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1O


 Algo había cambiado demasiado en mi rutina, algo jodido. Todo en la vida llega a ser una rutina, involuntariamente, aunque se intente lo contrario. En todo caso, yo no intento cambiar nada, solo se agregaron nuevas situaciones para ocupar mi tiempo y, precisamente, es cuando me pregunto si antes me aburría con lo que era mi vida diariamente. No puedo recordarlo. Sinceramente, a pesar de haberse convertido en algo "repetitivo" ahora, nunca era igual al día anterior.

Explicación a este contradictorio debate conmigo mismo; estuve yendo a Lovers por la mañana, salía, iba al gimnasio unas horas, salía directamente a cumplir mi cita con Constantinne, tal vez después atendía alguna otra cita, volvía a casa, hacía deberes o veía una serie, tal vez alguna película, cosas de hogar. La cosa importante aquí, no era el capítulo brutalmente interesante de American Horror Story, sino lo que sucedía en el departamento de Constantinne.

Se sentía extraño, cada que subía por esas escaleras tenía una sensación de estar dejando algo mientras ascendía, como si se desprendiera para poder encontrarme con el pelinegro. Una vez en su puerta, al tocar la misma, al abrirse ésta, era jalado dentro del éxtasis.

Lo habíamos hecho en todas partes, de muchas formas; en el sofá, en el suelo de distintos espacios, en la cocina (ahí, incluso lo hicimos contra el refrigerador, no sabía que Constantinne era de los que ponía cosas arriba de él y cuando le di por culo contra éste, el azúcar cayó sobre nosotros. ¿Quién pone azúcar sobre el refrigerador?, solo hizo un poco más excitante el chupar su piel), en su oficina, en su habitación, en el balcón, cerca de la ventana, en todos los lugares y de todas las formas que se nos ocurrió durante estas tres cortas semanas.

Estuvo más que claro que el chico quería probar nuevas cosas después de la mamada que me dio en los baños de Lovers. Sin duda alguna, ahora que acepté esta oferta de ir a las casas, de probar con este chico, cabe que, sin lugar a duda, fue una buena decisión; tuve la libertad de expandir el juego sexual.

Precisamente ahora me encontraba con él encima mío, estaba montándome sobre la silla en su comedor. Me invitó un café, con la idea de que no tuvo nada de modelas en el tiempo que yo estuve visitándolo, a excepción de la vez en donde extendió el vaso de agua en su oficina. En cierto modo lo entendí, entrando por la puerta nos movíamos directamente a desnudar y consumir nuestra piel, sin la pérdida de tiempo que nos llevaba el tener cortesías. Ahora mismo, no fue diferente, no pude siquiera llegar a la mitad de mi café cuando él ya estaba de rodillas chupando mi polla.

Una vez más, un descomunal orgasmo se adueñó de nuestros cuerpos y terminamos. Estaba dándome la espalda, había gozado ver como su agujero tragaba mi extensión, fue una gloriosa vista y no creo que esa imagen salga de mi cabeza durante mucho tiempo. Hola, masturbadas futuras.

─Sigue siendo tan... ─murmuró sin aire.

─Llenador ─terminé yo.

Él asintió, se recostó sobre mi pecho, poniendo su cabeza sobre mi hombro. Ambos estábamos cansados, siempre terminamos tremendamente agotados porque éramos lentos al principio, pero nos convertíamos en bestias para gruñir por la velocidad que incrementaba en cada estocada. Me era sumamente excitante la bipolaridad que poseíamos en cuanto a los ritmos.

─Estoy cansado ─confirmó.

─ Yo también.

Mis manos estaban sobre sus caderas, sus caderas que eran delgadas pero marcadas, tenía una V perfectamente visible, podría atreverme a decir que me gustaba esta parte de su cuerpo. Más bien, me gustaba su cuerpo. Esas sensuales y es esponjosas curvas que delineaban sus nalgas.

─ ¿Vamos a la cama?

Miré el reloj de la cocina con cautela, quedaban exactamente quince minutos antes de irme. Asentí e hice ademán de que se levantara, pero él ahogó una queja.

─ No quiero caminar ─pronunció apenas audible.

¿Y entonces qué quería? ¿Que yo lo cargara?

─ ¿Te duele algo? ─pregunté con voz suave temiendo haber sido más rudo esta vez que las anteriores. Él negó ─. ¿Te sientes muy cansado como para caminar? ─él asistió ─. ¿Crees que yo no estoy cansado? ─pregunté con burla, él ahogó una queja nuevamente ─. Bien, está bien.

Lo hice girarse sobre mi regazo, lo cual provocó que su agujero rozara alrededor de mi pene, haciéndome tener un gemido entre los labios. Iba a cargarlo para salir de él, pero igual se rehusó, ahogando otra queja. Suspiré y lo levanté, con mi eje aún dentro de él, tomé sus glúteos y me dispuse a hacer un esfuerzo para comenzar a caminar. Y, a medida que extendía mis pasos de su comedor, por la sala, hasta su habitación, mi pene se movía dentro de él, con ese morboso sonido de mi esencia atorada en su culo. Mi polla sensible por el reciente orgasmo y apostaba a que su culo también.

Me puse duro de nuevo.

Algo estaba pasando aquí.

Entendí su plan.

Una sonrisa se propagó en sus labios al encontrar sus ojos con los míos. Santa mierda.

Algo en su forma de ser había cambiado, lo noté sutilmente en los momentos en los que no dominaba sus gemidos con mis caderas. Era más atrevido, no estaba ese chico aparentemente inseguro que conocí en nuestro primer encuentro, parecía más feliz, más sencillo, más libre. Me sentí orgulloso de que este acto estuviera ayudándole de alguna rara forma.

Entonces, cuando saltó sobre mi polla en medio del corredor, tuve que regresar a la realidad en vez de nadar por mis pensamientos para darme cuenta del jalón de sensaciones recorriendo mi cuerpo. Se atrevió a desafiar mi estabilidad mental y continuó saltando una vez más, logrando un gemido ahogando sus labios y un siseo entre dientes de parte mía.

Había una batalla aquí, en donde yo mostraría que podía soportar hasta llegar a la cama y donde él estaba retándome a perder el control para posiblemente estamparlo contra algún lugar de camino a su habitación. Sabía que era una guerra, su sonrisa juguetona estaba puesta en lo alto y yo le confesé en algún momento que era competitivo. Maldita sea, quería ganar por tres razones; subir mi ego, probarle que no jodía mi estabilidad y más que nada probarme que no jodía mi estabilidad.

─Agh, basta ─ordené.

─ ¿No aguanta, señor Park? ─gimió, saltando una vez más y tuve que detenerme antes de caer por el suelo y rodar para penetrarlo hasta escucharlo llorar.

─No sé ni cómo se dio este juego, tengo poco tiempo antes de que Aitor comience a llamar por tardarme de nuevo ─solté con un jadeo, volvió a saltar ─. ¿Qué quieres probar? ─pregunté, llevando mi mirada a sus orbes bañados en lujuria y diversión.

─Nada, solo quiero jugar ─canturreo, saltó una vez más.

Traté de continuar con mis pasos, pero cuando abrí la puerta, no pude dar un paso más porque el pelinegro saltó nuevamente, con la diferencia que esta vez mordió mi labio inferior mientras entre dientes susurraba "Jódeme ya, Park".

Fue una orden, una orden a la que no me pude negar cuando su voz era tan malditamente sensual, me vi a mí mismo incapaz de cumplir con la idea de no seguir órdenes y perder este reto, estrellarlo contra la puerta fue mi opción más factible.

Su mano izquierda subió hasta tomar la orilla de la puerta, enterró las uñas de su derecha en mi hombro y con sus piernas rodeó mis caderas, las cuales estaban retorciéndose brutalmente mientras entraba y salía de su interior. Su cabeza estaba tirada hacía la puerta, sus dientes sosteniendo aún mi labio inferior y gimiendo audiblemente mientras tiraba débil de él. Jodida y excitante mierda.

Ambos terminamos nuevamente con un azotador orgasmo. Seguido de una intensa cuestión incrustada en mi cabeza; ¿cómo seguía de pie si mis piernas temblaban tanto?

Me arrastré, perezoso, sosteniendo su cuerpo después de salir lentamente de él y presenciar mi esperma escurriendo entre sus piernas. Él estaba sobre mi pecho, su oreja directamente arriba de mi corazón; su pierna izquierda sobre la mía y su mano paseándose por mi formado abdomen. Algo como... estar acurrucados.

─Quiero intentar algo nuevo ─habló después de unos cuantos minutos en silencio tratando de recuperar el aliento faltante.

─Ilumíname ─bostecé.

Su habitación no era muy diferente a su casa; paredes blancas, una planta aquí, otra por ahí, tenía varias cosas que yo podría explicar sobre su orgulloso fanatismo hacia Iron Man, ibros, cómics, estatuillas, algunos posters pegados de forma coordinada para que no se vieran como las normales habitaciones de pubertos, suponía.

─Esto ha estado funcionando, ¿sabes?, tengo más confianza cuando me están coqueteando, me siento más ligero, más feliz, en confianza ─confesó poco a poco. Su aliento chocaba con mi pecho y era cálido contra mi piel─. He estado pensando durante un largo rato todo esto sobre los gigolós y como funciona, porque, no solo dan sexo, ¿verdad?, tú también bailaste. Tengo cierta duda, debo admitirte que yo estaba caminando casualmente por ahí después de tener una crisis existencial por un día normalmente vacío de clases y lo encontré ─suspiró, describía el día en que nos conocimos y continuó haciendo círculos imaginarios con su dedo sobre mi ─. Después, me dije que sería una solución y fui directamente a preguntar sobre "el mejor" ─hizo comillas burlonamente.

─ Y salí yo ─bromeé.

─No, salió un rubio, pero estaba ocupado, así que me recomendaron a ti ─respondió de la misma manera. Ahogué una risa.

─Continúa.

─Ah, sí. Bueno, yo fui a Lovers y pasó todo esto de nosotros y así. Pero yo tenía muchas dudas, no sabía si me estaba metiendo en un lugar legal o si tendría que verme directamente con un padrote para seleccionar a mi juguete.

─ ¿Qué?

─Vi películas de este tipo de lugares.

─ ¿Hablas en serio? ─me reí. Golpeó mi pecho ─. Continúa.

─No sé, creo que necesito que me expliques todo esto de los gigolós, podrías empezar con tu propia experiencia ─giró su cabeza para encontrarse con mi mirada. Sus ojos brillaban, siempre brillan, eso me gusta ─. ¿Vives en Lovers?, ¿estás condenado a servir sexualmente a las personas?, me dijiste que estás ahí desde los diecisiete, entonces, ¿te secuestraron?

─Tienes una imaginación demasiado grande ─recibí un bufido de su parte ─. ¿Por qué quieres saber todo esto?

─Quiero tener éxtasis diario como lo hemos estado haciendo. Pero si solo lo hago contigo, si me acostumbro a esta rutina que ya hemos creado, si solo es una persona con la que me libero sexualmente, no avanzaré nada ─confesó ─. Quiero intentarlo con más personas, pero dentro de este tema.

─ ¿Quieres pagarle a más gigoló?

─Quiero ser uno.

Su confesión dio cierta sacudida a mi cuerpo. Sus ojos tenían seguridad reflejada, no era una broma, lo estaba diciendo en serio y no sé por qué las ganas de que fuera una broma rasguñaban en mi interior.

─ ¿Por qué quieres ser uno?, tienes más del dinero suficiente ─alcancé a decir.

─Sí ─continuó ─. No es por el dinero.

─Deberás explicarme mejor porque no entiendo exactamente lo que quieres y así no podré ayudar.

¿Mentí?

─ Necesito que me expliques cómo ser un gigoló, que me digas cómo es ser uno, qué necesito. Algo que me puso a pensar desde que te vi bailando en Lovers, es eso, más allá de tener sexo con muchas personas; la cosa de sentirse deseado, pedido, usado, que te miren, de alguna manera me parece tan jodidamente excitante que paguen por ti. Tan solo contigo, ¿cuántas personas esperan diariamente por tener lugar? ─analizó ─. ¿Hmm? ─suspiró ─. Quiero convertirme en un experto en eso para obtener un éxtasis más grande, creo que encontré este fetiche a sentirse puto ─ rió ─. Esa idea de las luces neón, de las miradas sobre mí, de la gente esperando, de hacerlos gemir. No lo sé, Ethan. No creo que tenga que explicarte más que lo que quiero. Quiero que me enseñes a ser un gigoló. Te pagaré extra.

Miré al techo frunciendo los labios. Yo entiendo a Constantinne, hay algo en mi trabajo que me gusta tanto y es el sentirse deseado.

Él vino a mí a sentirse deseado, vino a mí para hacerle el amor, vino a mí para hacer que se sintiera bien consigo mismo. Y ahora me pedía que no fueran solo mis caderas las que lo jodieran. Es su decisión, está pidiendo mi ayuda, no tengo razón para no dársela. Este día llegaría de todos modos -no en el que me pedía ser como yo, nunca lo pensé-, este día donde estaría más cerca de no solicitar más mis servicios.

Aun así, la idea de Constantinne gimiendo para alguien más, la idea de Constantinne bailando para alguien más, picó algo en mi estómago y no lo supe entender -o estaba ignorándolo-.

─ Claro ─respondí, llevando mis ojos del techo a sus ojitos oscuros ─. Te enseñaré a ser gigoló. ¿Por dónde debería empezar?




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