Narra Anya.
- sígueme - asentí y sin rechistar comencé a caminar detrás de ella por los extensos pasillos blancos de la academia- te presentaré a unas personas que te cuidarán y te entrenarán - solo me dediqué a volver a asentir, después de todo, ¿Quién era yo para tener una conversación con alguien como ella? A parte, tengo cinco años y medio.
Frente nuestra se encontraba una gran puerta de metal, la cual, hizo un rechinido al abrirse, seguramente por haberse oxidado.
La sala era un pequeño gimnasio, donde solamente se encontraba un ring de boxeo con dos personas en él.
Eran niños.
- vengan - los niños obedecieron a Madame B y se nos acercaron.
Uno era alto, castaño y de ojos marrones mientras que el otro era algo más bajo, rubio y ojos marrones verdosos.
- ellos te ayudarán con tu entrenamiento y te cuidarán - los tres asentimos para luego ver cómo se retiraba de la sala, dejándonos en un silencio incomodo.
- hola, soy Boris Lagugtik - el rubio me extendió su mano, haciendo que la estrechara - y el es mi hermano mayor - señaló al castaño.
- yo soy Fedor Lagugtik, un placer - volví a estrechar su mano.
- mi nombre es Anastasia Romanova.
- se supone que te cuidaremos y entrenaremos, te daré una paliza - y los tres corrimos al ring entre risas.
Pasaron los días, que se volvieron semanas, para después ser meses y finalmente años.
Y en todo ese tiempo nos hicimos más que amigos.....nos hicimos hermanos.....
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- entonces, ¿Eres hija de Natalia? - suelto un suspiro cansado.
- si, lo soy - era como la sexta vez que me lo preguntaba. Para alguien que es seis años mayor que yo parece una niña.
- y ¿Por qué tienes tres anillos iguales uno al lado del otro? - seguramente notó como me los tocaba, Yelena también volteó al igual que mamá, que me miraba con pena.
- dos de ellos eran de mis hermanos - desvíe la mirada - me los dieron antes de morir.
- ¿Tuviste más hijos?
- no - negué a la pregunta que le hicieron a mi madre pelirroja - ellos me adoptaron como su hermana menor - La pelinegra y la rubia asintieron - bien, tengo información - saqué el pendrive de mi brasier - aquí podemos averiguar dónde están.
- ¿Quién te lo dió? - miré a mamá.
- Tony - ella abrió sus ojos como platos - y mientras me lo entregaba llamó al gobierno y me disparó algo que duerme mis poderes.
- hay que irnos, no es seguro estar al aire libre.
- necesitamos cambiarnos de ropa y una computadora - asentí al igual que todas.
- por aquí, nadie nos verá - comenzamos a caminar siguiendo a Melina.
Me contó un resumen de su historia, Melina Vostokoff, también entrenada por la KGB, pero que pasó por el entrenamiento de la habitación roja cinco veces y que así fue como conoció a mamá y a Yelena, la verdad me sorprendió, porque en todo ese tiempo que estuve ahí nunca la ví.
- tomen - las tres voltean a verme justo cuando saqué cuatro comunicadores - pónganselos, iré por la ropa.
- yo por la computadora - nos colocamos los comunicadores y comenzamos a dispersarnos tratando de ser lo menos vistas posibles.
No hay señales de ese Anthony Masker, lo cual es algo bueno.
Me adentré a la tienda de ropa más cercana que ví, tomé pantalones, camisas, zapatos, chaquetas y demás y fuí directo a pagar.
El hombre de la caja parecía nervioso, y más cuando me vió, temblaba ligeramente y sudaba por la frente.
- S-son 89,32$ - le pagué no sin antes notar como en su oreja llevaba también un comunicador.
- comienza a caminar, Anya - agarré la ropa y salí de la tienda siendo seguida por cuatro hombres - ¿Quienes son ellos?
- son del gobierno - murmuré, caminé más rápido a tal punto de estar corriendo con ellos detrás.
- tengo la computadora - uno de ellos me agarró el hombro.
- vendrá con nosotros, ahora - me dí la vuelta lentamente a encararlo, levanté una ceja antes de darle un puñetazo en la cara, rompiéndole la nariz.
Otros dos se me acercaron, agarré a uno con el brazo mientras que al otro lo pateaba, le rompí el brazo haciendo que gritara, le dí con la rodilla en las costillas sacándole el aire mientras que sacaba mi arma y disparaba a los restantes, matándolos.
La gente a mi alrededor solo miraba con temor la escena, los miré seriamente.
- si algo se le ocurre llamar a la policía, terminará como ellos - agarré nuevamente la ropa y comencé a caminar hacia el edificio en qué las demás nos juntaríamos.
Una vez subí al techo pude ver qué ya todas estaban ahí.
- no pudiste ser más discreta ¿Verdad? - ignoré las palabras de la rubia y tiré la ropa a sus pies.
- de nada.
- ¿Nos cambiamos aquí? - miré a Melina.
- sino quieres morir, entonces si - cada una tomó un conjunto de ropa.
Me saqué los shorts y me coloqué unos pantalones negros ajustados flexibles, me saqué la camisa y me dí vuelta para colocarme una camisa roja carmesí de manga corta. Volteo encontrándome a todas ya vestidas y con sus miradas en mí.
- ¿Qué? - me coloqué unas botas negras con poco tacón.
- tu espalda - ah! Casi lo olvido ¿Recuerdan las marcas de latigazos que tengo ahí? Pues ya sanaron pero quedaban las incontables cicatrices.
- no es nada, dame la computadora - mamá me la entrega y la coloco en el borde del edificio para estar más cómoda.
Coloco el pendrive solo para que la pantalla se pusiera en negro, fruncí el seño.
- déjamelo a mí - la pelinegra tecleó un par de veces hasta que por fin se volvió a encender - todavía tengo el toque - información sobre la KGB apareció de golpe en la pantalla.
Diferentes bases, localizaciones, proyectos, pero uno me llamó la atención.
- debemos destruir un avión de carga que ellos necesitan. - pero no tenemos transporte - ellas se miraron menos yo, que solo me mordí el labio inferior, haciendo que todas me miraran.
- ¿Tienes algo en mente? - preguntó mamá haciendo que en mi rostro apareciera una sonrisa de oreja a oreja.
- Tengo un amigo que nos ayudará...
Siguente parada....
La mansión Xavier......
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