Recuerda perfectamente el día de ayer.

Había vuelto otra tormenta, pero aún así Chaeyoung seguía con su ventana abierta y cantando.

¿Por qué no dejaba de cantar? Se preguntó varias veces en la noche.

Luego entendió que era una grabación y que tal vez a Chaeyoung le relajaba escucharse a sí misma cantar.

Porque aquello ayudaba a Mina, y no dudaba que sucediera consigo misma.

Pero cuando se hizo de mañana y no lo vió en la escuela se asustó.

Volvió a casa, nada podía ser más rápido que su corazón latiendo al mil por ciento.

Era normal que alguien faltara a la escuela, todos lo hacían. Pero aún así no evitó preocuparse.

Y le importó una mierda todo.

Al estar en su cuarto ya, salió por la ventana y pasó al cuarto de Chaeyoung.

Y ahí estaba.

Llorando levemente mientras ella veía su propio cadáver.

Su cuerpo ensangrentado en el piso, mientras la música reproducida de la noche anterior aún no paraba.

La melodiosa voz se combinaba con el suave llanto de la misma. Probablemente llevaba mucho rato llorando porque cada vez se hacía más inexistente.

Como Mina.

Y ahora, como Chaeyoung.