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🐾 XXIV

Sus pies no dejaban moverse con ansiedad expresa, sus ojos no paraban de mirar los mismos carteles sobre atención médica de fecundación invitro, donde personas totalmente desconocidas hacían el papel de padres con bebés en brazos y una aparente alegría inmensa yaciendo en sus rostros. También, los muros estéticamente estériles con colores neutros de la clínica y los pasillos no tan concurridos desde hace media hora. El omega bajó la mirada a sus manos y por primera vez, sintió algo de temor... 

¿Qué haría si realmente estaba esperando? 

Es decir, tanto planearlo para que ahora estuviera prácticamente temblando a la espera de los resultados de su prueba sanguínea. ¿Él realmente podía estar esperando? ¿O tal vez estaba soñando? ¿Qué pasaría después? 

Era hasta ahora, en este punto, en este mismo instante que recién se lo preguntaba y sus manos no dejaban de sudar cada que se escuchaban los pasos de los empleados caminando cerca por alguna razón. Estaba tan abstraído que ni siquiera escuchaba la voz de pálido alfa a su lado. No fue hasta que YoonGi puso su mano en la rodilla del rubio para detenerla, que éste reaccionó. 

— Tranquilizate. Me estás poniendo nervioso a mi también. —le murmuró. Su voz resonaba con leve eco en el lugar apesar de hablar bajo. Jimin lo miró algo tenso. 

— No debimos venir... Digo... No todavía... —vaciló. 

— No perdíamos nada con venir. Sólo es para salir de dudas. —le consoló. El omega respiró profundo llenando sus pulmones de aire.

Ese era el problema. Jimin temía salir de dudas... Por un lado, estaba el que el tratamiento hubiese funcionado rápidamente y por otro, el que se estuvieran apresurando a algo que tal vez no pasaría hasta dentro de meses o incluso años como había mencionado la doctora en su primera visita. Y eso, solo en el remoto caso de que funcionase el tratamiento puesto que su cuerpo estaba lleno de inhibidores que alteraron su sistema. En este momento, Jimin solo quería meterse bajo las sábanas de su cómoda cama, acurrucarse y no salir de ahí por algún buen tiempo. Definitivamente, tenía miedo de recibir tanto un no, como un sí. 

— Park Jimin. —murmuraron tras abrirse la puerta de un consultorio. 

Un joven beta con el gafete de asistente de laboratorio le llamó. Jimin y YoonGi se levantaron de la banca en la que esperaban, asintiendo a la señal que les hizo el joven para que lo siguieran de vuelta al ascensor que los llevaría de regreso al consultorio de la doctora Heo. Un trayecto de sumo silencio hasta entrar a el y que el muchacho se retirara. 

— Tomen asiento. La doctora Heo le vendrá en un minuto. —les dijo amable. 

— Gracias. —le dijo YoonGi. 

Ambos se sentaron y esperaron. Efectivamente, la doctora entró a los pocos minutos con la misma carpeta que llevaba el asistente. 

— Hola de nuevo muchachos. —saludó amable, poco antes de dirigirse a su asiento habitual tras el escritorio y dedicarle un tiempo a observar los análisis que le entregaron. 

— ¿Hay algo nuevo? —preguntó el pálido alfa impaciente. 

A su lado, Jimin solo podía verse más pequeño de lo que era debido a los nervios. La mujer los miró, asintió sin ninguna expresión en su rostro que les indicase algo y volvió a mirar los resultados una vez más antes de dejarlos en el escritorio, entrelazar sus manos y decir...

— Jimin... —le llamó al omega, consiguiendo que sus ojos le mirasen. — ... Me temo, que aún... No estás embarazado. —le confirmó delicadamente. 

YoonGi rodeó su cuerpo con un abrazo. De alguna forma, Jimin lo esperaba, pero no dejaba de ser desoladora la noticia. 

— ¿Y sus síntomas? ¿Él esta enfermo entonces? —preguntó el alfa. La doctora le dedicó una pequeña sonrisa. 

— Como ya les había mencionado la vez pasada, un tratamiento hormonal puede acarrear algunos pros y contras. Es normal que en algunas personas, los estrógenos y la progesterona del tratamiento hormonal puedan causar malestares estomacales, nauseas, mareos, aumento o disminución de peso, irritabilidad e incluso nerviosismo. —ella miró al omega. — Jimin, tu cuerpo se estará adaptando a ellas durante este periodo. Piensa, que las hormonas que te implantamos son como una alocada fiesta llena de integrantes que invadirán cada habitación de tu casa y la voltearán de cabeza. Tu cuerpo careció de ellas durante un largo tiempo y por tanto se están haciendo cargo de que todo cambie. Quizá sea por eso las nauseas que experimentaste. También tu cuerpo y tu mente pueden estar más sensibles pero eso será conforme el tratamiento avance. Es muy pronto para tener resultados positivos aún, pero no todo es malo, hay buenas noticias. —contó.

— ¿Cuáles? —se animó a preguntar con su propia voz. 

— Bueno, noté que con tan solo esas dos inyecciones hemos logrado que el porcentaje del inhibidor beta vaya en descenso. Lo cual quiere decir que en poco tiempo tu cuerpo lo filtrará de tu sangre hasta que este desaparezca en su totalidad. Lo demás como dije, dependerá de ustedes y cuanto lo intenten. Tus síntomas y esa barriguita se irán en cuanto más actividad física tengan. —les dijo con una sonrisa. 

El omega no pudo evitar sonreír por primera vez en el día tímidamente. ¿Por qué las palabras de esa doctora parecían inofensivamente pervertidas? ¿Actividad física?

— Comprendo, pondré todo de mi parte doctora. —dijo el desvergonzado alfa solemnemente. Como si de una venturosa misión se tratase. 

La doctora le sonrió a la linda pareja antes de levantarse, salir de su consultorio y despedirse hasta su próxima sesión. YoonGi notaba lo desanimado que el rostro de su omega se veía, realmente no le gustaba verlo así. 

— ¿Qué pasa? ¿No estás feliz? —preguntó mientras caminaban hacia el exterior de la clínica. — Manzanita... —YoonGi se detuvo y entrelazó sus manos. — ... Sé que aún no he cumplido mi promesa de darte un bebé. Pero ya oíste a la doctora es casi un hecho que podrás embarazarte. ¿No te hace feliz eso? —le susurró, buscando sus ojos. 

— No es eso, claro que me hace feliz. Es solo que... —Jimin soltó sus manos y caminó unos pasos antes de detenerse. YoonGi lo alcanzó. 

— ¿Qué?

— No lo sé... Tengo miedo. —admitió. 

— ¿Miedo de que no funcione? —indagó. Jimin dudó. 

— Y de que funcione también. A-ambos... Supongo. —dijo dándose la vuelta, sin poder mirarlo. YoonGi siguió su movimiento y se paró frente a él. 

— ¿Qué dices? ¿Te arrepentiste? —inquirió sorprendido. 

— ¡No, no! Yo... Si quiero. Quiero un bebé, quiero un cachorrito nuestro pero... No lo sé... Me da miedo no poder ser un buen padre cuando eso suceda... Me da miedo no poder hacerlo bien. —musito, confesándose desconsolado. YoonGi lo atrajo entre sus brazos, apretándolo fuerte mientras Jimin abrazaba su cintura. 

Ninguno tenía experiencia, ninguno tenía la certeza de ser un buen padre. ¿Pero quién la tiene? Nadie nace sabiendo sobre como serlo. El tiempo lo dictaría y juntos aprenderían, eso estaba más que claro. Sin importar que sucediera en el futuro, ambos estarían unidos en ese camino en busca de una familia. 

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Esa misma noche, YoonGi quería demostrarle a Jimin que podría hacer de todo para complacerlo, que nada le faltase ni ahora, ni más adelante. Por ello, se había comprometido a preparar una esplendida cena apenas llegaron a casa, luego de pasar por el supermercado donde el omega lo convenció de comprar cajas de galletas, flanes, helado y twinkys de vainilla alegando que todo era por su tratamiento y a lo que YoonGi no dudó en complacer sin chistar sus caprichos. Y no, no es que fuese un mandilón, simplemente quería mimar en todo aspecto a ese bomboncito de omega antes de comenzar a seguir al pie de la letra las indicaciones que les dejó la doctora Heo. 

Una vez su pancita estuvo llena, el pálido alfa levantó sus platos para llevarlos de nuevo a la cocina y buscar el postre de su amado chico apple-pay. Mientras él se encargaba, Jimin aguardaba en la sala, con su pies arriba del sofá y la computadora portátil en sus piernas mientras esperaba a que se conectara la videollamada. Llevaba casi una semana sin hablar con su madre y menos con su hermano Chan o su familia, quienes para ese momento seguro no tardaban en regresar a la ciudad. La situación había estado algo tensa como para comunicarse con ellos. 

— ¿Prefieres helado o flan de postre? —indagó el peliblanco con un leve grito, abriendo la nevera. 

— ¡Helado! —confirmó gustoso. Regocijándose con una sonrisa y frotando sus manos entre sí. 

¿Quién comerá helado? —preguntó la señora Sana desde la pantalla de la computadora. 

— Hola mamá. 

Hola mi amor, ¿como has estado? —la cabellera negra de su madre ocupaba más la pantalla que su rostro mientras acomodaba el zoom de su cámara. 

YoonGi regresó a la sala con un bote pequeño de helado de crema y galletas oreo, el cual le dio al omega antes de asomarse a saludar a su querida suegra. 

— Señora Sana, que hermosa se ve... Su frente. —le saludó. Sana al fin enfocó la imagen y afinó la mirada solo para decir... 

Yoonie querido, ya puedo ver tu raíz desde aquí... 

YoonGi llevó su mano a su cabeza. Claro, llevaba semanas sin teñirse. Jimin rió por la puntada de su madre y aceptó el bote de helado pero lo puso en la mesita de centro un momento, en tanto el pálido alfa se sentaba a su lado disfrutando del dulce aroma del omega mientras este lo dejaba circular cómodamente en el ambiente. 

— ¿Cómo están por allá? ¿Papá? —preguntó. 

Oh, muy bien cariño. Anunciaron que la temporada terminaría pronto y tu padre se emocionó por poder volver a pescar con sus amigos. Sabes como se pone cuando se trata de pesca. —le contó. 

YoonGi alcanzó el bote de helado y metió su cuchara para tomar una porción mientras Jimin y su madre conversaban. 

— ¿Sabes cuando volverán Chan, Baek y los pequeños? No he podido hablar con ellos. 

Oh... ¿Entonces no lo sabes? —dijo sorprendida. Jimin movió la cabeza sin comprender. 

— ¿Saber qué? —preguntó. 

Oh, realmente no lo sabes. Bueno... A Chan le dio influenza apenas al segundo día en Jeju. Pero no los dejaron volver hasta que fuese atendido y curado. Lo pusieron en cuarentena y todo... Pobre de mi Channie. —contó con pesar. 

— Oh, ¿pero él ya está mejor? —quiso saber el rubio. 

Afortunadamente la detectaron a tiempo y recibió atención muy rápido. Él está mejor. —dijo. 

— Me alegra. Ya los extraño. —mencionó divagando. 

¿Y que tal ustedes? ¿Cómo esta mi nietecito? ¿Ya se nota? —inquirió su madre. 

En ese instante, Jimin se tensó ligeramente. No, ni siquiera había uno aún... 

¿Puedo ver tu barriguita cariño? —continuó emocionada. El omega miró atrás, sobre su hombro. La mirada de YoonGi era una de apoyo y complicidad. 

— Claro que sí. —mencionó él. Jimin abrió mucho sus ojos. Por un momento pensó que lo ayudaría a sacar otro tema, no que haría lo que iba ha hacer. 

YoonGi se levantó y halo casi a la fuerza a Jimin quién renegando terminó de pie. Las manos del pálido alfa se apoderaron de las orillas del suéter del omega para levantarlo despacio. Jimin se sintió algo incómodo, pero comprendió unos segundos después. YoonGi estaba usando su vientre hinchado tanto por su tratamiento como por su cena previa. Su madre sonrió complacida y enternecida al ver la leve curvatura en el vientre de su querido hijo. Su emoción era tangible cuando derramó algunas lágrimas rebeldes. El corazón del omega se dividía entre lo tierna que se veía su madre conmovida por su supuesto embarazo y lo culpable que se sentía al mentirle. 

— Mamá... 

Lo siento mi cielo... —ella secó sus ojos húmedos con un pañuelo. — Es que... Te vez como un mochi de fresas. 

— ¿Dulce y rellenito? —completó el peliblanco. Jimin lo miró mal por seguirle el teatro a su madre. 

¡Si! ¡Dulce y rellenito! —lloriqueo adorablemente su madre. 

— Un lindo mochi, ¿eh? —molestó. YoonGi dejó un beso en la mejilla de Jimin antes de cubrir nuevamente su pancita y regresar ambos a su asiento. 

Jimin no quería seguir con ese tema, así que optó por despedirse o YoonGi y su madre comenzarían a ponerle más apodos. 

— Ya debe ser algo tarde allá mamá. Te dejo descansar. —apuró. 

Oh, bien. ¿Llamarás más seguido? —quiso saber. 

— Lo haré. Saluda a papá de mi parte, ¿sí?

Seguro cielito. Nos vemos Yoonie querido. —se despidió de su yerno también. 

— Hasta luego. —se despidió luego de robar otra cucharada de helado y comerlo. 

— Te llamaré mañana. Buenas noches. —se despidió finalmente de su madre. 

Jimin tardó un par de minutos observando la pantalla antes de alcanzar la computadora y teclear rápidamente en el buscador algo. 

— ¿Qué haces? —indagó YoonGi. 

— Busco los efectos secundarios de mi tratamiento. —dijo serio. El alfa no comprendió exactamente para qué, solo asintió y siguió comiendo helado. — Aquí está... 

— ¿Qué dice? —quiso saber mientras se asomaba y recargaba su mentón sobre el hombro del omega. 

— Los componentes de un tratamiento hormonal puede causar los siguientes síntomas... Malestar estomacal, vomito, nauseas, aumento o perdida de peso, mareos, nerviosismo, irritabilidad, depresión, oscurecimiento de la piel... 

— Cambios en el deseo sexual... Eso si me interesa... —molestó el pálido mientras leí. Jimin lo golpeó levemente con el hombro antes de seguir leyendo lo que la información decía. 

— Perdida... ¿perdida de cabello? ¡No quiero estar calvo! 

— Serás un hermoso calvito. —siguió molestándolo mientras reía. 

— ¡No estaré calvo! —defendió su cabello oxigenado. Quizá era una mala idea después de todo. Jimin siguió leyendo. — También puede haber calambres en las piernas, inflamación del vientre... Enrojecimiento en... ¡Oh dios no quiero seguir leyendo! —exclamó abochornado mientras dejaba la computadora a un lado y cubría su rostro. 

Definitivamente podía arrepentirse, aún tenía tiempo. 

YoonGi se acercó y lo atrajo a sus brazos sin intensión de molestar más. 

— ¿Quieres continuar? —preguntó serio. Jimin destapó su rostro y lo miró hacia arriba. 

— ¿Tú quieres? —preguntó a su vez. 

— Quiero todo contigo manzanita. No me importa si estas calvo o teñido, si subes de peso o más bipolar de lo que ya eres... —le dijo con una sonrisa burlona. Jimin apretó sus labios para no reír y aparentar verse molesto por lo último. — Quiero una larga vida contigo porque jamás tendré suficiente de tus labios, o tu aroma... O tu... 

— Helado...

— ¿Hm? —musitó sin comprender. Jimin miró el bote vacío del helado. 

— ¿Te comiste todo mi helado? —susurró mostrándole el botecito. YoonGi ni siquiera se dio cuenta de cuando se lo había terminado. — ¿Y ahora que comeré? —dijo con un leve puchero. 

— Yo sé que puedes comer. —murmuró, acercándose sospechoso. 

— ¿Qué? —musitó el omega algo intimidado por el poco espacio pero no se alejó y esperó a que él alfa estuviera lo suficientemente cerca de su oído. 

— A mi... —susurró con una sonrisa. 

Jimin humedeció sus labios antes de morderlos reteniendo de nuevo una carcajada nerviosa cuando YoonGi estuvo cerca para reclamarlos en un beso travieso y amoroso que les hizo caer de espaldas en el sofá. Sonriendo entre pequeños besos en su cuello, el omega se olvidó por un momento de aquellos miedos y posibles contraindicaciones. Disfrutando de la aromática esencia cítrica de mandarinas que tanto le gustaba y el alfa, de ese delicioso pay de manzana por el que daría todo por obtener más que sólo una rebanada.


Skdkfkfjf perdón, les debo la insulina, no hay en el inventario unur

Pushele aquí para más placer
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MIN∆BRIL

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