Narra Anya.

Ok, solo respira profundo, no, al carajo todo ¿¡POR QUÉ A RUSIA?! Podía ser cualquier otro lugar pero nooo! TENÍA QUE SER EN WL MISMO LUGAR DONDE ME CONVIRTIERON EN ASESINA Y MATARON A FEDOR.
Listo, necesitaba desahogarme urgentemente.

Suelto un suspiro mientras fijo mi vista en la ventana, observando el despejado cielo de la noche, sin estrellas, ni nubes solo, negrura.
Melina estaba tomando el turno de vigilancia mientras las demás descansabamos, la verdad no podía dormir, esta misión se está complicando más de lo que ya estaba.

- ¿No puedes dormir? - me sobresalté al escuchar su voz.
- no, ni tengo sueño - hablé con mi vista fija en la ventana, sin inmutarme cuando ella tomó asiento a mi lado.
- cuando estaba ahí, desde la pequeña ventana podía observar el cielo nocturno - volteo mirándola fijamente a los ojos - pero nunca me dí cuenta que tu eres mi único cielo - fruncí el seño.

- mamá, ¿Qué te sucede? - ella no es de ser tan cursi y muy amorosa conmigo, por eso digo - a mí no me puedes engañar, se que algo te pasa - resignada, asintió sin más.
- cuando lleguemos ahí, sabrás cosas que serán mejor no saberlas - asentí aún confundida - solo quiero que sepas, que te amo pase lo que pase - me acurruqué en su pecho mientras que poco a poco caía en los brazos del Morfeo, o en los de mamá.

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Golpeo repetidas veces el rostro de mi contrincante antes de agarrar su cabeza entre mis manos asfixiándolo bajo la atenta mirada de la instructora y de las demás chicas adolescentes.

Madame B me da un asentimiento de cabeza, permitiéndome romper el cuello de la chica, dejando caer su cuerpo al suelo inerte.
La miré una última vez antes ponerme recta, esperando las siguientes órdenes.

- bien hecho - las puertas se abrieron de par en par dejando a la vista a unos sujetos sosteniendo a unas personas, una mujer, un hombre y una niña de no más de diez años, lo tres amarrados y con bolsas en la cabeza mientras lloraban - quiero que les dispares - me tendió un arma, sin rechistar la tomé entre mis manos, se me acercó al oído, rozando su naríz - demuestrales que eres capaz de hacer lo que sea.

Los sujetos les quitaron las bolsas de sus cabezas, dejando ver sus rostros asustados y con lágrimas bajando sin detenerse.

Con mirada neutra empuñé mejor el arma antes de ponerla en mi primer objetivo, el padre.
- porfavor....- sin inmutarme ante sus súplicas le disparé dándole en el cráneo.
- ROBERT! - la mujer miraba la escena horrorizada, con mi vista fija en el cuerpo del hombre le disparé, escuchando el grito de la niña.
Caminé lentamente hasta detenerme enfrente de ella, sus ojos reflejaban temor y tristeza, yo solo la miré fríamente, sin sentimientos, como siempre me lo han mostrado desde que tengo memoria.

Puse el arma en su frente, el frío del metal impactó en ella haciendo que soltara un pequeño salto desde su posición, y sin más, disparé...
La sangre escurría por sus cuerpos dejando charcos de sangre, Madame B me miraba con satisfacción y orgullo.

- excelente trabajo, Viuda Fantasma.....

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Abrí mis ojos de golpe mientras trataba de regular mi respiración.
Tenía una ligera capa de sudor por mi frente mientras que respiraba aceleradamente y lágrimas bajan sin detenerse.

- ¿Estás bien? - tomé el arma en mis manos apuntando a la causante de esa voz - tranquila soy yo - bajé el arma al mismo tiempo que volteaba en otra dirección y me agarraba los cabellos retirándolos de mi cara - ¿Esas bien? - por primera vez en toda mi vida, negué ante esa pregunta y me rompí frente a ella.

Nunca había llorado ante alguien, solo salían unas pequeñas lágrimas para ser reemplazadas con serenidad, pero ya no lo aguanté más y terminé rompiendo las barreras que bloqueaban el resto de mis sentimientos frente a ella.

- todo estará bien - la rubia me abrazó poniendo su barbilla en mi cabeza mientras nos mecía de adelante para atrás - estás con nosotras - poco a poco me fuí calmando - ¿Quieres hablar de eso? - sin más asentí.
- soñé con parte de mi pasado - ella me miraba atenta - cuando tenía catorce y tú estabas en otra sala, me dieron un arma y me dijeron que le dispara a una familia, y lo hice - respiré profundo, tratando de evitar sollozar - y lo peor de todo, fue que lo  disfruté.

- ¿Por qué no me lo contaste?
- tu tenías tus problemas ahí mientras que yo andaba de entrometida, no quería preocuparte con mis cosas - ella asintió antes de abrazarme, esto no es común de ella.
- aquí todas somos monstruos y hemos asesinado a cientos y miles de personas.
- eso no me reconforta, Yelena.
- shhh! Aún soy nueva en esto de ser una tía - reí ligeramente.

- gracias.
- ¿Por qué? - frunció el entrecejo confundida.
- por todo, cuando mamá se fue yo creía que no me quería, estaba sola y luego apareciste tú - ella asintió - aunque no lo creas te quiero - río.
- oye, mira - me señaló la ventana, observando como de entre la niebla aparecía una montaña nevada.

- solo debemos sacarlo y después irnos para idear un plan - asentí mientras me levantaba, aún pensando que entrar y salir de ahí sería una misión suicida.

Pero como ya les dije, soy muy amiga de la muerte y soy una Romanoff ¿Pueden creerlo? Las peleas y los extremos siempre estarán en vida.