
Capítulo XI
Draco les había escrito cartas a sus padres, informándoles sobre los ataques, y Lucius había acusado a Hagrid de ser el directo responsable de los mismos y había logrado que lo encerraran en Azkaban, e incluso había ido más allá, logrando que suspendieran al profesor Dumbledore de su cargo de director.
Amy simplemente no podía creerlo y no dejaba de preguntarse qué era lo que Lucius tramaba.
Hogwarts había quedado bajo la dirección de la profesora McGonagall, y los maestros habían encontrado otro mensaje que el heredero de Slytherin había escrito con sangre en la pared de uno de los pasillos:
"Su esqueleto yacerá en la cámara por siempre"
El monstruo se había llevado a una estudiante a la cámara: Ginny Weasley, y como Lockhart había estado presumiendo que sabía dónde estaba la entrada a la cámara, la profesora McGonagall le dijo que sería él quien enfrentaría al monstruo, de la misma forma que lo había hecho en sus libros.
Gracias a unas notas que encontraron en el bolsillo de la túnica de Hermione, Harry y Ron habían encontrado la entrada a la Cámara de los Secretos en el baño de "Myrtle la llorona", y habían deducido que el monstruo que vivía dentro era un basilisco, ya que todos los estudiantes que fueron atacados, incluyendo a la señora Norris, no habían muerto porque no habían mirado directamente a los ojos del basilisco.
Esa teoría había sido corroborada por el fantasma de Myrtle, quien había muerto en aquel baño hace 50 años al ver un par de ojos amarillos gigantes sobre uno de los lavabos.
Harry y Ron habían escuchado la conversación de los maestros y, preocupados por Ginny, fueron a buscar al profesor Lockhart para contarle lo que habían descubierto. Aunque no confiaban en él, era el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras después de todo, e iba a ser él quien enfrentaría al monstruo, pero para su sorpresa, habían pillado a Lockhart empacando sus cosas para huir como un cobarde del peligro que estaba a punto de enfrentar.
Al verse acorralado, Lockhart terminó cantando como un canario, confesando que no hizo nada de lo que decía en sus libros, y que había usado un hechizo desmemorizante en otros magos para apropiarse de sus hazañas, y ese era el secreto del éxito de sus libros.
Lockhart era un total y completo fraude.
Harry y Ron lo obligaron a acompañarlos a la cámara, y en un descuido, el profesor le quitó su varita a Ron e intentó borrarles la memoria ya que lo habían desenmascarado, pero como la varita seguía rota, el hechizo le rebotó y terminó borrándose la memoria a sí mismo.
El año escolar había terminado, los estudiantes petrificados habían sido curados con una potente poción de mandrágora, elaborada Madame Pomfrey y la profesora Sprout, y todo el colegio se había enterado de quién era Lockhart en realidad, y que Harry Potter había peleado con un basilisco gigante en la Cámara de los Secretos, en su afán de rescatar a la pequeña Ginny Weasley.
Sin saberlo, Ginny había encontrado el diario del heredero de Slytherin, pero estaba tan lleno de magia oscura, que éste la poseyó y la obligó a abrir la cámara, y a escribir los mensajes encontrados en la pared.
El diario pertenecía a un antiguo estudiante llamado Tom Riddle, quien en la actualidad era conocido como Lord Voldemort. Él había logrado mantener viva una fracción de su alma a través de su diario tras la muerte de Myrtle Warren, mejor conocida como "Myrtle la llorona".
Voldemort planeaba regresar nuevamente, robando la energía vital de la pequeña Ginny, pero Harry había logrado detenerlo con ayuda de Fawkes, matando al basilisco con la espada de Gryffindor y destruyendo el diario con uno de sus colmillos.
—¡Sabía que era un fraude! —Exclamó Amy con el ceño fruncido mientras Draco empacaba sus coas en su baúl—. ¿Cómo es posible que haya alcanzado la fama con sus libros, usando un hechizo desmemorizante para apropiarse de las heroicas hazañas de otros? Es un... ¡Ni siquiera puedo terminar la frase!
—Cálmate, Amy. Lockhart ya fue desenmascarado —respondió Draco.
—Pero puso a todos los estudiantes en peligro. No sabe nada sobre artes oscuras y mucho menos sobre defensa contra ellas. Por su ineptitud, Harry y Ron pudieron haber muerto en la Cámara de los Secretos, y no quiero imaginar lo que le pudo haber pasado a la pobre Ginny.
Draco hizo una mueca de disgusto, pues los Weasley no le agradaban para nada y mucho menos Harry Potter. Pero así era Amy. Siempre se preocupaba por los demás. Y así la quería Draco, y talvez más de lo que quería admitir.
—Los ataques. ¿A eso te referías cuando me dijiste que cosas horribles estaban a punto de pasar en Hogwarts? ¿Cómo lo supiste?
—Yo... no lo sabía. Es sólo que... esa voz... esa voz dijo..
—¿Qué dijo, Amy?
—Que quería sangre...
—¿Sangre? —Amy asintió.
—Draco, ¿puedo contarte un secreto?
—Por supuesto.
—Creo que era la voz del basilisco.
—¿Qué?
—Creo que puedo entender el pársel, Draco.
—No. Eso es imposible —dijo Draco negando con la cabeza—. Tú no, Amy. Se supone que yo soy el chico malo y tú eres la chica dulce.
Una tímida sonrisa floreció en el rostro de Amy y sus mejillas se pusieron azules.
—Escucha Draco, ese día que Lockhart hizo el ridículo en el Club de Duelo, Harry comenzó a hablar en pársel y pude entender lo que decía. Le dijo a la cobra que se tranquilizara y que no atacara a Justin.
—Y todos creímos que Potter estaba alentando a la serpiente a atacar. Espera, ¿qué? —Draco comenzó a parpadear repetidas veces, procesando lo que Amy acababa de decirle—. ¿Cómo es que puedes entender el pársel? ¿Quién eres, Amy?
—Yo... no lo sé, yo... ¡No soy un monstruo, Draco! —Sollozó Amy.
—Nunca dije que lo fueras. No llores, por favor.
Draco sacó su varita y, con un rápido movimiento de su mano, hizo que la caja de música de Amy comenzara a sonar sobre el escritorio.
La música comenzó a tranquilizarla, pues dejó de llorar y se acercó al escritorio. Estaba como hipnotizada mientras miraba bailar a la diminuta bailarina con una hermosa sonrisa en su rostro.
—Gracias, Draco —dijo Amy cuando la música cesó. Draco sonrió y asintió—. Ya que hoy es el último día, me gustaría despedirme de Fang si no te importa. Volveré rápido.
—Aquí estaré. Aún hay cosas que debo empacar.
—No olvides mi caja de música. Sabes lo especial que es para mí.
—Descuida —Draco le guiñó un ojo y Amy sonrió coqueta, y también le guiñó un ojo antes de desaparecer detrás de la puerta.
Amy caminaba por el pasillo toda risueña dando saltitos, y recordó el primer regalo que Draco le hizo cuando era bebé:
El bebé Draco de un año jugaba en el jardín de la mansión. Se veía muy concentrado construyendo algo parecido a un castillo en su caja de arena.
Amy se acercó a él con una hermosa sonrisa en su rostro y se sentó a su lado.
—Hola bebé.
—Bebé, bebé —repitió el pequeñito.
—Eres un bebé precioso, Draco —dijo Amy con dulzura.
—Yo bebé.
—Así es. ¿Y yo quién soy?
—Emy.
—¡Correcto! Me llamo Amy.
—¡Emy, Emy! —Repitió el niño con alegría mientras aplaudía con su pequeñas manitos.
—¿Construyes un castillo de arena?
—Tiyo, Emy —respondió Draco, señalando al castillo y luego a Amy.
—¿Para mí? Eres muy dulce.
—¿Emy guta?
—Me gusta mucho, Draco. Creo que podría vivir en él.
Draco soltó una risita picarona mientras aplaudía otra vez, y continuó construyendo el castillo con mucho, mucho esmero...
—¡Camina! —El grito de Lucius había sacado a Amy de aquel recuerdo, devolviéndola a la realidad.
Lucius Malfoy estaba en Hogwarts, y empujaba bruscamente a Dobby con su bastón en dirección a la oficina del director.
Amy frunció el ceño y decidió seguirlos.
El profesor Dumbledore había regresado, y estaba en medio de una conversación con Harry cuando Lucius entró en su oficina sin llamar a la puerta.
—¿Dobby? —Preguntó Harry sorprendido—. Así que sirves a la familia Malfoy.
Dobby no le respondió, pues el miedo se veía reflejado en su rostro.
—¡Luego ajustaré cuentas contigo! —Bramó Lucius, lanzándole una fulminante mirada a Dobby, y se acercó al escritorio de Dumbledore—. Así que es cierto, usted ha vuelto.
—Los del consejo me lo pidieron cuando se enteraron de que a la hija de Arthur Weasley la habían llevado a la cámara —respondió el director.
—¡Eso es ridículo!
—Es curioso, Lucius, porque algunos de ellos pensaron que hechizarías a sus familias si no accedían a suspenderme como lo pediste.
—¿Qué? —Preguntó Amy frunciendo el ceño.
—¡¿Cómo se atreve?! —Exclamó Lucius.
—¿Cómo dices? —Preguntó Dumbledore.
—Mi único interés siempre ha sido el bien de este colegio y de sus estudiantes. Supongo que el culpable ha sido identificado, ¿no es así, Albus?
—Así es, Lucius, y déjame decirte que han encerrado a la persona equivocada. Envié una lechuza a Azkaban para que Hagrid sea liberado. —Lucius frunció el ceño.
—¿Y entonces quién es el culpable?
—Voldemort...
Amy sintió algo parecido a un escalofrío, pues ese nombre le causaba pavor.
—...Sólo que esta vez decidió actuar a través de alguien más —continuó el director—, por medio de esto.
Dumbledore le enseñó a Lucius un extraño y delgado libro negro que se veía muy maltratado, y Amy jadeó horrorizada y se cubrió la boca con las manos al darse cuenta de que era el mismo libro que Lucius había puesto en el caldero de Ginny en Flourish y Blotts.
Amy huyó despavorida, atravesando paredes hasta llegar al jardín. Se sentó al pie de un árbol y rompió a llorar.
Fang la había visto desde la distancia y se acercó a ella.
—No puedo creer que haya hecho algo tan horrible, Fang. ¿Por qué lo hizo? —Sollozó la muchacha.
Fang se sentó junto a ella y comenzó a llorar. Entonces Amy se dio cuenta de que estaba teniendo un horrible déjà-vu.
😱😱😱
Sé que esta pregunta ya la hice al inicio de esta historia, pero de todos modos la volveré a hacer:
¿Quién será Amy?
Comenten sus teorías de conspiración, no importa lo locas que sean. Mientras más locas, mejor jsjsjs
No olviden dejarme sus opiniones y sugerencias en los comentarios x
¡Nos leemos el próximo miércoles!
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