-¡Tío Dean!

El chillido de la morenita me hizo sonreír nerviosamente, cayendo sobre una de mis rodillas casi por inercia.

Pero cuando sus pies comenzaron a avanzar rápidamente en mi dirección, recobré el sentido de las cosas.

-Ay,no...

Lo más rápido que pude, me levanté y aparté del camino de Joelle, de paso chocando con los casilleros mientras abría los ojos alarmados.

La pequeña pareció desentendida, pero sin dejar de sonreír, intentó nuevamente acercarse a mí con una divertida mueca y sus brazos abiertos.

Demonios, no.

-¡Te he extrañado mucho, tío Dean! ¡Quiero abrazarte!-Exclamó con aquella alegría característica en su vocesita, lo que me dio cierto temblor en el estómago cuando seguí huyendo de ella a lo largo de la habitación.
-D-Detente, Joelle-Murmuré sin dejar de caminar hacia atrás, manteniendo una distancia prudente-Yo también te extrañé, nena. Pero yo no...

-Entonces ¿Por qué huyes?

Dio un saltito hacia mí junto con su última pregunta, pero fui lo suficientemente rápido para apartarme y escalar hasta la cima de los lockers.

La fémina me observó un par de segundos, para a continuación fruncir delicadamente su ceño al cruzar los brazos sobre su pecho con un puchero.

-Escúchame, nena-Empecé a decir a pesar de su notoria molestia- No sabes lo mucho que quiero abrazarte también, pero...Yo...Um...

¿Cómo explicar esto a una niña de siete años?

-¿Qué haces aquí, tío Dean?

Su pregunta me hizo bajar nuevamente la mirada de los casilleros, encontrando curiosidad en sus ojitos castaños.

-Papi me dijo que tuviste un accidente, por lo que te convertiste en un angelito y tuviste que irte al cielo.

Roman...Creo que quedarás como un mentiroso para tu hija.

-Aún no sé lo que ocurre exactamente, nenita-Me senté a la orilla de los lockers, dejando que mis piernas colgaran por sobre el metal mientras hablaba- Pero sigo atrapado aquí y...Dígamos que no es lo más agradable del mundo.

-Pero ¿Por qué no hablas con alguien? ¿Por qué no le has dicho nada a mi papá?

Sonreí de lado, pero aquella curvatura no alcanzó mi labio superior.

-Tu papá no puede verme-Dejé salir un suave suspiro- Nadie, de hecho.

La pequeña Reigns parpadeó, para luego ladear la cabeza con una encantadora sonrisita en sus labios.

-Yo sí puedo, tío Dean.

Mis ojos permanecieron en los suyos, incapaz de moverme por un par de segundos.

¿Por qué ella sí? ¿Porque era una niña pequeña? ¿O simplemente era una anomalía de este extraño limbo en el que me encontraba?

No importa lo mucho que presionara mi cabeza con ello, no obtenía respuesta alguna.

-Eres...la única que puede, nenita-La hija de mi mejor amigo sonrió con dulzura a pesar de que me encontrara perplejo- Pero no puedes decírselo a nadie.
-Porque no van a creerme ¿Verdad?-Alcé mis cejas con algo de sopresa ante su insinuación- Créeme que sé cómo nos toman en cuenta a los niños, tío Dean. Pero si hablo con mi papá, o con las tías Brie y Nikki puede que me crean. Hasta el tío Sethie puede ayudarnos.

Negué con suavidad, frunciendo una pequeña sonrisa en mis labios frente a su optimismo.

-Al tío Seth no le haría bien escuchar estas cosas en un momento así, pequeña-Comencé a decir, a pesar de la presión en mi pecho apoderándose de mi voz.

Sí, quería ser notado. Pero mi lado todavía racional no aceptaba el seguir lastimando a la gente que alguna vez me amó.

-Brie y Nikki puede que te crean-Fruncí mis labios ante el recuerdo de la broma momentos atrás- Pero no sé cómo lo tomarán y tal vez me querrán golpear en el trasero.

Hice un ademán con mi cabeza ante la mueca curiosa en el rostro de Joelle, quitándole la importancia a lo del espejo y que intentara asustar a las gemelas Bella.

-Y a tu papá...

Hice una pausa lo suficientemente grande como para tragar y recrobar las fierzas para seguir con lo que quería decir.

-Le he causado demasiados problemas ya.

La morena hizo una pausa, pasando su mirada por sus zapatos en tanto me bajaba de los lockers.

-¿Qué eres ahora exactamente, tío Dean?

Me dispuse a abrir la boca, pero la puerta se abrió con suavidad, dejando ver al samoano de coleta entrando al camerino.

-¡JoJo! ¡Aquí estabas, preciosa!-Exclamó sonriente, acercándose a su hija y dejando un estridente beso en su mejilla- Te escuché decir algo ¿Con quién hablabas?

Su sonrisa bajó un poco al encontrar las velas y mensajes de condolencias cerca de mi antiguo casillero, pero procuró ocultarlo bajo una suave respiración antes de poner una mano en la pequeña espalda de su hija.

No pude hacer más que poner una mano contra mi rostro, jugueteando con la otra sobre mi muslo con tal de no volver a destrozarme.

-¿Y?-Volvió a mirar a la pequeña de ojos castaños- ¿Con quién hablabas, amor?

Un escalofrío a lo largo de mi piel me hizo salir automáticamente de trance, levantando la cabeza con brusquedad y encontrándome con la mirada de Joelle.

Su pequeña pero ávida sonrisa me hizo negar suavemente con la cabeza, algo nervioso de que pudiera decirle la verdad a Roman y que esta la lastimara aún más.

-Con mi amigo imaginario, papi.

Mis ojos pasaron de los inocentes de la fémina a los perplejos de mi mejor amigo, para a continuación fruncir una estúpida mueca en mi rostro ante el silencio a lo largo de la habitación.

-¡Joder!-Exclamé de pronto, llevándome las manos a la cabeza y echando mi cabello hacia atrás con exasperación- ¿¡Cómo no se me ocurrió antes!? ¡Soy un hijo de...!

Me detuve antes de conseguir que Joelle escuchara malas palabras, dejando salir una innecesaria respiración y volviendo a concentrarme en la escena de los dos individuos con sangre Anoa'i.

Roman había alzado una ceja frente a la sonrisita prevaleciendo en los labios de su pequeña de siete años.

-¿Tu amigo imaginario?-Balbuceó todavía incrédulo el samoano.

Parpadeé un par de veces frente al asentimiento de la fémina, rogando internamente que no abriera la boca más de lo debido.

-JoJo, nunca me dijiste que tú tenías...-Se interrumpió de pronto, probablemente descartando las cosas que quería decir- ¿Y-Y cómo se llama?

Joelle me observó brevemente por sobre su hombro, para a continuación seguir sonriendo hacia su padre.

-Se llama Jon.

¡Já! Perfecto.

-¿Jon?-Otro asentimiento de la pequeña, solo que este le hizo sonreír nostálgico.

Supe la razón cuando miró a espaldas de la morena, específicamente hacia mi casillero.

-Me recuerda a alguien.

Ay, viejo...

No pude evitar sonreír, apostando que, si siguiera vivo, probablemente me habría sonrojado un poco.

-¿Crees que a 'Jon' le gustaría ir a comer pizza con nosotros?

-¡Estoy segura que sí!-Chilló Joelle, dibujando una sonrisa en los labios de Roman.

Vi cómo el pelinegro se dirigía a la puerta, seguido por su hijita mientras me quedaba plantado en mi sitio.

Pero mis ojos se encontraron con los de la curiosa morena que volvió a asomarse por la habitación en mi búsqueda.

-¡Vamos a comer pizza, Jon! ¡Apúrate!

Movió su manita en señal de que la siguiera, a lo que solo pude sonreír y comenzar a mover mis pies detrás de ella.

Desde ese momento, sería el amigo imaginario de Joelle.

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Un capítulo de Retaliation y uno de Ghost of Love...¡Me doy por realizada! ♥

Voy a dormir, bai♡

Se despide, Rock.