Lisa movía sus dedos con nervios, se mordía el labio con insistencia y sentía su corazón acelerarse.

Alzó su vista buscando a Jennie, la vió del otro lado de la ventana de aquel café, la castaña alzó sus pulgares para preguntar si estaba todo bien, con lo que Lisa negó ligeramente, Kim rodó los ojos y sonrió ampliamente, tocando sus mejillas, indicándole a la rubia que hiciera lo mismo.

Ésta sonrió de forma forzada y Jennie hizo una expresión de "Está excelente", mientras hacía un gesto de "Ok" con su mano.

Lisa pensó que estaba haciendo el ridículo y rió con honestidad.

Ese día tenía una cita, después de cagarla ya cuatro veces en los últimos meses, la mayor le había dicho que se tome un tiempo y volviera a intentarlo de nuevo.

Así que era la primera cita que tenía en semanas.

Y su cita estaba llegando tarde.

Jennie señaló hacia la puerta, haciendo gestos raros, avisándole que ya venía, de inmediato, la tailandesa volvió a ponerse totalmente roja y sintió que el aire le faltaba, al mismo tiempo que la puerta se abría y entraba, el chico le dedicaba una sonrisa vergonzosa, la mirada de Lisa no pudo evitar ir hacia sus masculinas piernas, expuestas por unos pequeños shorts que llevaba, sus zapatillas sonaron cuando se fue acercando a la mesa.

—Disculpa mucho la tardanza —el chico hizo una reverencia—. Tuve un problema con mi gata.

—Oh, no llevo mucho tiempo aquí tampoco, no hay problema —dijo con su mejor sonrisa—. ¿Qué le pasó a tu gatita?

Con eso dio comienzo a una charla amena y que iba muy bien, Jennie los veía hablar, sonreír, reír por los chistes tontos y suspiró de alivio, con una mano en el corazón. Creía que finalmente Lisa estaba consiguiendo algo con alguien más, por más que le dolía dejarla ir, ella lo merecía, por eso la estaba ayudando en todo eso.

Habrán sido dos minutos en los cuales no la vio y la dejó para que siga sola, y no sabe qué podría haber hecho para cagarla tan rápido, pero tal como entró, el chico salió del lugar.

Al verlo, se volteó de nuevo hacia Lisa, abrió sus brazos hacia ella.

—¿Qué mierda, Manoban?

Lisa se sintió avergonzada, pagó y salió rápidamente de allí de nuevo, yendo hacia la coreana con un mohin.

—Hablé de tí —murmuró.

Jennie suspiró de forma pesada, y rodó los ojos.

—¡¿Otra vez?! ¿Qué te digo siempre?

—Que no se mencionan a los ex's en las citas con alguien nuevo.

—Nunca, Lisa, nunca —ésta asintió—. Venga, pasamos por el parque para tu algodón de azúcar de consolación y a casa.

Manoban sonrió.

Jennie pasó un brazo sobre sus hombros y comenzaron a caminar a la par en silencio cómodo, hasta el parque, donde pararon por su algodón de azúcar y continuaron el último tramo con una Lisa comiendo una "porquería azucarada", según la castaña.

Tirada en el sillón de la sala, mirando el techo, la tailandesa volvió a preguntar lo mismo que otras veces.

—¿Y si no estoy hecha para el amor?

—Lisa, a mí me amaste bien, y nos fue muy bien. ¿Por qué no podrías hacerlo de nuevo?

—Porque no eres tú, ¿quizás? —Kim rodó los ojos, y siguió comiendo del cereal con yogurt que se había preparado durante la depresión de su ex-novia—. ¿Nini, quieres volver conmigo?

Jennie en verdad quería.

—No, Lisa —respondió automáticamente, con desinterés—. Busca a alguien más, hay mucha gente dispuesta a estar con una chica tan bonita y maravillosa como tú.

Lisa sonrió con mera vergüenza.

Ella siempre le preguntaba a Jennie si quería volver, pero la mayor siempre respondía que no, y por más que sabía el por qué, le dolía igual.