3
Jimin seguía en la cama, se preguntaba porque sus amigos no venían a verlo. Él vio como una niña entraba a su habitación, está se dirigía a la ventana con intenciones de tirarse. El rubio al ver eso le gritó a la niña la cual se giró y lo vio, está tenía una bata de hospital desgastada y un oso de peluche en sus manos.
—¿Dónde están tus padres? —le pregunto. —¿Por qué estás sola en este hospital?
—¿Me puede ver? —dijo la niña.
—Si no te viera no te estuviera hablando. —contestó Jimin.
La niña al escuchar unos pasos desapareció frente a los ojos del rubio él cuál negó con la cabeza, eso no podía estarle pasando, él no se estaba volviendo loco. Jimin miró hacia la puerta y vio a su madre la cual le sonrió, y él hizo lo mismo de manera suave.
—¿Cómo te encuentras cariño? —preguntó la mujer.
—Como un vegetal. —contestó. —no puedo moverme.
—Verás que podrás caminar. —habló la mujer.
—Me rompí todos los huesos madre. —dijo. —que hablé es un milagro.
—Si sobreviviste al accidente podrás volver a caminar. —le acarició la frente. —volverás a jugar y a salir con tus amigos.
—Si sabían que iba a estar vegetal. —sus lágrimas comenzaron a salir. —me hubieran dejado morir. —rio con las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. —¿Amigos? Ellos ni siquiera han venido a ver si estoy vivo.
—Cariño. —habló la mujer.
—Si no hubiera sido por este accidente no estuvieran aquí. —le reclamó. —si no estuviera así no se hubieran acordado que tenían un hijo.
—Sabes que nuestros trabajos son muy ocupados. —le dijo.
—¿Ocupados? —miro a la ventana. —si son ocupados porque tener un hijo que ni le preguntan si ya comió.
—Jimin. —escucho la voz de su padre.
—Quiero estar solo. —les dijo. —como siempre lo he estado.
Lo que él no sabía era que un pelinegro escuchaba todo lo que el chico de aquella cama decía, él se alejó al ver cómo venía una enfermera. El camino a paso lento hasta llegar a otra habitación donde miraba como desconectaban a un chico y como su familia lloraba.
—Oppa. —escucho que lo llamaron.
Él se giró y vio a una chica la cual se dirigía a hacia donde él estaba, él la vio y suspiró.
—Pensé que estarías en el colegio. —hablo.
—Salí para dar una vuelta. —lo tomó del brazo. —¿El señor Wang vino otra vez a ver a los pacientes?
—Él siempre está aquí. —contestó. —desde que supo del embarazo de su esposa no dejó de venir al hospital.
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