•The box
Hoseok se sentía cansado y no podía parar de bostezar. Habían estado todo el día trabajando a fondo en los arreglos que necesitaba el escenario y parte del piso de las oficinas. Había logrado apilar todas las cajas con los viejos registros del lugar, cosa que llevó más tiempo del esperado porque Kihyun había estado casi al borde de un ataque de ansiedad cuando descubrió que las carpetas encontradas aún conservaban muchas obras perdidas, además de crónicas de la época en que el teatro funcionaba y fotos detalladas del vestuario.
—¡Dios mío, Hoseok! No puedo creer que todo esto se conserve —decía arrodillado en el piso con las carpetas esparcidas a su alrededor—. ¿Cómo puede ser que hayan abandonado este lugar así? No tiene sentido. Tu familia pertenecía al teatro...
Hoseok se sentó a su lado y levantó algunas fotos.
—No sé bien por qué decidieron cerrarlo
—dijo— algo tuvo que haber pasado...
Kihyun asintió.
—Seguro, me niego a creer que simplemente se fueron porque se aburrieron. Aquí hay cosas que deberían estar en un museo... —dijo bostezando.
—Ya vete a tu casa, mañana podrás husmear todo lo que quieras. Es tarde.
Kihyun se puso el abrigo y volteó a mirarlo.
—¿Tú qué harás? —preguntó ya en la puerta.
—Me quedaré un rato más. Tengo que sacar algunas cuentas y separar las cosas que me llevaré a casa. Quizás haya algo que mis abuelos quieran conservar.
Kihyun saludó y cerró la puerta tras de sí. Hoseok se recostó en su butaca y apoyó los pies sobre el escritorio pensando en los gastos que habría que hacer y que no habían calculado en un principio. Finalmente decidió que dejaría todo para el día siguiente. Le dolía todo el cuerpo y todavía tenían todo un día de audiciones por delante. Con un suspiro cansado bajó los pies de golpe y su pie se hundió en la madera con un crujido.
—¡Demonios! —exclamó molesto—. ¡Otro gasto más!
Bajó la mirada y vió que una de las tablas del piso se había quebrado. Se agachó con cuidado, apartando el asiento y sacó el pedazo de madera astillado. No podía dejarlo así, alguien podría tener un accidente. Cuando estaba sacando los restos de madera sus dedos tocaron algo duro. Metió un poco más la mano por el agujero y la movió hacia los costados. Y ahí estaba de nuevo. Una superficie dura y por cómo se sentía en sus dedos, podía afirmar que era madera. Quitó la otra tabla y afirmó sus dedos sobre el objeto. Era una caja, no muy grande ni muy pesada que estaba cerrada con un pequeño candado.
—Hoseok, no pude conseguir un taxi... —la voz de Kihyun lo hizo sobresaltar— así que tendrás que llevarme.
Dejó la caja sobre el escritorio dispuesto a revisarla al día siguiente.
—¡Ya bajo! —gritó.
Al día siguiente se dio un baño rápido y salió a buscar a sus amigos.
—No les voy a mentir —dijo Kihyun repasando la lista con algunos nombres de las personas que habían llamado para presentarse a las audiciones— estoy un poco nervioso.
Chang estaba dormitando y Kihyun lo sacudió.
—Hey, despierta. Tenemos mucho que hacer hoy.
Chang gruñó y se bajó la capucha sobre los ojos para seguir durmiendo.
—¿Crees que se presentarán todos? —le preguntó a Hoseok.
—No sé, si es así nos iremos de aquí a la madrugada.
Pasaron por una cafetería y compraron algunos pasteles para llevar. Una vez en el teatro todos ayudaron a disponer las cosas en el escenario para las audiciones. Hoseok fue a dejar algunas cosas en la oficina cuando notó la caja donde la había dejado la noche anterior.
—¿No habías dicho que esto estaba abandonado? —preguntó MinHyuk al ver que efectivamente había movimiento dentro del teatro.
—Pasé algunas veces por el frente y puedo asegurarte que estaba cerrado y era casi un tiradero.
—Quizás lo están arreglando para ponerlo en venta... —dijo y luego encaró a su amigo—. Iremos por atrás. Podríamos entrar por algunas de las ventanas...
—¿Y si mejor entramos por la puerta como cualquier ser humano normal?
MinHyuk movió la cabeza negativamente.
—¿Y qué le diremos a quién sea que esté adentro? Hola, mi amigo está escribiendo un libro sobre un antepasado suyo que actuó en este teatro...
HyungWon levantó las cejas.
—Si, eso suena bien. Y es la verdad.
Min levantó las manos al cielo.
—Eso es aburrido.
—Y esto es ilegal.
—¡Oh, vamos! Tómalo como una aventura más —dijo Min empezando a caminar hacia la esquina del lugar.
—No me gustan las aventuras.
—Oye, tú querías jugar al detective. Así que ahora vamos a jugar —llegaron a la parte trasera del callejón. Había algunos contenedores con restos de muebles viejos y pedazos de madera—. Creo que podemos trepar hasta esa ventana —dijo señalando hacia el primer piso.
—No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo HyungWon a su amigo que estaba viendo cómo trepar por uno de los contenedores.
—Shh, no seas tan escandaloso. No queremos que nos vean. Ahora vamos...
Fue más fácil de lo pensaba y cuando MinHyuk logró abrir la ventana, HyungWon lo empujó hacia adentro haciéndolo caer.
—¡Ouch! ¡Podrías haberme avisado que ibas a empujarme!
Ambos se miraron, en el pasillo no había nadie. Min se llevó un dedo a los labios en señal de silencio.
—Yo veré qué hay abajo, tú vigila que no venga nadie.
HyungWon estuvo a punto de replicarle pero su amigo ya había desaparecido escaleras abajo.
A Hoseok no le costó demasiado forzar el candado y pronto estaba alzando la tapa de la caja. Había un fajo de cartas amarillentas atadas con una cinta celeste. El color del papel señalaba que eran cartas muy antiguas. Había también un viejo cuaderno de cuero marrón, una pluma, un reloj de bolsillo y un relicario de oro. Hoseok levantó el cuaderno y varias fotos cayeron de él. Se agachó a levantarlas y miró la fecha anotada en el dorso de una de ellas. 1917. Otra foto donde había dos muchachos riendo y otra donde solo estaba uno de ellos posando con un sombrero de paja. Hoseok no pudo evitar notar que el muchacho había sido muy atractivo. Aunque la foto era en blanco y negro se podía apreciar unos rasgos delicados y suaves.
Un ruido seco en el pasillo lo hizo levantar la cabeza. Si algo más se había roto iba a gritar. Salió justo para ver a un muchacho de espaldas asomándose al pie de las escaleras.
—¡Hey, tú! —dijo en voz alta. El muchacho pegó un salto y se giró.
Para Hoseok todo pasó en cámara lenta. Cuando el muchacho se giró pudo verle la cara y tuvo que sostenerse de la pared para no caer. ¡Era el muchacho de la foto!
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