Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28


Aprendemos a ver cuando una persona es fuerte de las peores maneras, eso pienso yo. No solo eso, también vemos el grado de su fuerza y sabemos, que llorar no lo hace más débil, sino más fuertes. Aunque, también depende.

Todos sufrimos muchos tipos de situaciones, todos los sufrimos diferente, todos sentimos diferente. A pesar de que hay situaciones similares, como la pérdida de un pariente, el divorcio de los padres u otro tipo de circunstancias, siempre se sufre diferente.

Cada persona es un universo, no un mundo, un universo. Es a veces demasiado difícil comprender a alguien, no se puede leer absolutamente todo de una persona.

¿Estoy tirando puros disparates? Posiblemente, si no fuera testigo de todo lo que sucedió después de salir del salón.

Fui espectador de una obra triste, en donde el protagonista era Constantinne Brooks, quien acaba de salir triunfante de una escena donde lo hacían ver como el malo o raro de la historia. Había dicho antes que odio ver llorar a las personas, entendí, que odio ver llorar a Constantinne; es de las peores cosas que puede haber en el mundo, en el universo, en la existencia.

No fue una obra agradable de ver.

Cuando salimos del salón, Constantinne desvaneció poco a poco su sonrisa, hasta que sus labios estuvieron aplastados en finas líneas intentando permanecer arriba mientras temblaban. Tomaba mi mano con fuerza y sus dedos se aferraban a los míos con miedo.

Tomamos un taxi y se mantuvo con la vista sobre sus pies mientras aún sostenía mi mano. No se acercaba, no acortaba la distancia, como si de pronto acercarse nuevamente a mí fuera demasiado. Como si no entendiera que todo lo que hago no tiene por qué ser pagado. Como si estuviera pidiendo demasiado, y yo sabía que quería mi contacto, porque si no fuera así, su mano no estaría entrelazada con la mía de esa manera tan necesitada.

Sus brillantes ojos solo cambiaron para ser más brillantes y de una forma dolorosa, podía verse como trataba de aguantar las lágrimas, como parpadeaba rápidamente para eliminar cualquier pequeño rastro de las gotas saladas en sus ojos.

Y cuando llegamos al hotel, yo esperaba adentrarnos a la cama y tratar de hacerlo sentir bien, descansar para irnos al día siguiente. Pero no fue así, nada más entrar a la habitación, él corrió a donde teníamos las maletas y empacó todo lo suyo e incluso lo mío que estaba afuera. Afortunadamente, para él, para mí, para el mundo, un tren estaba disponible para cuando llegamos a la estación y mientras accidentalmente había chocado con un hombre delgado que iba en mi dirección contraria, Constantinne ingresó al vagón y me esperaba con los ojos perdidos en sus pies.

El viaje fue aún más silencioso que de camino al hotel, con excepción de los ruidos del tren y las personas hablando. Pero, santo cielo, es como si solo fuéramos él, yo y la tristeza, el sentimiento fuerte de traición. Estaba compartiendo todo eso con él. De pronto me había transformado en un gato y jalaba todo lo que él estaba sintiendo, comencé a sentirme ansioso y triste por todo lo que cargaba. Quería quitar el peso de sus hombros y no sabía cómo hacer si él seguía atrapado en la quinta luna, acercarme estaba siendo tan difícil, muy difícil, a pesar de que había estado tantas veces dentro de él.

No es lo mismo, claro que no es lo mismo. Estaba dentro de su cuerpo, pero no dentro de su alma, y con simples gestos, con este abrumador silencio, tenía un poco, tan solo un pequeño cacho del sufrimiento que envolvía su esencia.

Ni un blanco y negro haría más triste esta escena.

Llegamos a la ciudad después de unas cuantas horas, no teniendo tiempo para estar cansado llevé las maletas porque el peso que traía Constantinne era más que las valijas en mis manos. Tomamos un taxi, se adentró como un zombie y di la dirección de su apartamento.

El silencio era ensordecedor. Tan malditamente estresante.

Quería decir que el tiempo se pasó volando en nuestro viaje, pero no fue así, para nada. Mientras seguramente para él fueron unos minutos atrapado en su cabeza o tal vez era muy consciente del tiempo, yo moría, yo quería arrancarme la piel porque la desesperación se había impregnado por cada poro, tenía el corazón latiendo despavorido por ver cómo los hermosos ojos del castaño ahora eran más oscuros que la noche sobre nuestras cabezas.

Y cuando llegamos a las escaleras de su casa, fue todavía peor. Bajamos del taxi y a cada escalón, podía notar como su rostro se oscurecía, como si estuviera perdiendo la cordura con cada ascenso, como si se estuviera permitiendo descomponerse a como era por dentro y, eso en cierto modo, me causó más miedo.

Cuando estuvimos frente a su puerta, ya no era el mismo pelinegro que yo vi días atrás, horas atrás. No era el mismo alegre muchacho con el que corrí en la playa, con el que comí helado, con el que jodí en cada maldito rincón, el que me mostró esa sonrisa de conejo cada tanto que me hablaba sobre un hecho emocionante. No había nada de Brooks Constantinne, solo un hombre, un hombre consumido, por algo más allá que la palabra "tristeza".

Adentrarme con él al apartamento fue silencioso, dejar las valijas, la mía cerca de la puerta y adentrarme con él hasta su habitación. Él en la entrada se había sacado el saco y seguía en su costoso traje. Iba a irme, aunque todos mis sentidos me pedían que me quedara, que dejarlo así era demasiado cruel.

Pero maldita sea Park. «¿Podrás a poder con esto? ¿Serás capaz de ver cómo un fuerte hombre se rompía en pequeños pedacitos por todo lo que sufría? Claro que sí, claro que sí podrías, si estuviste desde el principio, ahora solo necesitabas quedarte hasta que esto acabara. Hasta que no hubiera una gota más de infelicidad en la anatomía de ese bello ser».

Cuando mis pies se movían por sí solos en dirección a la puerta, aunque en mi cerebro estaba el quedarme, mi cuerpo reaccionaba de una forma natural. El "esto no es para ti".

Constantinne estando en medio de la puerta de su habitación y su cama, susurró un muy necesitado y roto;

─ Quédate.

Y si yo trataba de escapar de cualquier situación incómoda, cualquier situación que plantara raíz en algún lado de mí o de esta habitación. Si yo estaba escapando, ya no era así. Su susurro había sido el detonante para que yo girara sobre mis talones y diera pasos pesados en dirección a él, fue el detonante para jalarlo a mí, fue el detonante para tenerlo entre mis brazos y estrujar su ahora pequeño cuerpo entre el mío. Fue el detonante para que el querer protegerlo fuera la idea más clara que he tenido en semanas.

Lo demás fue un borrón, fue algo que no recuerdo más que lágrimas resbalando de esos ojitos en forma de almendra, no fue más que su delgado pero fuerte cuerpo se moldeara al mío en busca de contacto, no fue más que nosotros en su cama y sus lágrimas cayendo a mi pecho desnudo. No fue más que sus audibles sollozos convirtiéndose en quejidos lastimeros que ardían en mi interior.

Lo acaricié, lo acaricié mucho y tan lento, tratando de extraer los sentimientos negativos con cada roce de la yema de mis dedos sobre su piel. Lo abracé, durante mucho tiempo, desde que habíamos entrado a la cama y estábamos lo suficientemente cerca para poder enterrar su nariz en mi cuello. Besé su cabello repetidas veces.

Pero nunca dije nada. No hablé, no solté palabras como "todo estará bien" y aunque pude haberlo hecho, aunque pudo haberlas necesitado, yo no estaba en posición de mentir. Porque ni siquiera yo sabía si todo estaría bien después de todo lo que pasó.

Justo en este momento podría preguntarme si estaba en posición de hacerme fiel creyente de Dios. «¿Debo creer en ti Dios? ¿Debo pedirte, rogarte por la paz de este hombre? ¿Debo hacer algo como ir a misas diarias o mostrarte de alguna manera mi lealtad para que logres que Constantinne encuentre la felicidad? ¿de verdad podría hacerme religioso con tal de que Constantinne sea feliz? ¿Esto es algo demasiado egoísta o convenenciero?».

Solo sé, que tener a Constantinne, un hombre tan imponente, un hombre tan listo, con fluidez en su habla, con sonrisas y risas agradables de presenciar, con esta capacidad de hacer sonar una cosa banal como algo nuevo y totalmente interesante. Este hombre, que es Constantinne Brooks, verlo llorar es una cosa, oírlo llorar es otra, sentirlo destruido al punto en que no podía dejar de llorar es peor, es mucho peor.

Podía sentir los espasmos erráticos atacando su cuerpo, cuando le faltaba el aire, cuando tenía hipo por su llanto excesivo, sentía mi piel húmeda por el mar de lágrimas que me otorgaba.

Podía sentir y presenciar como esa hermosa escultura hecha por dioses griegos se desmoronaba poco a poco, como se derribaba como un castillo de naipes, lentamente, pixelándose y cortándose para verse como un real castillo de siglos pasados y volviendo a ser un simple castillo de naipes de un segundo a otro. Se derribaba y no parecía nada más que cartas en negro y rojo, pero cuando adquiría la imagen tridimensional y en su arquitectura victoriana, era más catastrófico su derrumbe, más mortal, más doloroso, más experimental.

Y por más que Constantinne no quería verse débil, por más que retuviera los quejidos o limpiara constantemente las lágrimas. Cuando le daba un beso para que supiera que estaba ahí, cuando le daba una caricia para que confirmara que estaba ahí y, cuando lo acercaba lo más posible a mi cuerpo, le daba la señal de que podía, sin lugar a duda, dejarse derrumbar en mis brazos, porque yo lo sostendría.

Cuando se durmió, después de horas interminables, dormido entre mis brazos reduciendo sus lamentos a respiraciones entrecortadas. Yo me di cuenta del estado en el que estaba.

Estaba llorando.

Mi cara estaba húmeda y no había posibilidad de que las lágrimas de Constantinne llegaran a mi rostro, además de que podía sentir las lágrimas salir y escurrir. Estaba llorando silenciosamente, sin rastro de quejidos, sin respiraciones entrecortadas, solo lloraba, lamentaba de forma silenciosa. Y es que lo que vi, no fue cualquier cosa; vi una obra de arte irradiando felicidad, volverse algo lastimero y doloroso, esparciendo tristeza.

Yo lloré por Constantinne.

Era la primera vez que lloraba en toda mi vida. No sé cómo sentirme al respecto con esto. Solo lo dejé ser y me quedé dormido con esta indefensa criatura entre mis brazos.

En la mañana pude sentir las frías sábanas sobre parte de mi cuerpo y cálida piel encima mío, pude sentir cómo esta cosa se arrastraba por mi cuerpo hasta poder estar más cerca y pude oler algo como chocolate. Sentí algo acolchado sobre mis labios, después ya no había contacto, solo unas calientes manos sobre mi pecho, una barbilla recargándose en ellas y una pierna deslizándose por encima de las mías.

─Buenos días para ti también ─dije con mi voz ronca, como en todas las mañanas, algo descompuesta por mi despertar. Quise abrir los ojos, pero sus manos se posaron rápidamente sobre los míos.

─No. No los abras aún.

─ ¿Por qué?

─Estoy demasiado mal, mi aspecto es horrible, no puedo perdonarme todo lo que pasó y me siento realmente muy avergonzado por terminar llorando encima de ti. Lo lamento, Ethan ─habló de forma rápida.

─Constantinne ─llamé ─. Yo no estoy juzgándote, yo estuve contigo y fui testigo de todo lo que ocurrió, compartimos eso y no eres débil por llorar. Eres fuerte, muy fuerte, no te has vuelto loco con todo lo que sucedió, solo derramaste lágrimas, lágrimas que no son por ellos, sino por ti. Son lágrimas por ti y para sacar todo ese sentimiento que tenías atorado ─mis manos habían pasado a ser parte de sus caderas, acariciando las mismas para darle calma ─. Llorar está bien. Y yo estaré aquí para ti y tus lágrimas, independientemente de la relación de trabajo que tenemos.

Sus manos fueron apartándose poco a poco, hasta que pude ver su rostro al abrir mis ojos. Cabellos despeinados, ojos hinchados, mejillas sonrojadas, labios grandes y abultados en un puchero. Su expresión se convirtió en esa donde fruncía los labios y sus mejillas se llenaban. Reí ante lo adorable que era y acaricié sus cabellos.

─Todo está bien ahora ─calmé ─. Tratemos de que todo esté bien en el futuro. ¿Okay?

El pelinegro asintió y se abrazó a mí.

Tratemos de que todo esté bien en el futuro, Ethan Park.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro