
capítulo 54
Narrador ovminente.
Natasha acariciaba la mejilla de la menor con sus nudillos.
Estaba dormida en una cama que le habían ofrecido para poder descansar, con su respiración calmada y rastros de lágrimas por sus mejillas.
- ¿Por qué no se lo dijiste antes? - volteó su mirada, encontrándose con la de Yelena.
- creí que hacía lo correcto con no decirle - suelta un suspiro.
- ¿Hacías lo correcto para ella, o para tí? - eso la dejó sin habla - ella te ama, Natasha, piénsalo - y salió dejando a la pelirroja.
Es verdad, cuando estaba ahí me dijeron que el amor es un juego de niños, que solo debo fingir amor con ella para después manipularla a su antojo y clonarla, pero llegué a amarla de verdad - era lo que la mayor de las Romanoff pensaba.
(…)
Narra Anya.
- lo hiciste - volteo desconcertada - asesinaste a todos, fuiste capaz de hacerlo - fruncí el seño ¿De qué hablaba?
Sentí algo caliente recorrer mis manos, dirigí mi mirada a ellas, grave error.
Estaban llenas de sangre y suciedad, y a unos centímetros estaban todos los vengadores, toda mi familia. Masacrada.
El complejo estaba totalmente destruido.
Steve tenía su escudo por la mitad clavado en el pecho mientras sostenía una brújula antigua con la foto de Margaret (Peggy) Carter.
Thor estaba alzado unos centímetros del suelo debido a que lo traspasó un fierro de metal, su martillo totalmente destruido.
Stark y Rodhes tenían sus trajes de hierro, pero todo maltratado y sucio. El reactor de Stark estaba apagado y Rhodey escupía sangre por su boca.
Banner estaba transformado en Hulk con varias lanzas en su espalda, todas brotando sangre verde.
Pero esos no fueron los únicos que estaban.
Mi madre, tendida en el suelo mirando a un punto muerto del lugar mientras sangre brotaba de su cuerpo del mismo color de su cabello. Muerta.
Wanda y Pietro tenían múltiples disparos por cada parte de sus cuerpos mientras sus manos se agarraban flojamente.
- esto es lo que eres - me sonríe cínicamente - eres la Viuda Fantasma....
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- despierta!!
Tomé una bocada de aire tratando de regular mi respiración, tenía lágrimas bajando por mis ojos.
- hey - mi vista estaba nublada y no podía ver nada, al escuchar la voz me volteé bruscamente tratando de deshacerme de las manos que sostenían las mías - hey, soy yo, soy Natasha - mi vista mejoró, mostrándome a la pelirroja. Tapé mi rostro con las manos, tratando de detener el llanto y los sollozos involuntarios que salían sin previo aviso.
Unos brazos rodearon mi cuerpo, sobresaltándome.
- shhh... - susurraba a mi oído - todo está bien - poco a poco me fuí calmando - ya no estás ahí - se formó un pequeño silencio.
- ¿Tú me amas? - pregunté con un hilo de voz.
- claro que lo hago.
- me refiero a, que si tú, me amabas cuando estabas ahí - no recibí respuesta, me armé de valor y dejando de lado mi orgullo, levanté la vista observándola - ¿Lo hacías?
- no...- suelta un suspiro, mi corazón se encogió - pero cuando un día dejé de lado todo lo que Madame B nos me había enseñado, ahí me di cuenta de algo - hace una pausa - que eras mi hija, y que en el fondo de mi corazón te amaba, y te sigo amando, Anya - una única lágrima bajó por mi mejilla, cayendo al suelo de madera.
- perdóname - me miró confundida - por todo lo que te hice en el pasado, cuando intenté matarte, yo...-
- no hay nada que disculpar - me cortó - aparte me lo merecía, me sorprende saber que alguien me logró patear el trasero - reí aún con llanto presente - pero la que debes saber, es que yo te amo hija, como no tienes idea, tú eres la razón por la cuál yo no he muerto, porque tú me haces ver qué lo que alguna vez me negaron funcionó, logré traerte al mundo, eres mi hija y te adoro.
Nunca olvidaré esas palabras que me llenaron el alma, todo lo muerto que había en mí volvió a vivir gracias a ella, a Natasha, a mi madre.
Yo siempre creí que no tenía lugar en el mundo, pero estaba tan ciega que no me dí cuenta que mi lugar en el mundo es junto a las personas que amo y que adoro con locura. Wanda, Pietro, Visión, Natasha, todos ellos y muchas personas más son mi familia, y siempre los amaré.
- gracias.
- ¿Por qué?
- por ser tu quien me trajera al mundo, haciéndome ser una Romanoff - ella sonrió ampliamente mientras dejaba un beso en mi cabeza - soy terca como tú, mamá.
- no empieces - reí limpiándome las mejillas.
- es tu culpa, fueron tus óvulos - ella también rió. Tomó mi mano, entrelazándola con la suya.
- no estás sola, Anya, y lo sabes.
- yo nunca estaré sola mamá ¿Sabes por qué? Tengo a mi familia siempre a mi lado y aparte el apellido Romanoff y Lagugtik siempre me acompañan, dejándome de recuerdo lo que soy....
(Corto pero valió la pena)
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