17
─No sé lo que quería Franco, ligarse al hijo prodigio o a la mayor para obtener el beneficio Brooks. De algo sí estoy completamente seguro, no siento por Franco lo que podría haber sentido antes. Sí, es mi primer amor, pero más allá de eso, no hay nada a excepción de un rencor y un corazón roto llenó de inseguridades por hacer todo lo que hizo.
Asentí, indicándole mi total atención a sus palabras, aquellas burbujeando una ira en la boca de mi estómago.
─Mientras mi hermana me daba los detalles de su boda, este idiota llegó con ella y sabía que tenía clara la idea del reencuentro perfecto de viejos amigos ─explicó ─, por lo que mi hermana puso el altavoz. Escuché su "Es agradable para mí escucharte de nuevo, Brooks" y yo estaba con algo creciendo en mi interior, lo siguiente que oí fue el "¿Vendrás?" de mi hermana. ¿Y sabes que estupidez hice yo?, le respondí; "claro que sí, hermanita. ¿Cómo crees que me perdería tu boda?, le diré a mi novio que mueva unas cosas en su trabajo para irnos tan pronto como sea posible y buscar hospedaje en algún hotel cercano."
Su expresión era pellizcada, sufriendo por lo impulsivo que llegaba a ser.
─Ella chilló de la emoción, comenzó a pedirme datos sobre mi supuesto novio y yo solo alcanzaba a decir cosas como "es muy lindo, es fuerte, es agradable, amable..." y, cuando terminó la llamada, me di cuenta de la burrada que había cometido ─suspiró llevando sus manos sobre su rostro, cubriendo el mismo con desesperación evidente en sus acciones ─. Tengo que ir a esa boda y realmente no sé si podré soportarlo. Ellos van a juzgarme, será incomodo todo y no tengo novio, no puedo llegar sin novio después de decir que tenía uno.
Quedó unos minutos en absoluto silencio, y yo, no me permití decir nada. Reflexionando, analizando, con mi dedo pulgar acariciando la orilla de la taza, sintiendo el calor del café emanando en vapor hacia mi piel.
Esto es un tema importante. Este es el estrés que tiene, es por culpa de todo lo que pasó. Ahora, entiendo un poco más porque no confía en sí mismo, en su apariencia, porque no se siente bonito.
─Estaba estresándome por el trabajo, por eso, porque recordaba que he intentado salir adelante con alguna persona que llega a gustarme y decido intentar, pero me quedo estancado. Entonces, cuando la invitación llegó por correo, cuando la vi, cuando la tuve en mis manos y leí "Franco Monterrubio para Carolina Brooks"; fue la gota que derramó el vaso y salí a caminar. Me perdí tanto en mis pensamientos que no me di cuenta de lo mucho que caminé; escuché el bar, llegué frente a él y entré, entré porque me decía a mí mismo que un trago me ayudaría a disipar mis deudas. Luego fue siendo otro tras otro y lo demás ya lo sabes. Tengo que ir a esa boda y realmente no sé si podré soportarlo.
Sentía que estaba a poco de...
─ ¿Cuándo es?
─La próxima semana.
Llevé mi café a mis labios con lentitud, mi vista fija en el pelinegro con mameluco que aún tenía sus manos sobre su cara y cabellos. El estrés, la desesperación, esa ansiedad se notaban emanando de su cuerpo. Quería hacer algo, debía hacer algo.
─Iré contigo.
─¿Qué? ─murmuró.
─¿Es mala idea?
Hay algo que realmente no entiendo desde hace un tiempo. Es el hecho de que mi estómago se siente como un remolino cuando el pelinegro tiene sentimientos negativos. No me concierne nada en respecto a él y sigo aquí, tomando un café con él mientras me cuenta sus penas. Con el vivido recuerdo de su estado alucinante en el bar y de sus saladas lagrimas llenas de dolor surcando sus mejillas. De alguna manera, ese recuerdo me hizo decidir, no podía soportar dejar las cosas así.
─Iré. Seré tu novio en la boda de tu hermana.
─¿Lo dices en serio?, te pagaría por todas las horas que estuvieras a mi lado.
─Oi, no, no. Yo me estoy ofreciendo.
─No puedo dejarte sin trabajo, Ethan. Te pagaré por ir conmigo y fingir esto. En serio, muchas gracias por ofrecerte, no sabía que haría.
Me encogí de hombros como si no fuera la gran cosa para mí el romper mis reglas e introducirme así en la vida del chico. Solo era un favor, pero este favor sabía que me costaría y si su pago podía aligerar las cosas, entonces lo aceptaría.
─ ¿Cuántos días son?
─Tres. Es ir y establecernos ese mismo día es la fiesta de compromiso, las despedidas de soltero al día siguiente, la boda y la fiesta de después de eso.
─Bien, pues ya está ─sentencié, con los labios en la orilla de la taza.
La sonrisa que se extendió en los labios de Constantinne me hizo toser, ahogándome con la temperatura del café, su mano rápidamente en mi espalda para sobarla mientras me miraba preocupado. Podría morir ahora mismo con su preciosa sonrisa.
Pero sobreviví.
─Tengo una pregunta que hacerte ─anunció con expresión neutra, demasiado pesada para sus rasgos.
─Adelante.
─Tú sacaste la ropa y me la diste para vestirme. No me vestiste, ¿verdad?
Sé que mi rostro reflejó todo porque se atragantó con un jadeo y dejó caer su cabeza en la mesa.
─ Que vergonzoso.
Me reí.
He visto de esas películas de fantasía donde existe este tipo de guardián o guerrero que forma una barrera entre el personaje heroico impidiéndole llegar a los brazos de su amor destinado y salvarlo de las garras del mal. Ahora, podría poner a ese obstáculo como a la temible Anny, aunque Constantinne no es precisamente mi amor destinado. El grado de obstáculo es casi el mismo, el guardián no es más desafiante que Anny.
─Heeey, Nyny... ─canté llegando al trabajo.
Tan solo había pasado un día después de estar con Constantinne y los ojos de mi mejor amiga se bañaron en ira tan pronto como escuchó mi voz.
─ ¿Qué?
─ ¿Dónde estuviste todo el puto día de ayer?, perro desgraciado.
─Lenguaje, Anny.
─Lenguaje mi culo, Ethan ─contestó con hostilidad ─ ¿Sabes qué día era ayer?
Traté de recordar el día, la fecha, el mes, pero de pronto todo lo que había en mi cabeza eran los cabellos revueltos y tan oscuros como la noche, los ojos bañados en sufrimiento y después en alegría, sus expresiones dolorosamente marcables y su sonrisa brillante. Mi pensamiento pudo razonar en que estaba haciendo lo correcto, ayudarle.
─ ¿Miércoles? ─la cuestión fue impuesta con una voz delgada.
Anny pareció soltar humo por sus fosas nasales y desprender llamas de sus ojos. Salió detrás del escritorio y comenzó a caminar hacia a mí a medida que yo daba pasos hacia atrás. Era este terror mutuo que se tienen los mejores amigos cuando alguno de los dos había hecho realmente una pendejada.
─Ayer era el día en que terminaríamos las decoraciones y remodelaciones, sabías perfectamente que te necesitaba conmigo y me dejaste jodidamente sola con la cabeza hueca de Aitor. Quién, si no te recuerdo, es un jodido chismoso aparte de chupa pollas.
Anny realmente estaba enojada.
─ ¿Qué hizo esta vez?
─ ¡¿Qué hizo?! ─se escandalizó ─ ¡Casi logra que mi relación con Núria terminara por insinuar que me acostaba con Giesler para tener información de él!
Me pareció extraño. ¿Por qué Anny tendría que saber algo más sobre nuestro jefe? ¿Por qué Aitor desea saberlo? Tendría que ir hasta él y partirle la cara como hace dos días había prometido.
─ ¿Y por qué?
─ ¿Yo cómo jodidas voy a saber? Es un completo chismoso. Seguramente desde que dejó de intentar meterse en su cama ahora quiere obtener una pizca de atención ─suspiró acomodando sus rubios cabellos ─. Da igual, no me cambies el puto tema. ¿Dónde jodidos estabas?
Me removí en mi lugar pasando a tomar mi cuello, le miré tratando de calmarle. Ella era como una hermana mayor, su forma de ser conmigo siempre ha sido tan de regaños y sobre protectora, pero, sobre todo, de regaños. Es como si no quisiera que cometiera mis propios errores por miedo. ¿Miedo a qué? No podría destrozarme más que hace unos ayeres.
─Sí, sobre eso, tengo que hablar contigo... ─suspiro encontrando la mirada de preocupación en Anny, pero aún con un brillo de furia ─. Vamos a mi habitación.
Anny asintió y ambos giramos sobre nuestros talones para movernos a nuestros respectivos lugares de trabajo, escuché su grito llamando a uno de mis compañeros para hacerse cargo del lugar mientras sus tacones marcaban el camino hacia mi habitación, cerrando la puerta cuando estuvo dentro. Tenía esta postura de brazos cruzados, seguía queriendo mostrarse dura ante mí, pero la preocupación brillaba en su mirada.
─Comienza ─soltó ella.
Me encontraba sentado en el sofá de imitación de piel color negro, tenía mis brazos recargados sobre mis muslos y jugaba con los anillos que decoraban mis dedos. Levanté mi mirada para mostrarle mi seguridad, aunque todo mi lenguaje físico no la tuviera.
─Primero que nada, me disculpo por no estar aquí para terminar de ayudarte a decidir. Sé que Aitor no es la mejor compañía, también sé, que lo que sea que intentara hacer contigo y cómo resultaron las cosas con Núria, no es culpa mía ─puntualicé, ganando una mirada de disculpa de parte de Anny ─. Las mierdas de él no son culpa mía.
─Sí, lo siento ─habló acercándose a donde estaba yo, tomando asiento justo a mi lado.
─Ahora, hubiera estado aquí de no ser que tuve una emergencia, algo realmente grande ─gané otra mirada llena de preocupación en sus ojos ─. Yo estoy bien, no tiene que ver con nada respecto a mí o mi estado de salud. Bueno, sí, respecto a mí, sino no sería importante porque me pasó a mí, bueno ya me entendiste ─comencé, balbuceando al final y ganando una mirada confundida por Anny, ella realmente expresa todo con sus ojos ─. Bien, recuerdas a este muchacho. ¿Constantinne? verás, cuando me fui de aquí, dormí un rato. Y a eso de las cuatro de la mañana me llamó. Él estaba ebrio en un bar y no sabía dónde estaba y yo soy la única persona que conoce en la ciudad ─no se vio muy convencida ─. De confianza para él, no es muy sociable. No es mi secreto que contar, pero debido a que tengo que hacerlo. Hace dos meses, cuando él vino aquí a mí, me contó que tenía problemas con la aceptación sobre sí mismo, sabes cómo soy con esas mierdas de saber la vida de las personas... Desde, bueno, ya sabes, pero él, tenía tanto dolor en su voz, que no pude evitar aceptar. Desde entonces, llevo ayudándole a aceptarse y él me paga muy bien.
─Pero, tienen sexo ─fue lo único que dijo, asentí.
─Él no podía entregarse a nadie y, ahora que conoce y conocerá más sobre lo libre que puede ser la sexualidad. Algún día, dejará de contactarme, para dar paso a estar con alguien en una relación ─algo picó en mi interior, no permití que distorsionara mi exterior ─. Volviendo al asunto de que estaba ebrio. Resulta que tuvo un problema muy grande cuando era más joven, salía a escondidas con alguien y este alguien terminó liándose con la hermana y ahora se van a casar.
Ella frunció el entrecejo y yo asentí como si estuviera contándole un chisme de alguna telenovela.
─De hecho, es mucho más jodido que eso. Ayer estuve unas horas en su casa hablando de ello, de cómo era su vida y lo que vivió con su familia...
Callé un momento recordando como me expresaba la presionante relación que tenía con sus padres. No sabía cómo era eso, pero estaba seguro que el amor de un padre no se reflejaba de esa manera.
─Bueno, amm... ─rasqué mi cuello, necesitaba mentir un poco. Porque no necesitaba más de sus intensas y juzgadoras miradas, de más obstáculos a poder ayudarlo ─. Me pidió ir a la boda con él, porque dijo que tenía un novio y pues, no puede llegar a la boda sin un novio y pu-
─ ¿Sales con él? ─me interrumpió.
─ ¿Qué? No ─respondí de prisa, intentando calmar esa curiosidad y angustia que crecía en ella. Ambos sabíamos que no sería una buena idea ─. Va a pagarme por fingir ser su novio ─aclaré ─. La boda no es aquí, en la ciudad; es al centro del país y debo salir con él durante... ¿Cinco días? Creo que son cuatro, no recuerdo lo que dura eso. Tal vez llegue antes.
─Bien... ─suspiró, levantándose para alejarse de mi a medida que pasaba sus cabellos detrás de sus pálidas orejas ─. Y seguro no me dices esto porque soy tu mejor amiga ─asentí ─. Quieres que vea cómo hacer con Giesler ─volví asentir ─. Él aún no vuelve, pero existen ratas que pueden decirle algo ─enfatizó la palabra «ratas» refiriéndose obviamente a Aitor ─. Lo haré, es obvio que cubriré tu culo, pero solo quiero saber. ¿Por qué lo haces?
Esa pregunta. Al escucharla entró tan profundo en mi mente, recorrió mi cerebro lentamente, escurriéndose por mi organismo, aferrándose a él, combinándose, introduciéndose hasta que estuvo corriendo por mis venas y finalmente, casi exageradamente, se adhirió a mi ADN. ¿Por qué lo hago? es algo que ni siquiera yo, siendo yo, puedo explicar. No es un sentimiento solamente apegado a que es por simpatía. Porque, aunque Constantinne sea una persona que ha vivido tanto y se siente tan malditamente perdido con lo que es y lo que siente, lo que quiere. Más allá de eso, más allá de ser malditamente lindo... hay algo ahí, algo de él, que me hace querer hacer esto. Pero no sé qué es y, tampoco sé si quiero saberlo.
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