverse con la pobre excusa de que Stephan siempre le contaba una historia antes de dormir y que no se dormiría hasta que él llegara. Ella trató de convencerla pero seguía negándose y diciendo que quería a su hermano. Llegó hasta tal punto que Giheith comenzaba a pensar que lo hacia solo para molestarla porque Morgan no era tan caprichosa normalmente.
Giheith comenzaba a exasperarse y pensaba llamar a Stephan cuando escuchó la puerta abrirse. Las dos se quedaron calladas un momento esperando a que entrara, pero el que apareció por la puerta no era él.
La niña saltó del lugar donde se encontraba antes para ir a abrazar al chico en cuanto lo vio llegar, -¡Ashlam! ¡Creí que no llegarías, me tienes que terminar de contar la historia que me prometiste!-Ashlam solo sonrió cuando vio a la niña correr hacia él y Giheith se preguntó a si misma de qué se había perdido, ¿De qué historia hablaba Morgan? Algo le decía que Morgan no le había dicho algo.
-Solo tuve un pequeño inconveniente,-respondió con una sonrisa y la volteó a ver-Hola Giheith.
Giheith sintió su corazón saltar en su pecho, cada vez que él la veía de esa forma experimentaba sensaciones que no tenían una buena explicación y era demasiado raro porque no lo conocía tan bien, eso la hacia sentirse confundida, ellos solo eran amigos y no quería arruinar su amistad solo por una tontería.
-Hola Ashlam, creí que no llegarías.-admitió Giheith con alivio.
Él negó con una sonrisa,-Nunca haría eso, yo siempre cumplo mis promesas. Y hablando de promesas tengo una historia que contarle a este terremoto.-dijo refiriéndose a Morgan y esta se rio. Las dos se acomodaron en el mueble donde Morgan estaba sentada antes esperando a que él comenzara a hablar.
-Okey, entonces...-él las miró a las dos a los ojos antes de empezar a hablaresperando poder captar su atención y cuando estaba seguro, comenzó-. Esta es la historia de un chico de cabello brillante y ojos azules como el cielo nocturno, que cargaba con un carcaj de flechas tan brillantes como su cabello y un sueño que no podía cumplir. Le puedes decir el chico de las estrellas.
¿Recuerdas lo que te dije? Cada estrella fugaz cuenta una historia, Morgan. ¿Haz visto alguna vez una estrella fugaz?-la niña asintió con emoción y Ashlam sonrió-Bueno, esas son sus flechas. Su trabajo es llevar esperanza al mundo y a sus habitantes, buscar a alguien que se encuentre en desesperación o profunda tristeza, lanzar una flecha y si la persona la ve y pide un deseo, su deber es cumplirlo.-Con solo esas palabras ya tenía, no solo a Morgan, si no que también a Giheth escuchándolo con atención a la espera de que continuara con la historia.
» Él es parte del grupo que se encarga de eso, llamado sagitta, que significa flecha en griego. Esta constelación esta formada por tres 'estrellas' y a pesar de que él era el menos brillante entre sus hermanos era una estrella tipo alpha, por lo que era el líder y también era el único con un nombre. Tener un nombre es una muestra de importancia, solo lo tiene alguien de un rango alto. Ellos tenían mucho trabajo que hacer, por lo que no se veían mucho. Su vida podría considerarse solitaria pero así tenia que ser. Cada tres años aproximadamente se establecía una reunión en hiperbóreos, una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas para muchos, donde se volvía a elegir el nuevo territorio del que estarían encargados por tres años más, se ponían al día con informes de lo que lograron en ese tiempo y después de eso no se volvían a ver hasta que terminara el plazo de tiempo establecido.
» Según Eratóstenes, una de sus flechas fue la que Apolo utilizó para matar a los Cíclopes, en venganza porque su hijo Asclepio había sido asesinado, luego escondió la flecha en el país de los hiperbóreos y la recuperó una vez que Zeus hubo perdonado este acto. Sin embargo, esto nunca ha sido confirmado ya que se dice que las flechas de los sagitta no las pueden tocar nadie más que ellos. Dicen que brillan tanto como una estrella pero no se sabe lo que pasa si alguien toca una ya que nunca nadie había sido tan valiente como para intentarlo.
Ellos tenían unas reglas que seguir, y entre esas reglas estaba la más importante, no hablar con los humanos. Su trabajo era ayudarlos, no desarrollar una relación amistosa con ellos y la verdad era que ninguno de los tres tenia un problema con esta regla, ellos vivían sin quejas en la soledad.
Un día, él estaba sentado en el tejado de un edificio, esperando encontrar a alguien que necesite su ayuda. La luna brillaba en todo su esplendor, iluminando la noche y así mismo él también lo hacia. Su gabardina, a pesar de ser plateada era invisible a los ojos de los humanos. Su cabello era el único al que le permanecía el tenue brillo plateado que brillaba al igual que una estrella en el cielo nocturno.
» Estaba distraído, mirando con nostalgia las estrellas y pensando en su hogar. Él podría aceptar su forma de vivir pero no es que le gustara. Siempre le había parecido interesante ver a los humanos, como interactuan entre ellos y todas las emociones que reflejaban. Había visto parejas crearse y separarse. Jóvenes frustrados y con el corazón roto deseando poder volver a ver algún día a la persona que amaban. Él se encargaba de cumplir sus deseos pero cuando se trataba de sentimientos no podía hacer nada para cambiarlos sin importar cuanto quisiera ayudar. Se preguntaba como seria estar enamorado, lo que era el amor en general. ¿Era eso lo que los hacia verse tan tontos a veces? ¿Lo que los hacia verse felices? No importaba cuanto se lo preguntaba porque sabía que no lo podría llegar a sentir.
Se encontraba perdido en sus pensamientos, tanto que se sintió muy sorprendido cuando la vio. Ni siquiera tuvo que verla para sentir su presencia la primera vez, su desesperación era tan grande que él podía sentirla también, fuerte y frustrante en su corazón. Bajó la mirada de donde estaba y no tuvo que buscar porque su semblante entristecido resaltaba entre la oscuridad.
Era una mujer, no tenia más de veinte años y parecía estar en mucho dolor, él podía ver sus lágrimas cristalinas recorrer un camino por su rostro, pudo notar que sus mejillas estaban sonrojadas de tanto llorar y su cansancio se veía reflejado en unas oscuras ojeras. Ella irradiaba tristeza y no pudo evitar preguntarse que era lo que le causaba todo ese sufrimiento.
» No sabía porque se sentía de esa manera, eso no pasaba seguido, de hecho era muy raro poder sentir el dolor de una persona de la forma en la que él lo hacía en ese momento y se preguntó que tenía de especial esa mujer. Viéndola llorar con un bebé en sus brazos ya sin soportar su dolor que también podía sentir, tomó una de sus flechas deslumbrantes, con su arco en la mano y compasión por ella, lanzó la flecha esperando que ella viera al cielo en el momento indicado. Y lo hizo, al momento en el que su flecha estuvo a la vista, ella alzó su mirada sintiendo una pizca de esperanza que aplacaba un poco su dolor. La pudo ver cerrar sus ojos y abrazar al bebé, luego las palabras de ella lo alcanzaron y pudo entender un poco el dolor de la mujer.
"Lo único que pido es que mi pequeña bebé pueda ser feliz, y que nunca este sola. Que pueda encontrar a alguien que la cuide como yo no puedo hacerlo."
Después de soltar esas palabras la mujer dejó a la pequeña bebé en la puerta del orfanato. Él no sabía porqué, pero se sentía preocupado por la bebé, a pesar de la distancia la podía ver bien y parecía muy indefensa dormida ahí abajo, sin protección y con su mamá corriendo alejándose más de ella a cada segundo.
» Pero no podía distraerse, tenía que cumplir el deseo, así que después de hacer que una de las mujeres encargadas del orfanato abriera la puerta y se llevara a la bebé adentro él decidió que sería él quien la cuidaría. Aunque sea de lejos, pero es que no quería dejar a la niña asi sin más, por alguna razón se preocupaba por ella y haría lo que tuviera en sus manos para que ella fuera feliz. Y todos los días que le siguieron a ese, el chico de las estrellas buscaba un momento libre todas las noches para poder ver a la niña y como estaba. Y así, los años pasaron y la vió crecer. De vez en cuando trataba de dejarle un pequeño regalo, aunque sea algo pequeño como un chocolate y cosas así porque había notado que eso la hacia feliz aunque sea un momento.
Notó que ella no tenía tantos amigos, pero ahí no podía hacer nada, solo trataba de que al menos fuera feliz. Lamentablemente, en ese tiempo nadie la había querido adoptar, los pocos amigos que tenía se iban y perdían contacto. Y aunque quisiera, no podía hacer nada al respecto.
» En sus planes nunca estuvo que ella lo viera en persona, era una de las pocas reglas que tenía que seguir, nunca había pensado en incumplirla por ella, eso hasta que llegó su cumpleaños número trece. Ella no la había pasado muy bien, y no le gustaba verla de ese modo. Al pasar por el orfanato como hacía todos los días para verla, pudo sentir su dolor a la distancia, sintió la pérdida aferrarse de su alma y corazón y el solo pensamiento de que ella sintiera algo peor le dolía mucho más...no pudo soportarlo. Él no había sentido algo parecido desde hace trece años.
Con una idea en mente y la esperanza de que pidiera el deseo que el quería, lanzó la flecha al cielo, con el deseo de verla de cerca quemando en su pecho.
Al ver la estrella fugaz, pudo ver como la mirada de ella se iluminaba un poco y el dolor disminuyó en su pecho por un segundo. Cerro sus ojos esperando escuchar su deseo, y cuando las palabras que él había deseado escuchar salieron de su boca no pudo evitar sentirse emocionado. Una parte de él le gritaba, ¡¿Qué estás haciendo!? Y la otra le decía que estaba, de alguna forma, haciendo lo correcto. Así que espero a que ella se quedara dormida, y cuando llegaron las doce de la noche regresó a su hogar, solo que esta vez llevaba compañía.
Estaba nervioso, no sabía como actuar ni que hacer, no tenía mucha experiencia en lo que es hablar con alguien más aparte de las estrellas. El único momento en el que hablaba con alguien era una vez cada tres años, y tampoco hablaban de cosas interesantes, solo trabajo y nada más.
Ella seguía dormida y no quería despertarla o asustarla, así que después de pensarlo un poco la dejo dormir en el césped, y decidió alejarse un poco a esperar que despertara. El tiempo se manejaba de forma muy diferente donde él vivía, pero para que se hagan una idea ella durmió aproximadamente un día completo ahí.
» Cuando ella despertó y él la vio por primera vez no sabía como sentirse. Había roto al menos tres reglas ya y ni siquiera habían hablado. ¿Valía la pena lo que estaba haciendo? Tal vez no, pero solo estaba cumpliendo su deseo, no hacia nada malo...o con mala intensión al menos. Al principio ella parecía tenerle miedo, eso le hizo sentir un poco mal aunque sabía que tenía sentido porque no sabía quien era, pero él la conocía desde que era una bebé! Quería dejarle en claro que no le haría daño, y tal vez lo logró, él no sabia bien. Pero al final, aceptó seguir ahi con él y después hablaron toda la noche sin parar. Ella parecía tener mucha curiosidad, y trató de responder sus preguntas sin decirle demasiado o romper más reglas. Ya había roto demasiado en un día. Él decidió que le gustaba hablar con alguien, me gustaba su compañía y esperaba que ella sintiera lo mismo.
Cuando llegó la hora de que ella se fuera, le preguntó si él era real. No sabía como reaccionar a la pregunta pero respondió con tranquilidad sin decirle directamente la verdad porque no sabía que podría pasar si seguía rompiendo reglas así.
Ni siquiera sabía eso, nunca nadie lo había hecho antes, solo él y valió la pena, ya estaba seguro.
» Y ahí comenzó, sin saber en que se metían, los dos siguieron alimentando esa semilla que representaba su amistad hasta que se convirtió en una extraordinaria y hermosa flor, producto de los cuidados que recibió con el pasar de los años. Todos los días que le siguieron a ese, él esperaba a que llegaran las doce de la noche y que ella estuviera en un sueño profundo para llevarla donde él y mirar el maravilloso paisaje que les ofrecía su aislado hogar. Hablaban de todo y nada a la vez, todas las noches sin falta se veían y actualizaban de su vida y lo que había pasado. Normalmente las historias de él eran sobre lo que había visto en su turno, por eso él prefería escuchar las de ella, eran reales y contenían más sentimientos que las de él tendrían alguna vez. Y entre conversaciones, risas e historias ella creció poco a poco y él siempre se mantuvo ahí para ella en su camino. Tal vez no podía ayudarla mucho pero podía escucharla, y eso era de mucha ayuda para ella. Y sin querer, esa flor que cultivaron juntos creció más grande de lo que esperaban y sin que ellos lo quisieran su amistad se estaba convirtiendo en algo más fuerte que eso, amor. Ya no había vuelta atrás, pero no estaban arrepentidos de eso.
Él podía controlar un poco sus sentimientos, sabía que tenía que mantener una pequeña distancia porque lo suyo no podría pasar por más que así quisieran, no era posible. Arriesgarían mucho y no sabía si después de todo el sacrificio podrían ser felices juntos así que él prefería evitar eso, sin embargo ella no tenía tanto control sobre sus emociones, se sentía feliz con él, protegida. Y más de una vez había insinuado quedarse con él por siempre. Él siempre negaba a su petición, pero ella era muy insistente y a veces tenía que contenerse de decirle que eso no podía ser porque podría dolerle, y hacerle daño era lo último que quería.
» Una tragedia le sucedió a ella, eso la hizo sentir un profundo vacío en su corazón y su actitud cambió de forma rápida, ahora su sonrisa era vacía y su mirada monótona. Le dolía verla así pero no sabía como ayudar, y tal vez eso fue lo que la guió a cometer uno de los peores errores de su vida. Ella había dado su vida para estar con él pensando que así podrían estar juntos por siempre, ella no entendía que era él quien la llevaba donde él. Y aunque le dolía solo había una forma de salvarla, él tendría que usar su magia por ella(lo que era prohibido pero a este punto ya no le importaba) y después, tendría que dejar de verla y borrar todo de recuerdo de él en su memoria. Tendría que cortar esa flor que tantos años se habían tardado en cultivar, si seguían viéndose eventualmente algo así volvería a suceder, y tenía que protejerla. Así que con un dolor en su pecho él la llevó una última vez con él para despedirse del único amor que había tenido y que probablemente tendría en su vida. La dejó ir con una sonrisa y lágrimas en sus ojos. Una sonrisa porque era lo mejor para ella, y las lágrimas...porque la amaba y nunca llegó a decirle lo que sentía.
» No podía evitar el verla por las noches, era como antes de que se conocieran. Ella viviendo su vida y él viendola por las noches entre las sombras. A veces le costaba retener las lágrimas al verla y tenía que convencerse de nuevo de que eso era lo mejor para ella. Aveces funcionaba, aveces no.
El tiempo paso sin que se diera cuenta y llegó la reunión de cada tres años con sus hermanos. Había pensado recientemente en algo, y ese día pensaba hacerlo oficial.
Al estar los tres reunidos, antes de empezar él les anunció su decisión. Renunciaba a sus poderes, a su puesto, a la inmortalidad, y a ver a sus hermanos de nuevo, aceptaba ser un humano y envejecer. Porque se dio cuenta de que ella era lo único que hacía que su vida sea menos solitaria y feliz. Y apesar de que él no sabía lo que era el amor, estaba seguro de que eso que sentía por ella lo era. Y no podía darse el lujo de perderla.
Aprendió que ser un humano no es fácil, le dieron un lugar donde vivir pero eso fue lo único, tenía que trabajar y más importante, encontrarla. Descubrió el placer de dormir y lo deliciosa que era la comida, cosas que antes no eran necesarias para él.
Él había borrado todo recuerdo de si mismo en su memoria, pero el amor que ella sentía por él permanecía en algún lugar, lo único que tenía que hacer era hacerlo renacer. Fin.»
Ashlam terminó la historia con una sonrisa, dejando a Giheith y Morgan con la boca abierta y a la espera de más.
-¡Qué! ¡Ese no puede ser el final! ¡Ellos no terminan juntos!-se quejó la niña con un puchero y negándose a dormir.
Ashlam negó ante sus quejas,-Ese no es el final, ¡Por supuesto! Su historia apenas comienza y mientras que su amor siga intacto su historia nunca terminará.-al escuchar eso, la niña sonrió con pesadez y sin más se quedó dormida con una sonrisa.
Giheith también se encontró sonriendo inconscientemente.
Después de que Stephan llegara a casa y les agradeciera por haber cuidado de Morgan, Ashlam le ofreció a Giheith a compañarla a su casa a pesar que no quedaba tan lejos y ella aceptó.
Los dos estaban caminando en silencio cuando Giheith lo rompió de repente y dijo:-Me gustó mucho la historia que le contaste a Morgan, eso fue muy lindo de tu parte Ashlam. No sabía que te gustaran los cuentos.
Ashlam se encogió de hombros con una sonrisa,-Hay muchas cosas que no sabes de mi, soy un poco complicado.
Giheith tuvo que contener una carcajada al escucharlo decir eso, pero es que por alguna razón eso se escuchaba muy gracioso saliendo de él.
-Lo lamento pero creo que después de lo que acabas de decir no podré tomarte en serio desde ahora.-se burló Giheith dejando salir la carcajada que había estado conteniendo.
-Tienes razón, se escuchó ridículo. Pero en mi defensa antes me lo decían mucho.-admitió con una sonrisa. Él siempre estaba sonriendo, eso le gustaba.
-¿En serio? Entonces tiene que ser por algo, tal vez esa persona no te conocía bien y por eso no podía entenderte.-dijo casualmente Giheith.
-No,-confesó él-me conocía mejor que nadie.
Ellos estaban caminando lado a lado por lo que ella no pudo ver la reacción de él a lo que dijo y la expresión que tenía cuando le respondió, pero su tono de voz había cambiado a uno diferente, nostálgico. Giheith se preguntó quien era esa persona y porqué hablaba en pasado pero antes de que le pudiera preguntar él habló.
-Sabes, la constelación de la que hablé en la historia si existe.
Los dos dejaron de caminar y ella lo miró con curiosidad y fascinación a la vez,-¿En serio?-A Giheith siempre le había gustado ver las estrellas, encontraba fascinante como parecían complementarse entre ellas para hacerle compañía a la luna.
-Si, sagitta es una constelación real y una de las tres más pequeñas también. Se puede ver solo con el ojo humano pero no creo que la podamos ver aquí.-él levantó su mirada al cielo y ella lo siguió queriendo ayudarlo a buscar la constelación de la que él hablaba aunque dudaba que la pudiera encontrar.
Y a pesar de que no podían ver lo que buscaban notaron algo más, una estrella fugaz que cruzó el cielo nocturno de forma inesperada dejándolos admirados a los dos, era hermoso. Giheith se emocionó al verla y le dijo a Ashlam que pidiera un deseo antes de que fuera tarde, al mismo tiempo que cerraba sus ojos y pedía su propio deseo con emoción. A veces le gustaba pedir un deseo cuando miraba una estrella fugaz a pesar de que sabia que posiblemente no se cumpliría, antes lo hacía todo el tiempo pero ahora era solo como juego.
Al abrir los ojos Giheith se encontró con Ashlam mirándola fijamente, y se sintió un poco nerviosa al tener toda su atención así que trató de distraerlo,-Es maravilloso, ¿No? ¿Pediste tu deseo?
Sin embargo él no quitó su mirada de ella y sin romper el contacto visual él se acercó más y le confesó,-Tú eres maravillosa.
Giheith no tuvo tiempo ni de sentirse avergonzada porque antes de que ella respondiera, Ashlam la besó.
Ella sabía que estaba sintiendo en ese momento, su corazón estaba latiendo con velocidad, sentía como si ese vacía que la había molestado antes desaparecía, se sentía feliz, protegida y cuando estaba dispuesta a corresponderle el beso él se separó de ella.
-Lo siento, no sé que estaba pensando...perdóname, Giheith.-se disculpó y aunque sus palabras decían una cosa su mirada decía una cosa diferente, no parecía arrepentido y a ella no me importaba porque tampoco lo estaba, esperaba decirle pero no sabía como y mientras pensaba en eso, un recuerdo le azotó la mente de repente, "No me olvides"
Giheith lo miró con curiosidad, preguntándose a si misma, ¿Quién eres Ashlam? ¿Por qué me haces sentir así?
Ashlam sonrió,-Soy quien tu quieras que sea, cariño.-y se acercó más a ella al decirlo.
Sorpresa no era nada comparada a lo que sentía,-¿Por qué me haces sentir así si nos conocemos de hace poco?-le preguntó en solo un suspiro.
-Créeme, no lo sé. Pero yo me siento de la misma forma por ti. ¿Y quieres saber lo que pienso? Deberíamos aprovechar esto que sentimos...¿No crees?-Él se sintió nervioso al decirlo pero no podía perder la oportunidad.
-¿Te refieres a lo que creo que te refieres?-le preguntó ella con una sonrisa contenida-Y si es asi...¿No crees que nos estamos apresurando un poco? No es que no quiera pero es que...-Ashlam no la dejo terminar de hablar y le respondió.
-Si, me refiero a eso que crees.-dijo él con una sonrisa-Y tal vez, tal vez es así pero yo no quiero perder esta oportunidad, ¿Quieres seguir tus sentimientos junto a mi y descubrir lo que podemos crear juntos? Dime que si, vamos, nunca he sentido algo como esto en mi vida y no quiero perder la posibilidad de que tengamos algo porque estoy cien por ciento seguro de que me arrepentiré si dejo que eso suceda. Dime que sí, Giheith por favor.-le rogó
Giheith sonrió sintiendo su corazón palpitar de forma irregular y sintiéndose muy feliz al estar ahí, con él. Dándose cuenta de la magnitud de sus sentimientos por Ashlam, decidio ignorar por cuanto tiempo se conocían y sin dudarlo le dijo que sí. Ya no le importaba si estaban precipitandose, ella queria estar con él. No sabía porque sentía que lo conocía de hace mucho y que lo que hacían era correcto. Pero si lo sentía así, era por algo ¿No?
-En ese caso, toma mi mano que de ahora en adelante no te dejaré ir, y te prometo que no dejaré que te arrepientas de tu decisión.-al decir esas palabras él le tendió su mano con una sonrisa, sus ojos brillando a la luz de la luna mirandola con una mezcla de admiración, esperanza y algo más que ella no podía identificar.
Con un sonrisa Giheith sostuvo la mano que Ashlam le tendía, sintiéndose completa por primera vez desde hace mucho, sintiéndose tan protegida y querida de una forma que no podía explicar con palabras porque cualquier intento no le haría justicia a lo que estaba sintiendo.
Y con una felicidad indescriptible, tomó la iniciativa y lo besó. Y se sintió correcto.
Tal vez no durarían mucho, tal vez estarían juntos por siempre. Ella no lo sabía, menos él. Pero sin importar lo que sucediera en el futuro los dos se asegurarian de hacer que cada segundo del tiempo que esten juntos valga la pena. No sabían si era lo mejor, pero se sentía correcto por alguna razón.
Ellos se amaban, y eso era suficiente.
FIN.
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