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🐾 XXVIII


Mirando el reloj a un lado de su lugar de trabajo, YoonGi contaba los minutos restantes de su turno mientras atendía a los últimos clientes de la fila. A pesar del leve mal humor que estaba experimentando y la ansiedad que mantenía a raya comiendo papitas para no desesperarse, solo aguardaba su hora de salida. No había querido perderse un solo día del celo de su querido y próximo esposito, padre de sus futuros cachorros como la doctora les recetó. Es más, había estado divagando mentalmente en que debería existir una ley para que los alfas también pudieran tener un tiempo libre durante el trabajo para poder ir con sus omegas en aquellos días, así como ellos tenían su tiempo para amamantar a sus cachorros... Bueno, tal vez exageraba un poco demasiado pero definitivamente no estaría nada mal que existiese una hora de los mimos incluido en el horario laboral casi tan importante como la hora del almuerzo. 

— Gracias por su compra, vuelva pronto. —murmuró el pelinegro, justo antes de entregar el ticket de compra al cliente y que este se marchara. Unos segundos después un nuevo cliente depositaba su compra en el mostrador. 

— Llevaré esto también... —dijo aquél, alcanzando un tubo de mentos. — Si que te va bien el nuevo look, eh.

El pálido y aburrido alfa quien monótonamente había estado haciendo su trabajo en la caja del minisuper por ya una semana completa, alzó la vista tras reconocer dicha voz. Cómo no reconocer a su buen amigo y próximo cuñado.

— ¡Hermano que gusto verte! —exclamó con una gran sonrisa pintada en el rostro. YoonGi salió de su lugar un momento solo para saludar a su cuñado tras el mostrador. — Pero... ¿Cuando volvieron? ¿Y Baek? ¿Los enanos? ¿Por qué no nos avisaron? —preguntó. 

— Era un secreto, queríamos darle la sorpresa. Minnie nos dijo que estabas trabajando aquí y aproveché para pasar a comprar algunas cosas para nuestra cocina. —le contó. — ¿Y ya casi sales? 

— Si, si, en unos minutos salgo de mi turno. 

— Bueno pues te espero y te llevo. —le dijo. YoonGi asintió antes de volver a su posición tras el mostrador, abrió la caja para sacar el cambio. — ¿Y no hay descuento por ser el cuñado? —vaciló con humor, palmeando ligeramente el hombro del mas bajo. — ¡Es broma! ¡Es broma! —se echó a reír. 

Y sí, Chan, Baek y los niños habían caído de sorpresa esa tarde en el edificio departamental. Una sorpresita para el casi descubierto omega desprevenido que ni la debía ni la temía... 

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Una hora antes...

— ¿Entonces es imposible? —dijo con desilusión marcada en su voz. — Oh... Si, entiendo... 

Jimin caminaba por la sala del departamento con el teléfono pegado a la oreja y una chupa chups de sabor cereza en la boca que hacia resaltar como una pequeña protuberancia su mejilla derecha, además de colorear dulcemente sus labios de rojo. El rubio anduvo hasta el banquillo de la cocina y se sentó un momento mientras escuchaba con atención a la persona al otro lado de la línea. Para su mala suerte, malas noticias llegaron. 

— Si, lo sé.... De verdad lo lamento mucho. Sé que probablemente no lo merezca pero en serio lo siento. —habló algo dolido. Jimin recargó sus codos en la barra mientras rascaba un poco su cabeza. — Bien... Si, no se preocupe, lo comprendo. Y, de cualquier forma, lamento haberle causado inconvenientes señor Jun. Que tenga un buen día. —se despidió antes de colgar. 

Desilusionado, estaba muy desilusionado. Apenado. Se sentía un fracaso. ¿Cómo no estarlo sabiendo que había perdido un año completo por la gran cantidad de faltas gracias a su inmadurez? 

Así es. Park Jimin estaba total y absolutamente reprobado. Ni siquiera sus disculpas mas sinceras hicieron ablandar el corazón de su ex rector para darle otra oportunidad. De su beca, mejor ni hablamos... 

Ahora no seria solo un omega defectuoso sino también uno sin carrera ni un posible buen empleo gracias a su brillante idea de hacer las cosas erróneamente. Y eso no era lo peor, no, no... Lo peor es que si sus padres se llegaran a enterar lo más seguro es que o lo encerraban en su sótano por la vergüenza o de plano lo mandaban a un convento por mentiroso y perezoso. 

Jimin recargó su frente en el material de cerámica de la barra sobrellevado. Sus padres estarían tan avergonzados, tan molestos, y no los culpaba. Sus decisiones no habían sido las mejores y sabía que tarde o temprano tendría que afrontar las consecuencias de sus actos. Abría seguido allí recargado durante varias horas lamentándose, de no ser por el sonido de puerta siendo golpeada un par de veces que le hizo levantar la cabeza. 

Jimin miró la hora en su teléfono, aquél que tocaba no podía ser su querido alfita con olor a mandarinas puesto que aún era temprano. El rubio se levantó del banquillo, dirigiéndose a la puerta para abrir. Lo primero que vio al bajar la mirada fue a tres cabezas castañas oscuras en su entrada, tres pequeños que arremolinaron cual tornado a su alrededor entre abrazos.

— ¡Tio! ¡Tio! ¡Tio Minnie! —exclamaron al unísono alegre y energéticamente. — ¡Te extrañamos muchoo! 

— ¡Que sorpresa! Yo también los extrañe... —respondió agachándose un poco para abrazar a su puñado de sobrinos, repartiendo besos en sus cabezas. Sin embargo reparó en un detalle importante: — ¿Dónde están sus padres? —preguntó al no verlos. 

— Están abajo tío Minnie. —dijo el pequeño Kyungsoo.

— Queríamos saludarte primero. —añadió el pequeño Chen.

— ¡Tendremos otro hermanito! —gritó el pequeño Sehun con los brazos extendidos al cielo. Pero de inmediato éstas fueron a su boca, cubriéndola asustado al ver las miradas de sus otros hermanos.

— ¿Q-que? —murmuró perplejo el rubio. 

— ¡Era un secreto! —gritaron los otros dos. 

En ese instante un cargado de maletas ChanYeol y Baekhyun que iban llegando hasta la entrada de su propio departamento, se quedaron estáticos ante la mirada inquisitivamente graciosa del rubio. Chan y Baekhyun se miraron uno al otro al ser descubiertos y no tuvieron más que sonreír encogiéndose de hombros. 

...

Jimin cerró la puerta del departamento varios minutos después. Los pequeños se hallaban atacando su reserva de cereales chocolatosos y llenos de azúcar, de esos que picaban los dientes. Mientras que Baek y Chan se encontraban ahora sentados en el sofá de la sala. Después de haber guardado su equipaje en su propio hogar, ahora estaban por ser interrogados cual adolescentes. 

Jimin caminó alrededor cual tiburón acechando de brazos cruzados y una sonrisa socarrona hasta sentarse en la mecita de centro frente a ellos. 

— ¿Y bien? —preguntó. — ¿Cómo que seré tío nuevamente? 

— Bueno... —balbuceó Baek. 

— Primero que nada, estoy muy bien. Gracias por preguntar, fue un viaje horrible... Me enfermé ¿sabías? —distrajo Chan. Jimin rió. 

— Si lo sé. Mamá me contó que apenas llegaron te contagiaste de influenza. ¿Como están tus padres Baek? —le preguntó a él. 

— Están muy bien. Para nosotros fue un viaje maravilloso, trajimos varias fotos mira... —él sacó su celular y abrió galería para mostrarle a su cuñado. Jimin se acercó y se sentó a su lado. 

— Que hermoso lugar. —musitó observando una fotografía en la que se encontraban Baek, los niños y los padres del primero en una aparente excursión. Había un largo sendero en ascenso, y una vista del atardecer con el mar y otras islas de fondo. 

— Es precioso. Nos divertimos mucho. Los niños estaban encantados... —contó Baek. 

— Mientras su padre moría en una cama... Solo. En cuarentena... —lloriqueo dramático Chan.

— Pobrecito mi cariño... —consoló su marido, atrayéndolo bajo su brazo, mientras hacía señas a Jimin haciéndolo reír. 

— Tío Minnie, ¿donde esta el tío YoonGi? —el pequeño Kyung preguntó de repente, acercándose a los mayores con su tazón de cereal en las manos.

— Él está trabajando ahora. Ya no debe tardar. —contestó. 

— Eso me recuerda... —habló Chan. — ¿Cómo has estado? ¿Cómo va mi sobrinito? —preguntó entusiasmado. 

Los otros dos pequeños se sentaron en el piso mientras miraban a su tío y comían. Jimin no tuvo otra más que levantarse y mostrar su hinchada pancita la cual aún estaba presente sin descender. Mostrándoles a todos quienes miraron con dulces ojos enternecidos su barriguita vacía. 

— Te vez tan lindo. —susurró su cuñado. 

El rubio bajó su amplia camisa un poco incómodo. Deseaba tanto no tener que mentirles y que pronto hubiese una bonita carga (real) en su vientre. Debía cambiar la atención de la conversación si no quería sentirse peor.

— Bien y... ¿Entonces seré tío nuevamente? —preguntó cambiando el tema. 

— Mira la hora, no hemos comprado nada y solo debe haber polvo en nuestra cocina... Iré al super, ya vuelvo... —dijo ChanYeol haciéndose el tonto. 

— ¡Cobarde! —canturrearon Jimin y Baekhyun al mismo tiempo, mientras su hermano y esposo salía huyendo apresurado. 

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— ¿Listo? —preguntó el alto.

— Listo. —respondió YoonGi llevando una pequeña bolsa de las gomitas preferidas de su omega y las guardaba en su bolso, el cual cruzó a través de su cabeza y hombro. 

ChanYeol quién le esperaba en la salida del mini super se notaba algo silencioso y preocupado. Algo que el pálido alfa no pudo dejar pasar desapercibido. 

— ¿Todo bien? —indagó. Chan miró hacia la calle, estaba a punto de anochecer y realmente tenía ganas de un momento para respirar. 

— ¿Podemos ir a tomar esa cerveza del otro día? —le invitó. YoonGi se extrañó un poco pero asintió aceptando.

— Claro. —le dijo, dándole una suave palmada en la espalda. 

Ambos subieron al auto de ChanYeol con rumbo al bar más cercano a su calle. No es como si quisiera huir, solo necesitaba un tiempo con su mejor amigo de la secundaria. Chan estaba preocupado si, mucho. No era para menos. No se esperaba que un nuevo cachorro viniese en camino. Y, aunque era bienvenido, aceptaba que estaba algo asustado y preocupado por el futuro. 

Ambos alfas entraron al bar, eligieron una mesa y tomaron asiento mientras pedían un tarro de cerveza bien fría. YoonGi tan curioso como siempre se animó a iniciar la conversación primero. 

— ¿Qué tal su viaje? Supe que enfermaste. 

— Para mi, fatal. Pero al menos los chicos lo disfrutaron mucho. Les encantó visitar a todos sus abuelos que los consintieron como reyes. —contó con una sonrisa, aunque ésta no llegaba plenamente hasta sus ojos. 

— ¿Qué pasa? Te noto intranquilo. ¿Todo bien con Baek? —preguntó más serio. Por un momento imaginó que tal vez podían tener problemas matrimoniales. 

— Estamos bien... Es solo... —Chan se detuvo al llegar el camarero con sus bebidas. Agradecieron con un asentimiento antes de que éste se retirara. — Verás... Estoy un poco preocupado. —añadió obvio. YoonGi rodó los ojos. 

— Si no me dices, no me doy cuenta Sherlock. —bufó sarcástico. 

YoonGi alcanzó su tarro de cerveza y bebió un gran trago de la amarga y fría bebida. ChanYeol lo miró con esa aura despreocupada y decidió soltarlo de sus adentros sin más...

— Baek esta embarazado. Seré papá, de nuevo... —confesó. YoonGi se atragantó con la cerveza y casi la espurreteo toda. Chan alcanzó una servilleta y se la pasó. 

— ¿Es en serio? —habló apenas pudo. — ¿O-otro? —preguntó perplejo. Chan asintió.

— Así es. 

— Vaya... Bueno... —YoonGi se había quedado sin palabras. ¿Un hijo más a su ejercito? No sabía si felicitarlo o lamentarlo. 

— Lo sé. Fue inesperado. Los niños ya están por cumplir los ocho, no creí que volveríamos a tener más... Pasar por pañales y biberones de nuevo... Hospitales, más cuentas que pagar, volver a mudarnos a una casa mas grande... Dios... Amo a mis hijos pero, fue horrible... Ah... —el rascó su cabeza con ambas manos. 

Y sip... Fue lo peor que pudo haber dicho ChanYeol frente a un ahora preocupado YoonGi. Pañales, biberones, gritos, falta tiempo, adiós al romance, hola a las desveladas y el insomnio, más berridos, bolsillos vacíos, el pediatra, las colegiaturas y hasta la universidad pasó por su mente en un microsegundo. 

Hagase pa' allá que me voy a suicidah...

YoonGi tragó pesado e inhaló fuerte llenando sus pulmones que aparentemente se habían quedado sin aire. Las palmas de sus manos y su cuello comenzaron a sudar en frío. No debía dudar, no debía sentirse así. El estaba convencido de que amaría a un pequeño hijo suyo y de Jimin pero, sinceramente estaba entrando en un extraño lapso de temor y pánico. 

— Yoon... ¿Estás bien? —preguntó el alto, al ver al pálido incluso más blanco que un papel y respirando pesadamente. 

— Necesito aire... —dijo levantándose y casi cayéndose al ponerse en pie. 

— ¡Hey, hey! Venga te ayudo. —se apresuró a alcanzarle. 

ChanYeol ayudó a YoonGi a salir del lugar apenas pagó rápidamente sus bebidas. Una vez fuera del lugar el pálido corrió a la orilla de la acera, junto a la cajuela de un auto estacionado y se inclinó entre arcadas devolviendo el estómago. ChanYeol se acercó a darle apoyo moral y sonriendo a las pocas personas que iban caminando por el lugar observando. 

— Le cayó mal la comida. —excusó con una sonrisa a una anciana que miró de mal gusto aquello. Apenas se fue volvió con su amigo. — Venga, ¿que comiste? —preguntó con diversión a su pobre amigo quien parecía dejar hasta el alma en aquel esfuerzo. Estaba peor que su primera resaca de su primera borrachera. 

ChanYeol dio palmaditas en su espalda mientras YoonGi parecía irse calmando poco a poco. Pero extrañamente, un aroma dulzón y cítrico llegó a sus fosas nasales. El alto se inclinó leve para olfatear al pobre alfa que volvió a escupir cansado. Frunció el ceño confuso y curioso. 

— Si no fuera porque sé que eres alfa... Pensaría que estás embarazado Yoon... —le dijo Chan, en tono burlón.

— ¿Q-que? —balbuceó YoonGi, limpiando su boca biliosa. 

— Pero es normal, creo. A mi también me dieron síntomas en el primer embarazo de Baek. Es una suerte contar contigo ahora que nuestros omegas están esperando. —animó más contento. 

Y si, los pequeños ojos gatunos de Min YoonGi se expandieron al pensar en que había una probabilidad de ser padre. O... 

¿Habría sido el desayuno y las chucherías que se la había pasado comiendo todo el día? 

¡Bic, Bic, Bic

¡Esta cigüeña tendrá mucho trabajo en este fic!

¿Será melón? ¿Será sandía? Uwu

Push the little star :v
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MIN∆BRIL

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