Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🐾XXXIII

— Listo. Ya le avisé a mamá y papá y también a Hoseok. —decía tranquilamente Jimin, balanceando un lápiz entre sus dedos.

Su madre prácticamente había reventado su tímpano derecho cuando le dio la fecha tan próxima para la preparación de la boda. Estaba emocionada por supuesto, pero le había caído de sorpresa que faltara poco menos de tres semanas para mover los menesteres correspondientes de semejante evento. Aún así aseguró que como su madre, tendría todo listo sin importar qué. Lo siguiente sería arreglar sus maletas para regresar a Busan y claro, pedir el permiso debido en el trabajo del alfa.

YoonGi estaba batallando un poco para obtener algunos días de descanso para su boda, algo poco sencillo considerando que llevaba muy poco tiempo en su empleo actual y pedir vacaciones era prácticamente una burla para su jefa. Es por ello que después de varios minutos discutiéndolo llegaron a una solución nada beneficiosa para el alfa.

— Lo lamento señor Min, pero si no puede conservar su empleo bajo las reglas, me temo que será mejor pedir su renuncia, ¿o me veré en la necesidad de despedirlo? Por favor, procure informarme pronto para así buscar su remplazo. —dijo la insidiosa mujer al teléfono.

YoonGi rascó su nuca mientras se dejaba caer sobre el sofá. Al frente, Jimin le miraba con una pequeña sonrisa, sin saber la odisea mental por la que estaba cruzando el pelinegro. ¿Quedarse nuevamente sin empleo? En definitiva no sería buena idea ahora que habían no uno, sino dos cachorros en camino. ¿Pero qué podía hacer si ya le había dado una fecha a Jimin? No podía simplemente decirle que siempre no... Al menos si pedía su renuncia, obtendría su liquidación. El timbre de la entrada sonó y el rubio se levantó a ver.

— Yo, le agradezco. Presentaré mi renuncia este viernes. —susurró muy bajo, aprovechando que Jimin estaba camino a la puerta para abrir.

— ¡¿Me quieren explicar en que demonios estaban pensando?! —exigió ChanYeol.

El alfa entró intempestivamente en el departamento, casi echando humo por las orejas y parándose justo en medio de la sala, con cada uno a un lado. Ninguno de los dos entendía el sobresalto en su persona. Ambos miraban al alto intrigados y confundidos.

— ¿De que hablas Channie? —quiso saber el omega acercándose a su hermano.

— ¡Nada de Channie! —le gritó. Jimin saltó en su lugar ante la voz de su hermano. Nunca lo había visto tan molesto.

— A ver, tranquilizate. ¿Que es lo que te pasa? ¿Porqué le gritas a tu hermano? —se metió YoonGi defendiéndolo. — ¿Se puede saber que rayos te paso para que te pusieras así? —inquirió poniéndose al lado de Jimin.

— ¿Que me pasa? —repitió con ironía. — Me pasa que ustedes dos son un par de, ¡grandísimos mentirosos! Me mintieron a mi, a Baek, a mis padres incluso a mis hijos... ¡Debería darles vergüenza! —les retó exaltado.

— ¿D-de que hablas? —vaciló el omega.

— ¿De que hablo? —repitió. ChanYeol sacó su teléfono y buscó la captura de pantalla de aquel sitio para mostrar sus pruebas. — ¡De esto! —le dio el teléfono a su hermano.

Jimin y YoonGi miraron su mentira descubierta, o al menos, parte de ella. Habían sido expuestos y estaban en grandes problemas.

— Quiero una explicación lógica para eso y la quiero ahora. ¿Quién de los dos me la dirá? —exigió demandante, dejándose caer al sofá con los brazos cruzados y una expresión dura en el rostro.

YoonGi y Jimin se miraron el uno al otro. ¿Era necesario contar toda la historia? Jimin estaba dudando si debía contar que había contratado a YoonGi para fingir ser su alfa, que le había pedido un hijo y de paso que hacia algún tiempo había abandonado la universidad cuando el alfa le hizo una seña de esperar. YoonGi se dirigió hacia ChanYeol y dijo:

— Te contaremos toda la verdad... Si tu le cuentas a Jimin también lo que le han ocultado. —YoonGi habló con absoluta seriedad.

Si ChanYeol quería verdades, él debía empezar por revelar algunas muy importantes.

— ¿Ahora de que están hablando? —inquirió el omega, mirando confundido a ambos alfas.

— Esto no tiene nada que ver con eso...

— ¿No querías verdades? Bueno, comienza diciéndole la verdad a Jimin. Dile lo que sus padres hicieron y te diré por qué él vino conmigo. —le instó.

— ¿Mis padres? ¿Que? ¿YoonGi que está pasando? —pidió una explicación aturdido por como había cambiado la conversación.

YoonGi estaba dispuesto a que Jimin se enterara algún día, él estaba consciente de que tarde o temprano debía saberlo. Que mejor que lo hiciera uno de los implicados. ChanYeol era tan cómplice de sus padres como culpable por su silencio. Ocultarle que debido a las constantes inyecciones de fármacos pudieron haberlo dejado estéril no era algo tan simple. Ellos también habían sido unos mentirosos. Unos mentirosos que pudieron arruinarle la vida.

ChanYeol bajó sus brazos ligeramente desarmado por la nueva situación. La balanza se había inclinado desfavorablemente y ahora era él quién no sabía que responder.

— ¿Le dirás tú, o se lo digo yo? —farfulló secamente el pálido.

— ¿Decirme qué? ¿De que demonios están hablando? Hablen de una vez... —se exasperó Jimin. YoonGi lo miró y luego a ChanYeol, quién con la mirada baja suspiró.

— Jimin... —habló YoonGi.

— No tiene por qué saber esas cosas. No hubo ningún problema con ello, él está embarazado... —interrumpió levantándose de golpe.

— Lo está ahora, ¡¿pero que hubieran hecho si nunca pudiera?! —le reclamó, mirándole furioso. YoonGi giró su vista hacia Jimin y sujetó sus manos entre las suyas. — Jimin, perdoname por lo que te diré pero debes saberlo. —comenzó a decirle. El rubio estaba tan confundido. No entendía que pasaba.

— Jimin, mamá y papá mintieron para protegerte ¿de acuerdo? —interrumpió Chan. Su hermano lo miró interrogante. — ¿Recuerdas las visitas con el doctor cada mes? Ponía inyecciones en ti que no te gustaban... —ChanYeol frotó su nuca, él no debería estarle contando esto sin el permiso de sus padres. Respiró profundamente. — Tenías un problema, ¿si?

— ¿Un problema? —indagó. Su hermano asintió con lentitud. — ¿Qué problema?

— Tu... Ah... Presentaste como omega desde los cuatro años. Tus hormonas eran poderosas y peligrosas para alguien de esa edad. Papá y mamá solo querían tu bienestar, por eso te llevaban al médico. Él...

— ¿Él qué?

— Él dijo que sería mejor usar inhibidores que ocultaran tu estatus. Eras muy pequeño estabas en riesgo de que algún tipo... Agh Dios... —ChanYeol pasó sus manos por su rostro sobrepasado. — A-algún asqueroso alfa te tocara. Debes entender que fue por tu bien.

Jimin escuchó todo atentamente. ¿Era eso cierto? ¿Por ello estaba prohibido faltar al medico? ¿Por eso debía soportar las dolorosas inyecciones en su vientre? Por... ¿Por eso estaba en riesgo de quedar estéril? ¿No era culpa suya, sino de sus padres?

— Jimin...

— Creí... Creí que era mi culpa no poder darle nietos a mis padres y resulta que todo este tiempo fueron ellos...

— Entiende, era lo único que podían hacer...

— ¡¿Durante once malditos años?! —exclamó furioso. Su respiración se había agitado. — Creí que mi presentación había sido a los quince, cuando tuve mi primer celo. Estuvieron medicandome once malditos años... Sabían que yo quería hijos y ocultaron algo tan importante para mi... ¡¿Que es lo que quieres que entienda?!

— Manzanita calma por favor, te hará daño a ti y a los bebés. —intentó calmarle el pálido alfa. Jimin lo miró con el ceño fruncido. También estaba molesto con YoonGi.

— ¿Tu lo sabías? ¿Desde cuando? ¡¿Cuándo pensaban decírmelo?! —interrogó algo frustrado.

— Lo siento, pero yo no era quien debía decirlo. Me enteré la noche de la cena de navidad... Se que estás molesto pero trata de razonar. Lo que tus padres hicieron estuvo mal por un lado pero estaban preocupados por ti.

— Pudieron haberlo dicho cuando crecí... No debieron dejar que yo siguiera tomándolos sabiendo lo que estaba de por medio. —los ojos del omega comenzaron a llenarse de lágrimas.

YoonGi hizo el intento de acercarse pero Jimin lo empujó, fue a la segunda vez que se dejó abrazar por el alfa y escondió su rostro en su pecho mientras lloraba.

— Lo siento. —mencionó Chan, avergonzado y dolido.

— Jimin vino a mi cuando supo que tenía poco tiempo para embarazarse. Me pidió un hijo, pero me enamoré de él, lo que hice en el pasado no me avergüenza y a él tampoco le importó. Disculpame, pero no creo que deba importarte a ti, ni a nadie ChanYeol. Nos casáremos y seremos padres, es todo lo que debes saber. —le dejó claro, con una seria y firme voz. Sin titubeos ni bromas.

ChanYeol entendió nuevamente que su hermano menor podía tomar sus propias decisiones y que sin duda, YoonGi había sido una buena elección. Él no tenía porqué juzgarlo, si Jimin no lo había hecho. Todos habían guardado secretos, buenos o malos, siempre salían a la luz. Ya sea para liberar, así como para herir...

...

— Jiminie... Manzanita... —murmuró con extremo cuidado el alfa, quién con un alargado vaso con leche tibia y un plato con un sándwich se acercaba al interior de la habitación.

El omega quien en la cama se encontraba sentado, secó una rebelde lágrima que había escapado mientras observaba la carpeta con las pequeñas fotografías borrosas y cero identificables para la vista humana de su par de bebitos en camino.

Después de que su hermano se retirara del departamento tan pronto como llegó, este había corrido a resguardarse entre las sábanas de su cómoda y calentita cama pensando cientos de veces, como pudo ignorar la verdad, ¿como había podido vivir tantos años en una mentira tan obvia?

Recordándolo con detenimiento, él debía haberlo sabido antes, debió haberse dado cuenta de que aquellas visitas al médico mes con mes no eran un simple control de salud familiar. Él debió haberse dado cuenta cuando miraba a otros niños ser inyectados en un brazo, pierna, o incluso su trasero. ¿Por qué él debía ser inyectado con un procedimiento tan distinto y doloroso?

La respuesta estuvo en sus narices y jamás se le ocurrió dudar de las personas más confiables que podía conocer, sus padres, su hermano, su familia.

Aquellas inyecciones en su vientre dejaban su piel con un punto amoratado un par de días, incluso reír dolía las primeras veces, antes de acostumbrarse. Cada una era parecida a un pinchazo de tres abejas, de esas que sabes que el aguijón salió pero el dolor punzante sigue quemando luego de mucho tiempo y él aprendió a verlo como algo normal hasta el día que sus padres dijeron que ya no serían necesarias si en lugar de ellas podía tomar un medicamento similar... Fue tan malditamente feliz de no tener volver a ver a su médico familiar y su picadura infernal. ¿Por qué no pudo notarlo entonces?

Pero lo que le dolía más era que sus padres hubieran callado aún cuando él ya era consciente de entender mejor su posición. ¿Por qué no ser sinceros? ¿Por qué los padres solo tomaban decisiones sin consultar? ¿Por qué no hablar con sus hijos con libre honestidad? Hablar sobre temas difíciles, una vez que sus hijos sean capaces de comprender y no solo protegerlos bajo una gruesa capa de ignorancia.

No... Él no quería ser un padre así.

Él quería hablar de cualquier cosa con sus bebés, crear un vínculo de confianza en la que pudieran preguntar cualquier cosa y él respondería abiertamente. Él no quería guardarle secretos a sus bebés nunca. Porque con mala, o buena intención, mentir, omitir la verdad, callar, nunca sería algo bueno. Y por si fuera poco, las verdades tarde o temprano saltan a la cara para empeorar cualquier situación que creyeran posible.

YoonGi puso el vaso con leche tibia y el plato a un lado de la mesita de noche antes de sentarse al lado del bulto envuelto en sábanas que se había vuelto el omega. El alfa notó que éste parecía estar en un pequeño nido, refugiándose de la realidad allá afuera. El pelinegro se acercó he intentó deshacerse de unas cuantas mantas y la almohada en forma de galleta que el omega apretaba entre sus brazos.

En cambio de todo eso, acercó su cuerpo y permitió que Jimin se acurrucara en su pecho.

— Debes comer algo, manzanita. —le dijo amoroso.

— No tengo apetito... —musitó renuente.

YoonGi metió sus dedos entre la cabellera semi dorada de Jimin, casi dos centímetros de raíz comenzaba a verse de un tono castaño cenizo. La idea de ver a Jimin sin ese rubio oxigenado con el que lo conoció le hizo sonreír. Rascó su cuero cabelludo con suavidad, esparciendo un leve masaje a la cabeza del omega para relajarle, el cuál no tardó en rendir efecto.

— Debes hacerlo, por nuestros cachorros, por ti y por mi. No pienses tanto en el pasado, ¿de acuerdo? Ya pasó ese es el punto. Por más bueno o malo que haya sido, nunca es bueno quedarse en el. —le sugirió comprensivo.

— Ellos solo debían decirlo. Yo... Yo pude haberlo comprendido, pude haber decidido. Dejaron que practicara defensa, también pude haberme defendido... ¿Por qué mentirme? No lo entiendo. —inquirió con tristeza. YoonGi siguió abrazándole.

— A veces las personas hacen cosas que no deberían porque aparentemente son mejores. —murmuró con voz profunda y seria. Las comisuras de su boca se curvaron un poco hacia arriba con una sonrisa, pero no una de felicidad, sino más bien una amarga. — ¿Sabes? Mi madre también lo hizo, muchas veces... —confesó.

El ceño de Jimin se apretó ligeramente. El salió su escondite, elevando la mirada para ver al pálido alfa y notar su rostro sin aparente expresión. YoonGi parecía estar recordando.

— ¿En qué? —quiso saber.

YoonGi le miró a los ojos, encontrándose con aquella mirada de iris miel en los que se había perdido desde la primera vez. Suspiró profundo, buscando las palabras adecuadas.

— Me mintió... Cuando dijo que su lazo roto no había sido doloroso. Jamás dijo como tal lo que había sufrido, jamás habló mal de mi padre frente a mi aún cuando el muy canalla la abandonó en el hospital después de dar a luz. Mintió, cuando supo que estaba enferma y en lugar de comprar medicamentos llegó con un nuevo par de adidas que deseé para mi cumpleaños. Mintió cuando dijo que viviría hasta que su hijo se casara y la llenara de nietos... —los ojos del alfa se humedecieron sin desearlo. Sonrió agriamente y secó sus ojos sin permitirse llorar.

Hacía tanto que no recordaba a flor de piel su pasado. Se había esforzado por ser animoso, por vivir la vida como si fuera el último día, reír, amar mucho, disfrutar. Todo aquello dejando al joven YoonGi que no tenía padre, ni madre, ni siquiera sabía si tenía más familia. ¿Podía sentirse más patético por no haber hecho el intento de buscar? Jamás se lo había planteado. ¿Buscar a su padre? ¿De que serviría? ¿Para qué lo necesitaría ahora?

Jimin lloró por él, sus lágrimas surcaron despacio a través de sus mejillas. Una pequeña idea destelló cual luciérnaga en su mente. Sin conocerla, el omega estaba seguro que la madre de YoonGi había sido sin duda una maravillosa mujer, una madre admirable, un ser que le encantaría conocer y agradecer por darle la vida a otra maravillosa persona a la cual hoy amaba.

— Chaeryn... —musitó muy bajo, recordando el nombre que alguna vez preguntó. Jimin se incorporó de su lugar, YoonGi lo miró confundido por aquella sonrisa que repentinamente le otorgaba. — Quiero... Quiero que nuestra bebé lleve su nombre. Chaeryn. —le dijo sonriente.

YoonGi tragó pesado, un nudo se había formado en su garganta. ¿Jimin recordaba el nombre de su madre? Lo recordaba a pesar de que estaba casi dormido cuando lo pronunció. ¿Él realmente quería llamar a su hija así?

— ¿Estás seguro? —preguntó bajo, mirándole aún con ojos brillantes. Jimin asintió sin duda. Apresó el rostro de YoonGi entre su tibias manos y mirando a sus ojos, con una sonrisa dijo...

— Será nuestra pequeña Chae Chae. —musitó.

YoonGi se sintió avergonzado cuando sus lágrimas ya no pudieron ser retenidas y trató de mirar a otra parte, pero el omega acercó su boca para dejar un casto beso en su frente y sonreirle con alegría. YoonGi lo abrazó, aferrándose a la cintura de Jimin mientras ocultaba su rostros en el espacio del cuello y hombro del omega. Siendo recibido por ese peculiar aroma que amaba tanto sin saberlo. Pero... Esperen... ¿Como se llamaría el segundo bebé?

— ¿Y el otro como se llamará? —preguntó, saliendo de su escondite. Jimin pareció dudarlo.

— Aún no lo sé... —respondió sincero. — Debemos pensarlo.

YoonGi sonrió, por supuesto, aún tenían tiempo de sobra para pensarlo. El nombre de ambos bebés debían ser especiales y no podía estar más emocionado de que uno de ellos llevara el nombre de su madre.

— ¿La boda sigue en pie entonces? —se atrevió a preguntar.

— Más que nunca. Quiero casarme contigo y cumplir el sueño de tu madre. Donde sea que esté, estoy seguro de que está muy orgullosa de ti. —susurró con cariño.

Jimin sabía lo que la familia era importante y para YoonGi, su familia, a quienes así consideraba aunque no fuese un lazo sanguíneo, sabía que probablemente él desearía que estuvieran en un día tan importante. Jimin quería que YoonGi arreglara su relación con Seokjin, quería que su amistad con el y Namjoon volviera a ser como antes, porque sabía, que aunque el alfa no lo dijera, le hacían falta.

— Yoon... —musitó muy bajo, aunque no tanto como para poder ser escuchado.

—¿Hm?

— ... Quiero... Quiero que invites a Seokjin Hyung y Namjoon hyung a nuestra boda. —declaró firmemente.

— Pero...

— Pero nada. Tu mismo dijiste que ellos son como tus hermanos, yo quiero que ellos estén con nosotros, quiero que se lleven bien de nuevo, que arreglen sus problemas. Sin importar lo que haya sucedido, olvidalo. Es más...

Jimin se levantó de la cama, saliendo de la habitación con pies descalzos y silenciosos cual minino travieso. Alcanzó el teléfono inalámbrico en el buró del pasillo cercano a la cocina y volvió en menos de dos minutos, sentándose nuevamente al lado del alfa quién solo miraba su grácil figura levemente curvada deslizándose de un lado hacia el otro. La camisa de dormir del omega lucía respingona en la parte delantera gracias a la pequeña pancita, más no lo suficiente para cualquiera que supiera que estaba esperando un par de dulces mochis.

— Quiero que los llames y los invites a nuestra boda, justo ahora. -le ordenó con total autoridad, tendiéndole el teléfono para que lo tomase.

YoonGi hizo un leve gesto de inconformidad, recibiendo un levantamiento de ceja por parte del omega. Una batalla de miradas claramente perdida para el alfa sí no deseaba llevarle la contraria al semi rubio. Con Jimin como el ganador, YoonGi exhaló todo el aire que había retenido en su pecho, tomó el aparato y marcó el número.

— Bien... Pero si no responden no volveré a marcar. —dijo infantil.

— Sí, sí... Pero quiero a nuestros padrinos de anillos, hazlo. —le obligó, trepando a la cama y colocándose a su espalda, con su cabeza muy cerca del teléfono para escuchar también.

La primer llamada fue para Namjoon, quien con algo de sorpresa ante la fecha tan próxima, aceptó ser padrino de bodas sin ningún problema. Felicitándolos por partida doble con el anuncio de su casamiento y su también próxima paternidad. YoonGi quiso preguntarle a Namjoon si sabía algo acerca de Seokjin en estos días. El alfa le contó un poco sobre la situación ya que por obvias razones tampoco sabía mucho, sólo le dijo que el padre de Jungkook había vuelto y que precisamente fue él quién le había ayudado a encontrar al chico. Algo que según él había sido extraño por la manera tan rápida con la que lo había hecho. Considerando que la policía estaba al tanto del caso y no habían entrado nada al respecto, la situación era sumamente confusa. También le contó que lo último que supo de ambos es que se habían ido a vivir a un departamento nuevo. Luego de eso, había perdido todo contacto con el omega.

YoonGi se despidió, colgando el teléfono luego de varios minutos en los que Jimin se había quedado dormitando con la cabeza en su hombro.

Con cuidado le ayudó a quedar correctamente en la cama y tras arroparlo con las sábanas caminó fuera de la habitación procurando no hacer ruido. Una vez en la cocina pensó varios minutos si llamar o no. Namjoon le había comentado la dirección del departamento que adquiriría el omega. ¿Y si fuera a verlo personalmente? Admitía que quizás había actuado irracional solo por un desacuerdo. Por otro lado, si ahora Jungkook estaba bien era posible que las cosas volvieran a la normalidad y Seokjin estuviera menos presionado. Las aguas se habían calmado, y una amistad tan larga, bien valía la pena arreglarse en persona. Jimin tenía razón, y por él, por su nueva familia y vida, comenzaría a convertirse en un alfa más responsable, maduro y sobretodo protector de su familia. Namjoon, Seokjin y Jungkook también eran parte de su familia.

¿Creen que ya era tiempo que Jimin se enterara de la verdad? U.u

¿Como reaccionarían en su lugar? 👀

¡Gracias por continuar leyendo!

Picale a la estrellita
👇

MIN∆BRIL

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro