Narra Anya.

5 meses después de la guerra civil.
Miskolc, Hungría.

Solo respira Anya, solamente camina he ignora a los sujetos con miradas para nada agradables que te están siguiendo desde un buen rato.

A propósito me meto en un callejón sin salida algo oscuro con solamente un par de bolsas de basura y bastante espacioso y alejado de las personas, aquí podrías morir y ni se darán cuenta los demás.

- hola preciosa - uno de ellos me miró con deseo, le seguí el juego he hice lo mismo pero mucho mejor.
- hola, caballeros - le dí una mirada coqueta mientras me mordía el labio inferior.
- una chica tan hermosa como tú no debería andar sola a estas horas de la noche - los cinco me comenzaron a rodear. Me le acerqué al que habló de manera lenta

- ¿Por qué no me ayudan? - hablé con tono sensual, lo que provocó que el suspirara.
- no puedes confiar en todos, chiquita.
- y ustedes no pueden estar tras cualquier chica sin saber que es buscada por el gobierno - le propiné un cabezaso que lo dejó aturdido.
Uno me lanzó un golpe que logré esquivar con facilidad, lo agarré del brazo y lo lanzé contra el otro que me golpearía por detrás. Al siguiente enrrollé mis piernas en su cuello y le comenzé a lanzar golpes repetidas veces en el rostro.

Al primero le arrebaté su arma y sin escuchar las súplicas de ellos....les disparé...
El rojo carmesí comenzó a hacerse presente bajo cada uno de los cuerpos inertes en frío suelo de aquél callejón. Sin más me quedé con el arma y apresuré el paso al escuchar las patrullas de la policía acercarse.

Si, lo sé, todavía soy fugitiva del gobierno ¿Y qué? Ya antes lo fuí.
Pero bueno, como mi cabello era peculiar entre todos tuve que teñirlo de algún color, y el rubio me pareció una excelente opsión.
Mamá también es fugitiva pero quiero continuar mis trabajos sola, quiero hacerlo con mis propias manos.

Rápidamente tomo mis cosas, pasaportes falsos, dinero, armas, ropa y lo meto todo en una mochila. Coloco una bomba en la puerta del pequeño apartamento y salgo por la ventana para bajar las escaleras de emergencia y montarme en mi hermosa moto para después salir a máxima velocidad.

Tengo que encontrar a una persona y rápido, está en esta ciudad y la necesito de mi lado para lo que tengo planeado hacer, pero antes haré una última parada....

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- muévete y eres hombre muerto - el suelta un suspiro mientras se voltea lentamente con sus brazos levantados.
- vengo en paz.
- eso no dijiste cuando estaba en la celda, Stark - guardé el arma.
- tengo lo que me pediste - saca de su bolsillo un pendrive pequeño - puedo ayudarte.
- no gracias, no quiero volver a la balsa - le arrebaté el dispositivo y comencé a caminar al lado opuesto.

- ella se comunicó conmigo hace una semana - me detuve en seco - Ross no lo sabe, me preguntó si sabía dónde estabas, le dije que la llamaría si encontraba algo - no me daba vuelta pero sabía que tenía un teléfono en su mano, lo presentía - después no me a vuelto a llamar, le haría muy feliz verte...-
- pues yo no quiero verla - volteo dándole un disparo al teléfono, tomándolo por sorpresa - déjame en paz - y comencé a correr justo cuando autos del gobierno aparecían y sentía un piquete en el brazo, no le presté atención a ese detalle y continué con mi huida.

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Mataré al idiota de Stark ¿Saben por qué? Porque el muy maldito me dispara en el brazo un dardo que duerme mis poderes por 120 horas, osea, cinco malditos días.
Bueno, al menos tengo mis puños y mis armas, pero juro que cuando lo vea lo mataré, o al menos le dejaré un ojo morado.

Me cambio en un baño público con unos shorts algo cortos, una camisa arremangada verde militar y unas botas vaqueras altas marrones.

Salgo para mirarme al espejo.... observando las ojeras que se hacían notar, suelto un suspiro mientras abro el grifo.

Antes no tenía nada....y ahora tenía este trabajo, esta familia....pero nada es para siempre....
Me termino de lavar la cara y salgo con mi mochila y un pasaporte falso en mano para subir al tren que me llevaría al siguente lugar donde estaría ella.
El guardia le da una mirada rápida antes de mirarme a los ojos seriamente.

- disfrute su viaje Srta. Lagugtik - asentí antes de subirme y encaminarme a uno de los asientos más alejados.
En el camino robé un teléfono desechable, me senté y marqué el número antes de colocármelo en la oreja.
Me senté mirando la ventana.

Un pitido......dos pitidos.....tres pitidos......

- seas quien seas dime ¿Cómo conseguiste mi número?
- me hieres con esa pregunta.
- oh, eres tú - rodé los ojos aunque no lo viese mientras el tren comenzaba a avanzar.
- sabes lo que quiero hacer - se formó un pequeño silencio.
- te enviaré una dirección - seguido de eso, se cortó la llamada para ser reemplazada por unas coordenadas.
Siguiente parada.....

Budapest....

(Corto pero valió la pena)