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🐾 XIX

Dos días más tarde habían pasado sin ninguna novedad en el caso de Jungkook. Tras un periodo de una semana completa de su desaparición la búsqueda se había redoblado. Tanto Seokjin como sus amigos cercanos estaban al pendiente de cualquier señal al respecto. YoonGi apreciaba que Jimin también quisiera estar presente como la parte importante que era para él. Sin embargo, luego de contarle el deseo por regresar a la universidad, el peliblanco estuvo más que de acuerdo y lo alentó a retomar sus estudios. Incluso, ¿por qué no?

La edad no era un impedimento para que él también los retomara. YoonGi pensaba en retomarlos también y quizá, en un no muy distante futuro podría conseguir un buen empleo que no tuviera nada que ver con el pasado. Y no, no es porque se avergonzara, sino más bien porque al haberse unido a Jimin tanto en cuerpo y alma, le hacia imposible estar con alguien más. Por respeto y por amor, su bonito chico apple-pay, merecía eso y más. 

Un mejor, y más cursi Min YoonGi. 

Es por eso que apartó este día, apoyar a su amigo era importante, pero su futuro con Jimin debía ir tomando forma y ese día comenzarían a paso firme. El pálido alfa colgó el teléfono de su sala luego de una última llamada. Esperaba no haber hecho mucho ruido, puesto que Jimin aún estaba durmiendo en su habitación. Todavía era muy temprano, había escapado de los brazos de su omega y aún estaba en pijama pero quería tener todo listo. Era ahora o nunca. Se dijo a sí mismo. Regresó por el corto pasillo haciendo en tonto bailecito hasta el dormitorio. Allí, cual bello durmiente estaba su oxigenado favorito. Se acercó y subió sobre la cama para despertarle cual cuento de hadas con un casto beso en los labios y uno más en la frente. 

— Manzanita. Despierta. —le susurró dulcemente.

El omega no tardó mucho en abrir sus bonitos ojos en su dirección. Aunque ligeramente extrañado por la hora. Quizás había sucedido algo importante o hubiese nuevas noticias. Jimin se levantó casi de golpe.

— ¿Qué pasa? —preguntó de inmediato.

YoonGi sonrió puesto que el rubio se veía realmente lindo y gracioso con la marca de la almohada en su mejilla derecha junto a su cabello medio revuelto. El pálido alfa acomodó su cabello cariñosamente. 

— Nada malo. Solo quería saber si te gustaría venir conmigo a desayunar algo afuera. —le propuso. Llenándole de pequeños besos las mejillas. Jimin frotó sus ojos para despertar mejor sonriéndole. 

— Claro, si. 

— Vale, entraré primero a bañarme. —dijo levantándose de la cama. —Y  luego tú... O puedes acompañarme... —añadió picarón. Jimin rió antes de aventarle una almohada pero YoonGi cerró la puerta a tiempo. 

...

Después de una manita de gato ambos salieron del edificio. Jimin saludó a su nuevo amigo Kihyun, quien se despedía de su pareja para ir al trabajo. La vida de ese muchacho había cambiado ciento ochenta grados. De ser un chico adinerado sin más preocupaciones que la universidad y sus fiestas universitarias, a ser un ayudante de mecánica automotriz. Dicen que el amor podía cambiar a una persona por completo, y en eso Jimin estaba muy de acuerdo. La prueba, estaba a su lado, caminado de la mano. 

YoonGi le llevó hasta un pequeño restaurante no muy lejos de su departamento al que apreciaba con demasía. Un lugar muy especial, con una historia. Jimin y él se sentaron a una de las mesas del centro. El lugar era amplio, bastante iluminado y familiar. A primera vista, le fascinó al rubio omega. Jimin también pudo ver una sonrisilla oculta el peliblanco. ¿Qué se traía? 

— ¿A qué se debe tanto misterio? —preguntó tratando de descubrirlo. Sabía que algo le estaba ocultando para verse tan contento.

— ¿No puedo simplemente estar feliz de salir con mi lindo chico? —pronunció haciéndole sonrojar. Jimin negó divertido. YoonGi no sabía disimular y pronto sabría que se traía entre manos. 

— Como digas. —le dijo sarcástico, ocultando su risa tras la carta del colorido menú. 

— Este lugar es mi favorito ¿sabias? —le comentó inquieto. En efecto, YoonGi no servía para disimular en absoluto. Jimin le miró asomando solo su ojos. — Sirven un delicioso pay de manzana. También de limón pero prefiero las manzanas. —prosiguió. 

YoonGi apretó los labios intentando no reír por su chiste personal. Ansioso jugó con sus pulgares sobre la mesa. ¿Desde cuándo era tan nerviosito? Tomó su menú también para ordenar algo para desayunar. El menú de ese día era particularmente variado, desde cortes, brochetas, pastas hasta postres. Visualmente era un banquete por cual no sabes donde empezar. 

Una menuda chica pelinegra de uniforme llegó hasta su mesa con un suave saludo.

— Buen día, bienvenidos. ¿Desean ordenar ya? —preguntó amablemente. Pero su atención fue llanada de inmediato al reconocer un rostro familiar. — Oh... ¿YoonGi? ¡Que gusto verte! —la chica sin dudar le pidió un abrazo. 

YoonGi al reconocerla también se levantó a darle un corto abrazo. Jimin no pudo evitar que sus ojos barrieran de pies a cabeza a esa, (para su mala suerte y celosa cabeza) hermosa y menuda omega. Aclarando su garganta Jimin proclamó su presencia fuese advertida. El peliblanco tomó asiento nuevamente.

— Jimin te presento a Jihyo. Jihyo, él es Park Jimin, mi pareja. —los presentó. De alguna manera ese, "mi pareja" había sonado tan refrescante a los oídos del rubio. Quien con una amplía sonrisa saludó a la chica. 

— Mucho gusto, les deseo prosperidad. —se inclinó amable. Ella miró con nostalgia a YoonGi, casi parecía orgullosa. — De verdad se te extraña mucho aquí. Hace tanto no venías. 

— Yo también los extraño. Pasaré a saludar luego a Sawol. Aún me debe dos turnos la muy tacaña. —platicaron muy cordiales y sonrientes.

— Oh, pero antes les traeré su comida. ¿Qué desean comer? —dijo la chica, preparada con su pequeña libreta y lápiz que llevaba tras la oreja. 

— Yo quiero... Un expresso, waffles para empezar. Después algo de carne, filete y puré estaría bien, sin pimienta por favor. También jugo de naranja y pay de manzana. —pidió tranquilamente. La chica apuntó todo correcto y luego prosiguió con la orden de Jimin. 

— ¿Qué le traigo? —preguntó sonriente. 

— Un capuchino, madalena de arándanos y fruta por favor. —pidió simplemente. YoonGi no pudo evitar notar su falta de apetito. Ni siquiera había pedido un postre. 

— Muy bien. En seguida vuelvo con su orden. —decretó la joven pelinegra. Retirándose un momento.

— ¿Estas bien? —quiso saber. 

— ¿Por qué lo preguntas? —murmuró, ligeramente a la defensiva y esquivándole la mirada disimuladamente. YoonGi sonrió ladino mientras se cruzaba de brazos. Ah, sabía tan bien las expresiones de su manzanita. 

— Conozco ese gesto. —le dijo. — Park Jimin eres demasiado celoso. —le molestó un poco. Jimin le miró ofendido.

— ¿Celoso yo? —dramatizó. YoonGi asintió.

— No veo a nadie más aquí haciendo pucheros. —señaló alrededor. Había poca gente en ese momento.

— Yo no hice ningún puchero, ni estoy celoso. Imaginas cosas. —siguió haciéndose el ofendido. — Además, si hablamos de celos, creo recordar cierta vez en le gruñiste a mi amiga. 

— Era una alfa dominante, ¿qué querías hiciera? —se excusó. 

— Y esa chica es omega... —se le salió decir. En automático guardó silencio. 

— ¿No que no? —le dijo socarrón. 

— Pues sí, si me dio celos. ¿Y? —masculló a regañadientes. YoonGi amó verlo nuevamente en su faceta rebelde. 

— Jihyo y yo nos conocemos desde hace muchos años. ¿Recuerdas que te conté que después de que mi madre enfermó tuve que buscar empleo? Fue aquí. Yo atendía en este mismo lugar, llevando y trayendo comida a la gente. Después de su muerte... Dormía en la parte de atrás porque no tenía una casa. Ésta fue mi casa hasta que conocí a Seokjin. Y si te traje aquí... —YoonGi tomó las manos de Jimin sobre la mesa. — Es por que es especial, y porque tengo dos cosas importantes que decirte. Pero eso será después del desayuno. Muero de hambre. —le dijo cortando el momento romántico y soltándole las manos. Aquel omega que andaba volando entre nubes y corazones cayó de golpe ante la falta de tacto del alfa. 

Lo arruinas, Min. 

...

Durante el desayuno, Jimin moría de la curiosidad. YoonGi no había dicho ni pío y lo tenía en ascuas. Necesitaba con urgencia saber que tanto tramaba tras esas palabras. Incluso luego de comer sus madalenas y su capuchino el hambre se le había ido. Su fruta ni la había tocado y solo observaba al pálido alfa zamparse la comida como si no hubiera un mañana. Al perecer, tener la boca llena era una excusa para no hablar pronto. Y vamos, en parte era así. YoonGi estaba haciendo tiempo para decirle. Incluso se estaba preparando mentalmente para lo que saldría de su boca y el gran, gigantesco paso que iban a dar. YoonGi comió por último su pay con una lentitud desesperante. Jimin no podía más con la anticipación, su pierna subía y bajaba con ansiedad por debajo de la mesa haciendo menear el mantel. Si no se apuraba a comer, tomaría su condenado pay y lo aventaría por la ventana. Cuando la última porción fue comida, el omega no resistió más.

— Yoon...

— Jimin. —le interrumpió haciéndole una seña para que guardara silencio y esperara. 

YoonGi se levantó con suma tranquilidad. Sacó su billetera y pidió la cuenta. Tan solo unos minutos después y con todo pagado, el peliblanco se acercó a su omega y le pidió su mano para marcharse. Jimin no tenía idea de que rayos se trataba tanto enigma. No comprendía lo que sucedía en absoluto. Ambos salieron del restaurante y la omega de hace un rato se despidió con la mano alegremente, viéndolos marcharse. 

YoonGi le llevó de la mano, caminando por la acera de la calle hasta detenerse en seco. 

— ¿Qué es todo esto? —se animó a preguntar el rubio.

YoonGi se paró frente a él, sorprendiéndole al tomarle con ambas manos su rostro y luego bajando. El pálido alfa metió su mano a uno de los bolsillos de su chaqueta ante la mirada atenta y amplia de Jimin. YoonGi sacó una sortija de plata grabada, acompañada de una sonrisa única. 

— Era de mi madre. Me la dio, para el día en que conociera a la persona indicada. Quiero dártelo, porque la mereces en lugar de un arillo insignificante. —murmuró. 

YoonGi se arrodilló una vez más, pero esta vez era más en serio que nunca. Los ojos de Jimin se volvieron acuosos. YoonGi le puso la sortija en su dedo anular y el omega no esperó a que éste se levantase para arrojarle los brazos al cuello y abrazarlo. No era un gran anillo de brillantes diamantes ni mucho menos, pero para Jimin significaba demasiado. Estaba sumamente feliz. 

— Aún hay algo más importante. —le dijo durante el abrazo. 

— ¿Qué podría ser más importante? —lloriqueo el rubio sin soltarle. 

— Esto. —murmuró dándole la vuelta. Estaban justo en frente de una clínica. Una, especializada en fertilidad. — Agende una cita para nosotros. Estamos justo a tiempo. —le dijo, mirando su reloj. Jimin estaba tan sorprendido que ni una palabra salía de su boca. 

Sus manos sudaron y sus nervios se desataron. Allí estaban, a solo un paso de cumplir su mayor anhelo. Pero, ¿y si sólo era eso? Su anhelo. Jimin volteó a ver YoonGi interrogante. No quería a que se apresuraran ante algo tan importante.

— ¿De verdad quieres hacerlo conmigo? —susurró, mirándole a los ojos. YoonGi disipó todas sus dudas con un beso. 

— Quiero hacerlo. 

YoonGi le sonrió por enésima vez, consciente de que jamás había sonreído tanto en su vida. Tomó de la mano a su omega y juntos entraron a la clínica.

Jimin había visto varias veces los anuncios sobre la misma, y sabía que era buena, pero también era realmente cara. Incluso el piso del lugar lucía costoso, tanto que se sentía culpable de pisarlo. Ambos llegaron hasta la recepción donde algunas señoritas de uniforme rosa le atendieron. 

— La doctora Heo le espera en su consultorio. Subiendo las escaleras, al fondo, quinta puerta a la derecha. —les indicó. 

Siguieron sus indicaciones hasta llegar. Al llegar, tocaron a la puerta. Solo un instante después abrieron. Una omega castaña de mediana edad les recibió cordialmente. La mujer de bata blanca les saludó a ambos. 

— Mucho gusto, ¿Señor Min y Park cierto? Yo soy Heo Jiwoo. —se presentó, dándoles la mano. — Pasen por favor. 

— Muchas gracias. 

— Es un placer, bienvenidos. Tomen asiento por favor. —les indicó los asientos frente a su escritorio. — ¿Es su primera vez? —les preguntó la doctora al verlos algo nerviosos.

— ¿Disculpe? —balbuceó el peliblanco. Sí, incluso a YoonGi le temblaron las piernitas. 

— Su primera vez en una clínica de fertilidad. —continuó la doctora con una sonrisa. 

— L-lo es. —habló Jimin. 

— Lo supuse. Tranquilos. No hay nada que temer. Muchas parejas como ustedes llegan aquí y esa expresión es difícil de olvidar cuando es la primera vez. ¿Les importa si hago algunas preguntas? —indagó. Ambos asintieron. 

La doctora recopiló algunas hojas sobre su escritorio y un bolígrafo. 

— ¿Por qué desean un bebé? —preguntó. 

Jimin y YoonGi se miraron. Era una pregunta con una respuesta que podría ser malinterpretada. El rubio pensó un poco, de cierta forma, su razón podría parecía egoísta para alguien más. 

— Yo... Hace un mes supe que podría quedar estéril para siempre. Siempre me han gustado los niños. —Jimin miró sus manos sobre sus muslos. — Quise embarazarme antes de que eso sucediera. Creí... Que nadie se fijaría en mi si era un omega estéril. —contó avergonzado. YoonGi sujetó su mano, aliviando su tristeza.

— Jimin, ser estéril no es un impedimento para que alguien se fije en ti. Sé que estamos saliendo de una era en la que era así, anteriormente la jerarquía era más opresiva, el alfismo predominaba por sobre todas las leyes y normas impuestas en nuestra sociedad, pero ha cambiado mucho desde entonces. —le dijo. Jimin asintió, ahora lo sabía. Lo comprendía. — Ahora, ¿cómo supiste que podrías quedar estéril? ¿Hiciste un examen? —inquirió la doctora.

— Sí. 

— ¿En dónde? 

— Un laboratorio. 

— Ya veo. ¿Te importaría sí hago uno para abrir tu expediente? —le preguntó. 

— Claro. 

— Bien. —ella escribió algo en un papel antes de levantarse. — Señor Min, usted también debe hacerse un examen para abrir su expediente. Pero el suyo es un poco diferente. ¿Le importaría ir a la segunda puerta al final del pasillo?

— Seguro. —YoonGi tomó el papel y lo leyó. Debía hacerse un examen de conteo seminal. Las pálidas mejillas del alfa se sonrojaron. Y la doctora le invitó a retirarse amablemente. Una vez salió, la mujer prosiguió con el rubio.

— Tomaré una pequeña muestra de tu sangre para analizarla. ¿De acuerdo? 

— Bien. 

La doctora buscó en su cajón una jeringa nueva y un pequeño recipiente para ponerla después. Tomó un algodón con alcohol y desinfectó la zona del brazo en la que tomaría la muestra.

— No dolerá casi nada, será muy rápido. La mandaré al laboratorio de aquí y un rato sabremos si tu diagnóstico fue confiable. —le dijo sonriente. Hablando para distraerlo en lo que le insertaba la aguja y sacaba su sangre. — Listo. Ya está. 

La doctora le dejó un algodón presionando en su brazo por si alguna gota de sangre extra salía. Como si se tratara del pediatra, la doctora le acercó un frasco con galletas de chispas de chocolate para recompensarle. Aunque en realidad era para nivelar la de la sangre que había tomado. Jimin tomó la galleta mientras la doctora salía a entregarle la muestra a su asistente. 

— ¿Qué pasará si soy estéril doctora? —preguntó temeroso. 

— No apresuremos diagnósticos. Hay que saber primero qué es lo que esta causando el que no te hayas embarazo todavía. —ella tomó asiento tras su escritorio de nuevo. — Supongo, que no se han cuidado, ¿cierto? —indagó. Jimin asintió. — ¿Desde hace cuánto?

— Dos semanas apenas. 

— Vaya, eso es muy poco tiempo. —la mujer apuntó todo en sus notas. — ¿Durante algún celo? 

— Sí. 

— Bien, eso es bueno. Durante los primeros días del celo, la fecundidad es mucho mejor. Recuerda eso, los primeros tres días son importantes. —le indicó. — ¿Llegan a formar el nudo? —preguntó con naturalidad. La cara del omega se volvió un tomate. — Es importante también terminar dentro, si su esencia se desperdicia, puede ser factor importante. 

— S-si. —musitó. 

— Bien. Esperáremos el resultado entonces. 

Tocaron a la puerta unos minutos más tarde. Tras recibir un "adelante" de la doctora, YoonGi apareció de vuelta en el consultorio. Su cabello ligeramente pegado a su frente humedecido, su camisa desfajada y algo abochornado. Jimin iba a preguntar la razón de su apariencia pero recibió un...

— No preguntes... —le dijo. 

...

Unas horas más tarde de espera, YoonGi y Jimin estaban listos para escuchar lo que la doctora fuera a decirles. Su asistente le había entregado los resultados de sus análisis. Ambos, seguían nerviosos. La mujer le echó un largo vistazo a los papeles en sus manos.

— ¿Y bien? —preguntó YoonGi. La mujer los miró a ambos.

— Puedo preguntar, aproximadamente, ¿hace cuanto tiempo usas los inhibidores y supresores? —preguntó la doctora. YoonGi inconscientemente apretó un poco la mano de Jimin. De nuevo aquel tema surgía, un tema del que sabía bien.

— Quizá desde los catorce, no estoy muy seguro, mi celo se presentó muy pronto por lo que tuve que recurrir a ellos. A-ademas de que no estoy acostumbrado a los síntomas. —le contó avergonzado ante su debilidad por algo natural. 

— Ya veo... Son varios años. —murmuró ella. Observando los exámenes recientes. — Puede ser por eso. —concluyó para si misma. El rubio no entendía muy bien.

— ¿Pasa algo grave? —inquirió preocupado. La doctora hizo a un lado los papeles en su escritorio.

— Bueno, no puedo decir que sea grave, pero si de considerarse. —la omega entrelazó sus dedos al juntar sus manos. — Jimin, tus estudios hormonales derivados de tu sangre revelan una alta concentración del inhibidor beta. —le dijo. 

— ¿Eso que significa? —preguntó, YoonGi muy atento. 

— Significa que debido ha éste medicamento tus hormonas están descontroladas. El inhibidor beta, como su nombre lo dice, es capaz de hacerte pasar por un beta y anular los estrógenos de tu cuerpo que emiten tu aroma, celo... Y fertilidad. —le dijo, mirando a los ojos del omega. 

— ¿Significa, q-que no soy fértil ya? —balbuceó el rubio. YoonGi trago saliva al ver esa mirada llena de decepción en su pareja. Jimin bajó la cabeza y su mirada se perdió en alguna parte del piso. 

— En realidad. —continuó la doctora, llamando la atención de ambos. — Existen un par de acciones viables. La primera es una no invasiva a base de un tratamiento hormonal. Podemos tratar de subir de nuevo tus estrógenos, tu celo será más prolongado y vivaz, por lo cual dependería de ustedes embarazarse. La segunda es un procedimiento muy utilizado. La fecundación invitro tiene una taza de un setenta y cinco por ciento de efectividad. Sin embargo... se corre el riesgo, de que tu cuerpo rechace al feto debido a tu baja situación hormonal. Podría, ser un poco desgastante. 

— ¿Qué es lo que recomienda usted? —indagó el pálido alfa. 

— Sugiero que inicien el tratamiento para elevar sus hormonas, e intenten embarazarse naturalmente. Si en un lapso de dos a tres semanas no hubiera gestado, entonces podemos intentar el invitro. El cual podría ser más efectivo por el tratamiento previo. —les recomendó con una gentil sonrisa. La doctora tomó la hoja de los estudios de YoonGi echándoles un vistazo. — Al parecer tu testosterona esta muy bien y el conteo de esperma fue bueno. Estoy segura de que en menos de lo esperado estarán esperando un lindo cachorro. —le dijo. — Les dejaré un momento a solas para lo piensen. 

La doctora amablemente se retiró del consultorio. Al cerrar la puerta, YoonGi abrazó a su omega, depositando un beso en su cabello oxigenado. 

— ¿Escuchaste? —le susurró.  — ¿Quieres intentarlo? —le preguntó. 

Por supuesto. Claro que quería intentarlo, más aún luego de toda esa confianza y cariño demostrado. Jimin estaba seguro de que YoonGi era sincero y le apoyaría. Pero, cierta pequeña parte de él también estaba pensando en lo costoso que podría llegar ese tratamiento y que si al final del mismo, éste no resultara como lo esperaban, sufriría una desilusión abismal. Jimin debía decir. Su corazón se dividía entre la esperanza y resignación. Siempre deseó tener un familia, una hermosa criatura en sus brazos a quien poder llamar hijo, darle un nieto a sus padres, una pequeña parte de él quien le amara tanto como sus sobrinos amaban a su cuñado Baek. Pero, ¿era codicioso? ¿De verdad necesitaba un hijo para ser feliz? 

“Un hijo no te hace mejor, ni peor persona...” 

YoonGi estaba allí, tanto en sus pensamientos, como a su lado. Si el destino había decidido que su amor fuera dedicado hacia alguien más. ¿Sería tan malo? 

Jimin estaba convencido.

Separando un poco su cabeza del pecho de su alfa, el rubio le miró con sus ojos brillantes y una pequeña sonrisa adornando su rostro. 

— No quiero el invitro. —musitó. YoonGi movió la cabeza sin comprender. 

— ¿No? —preguntó confundido. 

— No... —Jimin tomó sus manos entrelazadas en sus regazos. Amando la diferencia entre sus manos. Las de YoonGi eran mas largas, huesudas y lechosas. Las suyas eran un poco pequeñas, gorditas y un tono más bronceado. — Yo... no quiero ilusionarme si funcionara. 

— Jimin...

— Espera. —le interrumpió, poniendo su mano sobre los finos labios del peliblanco. La conversación con la doctora le había ayudado. — Quiero intentar el primer tratamiento. Quiero que lo intentemos. Pero, si no resultara, estaré bien. Estaré bien, contigo. —añadió con una amplía sonrisa característica de Park Jimin. El corazón del pálido alfa se llenaba de una gran calidez.

— No eres nada justo, ¿sabías? —le dijo. Ahora Jimin movió la cabeza sin comprender.

— ¿Por qué? 

Porque simple y sencillamente, YoonGi amaba su valentía para afrontar las circunstancias. Porque se sentía orgulloso de su amada manzanita y ahora más que nunca estaba decidido a hacerle feliz. 

Tocaron a la puerta distrayéndolos, esta se abrió y la doctora entró tras pedir permiso. YoonGi y Jimin se miraron cariñosamente. 

— ¿Han decidido algo? —preguntó ella. Ambos le sonrieron. 

— Lo haremos. Tomáremos el tratamiento. —le dijo Jimin. 

— Que bueno, los felicito. —les dijo. — Podemos comenzar el tratamiento cuando deseen. 

YoonGi y Jimin, estaban decididos, intentarían ser padres. Lo intentarían por nuevo amor que se tenían y que nada ni nadie impediría.


UwU Yo sé, que tu sabes, que el yoonmin nobi0s, así que picale a la estrellita. ❤
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MIN∆BRIL

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