—Ah, así que aquí estás… —dijo el demonio, su voz un siseo que parecía rasgar el aire. —El puente Allumimon que tanto hemos buscado.

Jimin retrocedió instintivamente, pero Yoongi se interpuso entre él y la criatura, extendiendo un brazo para protegerlo.

—No darás un paso más. —advirtió Yoongi, su tono firme y lleno de autoridad.

El Sanguinario soltó una risa burlona, mostrando unos colmillos afilados que goteaba un líquido oscuro.

—¿Un fantasma protegiendo al puente? Qué conmovedor… pero inútil. —se burló. —Este humano no es más que una herramienta para nosotros, su existencia no le pertenece ni a él ni a ti.

Jimin tragó saliva, su mente trabajando a toda velocidad. No entendía completamente lo que significaba ser un puente Allumimon, pero sabía que su conexión con el más allá tenía algo que ver. Había sentido esa habilidad antes, en momentos de extrema emoción, cuando podía percibir y tocar a Yoongi como si fuera completamente tangible.

—No voy a dejar que lo toques. —respondió Yoongi, su energía aumentando, haciendo que el aire alrededor de él se llenará de un brillo pálido y helado.

El Sanguinario entrecerró los ojos, evaluando al fantasma.

—Eres valiente, pero no puedes detenerme, tú perteneces a este plano, mientras que yo… —El demonio avanzó un paso, su presencia llenando el espacio como una marea oscura. —Yo trasciendo las reglas de ambos mundos.

Antes de que pudiera moverse más, Jimin, aun temblando, agarró el libro de hechizos que había dejado sobre la mesa. Sus manos temblaban mientras lo abría rápidamente, buscando algo, cualquier cosa que pudiera ayudar.

—¡Jimin, quédate atrás! —exclamó Yoongi, volviendo la cabeza hacia él por un segundo.

—¡No! No puedo quedarme sin hacer nada. —respondió Jimin, sus ojos brillando con determinación.

—¿De verdad crees que ese libro puede salvarte, niño? —El demonio soltó un gruñido bajo.

Pero lo que el Sanguinario no sabía era que el vínculo entre Jimin y Yoongi hacía que los hechizos del puente Allumimon fueran más poderosos, más fuertes de lo que cualquier demonio podría prever. Mientras Jimin recitaba las palabras del hechizo, la conexión entre él y Yoongi se intensificó, y el fantasma comenzó a brillar con una luz espectral que iluminó toda la habitación.

—Tú no eres bienvenido aquí. —dijo Jimin con una voz firme, una que no parecía completamente suya, como si canalizara algo más grande.

La luz que rodeaba a Yoongi se expandió en un destello cegador, mientras el Sanguinario rugía, retrocediendo. Pero el demonio no se rendiría tan fácilmente, y ambos sabían que esto apenas comenzaba.