
Capítulo LIX
—Entraremos a Hogwarts sin ser detectados —dijo Amy.
—¿Pero cómo haremos eso? El castillo está protegido por aurores y quién sabe qué sortilegios —dijo Draco con preocupación y una pícara sonrisa se dibujó en el rostro de Amy.
—Fácil. Entraremos por el pasadizo de la bruja tuerta. Y para eso tendremos que aparecernos en el sótano de Honeydukes.
—¡Pero claro! Qué idiota soy. Olvido que estoy hablando con la hermosa Canario —dijo Draco abochornado y Amy soltó una risita mientras un adorable rubor cubría sus mejillas—. Necesitarás una capa de viaje, amor. Tengo varias que ya no uso porque me quedan pequeñas, pero apuesto a que alguna de ellas es de tu talla —añadió y Amy sonrió—. Sólo una cosa más. ¿Y si alguien nos pilla en Honeydukes?
—Tendremos que modificarle la memoria —dijo Amy con determinación.
—Bien. Entonces asun...
Draco no terminó la frase y miró hacia el techo, al igual que todos los demás. En ese momento, las delgadas barras de oro de la imponente lámpara de araña que colgaba del techo cobraron vida propia, y comenzaron a retorcerse hasta formar una gigante y espantosa cara que dijo con una voz retumbante y metálica:
—Severus Snape necesita hablar con urgencia con la señora Malfoy acerca de su hijo Draco.
Draco y Amy se miraron asustados y se tomaron de la mano. Aquella espantosa cara era la misma que se formaba en las puertas de hierro forjado de la mansión y preguntaba a los visitantes el motivo de su visita. Entonces Narcissa respondió:
—Déjalo pasar.
Al escuchar esas palabras, la cara desapareció y la lámpara volvió a su forma original. Las puertas de hierro forjado se abrieron y el profesor Snape se dirigió hacia la casa a grandes zancadas.
Draco y Amy se escondieron en la cocina cuando Snape llamó a la puerta. Narcissa la abrió y notó que el semblante del profesor estaba más pálido de lo habitual.
—Buenas tardes, Narcissa. Lamento haber venido sin avisar, pero tengo algo muy importante que...
—Buenas tardes, Severus —lo interrumpió Lucius y Snape se quedó atónito—. El Señor Tenebroso nos liberó a todos. Estoy seguro de que los dementores ya se unieron a su bando. Pero no te quedes ahí parado. Pasa.
Lucius y Narcissa lo acompañaron a la sala y Snape alcanzó a ver que habían cuatro platos en la mesa del salón. Entonces se disculpó:
—Veo que tienen invitados. Lamento interrumpir su almuerzo.
—¿Qué es eso tan importante que quieres decirme sobre Draco, Severus? —Preguntó Narcissa, haciendo caso omiso a su disculpa.
—Anoche, en la Torre de Astronomía, algo salió terriblemente mal —respondió él—. Completé la misión que Draco no pudo. Cumplí mi juramento, pero nadie contaba con que el Señor Tenebroso se aparecería allí. Él también cumplió su palabra. Draco está...
El profesor no pudo terminar la frase, pues dio un respingo y se puso aún más pálido cuando vio a Draco, muy vivo, salir de la cocina diciendo:
—Mis padres ya lo saben, profesor.
—¿Draco? —Dijo Snape—. ¿Pero cómo? ¿Yo vi que el Señor Tenebroso te...?
—Tuve ayuda —lo interrumpió Draco—. Mucha ayuda. ¿Recuerda esa bola de luz blanca que apareció de la nada? Era alguien que usted conoce. Alguien que fue asesinada hace 19 años por Quien-Usted-Sabe en este mismo salón.
—No —Snape negó con la cabeza al darse cuenta de que Draco se refería a Amy y miró a Lucius en busca de apoyo, pero como Lucius no decía nada, añadió—: Eso es imposible.
—Nada debería ser imposible para la magia, señor.
—Ni para el poder del amor —dijo una voz femenina que Snape conocía muy bien pero no escuchaba desde hace muchos años atrás.
Era Amy, quien salió de la cocina, muy viva y tan bella como la recordaba, le dedicó una hermosa sonrisa y lo saludó:
—Hola Sev.
—Amy... —susurró Snape abriendo los ojos como platos y se cayó sentado en el sofá, pero rápidamente se puso de pie y comenzó a caminar hacia atrás conforme Amy se le iba acercando—. Esto... no es posible —negó con la cabeza y comenzó a tartamudear—: Tú... tú... tú... estás...
—¿Muerta? Lo estuve. Pero volví. Por eso hay un plato extra para mí en la mesa.
En ese punto de la conversación, Amy perseguía a Severus con pequeños pero veloces pasos, haciendo pausas de tanto en tanto, y él seguía huyendo de ella, como si fueran gato y ratón, dando vueltas en círculos alrededor del sofá.
—¡Deja de huir de mí como si fuera un inferius, Severus! —Chilló Amy con los ojos llenos de lágrimas y Snape se detuvo.
—¿O acaso alguna vez vio un inferius tan hermoso, profesor? —Preguntó Draco.
—No. Por supuesto que no —respondió Snape y Amy sonrió.
—Mi Amy no es ningún inferius —dijo Draco acercándose a Amy y deslizando su brazo alrededor de su cintura.
Amy envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su amado, y Draco, tomando la barbilla de su amada suavemente con sus dedos pulgar e índice, depositó un tierno piquito en sus labios, dejando perplejo a Snape, quien miró a Lucius y Narcissa en busca de respuestas.
—Draco y Amy son novios, Severus —dijo Narcissa y Lucius asintió.
—No soy un inferius, Sev —añadió Amy—, y dejé de ser un fantasma esta mañana.
—¿Qué? —Preguntó un muy confundido Severus.
—Es una larga historia —respondió Amy.
—Y estamos dispuestos a contársela si está dispuesto a escucharla, profesor —afirmó Draco y, haciendo un ademán con la mano, lo invitó a sentarse en el sofá.
Los cinco tomaron asiento y Draco y Amy le relataron su historia al profesor, al igual que lo habían hecho con Lucius y Narcissa.
—...y así fue como logramos regresar —concluyó Amy.
Snape estaba atónito. Abrió y cerró la boca varias veces, tratando de decir algo, pero no le salían las palabras.
—¿No le alegra volver a ver a su amiga, profesor? —Preguntó Draco.
—Por supuesto que me alegra, Draco —respondió Snape.
—¡Oh, Sev! —Chilló Amy y lo abrazó.
—Amy... —susurró él y le devolvió el abrazo tímidamente, pero cuando se separaron, Amy rompió a llorar.
—¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué dejaste tu ejemplar de Elaboración de Pociones Avanzadas en la escuela para que cualquiera lo encuentre?! ¡Draco pudo haber muerto! —Le reclamó la muchacha golpeándole el pecho con sus puños.
—¿De qué estás hablando, Amy? —Preguntó Draco ceñudo.
—Ella se refiere al ejemplar que perteneció a mi madre, el cual utilicé en mi Sexto Año para cursar el ÉXTASIS de Pociones —respondió Snape—. En él anotaba las mejoras que le hacía a las recetas de las pociones y también los encantamientos que inventaba.
—Estaba en el armario de la mazmorra de Pociones. El profesor Slughorn se lo prestó a Harry el primer día, ¿recuerdas? —Le preguntó Amy a Draco.
—¿Estuviste allí, Amy? —Preguntó Draco con evidente sorpresa.
—Sí —Amy asintió—. A pesar de que habíamos peleado, yo nunca te abandoné, mi amor —le dijo con dulzura, y los ojos de Draco se humedecieron y le dedicó una hermosa sonrisa para después depositar un tierno piquito en sus labios y limpiarle las lágrimas con sus besos—. Estoy segura de que el profesor no sabía que el libro estaba lleno de anotaciones, o jamás se lo habría prestado a un estudiante.
—Así que por eso Potter era tan bueno en Pociones —masculló Draco.
—Debió seguir las notas de Sev al pie de la letra.
—Tal vez demasiado al pie de la letra —terció Snape—. Todo indica que decidió probar el Sectumsempra contigo, Draco.
—Potter —masculló Lucius ceñudo.
—¡No debiste dejar un libro tan peligroso al alcance de cualquiera, Severus! —Le espetó Narcissa—. Draco pudo haber...
Narcissa fue interrumpida por un gemido de dolor de Lucius seguido de otro gemido de dolor de Snape, quienes se arremangaron la manga izquierda, pues la Marca había comenzado a adrerles y se había puesto muy oscura.
—Está llamándonos —dijo Lucius con pesar.
Draco también soltó un gemido de dolor y comenzó a sobarse el antebrazo izquierdo.
—¡No! —Chilló Amy y abrazó a Draco.
—El Señor Tenebroso no puede saber que Draco está vivo —dijo Snape.
—Al menos no hasta que aprendas Oclumancia, o sabrá que yo también estoy viva —le dijo Amy a Draco.
—Aprenderé, lo prometo, Amy —respondió Draco—. Me esforzaré al máximo.
—Tenemos que esconderlos —dijo Narcissa con nerviosismo.
—Podríamos escondernos en la casa de mis padres, en Cokeworth —sugirió Amy—. Está abandonada y la gente evita acercarse a ella porque creen que está embrujada.
—Es una excelente idea —afirmó Lucius.
—Pero no tenemos dinero muggle —dijo Draco con preocupación—, y sería muy arriesgado ir a cambiar dinero mágico a Gringotts.
—Pero los galeones son de oro, ¿no? Las joyerías muggles compran oro. Estoy segura de que nos darán un buen dinero por ellos —dijo Amy con determinación y todos se quedaron boquiabiertos.
—Te adoro, Amy —respondió Draco y le dio un muy sonoro beso en la boca.
—Debemos darnos prisa —dijo Amy sonrojándose y acomodando un mechón de su cabello coquetamente detrás de su oreja—. Ven Draco. Tenemos que empacar lo esencial.
¡Holi hola!
Comenzaré la nota con una mención especial a alein_bxtch, madsbellh, fatihargreevesmalfoy, Liie_Potter, sercaprina, Aryemx, Caramel0deLimon y PaulinaVazqV por responder correctamente a la pregunta del anterior capítulo: el visitante inesperado era Snape.
¿Qué opinan de este capítulo?
¿Creen que Draco y Amy logren esconderse antes de que Voldy se entere de que están vivos?
Comenten sus teorías de conspiración y no olviden dejarme sus opiniones y sugerencias en los comentarios x
¡Nos leemos el próximo miércoles!
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