capítulo 57
(ATENCIÓN: ALERTA SPOILER DE 'WANDAVISION', LEE BAJO SU PROPIO RIESGO)
Narrador omnisciente.
—¿¡Qué crees que haces, Wanda!? ¡Debíamos esperar!
—¡Stark, cuidado!
Recién se casaron y alegres van.
Son una pareja normal.
Buscando descanso dejaron la ciudad.
¡Anyavision!
Ella llena de magia al pueblo local.
Con su esposo mitad robot.
¿Cómo harán el dúo? ¿Podrán encajar?
Compartiendo un amor como no lo habrá.
Protagonistas; Anastasia Lagugtik Romanoff y Visión.
¡Anyavision!
(…)
Anastasia veía los utensilios de cocina con una alegría impresionante, apuntando un conjunto de platos con su dedo y uno de ellos de inmediato comenzó a levitar en el aire.
Con la otra mano, viendo el resto de platos apilados al lado del lavavajillas, movió los paños de cocina y continuó limpiando y ordenando la cocina; secando en el aire con uno de los paños un pequeño vaso de vidrio, evitando así que su atuendo de ama de casa se arruinara.
Se volteó a continuar levitando y guardando platos, justo en ese momento Visión vestido con traje y leyendo un periódico del pueblo local en su forma de androide atravesaba la cocina, dónde no vió venir el plato que se estrelló contra su cabeza, llamándole la atención.
Observó a Anastasia con una pequeña mueca burlona, y ella se la correspondió al escuchar la respuesta salir de sus labios:
—Mi esposa y sus platos voladores.
—Mi marido y su cabeza irrompible—agregó con una reluciente sonrisa y recalcando las últimas palabras.
—¿No somos una buena pareja?—preguntó dejando el periódico de lado y acercándose a su mujer, besando su cabeza y escuchándola reír.
Movió los pedazos rotos del plato esparcidos por el suelo y lo reconstruyó en cuestión de segundos, dejándolo en su sitio mientras caminaba al refrigerador observando por encima de su hombro a Visión.
—¿Qué dices de hotcakes miniatura, papas hashbrown, tocino, huevos, jugo de naranja recién exprimido y café?—Anya abrió el refrigerador.
—Digo: "No como comida"—contestó levanta do nuevamente su cabeza del periódico, viendo a la chica al otro lado de la cocina.
—Por eso el refrigerador está vacío—ella lo cerró mientras fruncía su rostro en una expresión tierna, y su esposo alzó levemente sus labios por diversión.
Este observó la pared de enfrente con confusión, doblando el papel con las noticias del pueblito dónde recientemente se habían mudado y caminando hasta dicha pared.
—¿Anya?
—¿Hmm?
—¿Hay algo especial hoy?—antes de acercarse dejó el periódico en la mesa de mantel floreado de la cocina mientras abría su portafolios, sin notar la expresión confusa en el rostro de la rusa.
—Se que el delantal es exagerado, querido, pero hago todo lo posible para integrarme—le respondió caminando hacia el con elegancia, pero Visión solo negó suavemente con su cabeza.
—No, en el calendario—el androide caminó hasta la pared al igual que su esposa lo seguía a su lado, ambos viendo el calendario—Alguien dibujó un corazoncito encima de la fecha de hoy.
Anya vió aquello con su seño fruncido, estando Visión detrás de ella con sus manos acariciando y reposando en sus hombros observando el corazón dibujado arriba del número veintitrés del mes de agosto, no logrando comprender.
—Ah, si, el corazón—exclamó como si fuera lo más interesante, escuchando el sonido que produjo su amado con su garganta en respuesta—No me digas que lo olvidaste, Vis—dejó caer sus manos y volteó a verlo aún con su seño fruncido.
—¿“Olvidar”? Anya, soy incapaz de olvidar. Recuerdo todo. No estoy exagerando. De hecho, soy incapaz de exagerar—apoyó la mitad de su cuerpo en la mesa de cerámica que dividía la cocina con la salida de ésta.
—Entonces dime qué tiene de importante este día—Anastasia colocó sus manos en sus caderas, teniendo que subir su cabeza por la diferencia de altura.
Visión se quedó pensativo mirando el calendario, mientras que su mujer lo veía con una ceja alzada esperando una respuesta de su parte; notando así la expresión confusa de él.
—¿Cuál era la pregunta?
»Quizás tu lo olvidaste.
La última oración la dijo avanzando hasta la mesa con Anya estando entre atónita y confundida.
—¿Yo? Cielos, no. Estuve muy ansiosa por eso.
—Yo también—le respondió de brazos cruzados—Hoy celebramos...
—Puedes estar seguro. Es la primera vez que celebramos esta ocasión—la chica y el androide estaban siendo separados por el mueble de cerámica y madera en medio de la cocina, acercándose un poco por encima de ella.
—¡Es un día especial!
—Quizás una noche...
—Muy importante...
—¡Para ambos!
—Claro.
—Es obvio.
—Precisamente—ambos con una sonrisa se dieron un pequeño beso en los labios, separándose milisegundos después—Nos felicito...bien.
»Entonces me voy a trabajar.
Visión dió media vuelta y tomó su portafolio, y Anastasia por unos segundos se quedó en el mismo sintiendo pensando el algo.
Hasta que lo recordó luego de que su esposo se dirigiera a la puerta trasera de la casa, al lado de la cocina.
—¡No lo olvides!
—No lo hice—colocó un sombrero en su cabeza observándola, viendo cómo se señalaba a sí misma su rostro; ocasionando que él se viera en el espejo al lado de la puerta—oh—le sonrió apenado y levemente avergonzado antes de cambiar su apariencia física, pasando de ser un androide con partes de metal y una gema en la frente a un humano común y corriente.
Le tiró un beso usando su mano y sus labios, y la fémina fingió tomarlo en su palma con dramatismo.
—¡Ten un buen día!—y dicho esto salió por la puerta, dirigiéndose hasta su nuevo trabajo.
Posteriormente, la chica estando sola y en compañía de su cocina, caminó nuevamente en dirección al calendario todavía pensando en la fecha especial.
Lo admiró en silencio, pensativa e inmersa en sus pensamientos los cuales giraban en la misteriosa fecha y en su esposo; y aunque le hubiese gustado continuar en ese estado la puerta principal de su casa fue tocada tres veces.
Rápidamente cruzó la puerta de la cocina y esquivó el largo sillón pegado a la pared al igual que la mesa del comedor para cruzar la sala, moviendo sus piernas con rapidez y haciendo que su largo vestido liso se moviera de un lado a otro por el aire, abriendo la puerta usando la perilla.
Lo primero que vió al abrirla fue un conjunto de plantas en un macetero adornado por un moño de tela de regalo antes de subir su mirada a la persona que las llevaba, notando su cabello negro y sus labios pintados con labial oscuro al igual que su vestido de cuadros claros y zapatillas con tacones no tan altos, sorprendiéndose de tener visitas.
—Hola, querida. Soy Agnes tu vecina de la derecha—dijo alegre cruzando la puerta, observando a Anastasia—De mi derecha no la tuya, disculpa por no visitarte antes para darte la bienvenida, mi suegro estaba en el pueblo, así que yo no.
La rusa la observó con sorpresa desde que había comenzado a hablar, emocionada por las visitas inesperadas.
Agnes le dió las flores y ella las recibió con gusto y con una amable sonrisa, y su vecina cruzó la puerta de la casa como si fuera suya.
—¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? Y lo más importante: ¿Cómo juegas al bridge?
Anastasia cerró la puerta y trotó para quedar frente a ella, teniendo en sus manos todavía su regalo de bienvenida.
—Me llamo Anya—se presentó cortésmente, tendiendole la mano.
—Anya. Encantada—la otra mujer aceptó el saludo con una enorme sonrisa, la cuál se la devolvió sin dudarlo—¡Cielos, te instalaste rápido!, ¿Contrataste una empresa?
—Claro que sí. Esas cajas no se mueven solas—aquellas palabras le causaron gracia, pero se abstuvo de reír y dejó el macetero con las plantas en el centro de la mesa del comedor, escuchando a Agnes reír.
—¿Qué hace una chica soltera como tú dando vueltas por esta gran casa?—tomó haciendo en el otro sillón de la sala, esperando la respuesta de su nueva vecina.
—No soy soltera.
—No veo ningún anillo.
—Te aseguro que estoy casada...con un hombre. Uno humano y alto—la otra chica asintió sonriente—De hecho, esta noche estará en casa para una ocasión especial, solo nosotros dos.
—¿Alguien cumple años?
—No es un cumpleaños—señaló confusa.
—Hoy no es una festividad, ¿No?
—No, no es una festividad.
—¿Es un aniversario entonces?
—N..-¡Si! ¡Si! ¡Es nuestro aniversario!
—¡Qué maravilla!—Anastasia, risueña y destellando alegría por la sonrisa en sus labios, terminó por sentarse al lado de su nueva amiga, tenía el presentimiento que ambas podrían llevarse bien—¿Cuántos años?
Quedó algo de piedra ante aquella pregunta, la verdad era que no sabía si había pasado mucho desde que se casó y es solamente la emoción del momento que lograba que su matrimonio fue solamente hace poco tiempo.
—Es como si siempre hubiésemos estado juntos.
—Qué chica afortunada—Agnes la tomó de sus manos, alagandola—Ralph solo recordaría nuestro aniversario si hubiera una cerveza llamada dos de julio.
Anya se rió manteniendo una hermosa y brillante sonrisa en sus labios.
—¿Qué piensas hacer?—preguntó emocionada golpeando juguetonamente las piernas de su nueva vecina.
—¿Qué quieres decir?
—Para tu noche especial...una jovencita cómo tú no tiene que hacer mucho, pero es divertido preparar la escena.
»Estaba leyendo un estupendo artículo de una revista titulado: “Cómo agasajar a tu marido para conservar a tu marido”, y déjame decirte, el que le vendría bien a Ralph es: “Cómo atender a tu esposa para no perder a tu esposa”
Agnes ahora estaba en mitad de la sala mientras relataba la revista que había leído, y Anya la escuchaba atentamente como si su vida dependiera de las palabras de su vecina.
—Espera. Lo buscaré y podremos empezar a hacer planes, ¡Esto va a ser divertido!—sus pasos pasaron de estar en la sala a estar caminando hacia la puerta con la mirada de Lagugtik sobre su espalda.
Le regaló una sonrisa a la chica antes de salir, dejándola emocionada por lo que podría pasar a continuación.
(…)
SERVICIOS COMPUTACIONALES, Inc.
Visión revisaba carpetas, papeles, facturas y cuentas a una velocidad increíblemente rápida y al parecer eso no llamaba la atención de las pocas personas de ese piso del edificio que hablaban entre ellos y otros, como su compañero del escritorio de al lado, trabajaban a velocidad normal y aún por la tercera o quizás cuarta carpeta.
Sus manos se movían por la pequeña máquina con facilidad y sus ojos, cubiertos por unos lentes de para leer y facilitarle la acción, seguían fijos en los movimientos de sus manos y en el pequeño papel que desprendía la máquina, terminando por sacarlo y dando por terminado su trabajo.
—Aquí están las formas computacionales que solicitaste, Norm—Visión tomó a una fuerza aparentemente normal el enorme montículo de carpetas de su escritorio y lo pasó al de su compañero—Aquí tienes.
—Wow, ¡Qué rapidez!—Norm lo miraba atónito al igual que al conjunto de carpetas—No te molesta la música, ¿No, colega?—señaló la radio que emitía una música alegre y muy de la época de los años cincuenta.
—¿Por qué distrae del trabajo, o por la naturaleza absurda de la letra?—quizo saber el androide transformado físicamente en humano, y Norm quedó pensando en la respuesta.
—Lo primero.
—No, gracias, Norm.
Su compañero, algo más bajo que él, se levantó de su puesto para poder preguntar:
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, amigo?
—Si, de hecho lo hay, ¿Serías tan amable de decirme qué hacemos aquí exactamente? ¿Fabricamos algo?
—No.
—Correcto, ¿Compramos o vendemos algo?
—No y no.
—¿Y qué propósito tiene esta empresa?—Visión quedó confundido mientras señalaba el suelo que pisaban, refiriéndose en sí a toda la compañía dónde trabajaban.
—Solo sé que desde que llegaste, la productividad subió un 300%—Norm le sonrió emocionado.
—Sí, pero ¿Qué producimos?—tomó una de las carpetas que había colocado anteriormente en el escritorio de su compañero y le hechó un rápido vistazo, teniendo su entrecejo fruncido.
—Formas computacionales, y nadie procesa los datos como tú, amigo. Eres una computadora ambulante.
—¿Qué? Por supuesto que no—le contestó levemente alterado, pensando que tal vez descubrieron lo que en verdad es—Soy un empleado común basado en carbono, de materia orgánica cómo tú, Norm—dejó la carpeta para darle la espalda.
—¡Oye! ¿Qué te alteró?
Este quedó en silencio, suspirando y apoyando su cadera en su escritorio.
—Sí, perdón, estoy algo nervioso. Verás, parece que hoy hay algo especial para Anya, mi esposa—explicó jugando con sus manos al ver la confusión en Norm—y por Dios, por mucho que lo intente no puedo recordar qué es.
Hubieran seguido hablando, pero la puerta siendo abierta de la oficina de su jefe los obligó a correr a sus lugares, fingiendo demencia a lo que acababan de hablar y continuando con su trabajo como si nada hubiera pasado.
—Me alegra verlo—su jefe se despidió de uno de sus colegas empresarios, volteandose a ver al nuevo empleado—Visión.
—¿Sí?
—Con mi mujer ansiamos lo de ésta noche.
—Sr. Hart. ¡Claro!—Vió a Norm con alivio y exagerando sus exclamaciones—Es la cena con el Sr. Hart y su esposa, la Sra. Hart—olvidándose de su trabajo se puso de pie y quedó frente a su jefe, quien lo observaba a través de sus lentes.
—Eso fue lo que dije. ¿Qué le pasa? ¿Se le aflojó un tornillo?
—No, señor. Están bien ajustados—dió pequeños golpes a su cabeza, aún continuando con la mirada de su jefe puesta en él.
—Sí, eso espero...las cenas con los empleados son un rito de iniciación. Jones fracasó miserablemente—ambos observaron a dicha persona salir de una oficina con sus cosas en una caja, dándole a entender a Visión que lo habían despedido—¿No es cierto, Jones?—preguntó al ver al hombre de bigote grueso.
—Mi esposa creyó que cinco platos bastarían—se encogió de hombros.
—Y ese entrenamiento tan baladí.
—¿Un cuarteto de cuerdas?
—Y luego tuvo esa vergonzosa demostración de entusiasmo beatnik.
—Usaba un cuello alto—intentó escusarse, aunque era en vano ya que lo habían despedido luego de eso, tomando la sabia decisión de irse.
—Si. Buena suerte como desempleado, Jones—el hombre salió sin decir nada—Mi éxito se debe a que soy un agudo juez del carácter, no tiene esqueletos en el clóset, ¿No?
—No tengo esqueletos, señor—respondió como pudo su pregunta.
—Me alegra oírlo. Su futuro en esta empresa depende de eso—dicho esto, estirando sus labios en un intento de sonrisa, volvió a su oficina.
Visión por otro lado, solo podía ponerse nervioso por la llegada de la cena con su jefe.
(…)
—¿No tienes una canción? ¿Alguna de tu casamiento?—preguntó Agnes leyendo la revista que le había mencionado.
Anya lo meditó unos segundos con una libreta en sus manos.
—No, ninguna.
—Entonces te prestaré unos discos...tenemos cubierto lo de la música, la decoración, el vestuario, ¿Y las técnicas de seducción?—lo último lo dijo acercándose un poco a su nueva vecina, teniendo una expresión coqueta.
—Las tengo—le respondió viendo un punto indefinido de la sala, intentando disimular una mueca.
—Claro que sí.
Anastasia, sin poder aguantar las ganas de preguntar, habló luego de unos segundos de un extraño silencio.
—Solo por curiosidad, ¿Que dice?
—Que deberías tropezar al entrar a una habitación para que pueda atraparte—dijo leyendo en voz alta lo que decía la revista—Es romántico.
—¿Hay algún otro truco?
—Podrías decir que la mortalidad de los solteros duplica la de los casados.
—Eso si es romántico—ambas se rieron a carcajadas por lo bajo, y antes de que Agnes continuara con las técnicas de seducción que había en su revista, el teléfono local de su casa sonó.
La rusa se levantó y tomó el teléfono, colocándolo en su oído.
—Residencia Visión.
—Anya, querida.
—Visión, cariño.
—Sobre esta noche...-
—No te preocupes, querido.Tengo todo bajo control—ella vió a Agnes con complicidad, escuchando al otro lado de la línea telefónica a su esposo suspirar con algo más de calma.
—Eso es un alivio, debo confesar que estoy bastante nervioso—susurró como podía, ya que estaba llamando desde el teléfono de su trabajo.
—¿“Nervioso”? ¿Por qué?
—Querida, todavía se me traba la lengua.
—Vis, luego de todo este tiempo...—Anya sonrió como una adolescente enamorada.
—Hay mucho en juego, Anya...si esta noche no sale bien, creo que podría ser el final.
—Solo es una noche. No tienes que hacer tanto drama—dijo confusa por el comportamiento de su marido.
—Creo que lo mejor sería impresionar a la esposa.
—Y yo creo que lo mejor sería impresionar al esposo—alzó su pulgar a la mujer que la observaba desde el sillón, quien se lo devolvió cómplice y de acuerdo con el doble sentido de sus palabras.
—¡Magnífico!, Me alegra que pensemos lo mismo. Hasta esta noche, querida.
—Hasta esta noche—dejó el teléfono en su lugar con la emoción emanando de sus pupilas y todos sus movimientos físicos, volviendo al sillón con su nueva amiga.
—Estoy muy segura que a tu esposo le encantará lo que tenemos preparado—Agnes habló pasando la página de su revista, risueña y con muchas ideas en mente.
—Seguramente. Le encantan las sorpresas.
—Por cierto, Anya, ¿De dónde eres? No pude evitar pensar en un pequeño acento en tu voz—apartó la mirada de la página de modismos para observarla por unos segundos, solamente para devolverla a la revista mientras esperaba su respuesta.
—¡Oh!, Soy de Rusia, vine a Estados Unidos cuando era adolescente y mi madre...—quedó pensativa a lo último, conmocionada y parpadeando repetidas veces mirando el suelo bajo sus pies—ella...pues verás, mi madre...yo...ella...
Por alguna extraña razón no se permitió continuar relatando de dónde provenía, algo se lo impedía desde el fondo de su pecho.
Agnes, que en ese momento había estado escuchándola balbucear en silencio y con una serenidad impresionante, cambió su semblante a uno alegre y burlón en cuestión de segundos, algo que la incómodo de cierta manera.
—Te entiendo, querida. Mi madre era igual—su vecina se rió por su propio comentario, y Anya río con ella aunque confusa por sus pensamientos—Podía ser peor si llegases a desperdiciar alguno de sus obsequios de navidad.
—Sí...claro.
—¿Te encuentras bien?
—E-...¡estoy magnífica, Agnes! ¿Por qué no lo estaría?—preguntó ahora manteniendo una sonrisa, que a los ojos de Agnes era brillante.
—Por un momento pensé que estabas arrepintiéndote de ti aniversario.
—Hay que continuar...
Parte 1/2.
Me alegra haber vuelto :D
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