
Capítulo V
Una Amy de 16 años, vestida con su uniforme de Ravenclaw, lloraba sentada al pie de un árbol en el jardín de la escuela mientras acariciaba a un pequeño Fang que le hacía compañía sentado a su lado.
—No puedo creer que lo haya hecho, Fang. ¿Por qué lo hizo? ¿Acaso quiere ser como su padre? —Sollozó la muchacha—. Querer ser como tus padres no es malo, pero como en todo, hay excepciones.
El pequeño perrito lloraba al ver llorar a su amiga, pero le lamió suavemente las mejillas para limpiar sus lágrimas.
—Gracias peludito —Amy besó su frente con ternura—. ¿Sabías que los perros mágicos como tú viven tanto como sus dueños? Mientras Hagrid esté aquí, tú también lo estarás. Seremos amigos por siempre.
Amy abrazó a Fang y él comenzó a menear el rabo, pero después ahogó un gemido, como si le estuviera reclamando algo.
—Ya no hablemos de cosas tristes, Fang.
Pero Fang volvió a ahogar un gemido.
—Sé lo que quieres saber, Fang, y la respuesta es sí. Por supuesto que lo sigo...
—¿Amy? —La interrumpió una voz masculina que ella conocía muy bien.
Amy estaba tan concentrada hablando con Fang que aquella voz la había hecho jadear y dar un pequeño salto del susto. Entonces se volteó y...
—¿Amy? ¿Estás escuchándome, Amy? —Preguntó Draco, sacándola de aquel recuerdo y devolviéndola a la realidad.
—Por supuesto que sí, Draco.
—¿Entonces qué acabo de decirte?
—Estabas contándome que tu padre le compró Nimbus 2001 a todo el equipo de Quidditch de Slytherin, y que ahora eres el nuevo buscador.
Draco conversaba con Amy en su suite en la mansión Malfoy, y se sorprendió porque ella sí estaba escuchándolo aunque parecía perdida en sus pensamientos. Y no fue el único, pues Amy también se sorprendió al darse cuenta de que había procesado todo lo que Draco le dijo, a pesar de que estaba perdida en sus recuerdos.
—No era necesario que tu padre te compre un puesto en el equipo, si me lo preguntas —aseveró ella—. Si hubieras esperado para hacer las pruebas, apuesto a que no sólo serías el buscador, sino también el capitán.
—¿Tú crees?
—No entiendo por qué tu no. Eres un excelente piloto de escobas, Draco. Un as, diría yo. Vuelas a la velocidad de la luz cuando entrenamos en el jardín, pero lento y suave cuando me llevas a pasear —añadió con ojitos soñadores—. Me haces sentir en las nubes.
Draco se sonrojó y Amy le acarició la mejilla con ternura, y aunque Draco no podía sentirlo, cerró los ojos y se estremeció ante tal muestra de afecto.
—Mi padre y yo iremos a Flourish y Blotts a comprar mis libros, luego nos encontraremos con mi madre para ir a la tienda de túnicas de Madame Malkin. Estoy creciendo y mi uniforme escolar ya no me queda, ¿sabes?
Amy sonrió y asintió. Draco ya había cumplido 12 años y estaba creciendo a pasos agigantados. Incluso su voz ya había cambiado y comenzaba a adoptar un tono muy, muy sexy.
—Y luego me gustaría ir a Artículos de Calidad para el Quidditch. El nuevo buscador de Slytherin necesita un uniforme —añadió Draco con la barbilla en alto—. ¿Vendrás conmigo, verdad?
—Por supuesto que sí.
—¿Draco? —Lucius tocó a la puerta—. Ya nos vamos, hijo.
—Oh sí, lo olvidaba. Mi padre quiere ir al Callejón Knockturn primero —advirtió Draco y Amy sintió algo parecido a un escalofrío—. Quiere venderle varios objetos oscuros al Sr. Borgin. Teme que el Ministerio quiera investigar la mansión pronto gracias a cierta denuncia que hizo Arthur Weasley —añadió frunciendo el ceño.
—¿Draco? —Insistió Lucius.
—Ya voy, padre.
Draco abrió la puerta y Lucius le dio una caja que contenía los objetos que quería vender. Luego subieron a su lujosa limusina y el chófer los llevó a El Caldero Chorreante.
En el camino, Draco le había comentado a su padre, con evidente molestia y hasta desprecio, que no podía creer que Hermione Granger, siendo hija de muggles, tenga mejores notas que él en la escuela.
La forma despectiva en la que hablaba molestó mucho a Amy, pero prefirió permanecer callada y no decir nada al respecto. Odiaba admitirlo, pero Draco comenzaba a demostrar que había aprendido muy bien la ideología de Lucius sobre la supremacía de la sangre pura.
Draco se preparaba para comenzar su Segundo Año. El Primer Año había terminado con un secreto a voces: Harry Potter había peleado con el mismísimo Señor Tenebroso en su afán de proteger la Piedra Filosofal, impidiendo que Voldemort la utilice para dejar de ser un parásito en el cuerpo del profesor Quirrell, quien había sido el maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras ese año; y así poder regresar con un cuerpo propio.
Amy estaba aterrada, pues su peor temor se había confirmado. No tenía caso seguir negándose a creer que el Señor Tenebroso estaba intentando regresar.
Si Voldemort había logrado sobrevivir adhiriéndose como un parásito al cuerpo de Quirrell y bebiendo sangre de unicornio, ¿qué otra cosa espantosa estaría planeando ahora para regresar?
Cuando Amy estaba viva, el Callejón Knockturn le daba escalofríos, y mucho más Borgin y Burkes, por lo que se apegó más a Draco en cuanto llegaron a aquella sombría tienda de antigüedades.
—No quiero estar aquí, Draco. Este lugar es aterrador —dijo Amy aferrándose a su brazo.
—Tranquila, Amy. Mi padre no tardará mucho —susurró Draco.
Mientras Lucius hacía la transacción, Draco estaba fascinado con un peculiar armario negro que tenía unos interesantes detalles tallados. Parecían escritos en algún tipo de jeroglífico. Draco pasó sus dedos suavemente sobre ellos, como si estuviera leyendo Braille en vertical, y se dispuso a abrir la puerta.
—No lo hagas, Draco. ¿Quién sabe qué cosa espantosa habrá ahí dentro? —Dijo Amy.
No había una cosa espantosa dentro. Harry Potter había llegado a la tienda por error cuando intentaba transportarse al Callejón Diagon usando Polvos Flu por primera vez, y se había escondido en aquel armario cuando vio llegar a Draco y Lucius.
Pero Draco no logró abrir la puerta, pues jadeó y dio un salto de susto cuando sintió el asa del bastón de Lucius en su hombro.
—Deja eso, Draco. No se toca lo que no es nuestro —lo reprendió Lucius—. Ya vámonos.
Amy, Draco y Lucius salieron de la tienda, y cuando llegaron a Flourish y Blotts, la librería estaba llena, pues el famoso mago y autor Gilderoy Lockhart llevaba a cabo una firma de libros allí, y lo utilizó como una oportunidad para anunciar que sería el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts.
Draco y Amy subieron un piso más arriba para alejarse del tumulto y observaron todo apoyados en la barandilla, como si de un palco se tratara.
—No puedo creer que ese cretino vaya a impartir clases en Hogwarts —masculló Amy con el ceño fruncido.
—¿Lo conoces? —Preguntó Draco sorprendido.
—Es un narcisista egocéntrico que se cree el señor perfecto. Me invitó a salir una vez y lo rechacé. Los cretinos como él no son mi tipo, ¿sabes?
—Espera, ¿significa que tienes edad para ser mi madre? —Amy abrió los ojos como platos y desvió la mirada—. Escucha Amy, no importa si tienes edad para ser mi abuela, sigues viéndote tan bella como cuando tenías 17.
Una hermosa sonrisa floreció en el rostro de Amy, y como no podía sonrojarse, sus mejillas se llenaron de un rubor azul mientras acomodaba un mechón de su cabello coquetamente detrás de su oreja, cosa que a Draco le gustó mucho.
Harry llegó a la librería junto a la familia Weasley. Todos estaban cubiertos de hollín porque habían utilizado la Red Flu para transportarse al Callejón Diagon.
Allí se encontraron con Hermione, y Lockhart reconoció a Harry de inmediato, lo arrastró al centro de atención en contra de su voluntad y le regaló un conjunto completo de sus libros en un esfuerzo para ganar más publicidad. Entonces los fotógrafos enloquecieron y no dejaban de tomarles fotos.
Draco frunció el ceño y bajó a su encuentro acompañado de Amy. Entonces espetó:
—Siempre tienes que ser el centro de atención, ¿eh? Apuesto a que disfrutaste eso, Potter. El famoso Harry Potter no puede entrar a una librería sin terminar en la primera plana de los diarios, ¿no es así?
—¡Déjalo en paz! —Exclamó la pequeña Ginny Weasley con el ceño fruncido y a Amy le pareció muy tierna.
—¡Oh! ¡Mira, Potter! ¡Ya tienes novia! —Dijo Draco en tono burlón y Amy soltó una risita.
Entonces Draco volvió a sentir el asa del bastón de su padre sobre su hombro.
—No, Draco. Sé más amable —advirtió Lucius—. Sr. Potter —dijo mirando a Harry—, al fin nos conocemos. Soy Lucius Malfoy —se presentó y miró fijamente la cicatriz del niño—. Su cicatriz es leyenda, así como el mago que se la hizo.
—Voldemort mató a mis padres. No era más que un asesino.
—Debe ser muy valiente para mencionar su nombre. O muy tonto.
—Temerle al nombre solo agranda el temor al hombre —respondió Hermione.
—Usted debe ser la señorita Granger. Draco me ha contado mucho sobre usted y sus padres muggles —dijo Lucius con desprecio.
Amy frunció el ceño y Ron también. El niño abrió la boca para responderle, pero Lucius lo interrumpió:
—Veamos. Pelirrojos, expresiones vacías, libros de segunda mano. Ustedes deben ser los Weasley.
Con esas palabras, Amy recordó lo que Draco había dicho cuando conoció a Ron, y sacudió la cabeza con tristeza, pues estaba muy claro de quién lo había aprendido.
Lucius comenzó a humillar a los Weasley, lo que provocó una pelea a golpes entre Arthur y él. Lucius terminó con un ojo morado, y Arthur con el labio partido. Y en medio de la discusión había ocurrido algo más: Lucius tomó un par de libros del caldero de Ginny e inmediatamente los devolvió, pero había colocado un extraño y delgado libro negro entre ellos, tan rápidamente que parecía un truco de magia muggle.
Tan rápidamente que nadie lo notó.
Nadie excepto Amy.
Narcissa moría de vergüenza al enterarse de la escena que protagonizó su esposo, y llevó a Lucius a San Mungo para que le traten ese ojo morado.
Draco tuvo que continuar solo con las compras, aunque no estaba solo realmente. Amy y él pasaron una divertida tarde juntos. Draco se la pasó modelando uniformes para ella hasta encontrar los que mejor se adapten a su cuerpo. Amy sonreía y aplaudía cada vez que Draco salía del vestidor con otro uniforme, pero había una pregunta que le martillaba la mente:
¿Qué era aquel libro negro y por qué Lucius lo puso a escondidas en el caldero de Ginny?
¡Guau! Draco la hizo sonrojar 😍
¿Ustedes creen que le estaba coqueteando? ¿O no habrá sido esa su intención?
¿No son lindos Draco y Amy? ❤️
¿De quién habrá sido la voz masculina del recuerdo de Amy? 😱
No olviden dejarme sus opiniones y sugerencias en los comentarios x
¡Nos leemos el próximo miércoles!
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