capítulo 57.1
Narrador omnisciente.
La tostadora dejó salir los dos pedazos de pan que habían sido insertados, estando quemados y hechando humo la igual que un extraño olor.
Apareció un hombre vestido de traje y tomado de sus propias manos, mirando fijamente la cámara frente a él.
—¿Su marido está cansado de que se quemen sus tortas?—preguntó sin esperar respuesta, caminando y manteniendo su mirada fija en lo que sería la cámara que lo estaba grabando—Prueba nuestro nuevo y mejorado ‘TuestAmigo 2000’.
Cuando se detuvo dejó a la vista una nueva tostadora reluciente y brillante, a su lado, una mujer sonreír sin mostrar sus dientes y vistiendo un vestido claro y suelto, con joyas no tan llamativas.
—Es esencial para las amas de casa sagaces.
—Vaya, esta máquina tiene brillo—contestó la mujer de manera mecánica, observando dicho artefacto.
—Tú lo has dicho—le respaldó el hombre—Ajuste el dial y devuelve el sabor a sus tostadas.
De inmediato la única mujer tomó dos trozos de pan sin tostar, colocándolos en sus lugares correspondientes de la pequeña máquina para posteriormente presionar el botón pequeño del centro, esperando el resultando mientras sonreía.
—Los elementos calefactores pueden manejar todo...desde un pastel de carne, uno de cereza, hasta sandwiches abiertos de queso.
El botón siguió titilando y pitando, esta vez aumentando su volumen y acelerando sus luces cada vez más rápido.
La mujer lo vió unos milisegundos antes de volver a mirar directo a la cámara, a la espera del resultado del pan; los cuales salieron luego de su acción.
—El nuevo ‘TuestAmigo 2000’ de Industrias Stark—ella tomó los trozos de pan y los puso en un plato sin borrar su sonrisa.
—Olvide el pasado. Este es su futuro.
(…)
Mientras tanto, específicamente en la casa de los recién casados, Visión llegaba por la puerta principal acompañado de su jefe y su esposa, la Sra. Hart.
—¡Ya llegamos!
La mujer de edad considerablemente avanzada caminó por la sala admirando los adornos y la decoración extravagante de la mesa del comedor, rodeada de velas y una tenue luz que alumbraba el lugar.
—¡Qué evocador!—exclamó viendo la sala.
—¿Qué pasa aquí, Visión? ¿Se fundió un fusible?—preguntó el Sr. Hart notando la escasa iluminación, mientras que el nombrado de dedicaba a cerrar la puerta y confundirse por la decoración de su casa.
—Discúlpenme mientras voy a buscar a la señora de la casa—Visión trotó hasta la puerta de la cocina, cruzándola algo desesperado y nervioso en busca de su mujer, quién no daba ningún rastro de estar cerca.
El jefe y su esposa siguieron admirando el resto de la sala, sin notar que Anastasia se encontraba detrás de ellos caminando en puntillas con un traje completo levemente transparente y con la emoción reflejándose en sus ojos, y quizás fue por eso que confundió al Sr. Hart con su esposo.
Puso sus manos cubriendo los ojos del hombre, sorprendiéndolo.
—¿Quién soy?
Visión en ese momento salió de la cocina y encendió de paso el resto de las luces de la casa, atónito al ver a su esposa detrás de su jefe.
—¡Anya!
Ella volteó sorprendida al escuchar la voz del androide en forma de humano, siendo algo de miedo al ver que no era el hombre que estaba cubriendo sus ojos con sus manos.
—Visión—Anya separó de golpe sus manos y le permitió al Sr. Hart voltearse para observarla, al igual que la esposa de este la miraba confundida.
Ella, al ver cómo la mirada del hombre se posaba en medio de su escote, decidió ocultarlo como podía con sus manos, avergonzada.
—¿Qué significa esto?—preguntó algo molesto observando a su empleado.
—¿Qué es...? Sí, ¿Qué significa...? ¡Lo que significa!
Anastasia le sonrió apenada a la pareja recién llegada.
—Quiere saber el significado, y lo que significa es que es el saludo ruso tradicional de hospitalidad—su esposa no tuvo alternativa más que seguirla la corriente mientras se posaba frente a Visión, imitando lo que Anya le había hecho al Sr. Hart.
—¿Quién soy?—imitó Visión.
—¿Tengo a mi anfitrión detrás?
—Claro que sí.
—Es un placer conocerlo—ambos se estrecharon de manos, ambos confundidos.
—Olvidé decirles que mi esposa es europea.
—¡Qué exótico!—la Sra. Hart admiró a la pareja mientras les sonreía.
—No comemos con bolcheviques.
Anya y Visión lo vieron con sus seños fruncidos, aunque mantuvieron sus sonrisas incómodas en sus rostros con sus manos entrelazadas.
—¡Cállate, Arthur! ¿No tienes cultura?—pregunta la señora viendo a su esposo algo enfadada, pero luego sonrió y apuntó al vestido de la chica—¡Y ese vestido!
—¡Sí! Es tan...ruso, ¡Eso es! ¡Sí!—La fémina siguió ocultando su escote con una sonrisa avergonzada mientras le asentía a su marido siguiéndole el juego.
—¿Puedo verte un momento en la cocina, cariño?—Anya tomó un pedazo de tela que adornaba una de las lámparas y le pidió a gritos a su esposo a través de sus ojos.
—¡Sí!—ella no esperó más y lo arrastró hasta la cocina, y mientras pasaban se encargó de soplar algunas de las velas encendidas.
Anastasia no esperó más y reemplazó su sonrisa a una mueca de preocupación al igual que Visión.
—¿Quiénes son?
—¿Qué te pusiste?
—¿Por qué vinieron?
—¿Qué te pusiste?—preguntó con una mueca en sus labios.
—¡Es nuestro aniversario!—exclamó su mujer levemente preocupada, sobre todo por aquella visita que no esperó.
—¿De qué?
—Si no lo sabes, ¡No te diré!—la rusa, abatida por las emociones, dejó bruscamente la tela en la mesa cuando cruzó la cocina y se abrazó a sí misma.
—Ese hombre que está ahí es mi jefe, ¿El Sr. Hart!—Visión apuntó a las persianas cerradas que evitaban que dicho hombre y su esposa los viesen discutiendo—¡Y está su esposa, la Sra. Hart! ¡Suena como corazón en inglés, por eso lo abrevié!—lo último lo dijo señalando la figura en el calendario, mirando a su mujer.
—Te mueves velozmente, y yo puedo hacer flotar un bolígrafo, ¿Quién necesita abreviar?—Anastasia caminó hasta él todavía abrazándose a sí misma, viéndolo fijamente y con preocupación.
—Querida, son muy románticas las velas, la música, ese atuendo precioso...
—Bien...
—No quiero ser desagradecido, pero ahora...
—Tu jefe y su esposa esperan una comida casera—terminó por él algo más calmada.
—Precisamente—admitió Visión.
Anastasia suspiró y fijó su mirada en la mesa de la cocina, donde un pequeño plato reposaba sobre ella.
—¿Se confirmarían con una fresa cubierta de chocolate para tres?—el androide hizo una mueca al igual que ella, quedándose sin ideas—Podría tener una mejor idea—chasqueó sus dedos en el aire y de inmediato su vestido claro algo trasparente pasó a un vestido de tela elegante para la ocasión, complaciendo de paso mentalmente a su esposo.
(…)
—Dije: “Si orientamos las formas horizontalmente y no verticalmente, podemos usar el doble de papel y facturar el doble”—a su lado, Visión lo escuchaba intrigado y atento, mientras que la Sra. Hart solo suspiraba con cansancio.
Se rió por el comentario de si jefe, queriendo así dar una buena impresión para conservar su trabajo.
—¡Realmente es un pionero!—contestó viendo la pared pensativo—Pero el mayo objetivo de las formas es...
—Es analizar las entradas y salidas—Arthur respondió por él, escuchando una exclamación por parte de Visión junto con una mueca en sus labios—Usted es muy tonto, ¿No, Visión?—Este lo observó sin saber que decir al respecto.
Mientras ellos hablaban en la sala, Anastasia en la cocina abría la puerta trasera de su casa con rapidez, suspirando de alivio al ver quién se encontraba del otro lado.
—¡Agnes! ¡Me salvaste la vida!—habló dejando pasar a su vecina, cerrando la puerta una vez estuvo dentro de su casa.
—¿Qué tipo de ama de casa sería si no tuviera una comida gourmet para cuatro en casa?—preguntó Agnes sin esperar respuesta de Anya, dejando la canasta y varios utensilios de cocina sobre el mostrador en medio de la cocina con ayuda de la rusa.
—Bien...
—No es que Ralph solo quiera comer frijoles al horno...lo que explica mucho de su atractivo personal, claro está—una de las ollas cayó al suelo, ocasionando un ruido que se escuchó en la sala, y por ende, lo escucharon los dos invitados y el dueño de la casa—¡Cielos!
Visión se levantó apenas escuchó el ruido, corriendo y quedándose en mitad de la sala sin esperar que la Sra. Hart se levantara por igual algo preocupada por una de sus afitrionas.
—¿Wanda precisa ayuda en la cocina?—preguntó en dirección a Visión, levantando la cabeza para observarlo—No tenemos bocadillos, ni salchichas envueltas, ni tartaletas.
—No, es...no, es muy amable, Sra. Hart, ¡Pero estoy seguro de que está bien!—gritó precisamente para que su esposa lo escuchara al otro lado de la casa, tomando con delicadeza a la esposa de su jefe.
Anya, levemente frustrada, volteó a observar a su amiga colocar el resto de las cosas en el mostrador teniendo una idea de lo que haría.
—Gracias, Agnes. Puedo seguir sola.
—¿Seguro, querida?—asintió con una sonrisa—Muchas manos aligeran el trabajo. Y muchas bocas crean chismes.
—¡Eres muy traviesa!—Anya comenzó a mover tranquilamente a Agnes para llegar a la puerta trasera, sin quitar su amable y algo tensa sonrisa.
—¿Precaliento el horno, querida?
—No será necesario.
—Está bien...estás en apuros, esto se puede hacer enseguida—siguió hablando con alegría, volviendo a caminar a revisar las cosas del mostrador y dejando a la chica con la puerta abierta—Primero, langosta Thermidor con empanaditas de carne—Anya asentía mientras daba la vuelta por la cocina tomando el brazo de Agnes.
»Pollo a la king con papas fritas como segundo plato, y el principal, filete Diane con salsa de menta, ¿Tú preparas la salsa?
Se detuvo señalándola con el dedo, y Anya se detuvo por igual.
—Sí.
—Bien hecho.
Nuevamente prosiguió a llevar a Agnes a la puerta abierta, mientras ella seguía dándole algunas indicaciones sobre la comida.
—Las recetas están sobre la encimera, ¡Bon appétit!—con esas últimas palabras y recibiendo la mano alzada de su nueva vecina como despedida, Anya cerró la puerta en su cara; borrando de paso su sonrisa y caminando hasta estar entre el lavavajillas y el mostrador.
Con un simple movimiento de manos y elevándolas hacia arriba todos los gaveteros se abrieron al igual que la puerta del horno, comenzando a sacar varias ollas y envases para cocinar al igual que sartenes que hicieron algo más de ruido, ruido el cual volvieron a escuchar las personas sentadas en la sala de estar.
—Quédense aquí—la Sra. Hart volvió a levantarse y decidida comenzó a caminar a las persianas que evitaban ver el interior de la cocina—Siento una emergencia doméstica...
—Sra. Hart, no. No puede—Visión intentó detenerla—Usted...por favor...
La señora hizo caso omiso a sus palabras y siguió caminando a las persianas.
Justo cuando las persianas terminaron de abrirse, Visión comenzó a cantar para llamar su atención, cosa que logró al igual que la mirada atónita de su esposa al no ver la acción de la Sra. Hart; manteniéndose de piedra y con las utensilios y la comida flotando en el aire.
Continuó cantando con la confusión en el rostro de Anastasia.
La esposa de su jefe comenzó a moverse al compás de la canción que cantaba, ignorando por completo lo que estaba apunto de realizar anteriormente.
Anya tomó aquél momento de distracción y cerró las persianas con un movimiento de dedos, continuando su trabajo algo más calmada.
—¿Por qué no cantamos juntos entonces?—preguntó Visión buscando entretener a la mujer, tomando un ukelele que reposaba en la pared antes de observarla y dibujando una sonrisa nerviosa en su rostro.
En la cocina, Anastasia movía sus dedos apuntando una de las ollas que burbujeaba y hervía, y de paso comenzó a atender el pollo; cosa que no le fue bien al transformarlo de un pollo rostizado que quería a un pollo completamente quemado y se color negro, exclamando en voz alta.
—¡No! ¡Es demasiado!—movió sus manos nuevamente, y en vez de volver a transformar el pollo a su versión anterior terminó transformándolo en una pequeña cesta con huevos blancos—¡No! ¡Muy atrás!
—En mi granja junto a un cerdo.
—I-A-I-A-IO—siguió la Sra. Hart.
—Hay un granjero con su...—Visión observó a su jefe esperando que prosiguiera con la canción, ganándose que solo tragara en seco cuando lo único que recibió fue una mirada serena y analizadora—con su...puerco ¡I-A-I-A-IO!, Con un...
—Oink, oink.
—Va, con un...
—Oink, oink.
—Ya.
—Con un oink, hay un oink, por doquier un oink, oink.
Anya escuchaba a su esposo y la mujer cantar al otro lado de la casa y comenzó a desesperarse por no poder terminar de preparar la comida, y sin darse cuenta la salsa que había estado casi terminada comenzó a chorrear de la olla suspendida en el aire y la otra que estaba burbujeando inició a moverse más de la cuenta.
—¿Luego que iba a hacer? ¿Cuál era el plato principal?—caminó inspeccionando las recetas en el aire donde dibujos de las comidas que debía preparar se encontraban—Era...filete...no. Filete...Filete...¡Diane!
Otra vez en la sala, al escuchar el nombre de una mujer desde la cocina, Visión no tardó en responder:
—¿Sí?—sus visitantes lo observaron confundidos—Creo que me llama mi esposa.
—¿Le dice “Diane”?—cuestionó el Sr. Hart con su seño fruncido, y Visión no supo muy bien que responder ante aquello.
—Sí, me llama así cariñosamente—vió a su jefe avergonzado y penoso, sonriendo con nerviosismo—ya voy...Fred—tragó saliva ante la intensa mirada que la pareja algo mayor le proporcionaba—Discúlpenme.
Anya levantó dos pares de langostas aún sin cocinar, y lo hubiese colocado en la olla para hervirlo de no ser por la llegada de su esposo, cosa que la espantó.
—Oh, no—con su mano expulsó la comida por la ventana abierta y la cerró, justo cuando Visión se recostaba de uno de los muebles de la cocina, sudado y muy nervioso.
—¿Cómo puedo ayudar?—le preguntó desesperado por intentar causar una buena impresión.
—El pollo ya no es un pollo y las langostas volaron al nido, solo queda filete—le respondió rápidamente y señalando cada cosa que había mencionado, tomando una de las recetas—aquí dice que con un ablandador de carne se acelera la cocción.
—Excelente plan. ¿Y el ablandador?
—Lo estoy mirando—dijo tendiéndole el martillo de cocina observándolo seriamente, y justamente en ese momento la Sra. Hart abrió las persianas para observarlos.
—¡Uh uh ahí dentro!
—¡Uh uh también a usted!—Anya le sonrió y cerró las persianas en su rostro, volviendo a mirar a su esposo—Bien. Termina la carne, encuentra las langostas. Ahora vuelvo.
Se quitó el delantal y se lo lanzó al androide antes de salir a paso algo acelerado por la puerta.
—Ojalá tengan hambre—les dijo risueña.
—Más bien estoy famélico—el hombre se levantó para caminar hacia ambas mujeres.
—La cabeza empieza a darme vueltas—secundó su esposa señalando dicha parte de su cuerpo, viendo a la chica dueña de la casa.
Visión golpeó la carne con demasiada fuerza, ocasionando un fuerte ruido que claramente lograron escuchar las tres personas en la sala.
La Sra. Hart tenía intenciones de volver a abrir las persianas, más Anya lo impidió sacando algún tema de conversación al azar.
—¿Alguno sabía que los casados están matando a los solteros a un ritmo alarmante?—ante su propia pregunta sonrió avergonzada en dirección al jefe de su esposo.
—¿De qué habla?—preguntó con su seño fruncido, y no pudo contestar al volver a escuchar el mismo sonido del martillo de cocina impactando en la mesa—¿Y qué pasa ahí?
El Sr. Arthur caminó en dirección a la cocina, más la rusa logró impedirlo fingiendo caerse de espaldas y exagerando sus expresiones; dejándose caer y teniendo ahora de soporte los brazos del hombre, el cuál no podía estar más confundido.
Se levantó cuando tocaron a la puerta principal, y sonriendo apenada se acomodó antes de caminar a la puerta.
—¿Quién será?
—¡Ya voy!—Visión salió corriendo desde la cocina hasta la puerta, con la mirada de la pareja levemente mayor sobre ellos.
Agnes se encontraba al otro lado, estando de lado y con una de sus manos sosteniendo una fruta mientras que con la otra se tomaba de la cintura, observando a su vecina.
—No contestaste la de atrás, para ti volteado de piña—le tendió la fruta con una sonrisa, la cuál correspondió al instante con nerviosismo—Hola, yo...—intentó saludar al esposo de Anya, más ella ya había cerrado nuevamente la puerta en su rostro.
—¿Quién era?—quizo saber Arthur señalando la puerta de madera, estando al lado de su esposa.
—¡Un vendedor!
—¡Un telegrama!—ambos se confundieron por la respuesta de su contrario; y Anastasia permaneció callada mientras que Visión intentaba arreglar el error verbal que habían cometido—Alguien que vende telegramas.
—¿Sabían? Las buenas noticias cuestan más.
Visión comenzó a susurrarle a su esposa, evitando de esta manera que sus invitados los escucharan ansiosos y nerviosos.
—No hallé las langostas, y ¿Quieres la carne tierna o en polvo?
—Cielos.
Ella agarró el delantal de la cintura de su marido y regalándoles una abierta sonrisa al Sr. y la Sra. Hart volvió velozmente hasta la cocina, dejando a Visión solo con las visitas.
—Bueno. Creo que la noche va de maravilla—el androide en forma humana colocó sus manos en su cintura, pensando en cómo seguirlos entreteniendo mientras su esposa se las arreglaba para cocinar algo casero—¿Alguien quiere jugar al parchís?
—La cabeza me da vueltas—La Sra. Hart rechazó la oferta con la mano, buscando sentarse en uno de los sillones de la sala.
—Sra. Hart...—Visión formó un abanico con sus manos para darle más aire.
—¿Escuchó? Le da vueltas la cabeza—Arthur señaló a su mujer, viendo seriamente a su empleado—Y no me gusta que su cabeza haga eso.
Anya respiró hondo y dejó salir el aire bruscamente por su boca, tomando el batidor de mano decidida que lo que iba a hacer a continuación.
—Es hora de improvisar—agarró la cesta con huevos que anteriormente era un pollo crudo y también tomó una sartén.
—Empiezo a creer que no sirves para gerente, Visión—El Sr. Hart lo observó, y el nombrado no pudo hacer otra cosa más que quedarse callado—Tenía esperanzas en usted.
La rusa aprovechó la charla de ambos para pasar los platos con la comida flotando a través de las persianas ahora abiertas.
—Pero por lo que ví esta noche, apenas puede mantener la calma—terminó de colocar los platos flotantes en la mesa, unos huevos revueltos con salchichas y una fresa decorativa acompañados de dos trozos de pan y una pequeña porción de carne, sirviendo el contenido de una botella de vino de cada copa de cristal—Mire a su alrededor. Todo este caos en su casa.
»¿Cuándo comeremos?
—La cena está servida—anunció la chica al lado de la mesa.
Anastasia Lagugtik reposaba sus manos en su vestido y llevaba una sonrisa más calmada en sus finos labios, sonriéndoles a las tres personas que la miraban desde la sala.
Visión exclamó un sonido con su boca, viendo a su esposa complacido. Por fin.
—¿Un desayuno para cenar?—cuestionó el Sr. Hart viendo la comida, y la sonrisa de la chica fue decayendo—qué...
—Europeo—terminó su esposa por él, viendo a Anya con complicidad y haciéndola volver a sonreír.
—¡Brindemos!
Los tres se encaminaron a la mesa y luego todos tomaron sus copas, alzandolas en el aire.
—Por mi encantadora y talentosa esposa.
—Por nuestros estimados invitados.
—Sí. Chinchín—los cuatro iniciaron a chocar sus copas entre ellos.
—Salud—la rusa y los demás llevaron la copa a sus labios, bebiendo un trago de la bebida—Coman antes de que se enfríe.
—Permítame, Sra. Hart—el androide sacó la silla para permitirle a la señora sentarse, y cuando lo hizo volvió a colocar la silla en su lugar. Casi de inmediato comenzó el interrogatorio.
—¿De dónde se mudaron? ¿Qué los trajo aquí? ¿Cuánto llevan casados? ¿Y por qué aún no tiene hijos?—La Sra. Hart preguntó sin parar.
Anastasia sonrió y tenía planeado responderle, más no contó con que ningún recuerdo de su boda o de donde provenían le llegáse a la cabeza; estaba todo completamente en blancos y pasando de estar feliz y sonriendo a una seria y conmocionada.
Visión, al ver la transformación del rostro de su esposa, decidió ayudarla.
—Creo que mi esposa quiere decir que nos mudamos...
—Sí, nos mudamos de...—observó la mesa, no encontrando las palabras para continuar y parpadeando repetidas veces.
—Y nos casamos...
—Sí, nos casamos en...—buscó la mirada de Visión en busca de ayuda, más no contó con que este tampoco supiese continuar con el relato.
—¿Y bien? ¿De dónde se mudaron? ¿Cuándo se casaron?
—Ten paciencia, preparan su historia. Déjalos contarla—regañó la mujer a Arthur mientras probaba la comida, ambos esperando la respuesta de la joven pareja.
—Nosotros...nuestra historia...—sonrió Anastasia para posteriormente cambiarla a una mueca en segundos.
—Sí, ¿Cuál es su historia?—presionó el jefe de Visión.
—Deja a los chicos en paz—volvió a regañarlo la Sra. Hart.
—No, en serio, es una pregunta muy simple...en serio...¿Por qué vinieron?...¿Por qué?
Ninguno de los dos supo cómo contestar esa pregunta formulada por el Sr. Hart, estaban confundidos y pensativos observando cualquier otro punto inexistente de la casa.
Arthur goleó la mesa, devolviendo a Anya a...a la realidad.
—Maldición, ¿Por qué? ¿Por qué...?—hubiese seguido por sus preguntas, pero no pudo terminar ni la segunda cuando comenzaba a ahogarse con un trozo de comida que no había ingerido todavía, siendo el centro de atención de la mesa.
—Detente, Arthur—dijo su esposa como si no creyese que su marido se estuviera ahogando, y a los ojos de Anya y Visión comenzaba a tornarse el lugar a uno suspensivo y... siniestro.
Ella vió al Sr. Hart sin creerlo todavía, parpadeando varias veces.
—Detente—volvió a decir la mujer con una sonrisa para luego reír en dirección a su esposo, quién continuaba ahogándose—Detente.
Llevó sus manos a su garganta, no pudiendo formular palabras o respirar siquiera, todo bajo la mirada anonadada de Anastasia.
—Detente...detente.
Visión parecía confundido y atónito por todo lo que comenzaba a suceder, entre la sonrisa de la Sra. Hart y el que su jefe se estuviese ahogando hacía de el aire más tenso y oscuro más...irreal.
—Detente...detente.
Anya formó un rostro aterrado cuando lo vió caer al suelo con la silla tomando todavía su cuello.
—Detente...detente, detente.
Las últimas palabras ya no se las dirigía a su esposo, sino que se las dirigía a Anya, quién todavía seguía confusa y anonadada, entre otras emociones que batallaban en su cabeza, observando al androide.
—Detente.
—Ayúdalo, Visión—demandó con su seño fruncido, y el nombrado no esperó más para levantarse y acercarse a su jefe, insertando su mano sin ninguna inconveniente a través de su cuello.
Lo hundió en su garganta y cuando sintió el trozo de comida rozando sus dedos no esperó más para tomarlo y sacarlo de una vez, ahora pudiendo respirar, mostrándole la comida a Anya, quien volvió a parpadear repetidas veces mientras suspiraba.
—Lo ayudo a levantarse—dijo sosteniendo al Sr. Hart por la espalda, dejando de lado la silla en el suelo—Deme su mano.
La rusa vió los movimientos del hombre con precisión, y la esposa de este solo volvió a sonreír y continuó disfrutando de la comida.
—Muy bien, afírmese, señor.
Visión vió a su jefe preocupado, y sin embargo volvió a respirar normal y fijó su mirada en el reloj de su muñeca, viendo la hora.
—¿Viste que hora es?
—Sí. Mejor nos vamos—la Sra. Hart se levantó apoyando a su esposo en su decisión, como si nada hubiera pasado.
—¿Están bien?—preguntó confundida Anya viéndolos levantarse y dirigirse a la puerta, con una sonrisa nerviosa.
—La pasamos muy bien—respondió la mujer, cubriendo con sus manos los ojos de la fémina—esta invitada deja su casa.
—Sí, gracias por venir—Anastasia sonrió estrechando su mano luego de eso, acompañando a la señora a la puerta.
—Hoy me enorgulleciste, hijo...a primera hora del lunes tendremos una charla—dijo observando a Visión, estrechando su mano con la de él—veremos lo del ascenso.
—¡Sí, señor! ¡Gracias!—el androide sonrió emocionado, despidiéndose de su jefe y dejando que su esposa les abrirse la puerta, dónde una de las langostas que había lanzado por la ventana estaba decorando la puerta al otro lado, viendo a Visión con sorpresa.
La Sra. Hart vió esto, y no dudó en realidad un comentario por ello;
—Qué aldaba más encantadora—la tocó sonriente antes de volver a verlos—¡Buenas noches!
Anastasia cerró la puerta una vez se fueron, y se permitió suspirar apoyada de la puerta por el agotamiento, ahora permitiéndole a Visión mostrar su apariencia normal de androide.
—Somos una pareja extraña, ¿Sabes?—ambos caminaron para sentarse en el sillón largo de la sala, uno al lado del otro.
—No creo que eso estuviera en duda—Visión tomó el control remoto de la mesa antes de sentarse al lado de su mujer.
—Me refiero a que... no tenemos aniversario—su esposo comprendió el punto luego de eso—ni una canción favorita...ni siquiera anillos de bodas...
—Podríamos remediarlo—dijo el hombre hecho de cables pensativo—que sea hoy nuestro aniversario—dijo finalmente.
—¿De qué? ¿De sobrevivir a nuestra primera cena?
—Exactamente. ¿Y cuál podría ser nuestra canción?
—Yakety Yak, claro.
—Claro.
Continuaron en silencio, ambos disfrutando de la cercanía del otro. Pensativos y felices.
Hasta que a Anastasia se le vino una pregunta a la cabeza:
—¿Y los anillos?—Visión pensó un par de milisegundos.
—¿No podrías hacerlos tú?—preguntó viendo su mano recientemente alzada fijamente, y luego fue el turno de Anya de copiar su acción al lado de la suya.
Con el dedo índice de su otra mano apuntó dos veces a sus manos, y de inmediato sus dedos anulares eran decorados por dos sortijas de matrimonio; las cuales admiraron con una sonrisa.
—Acepto—dijo Visión sonriendo, viendo a la rusa con amor—¿Y tú?
Ella negó sonriendo ampliamente, entrelazando su mano con la de su esposo.
—Sí. Acepto.
Ellos se vieron fijamente a los ojos de sus contrarios, sintiendo una conexión.
—Y vivieron felices para siempre—fue lo último que dijo Visión antes de besar los labios de Anastasia, quién correspondió sin dudarlo; y con su mano prendió el botón de la televisión usando el control remoto.
Se separaron y quedaron a escasos centímetros de distancia, y se dieron una última mirada que hablaba más que sus palabras para posteriormente ver la televisión con sus labios estirados en una sonrisa, comenzando a pasar los créditos que avisaban el final del capítulo.
Y no sabían que estaban siendo vistos desde una pantalla, y la mano de una mujer anotaba varias palabras en una pequeña libreta estando rodeada de aparatos electrónicos avanzados que avisaban diferentes anomalías...
Parte 2/2
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