33
Su piel se iluminaba en un morado intenso, delineando su cuerpo en curvas más oscuras o claras. Sus largos cabellos pelirrojos saltaban junto con ella. Audibles gemidos por parte de sus labios grandes. Notorios jadeos que hacían crecer el ritmo de sus caderas. Su polla saltando sobre mi vientre. Mis bolas chocando con ella. Nuestros cuerpos uniéndose y golpeándose uno con uno.
Ella buscaba más fricción. Él buscaba ir despacio. Ella buscaba obtener sexo anal. Él buscaba mamar un pene. Él buscaba sentir algo dentro. Ella quería estar abajo. Ella deseaba saltar sobre mi polla. Él quería hacerlo en el suelo. Ella quería jugar al daddy.
Todos querían algo y yo estaba aquí para complacerlos. De eso consistía mi labor.
Moví por última vez mis caderas dentro de su cuerpo hasta que oí por fin el sonoro y ruidoso gemido por parte de los labios de la pelinegra en la cama. Salí de ella, me saqué el condón, lo hice nudo y lo tiré. Adiós, hijos.
─Terminamos. Cuando te vistas, ve con la recepcionista. Ya sabes, ella te dirá cuánto es ─me dirigí en dirección al baño. Me giré a verla antes de partir─. Un gusto para mí ser seleccionado como su amante el día de hoy.
Una desvergonzada reverencia fue mi despido, deteniéndome a mirar su abochornada cara. Entré al baño, con dolor en mi parte baja, a sabiendas de lo que me costó subir la erección ahora era tremendamente molesto no poder bajarla. Cuando recibí seguidamente a distintos clientes erecto, fue como un maravilloso saludo, una gloriosa bienvenida y para mí un tortuoso infierno. Ni siquiera como stripper había estado tan frustrado como ahora.
Dejándome caer encima de la taza con la tapa baja, tomé mi polla justo después de lamer mi mano, deslicé mi mano de arriba hacia abajo intentando aliviar el palpitante dolor. Poco logré hacerlo, bisbiseando mi frustración al no sentirme satisfecho con las alucinantes fantasías que de memoria repasaba para satisfacerme.
─Der'mo ─me quejé, levantando la mirada hacia la puerta al escuchar la de la habitación abrirse para luego cerrarse.
Yendo hasta la del baño, asomé la mirada por la rendija, cerciorándome de la audiencia de la pelinegra en la gloriosa, excitante y renovaba alcoba. Salí de mi escondite, me moví hasta el teléfono fijo sobre el mueble junto a la cama y marqué directamente esperando durante el lacónico tono.
─Anny.
─Te escuchas de mal humor. La clienta ya se fue.
─Lo estoy. No tomaré más citas hoy, tengo un pequeño problema ─respondí casi jadeante.
─ ¿Cuál? ─preguntó Anny, con notorio desinterés. Podía oír como despegaba de repente el teléfono y nombraba a una persona o daba indicaciones.
─Mi pene está duro desde hace horas, no puedo tener un orgasmo.
─Qué asquerosamente específico ─dijo ella ahora con audible asco sonando su voz ─. Okey, imagen mental. Tómate tu tiempo. Podías haberme dicho algo como "mi amigo no coopera conmigo" y ahí entendería ─colgó.
Respiré, sacando exhalaciones exageradas, tomé mi sien y caminé hasta sentarme en la cama.
Me sentía castigado por ser gigoló y era una ironía que mi tortura fuera mi dura erección.
Entonces, una idea se vino a mi cabeza, algo que posiblemente pudiera ser o no una buena. Revisé la hora en el reloj sobre el buro. Todavía era horario de clases. Busqué mi celular entre mis cosas hasta que lo encontré y cuando lo tuve en mis manos, marqué.
─Señor Park. Que agradable es que me llame ─me respondió casi de inmediato y una sonrisa nació en mis labios, pero fue sustituida por una mueca al mirar mi pene ─. ¿A qué se debe su atención mientras estoy en clase?
Su audible, lento, elegante tono de voz estaba logrando respiraciones que prefería ocultar y sensaciones a mi polla. Joder. ¿Qué carajos estoy haciendo?
─No lo sé, creo que estoy aburrido ─aparentaba no tener muchas ganas de follarlo, de tenerlo ahora mismo conmigo, de llenarlo de placer y poder, por fin, llegar al orgasmo ─. ¿Qué haces?
─Estoy observando como Max está intentando copiar el ejercicio de Evan ─levanté mi ceja ─ Max, una más y no tendrás derecho a examen ─sonreí al escuchar su voz autoritaria. Me puso tremendamente caliente oírlo demandante. Al menos en este situación le salía naturalmente, de ser en la cama no sabría realmente si la vergüenza no estaría presente.
Mi mano, aferrada a mi polla, se movió de forma distraída. Respiraciones más profundas. Fricción que costosamente podía ser silenciada. Sostenía el teléfono con fuerza para no dejarlo caer, concentrándome en su voz. Me era prácticamente imposible bloquear mi pesadez mordiendo mis hinchados labios.
─Estoy en clase ahora, se supone que dejé unos ejercicios, pero estos bebés crecidos no se esfuerzan por hacerlos ellos mismos.
Podía escuchar su voz baja, lo suficiente para oírle y para que sus estudiantes no se concentraran en su plática ajena. Continué sobando mi pene de arriba abajo.
─ ¿Qué estás haciendo? ─habló y entré en pánico.
Detuve el movimiento de mi mano, siendo doloroso. Apretuje mi eje, presionando mi glande con mi pulgar, acariciándolo después en círculos, necesitando no perder lo que ya había logrado. La voz de Constantinne era una suave y efectiva estimulación para mi pervertido problema.
─Nada ─atendí jadeante y me odié por eso.
─Oh, claro ─dijo ─. Si, no te preocupes. Sé que es una emergencia. Espera, déjame hacer algo y salgo para hablar mejor contigo ─agregó de repente y yo junté mis cejas ─. Chicos, tengo que atender una emergencia ─mintió más lejos de la bocina ─. Realicen sus ejercicios, sabré si los copiaron o no, Max.
Mi mente estaba abarrotada de reminiscencias de Constantinne como protagonista. Enterrándome en su culo, llegando al fondo, golpeando su próstata en cada estocada, sintiendo el temblor de su níveo cuerpo. Escuchándolo gemir, pidiéndome más, necesitando de mi en cada pequeño murmullo. Besando cada rincón hasta encontrarme con sus delgados labios y devorarlos con ímpetu. Hasta que todo él tuviera impregnado el "Propiedad de Ethan Park ".
─Estás jodidos tocándote mientras hablamos ─se escuchó de repente y la idea de haberlo molestado creció en mi pecho. Sin embargo, ahora que lo había descubierto, me sentía más libre de seguir ─. Mientras estoy en el trabajo.
─Lo siento, pero es que no podía bajar...
─Estoy caliente por tu culpa ─me interrumpió y escuché una bragueta bajar.
Constantinne iba a corresponderme en vez de negarme esta pervertida intención.
Yo no había tenido nunca sexo por teléfono, estaba seguro de que Constantinne tampoco. Entonces, no sabía qué hacer exactamente. ¿Qué debía hablar sucio ahora? Jodida mierda, me encanta hablar sucio y con Constantinne no lo he hecho. Me he contenido para no hacerlo y no asustarlo, aunque he sacado mis maldiciones y suciedades en ruso.
Ruso. Cierto.
─Constantinne... ─llamé ronco.
─ ¿Sí? ─jadeó.
Ahora podía escuchar cómo movía su mano por su pene, era lento, tortuoso, como si estuviera despertándolo apenas. Justo como aquellas veces en donde su flácida polla erguía con mis traviesas lamidas. Justo, maginaba su pene dentro de mi boca. No había deseado tanto como ahora el tener un pene en mi boca. El pene de Constantinne y sus desbordados gemidos.
─Mne nuzhen vash penis vo rtu, Krolik ─mi voz salía de forma ronca, encendiéndome aún más por lo que acababa de decir, siendo consciente de las lúcidas imágenes que se creaban en mi cabeza mientras escuchaba como jodíamos nuestras manos.
Decirlo en otro idioma le dio un toque a las palabras que no sabía decir si era exquisitamente más placentero que haberlo dicho para que lo entendiera. ¿Será más placentero que entienda lo que estoy diciendo?
─ ¿Acabas de llamarme conejito? ─jadeó.
─ ¿Cómo ─gemí ─ sabes eso?
─Cuando... cuando supe que hablabas ruso.. Ah... y que lo hacías mientras teníamos sexo... ¡Ah!, dios... estudié lo básico...
Constantinne estaba tratando de aprender ruso por mí. Así como yo aprendí inglés, de la misma forma. Hablando sucio.
─ ¿Intentaste hablar sucio? ─preguntó en un jadeo, zumbé "ujum" ─. Necesito que lo hagas en nuestro idioma, no puedo entenderte si lo haces en ruso.
¿Está hablando en serio? ¿Lo está diciendo en serio?
Mi saliva pasó con dificultad por mi garganta, sensaciones comenzando a atacar mi vientre, el sudor saliendo de mi cuerpo, la temperatura subiendo, me estaba sintiendo jodidamente más caliente. Ahora sentía mi pene y todas las hormigas plantándose ahí, ahora mi pene estaba duro porque de verdad sentía excitación, no por la necesidad. Y se sentía jodidamente bien.
─Dije; Necesito tu pene en mi boca, conejito.
Hablé de forma ronca, bajito, un susurro ronco que, a pesar de su volumen, se había escuchado tan claro. Escuché un jadeo seguido del ruido morboso de su mano subiendo y bajando por su pene a velocidad considerable.
─Ah... Ethan... ─gimió.
Sentí cómo había enviado vibraciones por mi cuerpo, instalándose profundamente en mi pene, mi larga extensión, las venas palpitando en él, la cabeza dolorosamente hinchada. La necesidad de enterrarme en su culo, no, de follar mi mano mientras él jodía mi boca y yo jodía su culo con mis dedos.
─Dime más...─murmuró.
Eso fue lo único que necesité para percibir aquel fuego creciendo debajo de mi piel, aquello recorriendo a velocidad descomunal toda mi anatomía y encendiendo la parte más primitiva en mi existencia. Constantinne Brooks, si te tuviera aquí, ahora, conmigo, te follaría mal. Entonces, lo dije.
─ Brooks, si te tuviera aquí, ahora, conmigo, te follaría mal, muy mal, porque ahora me estás volviendo jodidamente loco. Tendría tu cuerpo recostado sobre la costosa alfombra; estaría devorando tu exquisito pene, mi lengua subiendo desde la base hasta la punta, donde jugaría con la cabeza, metiéndola y sacándola de mi boca tentativamente, chupando y saboreando las gotitas del líquido preseminal que solo y solamente me otorgas a mí. Metería entera tu polla dentro de mi boca hasta que pudieras sentir mi garganta y la tomaría presa de una velocidad rítmica, porque quiero marcar tu extensión como mía, que se llene de mi saliva como signo de propiedad. Al mismo tiempo, mis dedos de la mano derecha estarían enterrados en tu culo, entrando y saliendo a la misma velocidad que tu pene llenando mi boca. Todo eso, mientras te follo con mi mano y me alimento de tus deliciosos gemidos. Sabiendo que esto solo hará más real la reclamación de tu pene, tu culo, tus jadeos y cuerpo con la etiqueta de Ethan Park. ¿Lo quieres así, conejito? Dime lo que quieres. Ahora, Constantinne. Vente para mí y déjame probar tu deliciosa esencia, cariño.
Podría describir ahora como era el jodido cielo. Estuve en su interior, roce nuestras pollas, tuve la suya en mi boca y viceversa. Pero justo ahora, que habíamos pasado otro nivel en esto del sexo, que había liberado un poco mi lado kinky. Justo ahora podía decir que me encontraba en la entrada del glorioso olimpo, porque el canto celestial que fue su delicioso gemido me llevó ahí. Logré llegar al orgasmo que estuve esperando desde hacer horas en tan solo unos cuantos minutos. Con él.
Todo esto sin haber estado en su interior, con solo oír su voz.
Y lo mejor de esto, es que él se vino al mismo tiempo que yo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro