•Revelaciones
HyungWon se dio una ducha pensando en las cartas de su antepasado. Se reprendió mentalmente por no haber dedicado más tiempo a investigar más sobre el tema y empezar a escribir su libro, pero el teatro había estado absorbiendo todo su tiempo. Y también estaba Hoseok.
HyungWon no pudo evitar sonreír al evocar los recuerdos de los dos besos compartidos. Se llevó una mano a los labios y los presionó suavemente. Se sentía culpable por desear más que esos besos fugaces de ensayo. A decir verdad, tenía que admitir que Hoseok y sus besos ocupaban gran parte de sus pensamientos el último tiempo. Se encontraba sonrojándose como una colegiala y, por momentos, no sabía cómo ocultar su ansiedad cuando veía al grandote acercarse. De pronto recordó la noche anterior y se tapó la cara con las manos, mortificado. ¿En qué diablos había estado pensando al tomar tanto? Él jamás lo había hecho fuera de su casa. Aunque si tenía que ser realista, jamás tampoco había salido a una reunión con amigos o compañeros de trabajo. Y ahora había hecho tal papelón que Hoseok se había visto en la penosa situación de cargarlo hasta su casa. ¿Cómo iba a mirarlo después de semejante escena vergonzosa? Sacudió la cabeza y suspiró bajo el agua.
—Won, me voy. Tengo que terminar de hacer algunas cosas para el estudio y luego saldré con HyunWoo... —gritó Min del otro lado de la puerta— así que hoy no me esperes a cenar... o a dormir... —hubo una risita feliz y HyungWon sonrió también. Su mejor amigo era un caso perdido.
Cuando salió del baño, se puso unos pantalones de lino color marrón y una camisa blanca suelta. Fue a la cocina y miró las cartas que aún yacían desordenadas por la mesa. Con los brazos en jarra, se puso a analizar por dónde debía empezar a armar la historia. Si tan solo tuviera la otra parte de esa historia de amor...
Agarró los papeles e intentó acomodar las cartas por fechas. Algunas estaban datadas pero otras simplemente eran pequeñas esquelas así que tuvo que sentarse a leer para armar un poco el rompecabezas de ese romance de antaño. A las dos horas sentía que le dolía la cabeza. Picoteó unas frutas ya que no tenía mucha hambre y luego de garabatear algunas cosas en su cuaderno, agarró su bolsito y salió del apartamento.
El día estaba soleado y corría una suave brisa de primavera. HyungWon buscó en su celular la dirección de la Casa de Teatro Nacional y se tomó un taxi. Quizás allí podría encontrar algo que le sirviera para su penosa investigación.
El edificio de tres pisos se alzaba majestuoso en medio de la calle y HyungWon se tapó los ojos del sol para echar un vistazo a lo alto. Decidido entró al lugar. Una correntada fresca propia de los edificios antiguos lo hizo estremecer. Había algunas personas paseando por el lugar y decidió acercarse al mostrador de recepción donde una mujer de aspecto amable le sonrió.
—Buenos días, joven. ¿Puedo ayudarlo en algo?
HyungWon la saludó con una enorme sonrisa y asintió.
—Yo necesitaría buscar información sobre un teatro y algunos actores.
La mujer le dijo que estaba en el lugar indicado.
—Contamos con el archivo teatral más grande de Corea —dijo la mujer con evidente orgullo.
—¿Tienen registros de principios del siglo XX? La información que preciso es sobre el teatro The Blue Letter y sobre un actor.
La mujer frunció los labios y se puso a tipear algunas cosas en la computadora.
—The Blue Letter. Teatro que estaba sobre la avenida Insadong-gil —leyó la mujer.
—Si, ese teatro. ¿Tiene alguna información sobre los dueños?
La mujer suspiró y frunció el ceño a la vez que leía en la pantalla.
—Veamos... Lee Jeokson, Lee JungDo... Sólo me figuran esos dos nombres. Al parecer la propiedad ha quedado en la familia Lee. Veamos. Sí. Aquí está, el actual dueño es Lee Hoseok.
HyungWon dio un respingo. No se le había ocurrido que Hoseok podía ser el dueño. ¿Podría recurrir a él para averiguar más sobre el teatro? Solo estás buscando una excusa para pasar más tiempo con él. Juntó los labios para evitar reir de su propia ridiculez.
—Entiendo —dijo y agarró su morral para buscar su diario. Sacó un recorte de diario y se lo pasó a la mujer— también me gustaría buscar información sobre ese actor...
La mujer miró el recorte y luego lo miró a él.
—¿Esto es algún tipo de broma? —la mujer casi lo miró con enfado.
HyungWon abrió mucho los ojos y se apresuró a mover la cabeza de forma negativa.
—¡No, no! Es un antepasado mío... Verá —dijo intentando ordenar en su cabeza lo que debía decir— yo soy escritor y estoy recopilando datos sobre él.
La mujer volvió a mirar el recorte.
—Vaya, esto es un poco confuso. ¿Usted está diciendo que esta persona del recorte es un antepasado suyo? —HyungWon asintió—. Es increíble...
—Lo sé, yo también me sorprendí al principio. Pero mi familia sabe poco y nada sobre él. Pensé que quizás ustedes podrían ayudarme.
La mujer lo pensó unos momentos antes de responder.
—¿Chae HyungWon? ¿Ese es el nombre del actor?
—Así es.
La mujer tipeó y boca se torció en un gesto de concentración.
—Hay una lista de las obras en las que participó —dijo la mujer ajustándose los anteojos—. Veamos: pequeñas obras independientes en el teatro La máscara, luego está Sherlock Holmes en Globe y... no parece haber más datos. Falleció en 1917... —la mujer siguió revisando—. Hay algunas fotos, pero asumo que ya las habrá visto.
—¿Podría imprimirlas?
La mujer asintió y se puso a imprimir dos fotos en blanco y negro que nunca había visto. La mujer se quedó contemplándolas y luego lo miró a él.
—Vaya, es increíble lo que hace la genética —dijo sorprendida— creo que jamás he visto algo parecido...
HyungWon tomó las fotos y al cabo de unos minutos salió del lugar un poco decepcionado al no encontrar más información. Iba pensando en cómo escribir el libro con la escasa información que tenía cuando alguien le tocó el hombro. Se giró con aire distraído y sonrió.
—¡Hoseok! ¡Hola! —saludó palmeándole el hombro. Este le sonrió de vuelta.
—No estaba seguro de si eras tú, pero esa boina no la tiene todo el mundo —dijo riendo. HyungWon bizqueó un momento mirando hacia arriba y se ruborizó.
—Tiene como mil años ya. Min insiste en que debería tirarla, pero tiene un valor sentimental para mi.
—Pues yo creo que se te ve muy bien, tiene 'personalidad'.
Ambos empezaron a caminar.
—Qué curioso encontrarte por aquí, ¿vives cerca? —HyungWon lo miró y negó con la cabeza.
—En realidad vine a la casa del teatro. Estaba buscando información para un libro.
Hoseok alzó las cejas.
—¿Un libro? —preguntó.
—Si, yo... bueno mi sueño es ser escritor...
Hoseok se sorprendió ligeramente, pero luego pensó que esa profesión le iba muy bien a la personalidad de Wonnie.
—¿Tú qué hacías por aquí? —le preguntó Wonnie mirándolo con una sonrisa amigable.
—Oh, sí. Kihyun me mandó a conseguir unas butacas antiguas. ¿Estás muy ocupado? Podrías acompañarme...
HyungWon aceptó el paseo y al rato ambos iban enfrascados en una charla agradable.
—...no es la gran cosa pero intentaba escribir una biografía.
—¿Una biografía? No me digas que la tuya —Hoseok se echó a reír.
HyungWon soltó una risotada que encantó a Hoseok, como siempre.
—No, ¿qué cosas dices? Es sobre una persona...
—Oh, creo que es aquí —lo interrumpió Hoseok señalando la vidriera de una tienda de antigüedades. HyungWon rápidamente se vio atraído hacia los objetos que se exhibían y se quedó revoloteando por el local mientras Hoseok se dirigía hacia el fondo de la tienda donde estaba el mostrador.
Una muchacha de aspecto dulce lo atendió.
—Buenos días y bienvenido. ¿En qué puedo ayudarlo?
Hoseok le comentó lo que estaba buscando y la mujer rodeó el mostrador para mostrarle los distintos modelos de butacas que tenían.
—Tenemos algunas butacas de escritorio de madera de Haya...
Hoseok se concentró en la explicación que le estaba dando la muchacha aunque no estaba entendiendo nada. La vendedora le mostró varios juegos de silloncitos, fraileros y algunos muebles más hasta que dio con uno que le pareció apropiado para lo que Kihyun necesitaba.
—Me gusta este modelo —dijo pasando un dedo por el apoyabrazos de madera brillante.
La muchacha sonrió.
—Tiene usted un gusto exquisito. Esta jamuga viene con otra de pareja. Las tenemos a un precio único.
Hoseok despegó la mirada del asiento para buscar a HyungWon. Lo vio mirando concentrado unos candelabros dorados.
—Si, está bien. Los llevaré.
—Por supuesto —dijo la chica— iré a llamar al encargado para que traiga la otra así podremos despacharlas.
Hoseok asintió y caminó hasta HyungWon.
—Es un lugar maravilloso —dijo el alto mirano absorto unas cosas en una vitrina espejada— podría estar todo el día metido aquí...
Hoseok sonrió y asintió.
—Podría comprarle un juego de tazas a mi abuelita, dime ¿cuáles te gustan?
HyungWon arrugó la nariz y Hoseok tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no girarlo por los hombros y besarlo.
—Bueno, vi por ahí unos juegos de té chinos muy bonitos.
—¿Señor Lee?
Ambos se giraron para ver a un muchacho no mucho mayor que ellos que sostenía un papel en la mano. Hoseok pudo ver cómo el muchacho miraba a Wonnie y abría mucho los ojos. Y no le gustó ni un poco esa mirada.
—Yo soy Lee —dijo aclarándose la garganta para llamar la atención del muchacho que seguía mirando a HyungWon como si su vida dependiera de ello. —¿Y usted es...?
El muchacho pareció salir de su trance y se disculpó, sonronjándose.
—Disculpe, mi nombre es Kim JeonWoo, soy el encargado de la tienda.
HyungWon sonrió y estiró una mano hacia el muchacho.
—Un gusto —dijo— tiene usted unas cosas muy hermosas.
El muchacho lo miraba embelesado.
—Gr... gracias... Disculpe, ¿su nombre?
Hoseok se cruzó de brazos y levantó una ceja. ¿Ese tipo estaba intentando ligarse a Wonnie?
—Oh, soy...
—¿Cree usted que podría despachar el juego de butacas para esta tarde? —interrumpió Hoseok dejando entrever que estaba molesto.
—Sí, sí... Disculpe usted. Por supuesto. Sólo llene este formulario y todo estará listo.
Le pasó una hoja que Hoseok garró mirando airadamente al muchacho coqueto.
—Em, señor Kim —HyungWon le tocó el brazo— me preguntaba si podría mostrarnos ese juego de té chino que tiene en la vitrina.
El muchacho asintió con fervor y le hizo una seña para que lo siguiera. Hoseok terminó de escribir lo más rápido que pudo para volver con Wonnie. No sabía por qué estaba sintiéndose así, pero el ver que otra persona le prestara demasiada atención al hombre que le gustaba, estaba molestándolo más allá de lo prudencial.
—Disculpe el atrevimiento —el chico abrió la vitrina y sacó el juego que HyungWon le había pedido—, ¿pero podría preguntarle su nombre?
Hoseok llegó a su lado y le pasó el papel.
—Oh, sí, disculpe usted... —HyungWon se acomodó el cabello detrás de la oreja y sonrió. Hoseok carraspeó entre encantado por la preciosa sonrisa y molesto porque esa sonrisa no era para él—. Mi nombre es Chae HyungWon.
Hoseok y el muchacho abrieron la boca al mismo tiempo, mudos de sorpresa.
HyungWon revoleó los ojos de uno a otro.
—¿Di... dije algo malo? —preguntó incómodo ante las miradas de ambos hombres.
—¿Chae... Chae HyungWon? —repitió el muchacho mientras Hoseok seguía mirándolo sin saber qué hacer o decir—. ¡Vaya, lo sabía! —exclamó el muchacho de repente haciendo que Hoseok lo mirara desconcertado—. Apenas lo vi supe que usted estaba relacionado con el amigo de mi tatara tatara abuelo...
Sin esperar respuesta, el muchacho salió corriendo hacia el fondo dejando a HyungWon confundido. Se giró a mirar a Hoseok.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó preocupado—. Podemos irnos si lo deseas...
Hoseok no pudo responder porque el muchacho reapareció con un portaretrato en las manos.
—Es increíble, esta foto ha estado en mi familia por siempre y bueno... —se la pasó a HyungWon que dudó un segundo antes de tomarla— creí que estaba desvariando cuando lo ví parado aquí...
HyungWon miró la foto y contuvo el aliento. En la foto aparecían tres muchachos, su antepasado, otro chico que tenía unos hoyuelos impresionantes y un muchacho atractivo de sonrisa seductora. Hoseok se acercó vacilante a su lado y casi se cae de la impresión. Ahí estaba HyungWon, Jooheon y otro muchacho que debía ser el familiar del muchacho de la tienda.
—¿Cómo... Cómo es que tú tienes esta fotografía? —HyungWon estaba perplejo.
—Ese de la punta es mi tatara tatara abuelo. Kim JongIn.
Hoseok contuvo la respiración.
'JongIn me anima a seguir, siempre está intentando hacerme reír y ha peleado con Taehyung por mí. Incluso han llegado a los golpes...'
Por fin todo cobraba sentido. Era hora de empezar a juntar las piezas de ese rompecabezas que ya tenía más de un siglo sin armarse.
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