🐾XXIX
Frío. El lugar estaba frío como las últimas veces debido al aire acondicionado y estéril de la clínica, pero ésta vez no sólo era una cabeza trabajando entre sentimientos de preocupación e incertidumbres. YoonGi y Jimin aguardaban una vez más en el pasillo de la clínica de fertilidad tras haber sido llamados a altas horas de la noche por su doctora, quién aparentemente tenía algo demasiado importante para decirlo por teléfono, ya que les había citado a primera hora de la mañana.
El pelinegro había pasado una de sus peores noches luego de volver a casa con su cuñado a quien le pidió no comentar nada de sus malestares. Su estómago había estado sensible durante la cena y no pudo ni despedirse de sus cuñados y sobrinos con sus constantes idas al baño. Jimin había hecho un té para él y se abría recostado junto a él en la cama dándole apapachos a su dulce alfa enfermo.
Habrían dormido tranquilamente de no haber recibido esa llamada. Ahora, ambos esperaban impacientemente en silencio a que les llamaran para entrar en el consultorio de siempre.
— ¿Crees que sea algo malo? —se animó a preguntar el omega. YoonGi giró la mirada sintiendo por primera vez la duda carcomer.
La charla con ChanYeol la noche anterior le había hecho replantearse algunas cosas. Como por ejemplo: ¿él podría ser un buen padre? Ni siquiera él había tenido uno como para saber que era bueno o malo. Su padre se había largado cuando él era muy pequeño. Lo había abandonado junto a su madre en la primera oportunidad que tuvo. Él no quería ser como su padre, por supuesto que no. Pero no dejaba de pensar que tal vez él pudiera fallar tanto como padre, al igual el suyo lo había hecho.
Jimin esperó una respuesta que jamás llegó. Notaba a simple vista que YoonGi estaba tenso y preocupado. Aún no entendía por más que había deseado ayudar con el repentino cambio de humor del alfa, ni con su mal estado de salud la pasada noche. YoonGi parecía estar pasando algo que no le estaba contando y eso, no aliviaba sus dudas.
— Park Jimin, Min YoonGi... —murmuraron de fondo.
Ambos volcaron la mirada hacia el asistente llamándoles. Ésta vez, tras un fuerte suspiro, fue el omega quién se levantó primero de la banca y ofreció su mano. YoonGi miró algunos segundos esa pequeña mano frente a su rostro antes de mirar hacia arriba y detenerse en aquellos ojos miel que había amado la primera vez que lo vio. Una mirada de iris cristalinos y cálidos que le trasmitían más que amor impreso.
Un amor del que supo se completó, justo esa mañana de navidad...
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flashback +18 ____________________________________
— Chicos.. ¿Se puede pasar?
Escuchó la voz de, Sana llamar fuera de la habitación. YoonGi estiró su mano hasta el celular en la mesita a su lado para ver la hora. Eran más de las dos de la tarde.
— uhju... Tortolitos~ —canturreaba.
Había cumplido su cometido. Después de darle mucho amor a su bonito chico, habían quedado tan unidos que no despertaron hasta esa hora. El pálido alfa había descubierto algo más lindo que Jimin dormido, despierto, riendo y hablando. Eso era, Jimin con una expresión de satisfacción total. Vaya que lucía tan sexy y tierno de una manera que debía ser ilegal. No podría verlo con los mismos ojos desde ese momento, ni escuchar su voz sin recordar sus gemidos como la mejor de las melodías en su oído. YoonGi movió su hombro intentando despertarle, su madre seguía en la puerta y ambos estaban en la cama desnudos. Aunque sonara tentador quedarse así, sabía que su suegrita insistiría.
— Jimin... Despierta bebé. —le llamó, susurrándole al oído. Tentativamente atrapó entre sus labios el lóbulo de su oreja. Sonrió al escucharlo gemir bajito.
— No quiero. —musitó, enterrándose más entre las sabanas y su cuerpo.
— Minnie... —besó su mejilla, y luego su cuello. Él reaccionó favorablemente dejándose besar entre suaves jadeos. YoonGi ya sabía para donde iba eso, así que se detuvo a pesar de su gruñido en contra. — Arriba.
— Los esperamos abajo. Tomense su tiempo, no hay prisa. —dijo, Sana antes de irse.
Jimin acercó su nariz a su cuello provocándole una excitante descarga. Su aroma nuevamente llenaba sus fosas nasales adormilando sus sentidos. Jimin buscó con sus manos la cara del alfa, sus ojos apenas se abrían, sus mejillas estaban sonrosadas mientras lo observaba detenidamente, como inspeccionando cada centímetro de su rostro. El omega acarició y delineó con sus pequeños dedos sus cejas, deslizándose por su nariz, sonriendo al llegar a esos pequeños lunares entre ésta y su mejilla. YoonGi observó y sonrió también antes de que el rubio levantara sus labios y uniera su boca a la suya como alguna clase de agradecimiento.
Para la sorpresa del alfa, lejos de alejarse apenado, Jimin trepó sobre su cuerpo, sentándose sobre su estómago mientras le besaba lento. Sus labios sabían tan dulces y su cercanía le encantaba. Simplemente alguna parte de sí le obligaba a mantener los pies bien plantados en la tierra por si todo eso se basaba sólo en el celo cambiando su actitud hacía él. No quería decepcionarse ni tampoco ilusionarse.
Jimin era un omega hermoso, con un aroma delicioso y un humor jodidamente adorable. ¿Y él? Bien, él recibía dinero a cambio de compañía y sexo. No tenía mucho de que alardear u ofrecerle. Min YoonGi jamás había sido inseguro de si mismo, su ego era alto, jamás había dudado de merecer tanto algo como extrañamente estaba sintiéndose entonces, mientras Jimin le besaba.
Sus manos subieron, deslizándose lento a través de la piel tersa y cálida del omega. Atravesando sus gruesos muslos, amasando con sus delgadas manos suavemente mientras Jimin comenzaba a moverse despacio sobre su cuerpo, restregando su erguido miembro contra su estómago. YoonGi siguió el camino de sus manos en ascenso hasta sujetar ambos glúteos suave y apretarlos delicadamente, apenas un poco, nada brusco.
Jimin jadeó contra sus labios durante el beso, quedándose sin aire cuando YoonGi empujó su cadera con un suave movimiento, rozando entre sus glúteos con apenas un jugueteó. Soltó sus labios y dejó caer su frente sobre el pecho del pálido con los ojos cerrados y su aliento cortado. Su manos sujetaron los hombros del alfa con fuerza mientras sus caderas comenzaban a moverse a un ritmo marcado, apretando y rozando su propia erección contra el estómago de ambos tanto como lo necesitaba.
YoonGi repartió suaves caricias con sus dedos en toda su piel, de arriba hacia abajo de su espalda, dejando a su omega darse placer contra su cuerpo, escuchándolo gemir bajo mientras sus manos apretaban sus hombros con mas fuerza a cada segundo y su respiración se volvía cada vez más pesada.
YoonGi simuló pequeñas embestidas entre sus glúteos sin llegar a más que un roce continúo cuando el cuerpo del omega se tensó fuertemente estremecido y leves lloriqueos ahogados se escucharon. Jimin había besado su pecho para acallarse a sí mismo mientras su cuerpo era liberado, manchando sus estómagos. YoonGi apretó entre sus brazos al rubio, apresándolo protectora y amorosamente mientras terminaba.
Los ojos y mejillas del omega estaban húmedos. Suaves surcos de lágrimas se deslizaban despareciendo en el pecho ajeno, en tanto su respiración se acompasaba. YoonGi dejó un beso entre su oxigenada cabellera mientras volvía a acariciar su espalda desnuda. Jimin abrió sus cansados ojos y giró su cabeza para mirar arriba.
Una vez... Solo lo habían hecho una vez, su primera vez... Y quería más. Deseaba mucho más.
Jimin miró embelesado aquellos ojos pequeños y oscuros del alfa. Una pasión enfrascada allí mismo, una oscura galaxia en sus pupilas. El omega levantó nuevamente su cabeza y unió sus labios en otro beso profundo, mientras una de sus manos se movía hacía atrás y sujetaba ahora la erección ajena para alinearla. Jimin recargó su frente contra la de YoonGi, aguantando la respiración en tanto se dejaba caer despacio, empalmándose por completo hasta el fondo. Casi podía sentir la firmeza contra el interior de su vientre.
YoonGi gimió roncamente al ser apresado en su cálido canal, mientras miraba encantado el gesto complacido en el rostro sonrojado de su chico. Jimin se sujetó de su pecho con ambas manos mientras su cadera se elevaba y volvía a bajar lentamente. YoonGi movió también su pelvis unos segundos más tarde de que este se acostumbrase. Subió sus manos y lo sujetó de su pequeña cintura mientras este lo montaba.
YoonGi pudo sentir como el nudo comenzaba a formarse e intentó no ir tan rápido, sin embargo Jimin continuó a pesar de sus propios lloriqueos, estaba a nada de llegar cuando abrió sus ojos. Cristalinamente cálidos como la miel se fijaron en los del alfa con una silenciosa súplica interna. Una, dedicada plenamente a su alfa, una imposible de rechazar. YoonGi se levantó, apresando la cintura del omega entre sus brazos, besó su pecho, su cuello y sus labios mientras embestía en contra haciéndolo llegar a su anhelada segunda liberación, una más fuerte y placentera que la primera. Su vientre fue llenado sin la posibilidad de que algo escapase con el hinchado nudo una vez más. YoonGi besó su hombro y lamió mientras sus dientes raspaban suavemente. En ese instante, con la poca consciencia existente, Jimin deseó tanto ser mordido profundamente por aquel alfa. Lo deseó tanto que casi pudo haberlo pedido llorando, pero estaba tan cansado que lo único que pudo hacer fue dormirse unos minutos sobre su hombro.
Al despertar, Jimin estaba limpio y vestido. YoonGi lo observaba dormir sobre la cama con su cabeza recargada en su mano y una sonrisa en sus finos labios. Quizá fue la mirada, o tal vez eran los neutralizadores externos que YoonGi le había rociado para hacerlo salir del efecto de su celo, pero el rostro del omega tomó un rojo debido a la vergüenza de regreso a su conciencia.
Jimin había intentado ese día evadir su mirada, pero cada que el alfa hacía una mala broma sobre morder, el moría de pena al recordar su deseo por que éste lo hiciera justo en su cuello. Con una promesa de que la marca quedara ahí para siempre.
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Presente...
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YoonGi miró a los ojos de su omega, quién con un dejo de temor esperaba a que tomara su mano. El pálido suspiró fuerte y puso su mano sobre la de Jimin levantándose. Entrelazó sus dedos y juntos caminaron hacía el consultorio de la doctora Heo.
El asistente los dejó pasar y cerró la puerta dejándolos dentro. Allí mismo, la doctora se hallaba revisando varios papeles. Ella bajó sus anteojos al percibir a la pareja.
— Buenos días muchachos. Por favor tomen asiento. —les indicó ella amablemente. Ambos así lo hicieron sin chistar. — Agradezco que hayan venido tras mi inesperada llamada. Lamento haberlo echo tan tarde, pero esto es realmente importante y no podía esperar. —añadió cautelosa.
— ¿Puede decirnos que está pasando? —preguntó serio el pelinegro.
La mujer los miró silente a ambos por varios segundos antes de suspirar fuertemente y extender las mismas hojas que estaba leyendo hace unos instantes. YoonGi los tomó y repasó brevemente, sin embargo no entendió nada de lo que decía ese montón de términos médicos. Miró a la doctora e inquirió con un gesto confundido. La mujer unió sus manos por encima de su escritorio. Parecía estar tomándose un momento antes de comenzar a hablar.
— Primero que nada... —inició. — Quiero, pedirles una sincera disculpa, a nombre de la clínica, y mía personalmente. —dijo ella seria y extraña.
— ¿Una disculpa por qué? —preguntó Jimin sin comprender.
— Bueno... N-no sé como decirles esto... —vaciló ella, apretando su sien. — ... Co... Cometimos un pequeño error en el laboratorio.
— ¿Error? —dijo YoonGi.
— ¿Qué tipo de error? —completó Jimin.
— ... Uno muy grave. —murmuró ella, alarmando a ambos.
— Hable ya... ¿Que demonios hicieron? —se exaltó YoonGi, levantándose del asiento.
— Yoon... —susurró Jimin, tratando de mantener la calma.
— De verdad, lo lamento mucho. No sé, no entiendo como pudo pasar de nuestra atención.
— Por favor doctora, sólo digalo. —imploró el omega.
— Jimin... tus exámenes fueron erróneamente aplicados. —dijo. Ambos miraron sin comprender.
— ¿Los últimos exámenes? —preguntó el pálido. La mujer negó despacio con la cabeza.
— Desde el primero. —murmuró.
— ¿Qué? ¿Qué quiere decir eso? —inquirió el rubio exaltándose un poco.
— Por favor sientense, dejenme explicarles todo, ¿de acuerdo? —pidió ella. YoonGi tuvo que hacer acopio de su paciencia y volver a su lugar. — Verán... Esto, jamás nos había sucedido antes, los exámenes realizados en nuestro laboratorio siempre han sido plenamente confiables. El examen de sangre también lo es. Pueden revelarnos un sin fin de informes sobre la salud y procedencia de una persona. Es por eso mismo que no entiendo como pudo pasar algo como esto.
— Al grano... —habló impaciente YoonGi. Jimin apretó su mano.
— Los resultados de su primer examen, el que hicimos al ingresar su expediente para iniciar el tratamiento, falló. Verán, los rastros en grandes cantidades de inhibidores beta opacaron el verdadero resultado. Me disculpo, por que es algo de lo cual debí haberme percatado desde un principio. —la mujer lucía realmente culpable.
— Por favor, basta... —suplico el omega, sus ojos comenzaban a aguarse al pensar en la probabilidad de que ningún tratamiento hubiera servido nunca. La doctora alcanzó la mano del rubio, mirándole directamente a los ojos.
— ... Jimin... Has estado embarazado desde antes de comenzar con el tratamiento. —confesó. Jimin zafó su mano de la de la doctora.
— ¿Qué? —vaciló.
— ¿Cómo es eso posible? —inquirió el pálido negando. — Jimin a tenido un celo recientemente...
— No es un celo como tal, dudo incluso que lo fuera en su estado. Sus hormonas hacen su labor cambiando todo dentro de su cuerpo, personalidad y estado anímico... Un omega en estado produce una mayor cantidad de feromonas que atraen a su pareja para ser protegidos. Naturalmente estarán más propensos, sensibles y por supuesto, deseosos. —explicó ella.
— Pero, ¿cómo pudo no darse cuenta? —preguntó el omega.
— Bueno... El inhibidor estaba en tu sangre fuertemente mezclado, opacando los niveles de estrógenos y camuflando tu estado. Después de comenzar el tratamiento este fue nivelandose pero tampoco lo noté en tu último examen. No fue, hasta anoche, que yo misma repetí los exámenes con tu última muestra y pude darme cuenta. De verdad lo lamento mucho. —les dijo mirando a ambos.
YoonGi y Jimin quedaron en silencio, sentados en completo silencio, con sus manos aun tomadas y sus expresiones llenas de una confusa mezcla de sentimientos en sus rostros.
Embarazados...
Estaban esperando...
¡Dios santo!
¿Esa mujer hablaba en serio?
Jimin miró con ojos acuosos a YoonGi y después bajó la mirada hacia su vientre, abrazándose protectora e inconscientemente. Un bebé... ¡UN BEBÉ!
¡¿Había un pequeñito ahí dentro?! ¿Desde cuándo?
— ¿Cu... Cuánto? —preguntó balbuceante. Jimin estaba impactado pero se obligaba a hablar para no divagar. No estaba soñando, ¿cierto?
— Un mes aproximadamente.
— ¿Quiere decir entonces que el tratamiento fue en vano? —preguntó el alfa.
— No, no, no... Fue bueno, Jimin necesitaba liberarse de todo ese inhibidor para poder llevar un embarazo con menos riesgos. Pero... desafortunadamente un tratamiento hormonal en medio de un embarazo también puede tener consecuencias negativas. Es una suerte que solo aplicáramos dos inyecciones. No creo que suceda algo pero si debemos estar muy al pendiente.
— ¿Está diciendo que puede haber algo malo con nuestro bebé? —indagó preocupado Jimin.
— Hay, una muy pequeña posibilidad, pero no podemos estar seguros hasta el tercer mes. —vaciló. YoonGi se levantó de golpe de nuevo con una genuina expresión colérica.
— Tenga por seguro que si algo le pasa a Jimin, o a mi hijo, usted inepta y toda esta maldita clínica pagará las consecuencias. —advirtió.
— ¡YoonGi! —Jimin trató de calmarlo nuevamente, pero esta vez no funcionó.
— Señor Min, está en todo su derecho de estar molesto pero no aceptaré que me falte al respeto...
— Vámonos Jimin. —le dijo tomándolo de la mano y dirigiéndose a la puerta, dejando a la doctora con la palabra en la boca.
YoonGi salió apresurado con Jimin casi corriendo de su mano para alcanzar su paso. Él estaba más que molesto, estaba furioso. Furioso como nunca lo había estado en su vida. Joder... Si perdía a uno de los dos por su culpa, podría volverse loco y cometer estupideces.
— Yoon... —le llamó Jimin. Pero YoonGi iba demasiado ensimismado en pensamientos como para escucharlo. — Yoon... —volvió a llamarle. — ¡YOONGI! —gritó deteniéndose y soltándose del agarre del pálido. YoonGi volteó a verle entonces.
— Jimin... —susurró muy bajo. Su expresión cambió a una de temor y preocupación.
El omega casi pudo sentir ese susurro como un llamado doloroso. Como un leve llanto interno. Jimin arrojó sus brazos alrededor del cuello de YoonGi, dejando que este reposara su cabeza contra su pecho. YoonGi abrazó Jimin de la cintura fuertemente, soltando el llanto. Jimin le acarició el cabello con ligeros arrullos. Él también tenía miedo, le dolía pensar que todo fuese en vano. Le dolía pensar que tal vez su pequeño pudiese llegar a tener algo mal después de desearlo con tanto fervor y anhelo. Le dolía ver a su alfa destrozado, vuelto un mar de lágrimas después de haber conocido su lado atrevido y gracioso. De alguna forma se sentía culpable por haberlo hecho quebrarse. Jimin deseaba ver a ese YoonGi tonto y altanero del que se enamoró siempre, no quería hacerlo sufrir.
— Estaremos bien... No te preocupes. Todo estará bien... —le susurró.
Jimin recargó su mentón sobre la cabeza pelinegra del alfa llorón y sonrió justo antes de sujetar su rostro con ambas manos alejándolo de su pecho. YoonGi estaba todo lleno de lágrimas avergonzado y con la nariz roja. Jimin le miró dulcemente con una amplia sonrisa. El pálido no entendía el por qué de su sonrisa, pensando que tal vez se burlaba de él.
— ¿Qué es tan gracioso? —habló con la voz enronquecida por el llanto.
— Que este... —dijo poniendo su mano en su vientre. — Es el mejor regalo de navidad que nadie pudo darme... Gracias. —susurró, sellando sus labios con un dulce y salado beso lleno de sentimientos.
Sin importar nada, sin importar qué, Jimin era en ese momento el omega más feliz del mundo. Y una vida no le alcanzaría para agradecerle a aquel tonto y guapo alfa por darle un si.
Este pastelito estuvo en el horno desde la primera noche juntos uwu
¿recuerdan que YoonGi dijo que era un fucking pro? 7w7
MIN∆BRIL
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