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11. Echo

-Dean, deja de portarte como niño. 

-Nope. 

-Baja los pies de ahí, vas a dañar el auto. 

-Nope. 

Pero mi amigo frunció sus labios, acercando una de sus manos a mis piernas cruzadas sobre el panel del auto y bajándolas sin delicadeza alguna. 

-¡Oye!-Me quejé, ya que una de mis rodillas alcanzó a golpear la guantera. 

-Te lo estoy advirtiendo hace como media hora, Ambrose. No tienes derecho a chistar nada

Solo me acerqué un poco hacia él mientras continuaba conduciendo, mirándole con una sonrisa a pesar de que intentara ignorarme. Roman solo sonrió de lado cuando mordí una de las papitas que saqué de la bolsa que mantenía en mi regazo, para finalmente volver a desparramarme en el asiento con una sonrisa burlona mientras masticaba. 

-No puedo creer que le quitaras las papas a Kevin-Dijo el samoano, permaneciendo con sus ojos en la carretera- Va a matarte cuando te vea.

-Nah. Puede besar mi trasero-Volví a echarme más papas a la boca, viendo cómo pasábamos a varios autos bajo el cielo nocturno- De todos modos, podré devolverle el favor en la fiesta. 

Me resigné a morder de mala gana el contenido en mi boca, volteando mi vista hacia la ventana en cuanto supuse que Roman había girado a verme. 

-Dean, no empieces.

Pero solo seguí masticando, manteniendo mi tensa mandíbula en dirección a la ventana cerrada de la camioneta. 

-Sabes que lo siento...

-Sí, lo sé-Lo interrumpí con brusquedad una vez que conseguí tragar con fuerza las papas- Siempre dices eso. 

-Vamos, Ambrose. No puedes enojarte conmigo simplemente porque no voy a esa fiesta...

-Esa fiesta que planearon para mí por ganar el título Intercontinental-Lo interrumpí, con una queja entre dientes mientras arrugaba el papel aluminio de papas vacío- Tienes razón ¿Por qué me enojaría?

-Dean...

-Solo porque mi mejor amigo en el mundo y el único apoyo que he tenido desde un inicio no le importe que haya tenido un gran triunfo por el cual quieren celebrarme...No es nada ¿No?

El dolor comenzaba a arder en mi pecho, por lo que procuraba mantener mis ojos en la ventana mientras apretaba con fuerza el envoltorio de papas dentro de mi puño cerrado. 

-Dean, sabes que sí me importa pero...-Soltó una respiración, a lo que seguí con mis ojos hacia el cristal- En serio lo lamento.

Escuché a Roman suspirar, lo cual solo provocaba que mi interior temblara. 

Con ira, pero al mismo tiempo con gran agonía y soledad, por alguna razón de la cual ni quería detenerme a pensar. 

O tal vez sí la tenía clara, pero me parecía sumamente tonta. 

No tardamos en llegar a la iluminada casa de Seth, el lugar donde se había acordado la fiesta en cuanto el evento se dio por terminado. 

Me quité bruscamente el cinturón de seguridad, casi lastimando mis dedos gracias al temblor que recorría mis manos en esos instantes. Pero cuando estuve a punto de abandonar la camioneta de mi mejor amigo, mi brazo fue jalado de vuelta al asiento. 

Permanecí quieto con mis labios apretados, tan solo dejando que el samoano apretara su agarre tanto como quisiera mientras mis ojos se quedaban en el parabrisas en lugar de sus ojos que, posiblemente, terminarían por romper algo dentro de mí. 

No caería esta vez. No de nuevo. 

-Dean, en serio quiero que lo entiendas. 

-No lo haré. 

-¿Al menos me dejarías explicarte?

-¡No, Roman!-Exclamé harto, de paso quitándome sus dedos en torno a mi tensa muñeca- Ya he tenido suficiente de explicaciones ¿Sabes?

Mi corazón latía con fuerza, y lo único que podía hacer era tragar con tal de mantenerme con mis amenazantes ojos frente a su angustiada mirada. 

-Se trató de ti con el título, y estaba jodidamente feliz por eso ¿Recuerdas?-La ironía parecía herirlo, apartando el cabello de sus ojos al bajar la cabeza por un pequeño lapso- Pero ¿y cuando se trata de mí? ¿Simplemente me dejas de lado? 

El silencio en el auto prevaleció, siendo la música que venía de la casa lo único que resonaba a mis espaldas. 

Negué con suavidad, conteniéndome a rodar los ojos y solamente lanzando hacia algún sitio el papel aluminio hecho una pelota. 

-Vaya mierda de amigo que eres, Reigns. 

Tan solo escupí esas palabras sin pensar en nada más, saliendo de su estúpida camioneta lo más rápido que mis estúpidas y temblorosas piernas me permitieron. Cerré la estúpida puerta con fuerza y me encaminé hacia el lugar de la fiesta sin mirar atrás, sabiendo que su estúpida y triste mirada me seguía en ello. 

Él era un estúpido...Y llegaba a creer que yo también lo era, por el simple hecho de pensar semejantes estupideces. 

Nada tenía sentido, ni mucho menos lo que pensaba. 

Caminé casi a zancadas hacia la iluminada casa, tensando la mandíbula con la mayor fuerza que me fue posible para no hacerme daño. 

—No mires atrás. No mires atrás, mierda...Joder, no mires atrás...

Sentía que mi garganta quemaba, por lo que solo podía tragar y obligarme a seguir caminando al escuchar el alejarse del automóvil como un doloroso sonido contra mi pecho. 

Bastó que abriera la puerta para encontrarme con las exclamaciones y aplausos de mis compañeros de trabajo, los cuales no dudaron en comenzar a decir cosas como "te lo mereces" o "eres el mejor, Dean"

No tuve más alternativa que sonreír de lado para no preocupar al lesionado chico que se dedicó a planear todo el festejo, uniéndome rápidamente a su celebración y aceptando la primera botella de cerveza que me ofrecieron. 

Quería olvidarme de todo. Ya que, a pesar de que gente importante para mí estaba en esa pequeña fiesta que se dieron el tiempo de prepararme, no estaba aquel que hizo posible que luchara y siguiera delante en más de alguna ocasión en la que solo quise tirar la toalla. 

Mi voz comenzó a resonar como eco en mi cabeza con el pasar de la noche, por lo que sentía que, a pesar de estar rodeado de gente, mi sombra era mi única compañía. 

Estaba solo. 


Movía mis pies de manera infantil, hacia adelante y atrás mientras observaba en la pantalla plana la lucha de Rome. Sintiendo que el alivio llenaba mi pecho con cada segundo en que mis ojos permanecían siguiendo sus movimientos. 

Estaba feliz de que su ánimo poco a poco volviera a ser el mismo, siendo fuerte y volviendo a sonreír con la ayuda de Seth y Paige. Aunque por mi lado...Las cosas no parecían tener muy buena cara. 

Sentía que el tiempo se me acababa, más que demostrado con el no poder agarrar absolutamente nada y tan solo poder sentarme o apoyarme de ciertos lugares. 

¿Realmente estaba desapareciendo? 

Ahora que Joelle no estaba, prácticamente no tenía a nadie. Tenía que resignarme a pasar día a día viendo cómo las cosas pasaban frente a mis ojos...cómo me dejaban cruelmente atrás...

-¡Vamos, Seth! ¡Tú puedes hacerlo!

Quité mi mirada del televisor en cuanto aquel grito de ánimo resonó cerca de mí, encontrándome rápidamente con mi bicolor favorito caminando por el pasillo.

No dudé en saltar del baúl, siguiéndole el paso al nervioso chico que parecía darse fuerzas a sí mismo de alguna manera. 

—Vamos, Rollins. No es tan díficil...—Siguió murmurando para sí, en lo que solo le miraba con curiosidad.—Solo tienes que...e-encontrarla, mirarla a los ojos y pedírselo. Es simple. 

No pude evitar sonreír al captar el porqué de sus palabras, al igual que encontrar aquella caja de terciopelo azul en la palma de su puño cerrado. 

—¡Vamos, Sethie! ¡Tienes que hacerlo!—Exclamé, realmente emocionado de ver que se había decidido de alguna forma.—¡Ustedes hacen una pareja genial! 

Mis palabras no se escucharon más que para mí, pero el silencio se vio interceptado por el suspiro saliendo de los labios del ex campeón de WWE. 

—Diablos ¿A quién engaño?—Gruñó bajito, cerrando los ojos por un pequeño lapso.—L-Lo arruinaré, y estoy seguro que a Sara le hará gracia.

—Y yo estoy seguro que si estuviera vivo, te patearía en ese culo tuyo, hombre.—Exclamé de brazos cruzados, tentándome a rodar los ojos frente a su actitud. 

Paige y Seth siempre habían sido tal para cual, encajaban en muchos aspectos que ni yo podía entender, pero lo hacían. Y sin duda alguna, eran el uno para el otro. 

—Ya no puedo arrepentirme.—Exclamó de nuevo, volviendo a tomar su ritmo a lo largo del corredor. 

Me detuve junto a él frente a aquella puerta con el nombre de su novia escrito en un cartelón, viendo a Seth suspirar profundamente antes de fruncir sus labios y acercar nervioso su puño hacia la puerta. 

Pero antes de que sus nudillos pudieran golpearla, esta fue abierta e hizo que Rollins diera un saltito sobre sus zapatillas de deporte. 

—Hey, Seth.—Saludó con simpleza la diva de camiseta roja.

—Nikki...—Murmuró como pudo el bicolor, tratando de recuperar el aliento.—Dios, casi me matas de un infarto aquí.

No pude evitar carcajearme de la mueca de dramatismo que colocó la gemela Bella, procurando concentrarme en ellos lo mejor posible.

Lo bueno de esta condición, si lo analizaba positivamente, era que podía reírme todo lo que quisiera sin que se molestaran por ello.

—Pues, lo siento.—Murmuró ella, quitándose distraídamente un mechón de cabello del rostro.—No creí que estarías parado como tonto frente a la puerta de Paige.

—No estaba parado como tonto. Yo...solo...

Rollins parecía perder las palabras, mientras que la fémina solo podía mirarlo con prplejidad. Esta no tardó en volverse sorpresa cuando pareció darse cuenta de la cajita que mi ex compañero de trabajo sostenía en su mano.

—Oh por Dios...—Casi chilló, sacando a Seth de su trance.—N-No me digas que tú...¿¡Vas a pedirle matrimonio a Pa-?

El lesionado no tardó en hacerla callar poniendo una mano sobre su boca, mirándola con alarma y su ceño fruncido de paso. 

—Cierra la boca, Nicole. No quiero que te escuchen. 

Pero incluso cuando quitó su mano de la cara de la chica, esta seguía mostrando una enorme y perfecta sonrisa en sus labios pintados de carmín. 

—No puedo creerlo. En serio que es estupendo.—Chilló, pareciendo tan alegre como si fuera su propia boda.—Son tan lindos juntos, estoy segura que se verán aún mejor con unas argollas en sus dedos...¡Ay! ¿Ya se lo dijiste?

Seth solo suspiró frente a los saltitos de la Diva, mientras que solo podía mirar entretenido que esta pareciera una niña pequeña a la que le comprarían un juguete nuevo. Recordaba que a Nicole le gustaban bastante este tipo de cosas, y siempre jodía a Sethie diciéndole cuando pondría un anillo en el dedo de Paige. 

La pelinegra se terminaba riendo, Rollins se sonrojaba y yo solo le lanzaba una almohada a Nikki mientras Brie y Roman terminaban riéndose a carcajadas de nuestras discusiones. 

Y ahora que era ese día, las cosas eran muy distintas a lo que yo creía. 

Seth estaba nervioso, Paige ni idea, Nikki parecía infante de cinco años a causa de la emoción, Brie probablemente andaba haciendo sus cosas, Roman estaba ocupado en su lucha...Y yo...bueno, yo solo observo en silencio todo sin ser gran aporte. 

En momentos así, o más bien siempre, pensaba que esto era una mierda total. 

—A eso venía precisamente, Nikki.—Habló el bicolor, sacándome de mi breve trance.—Pero no esperaba que salieras del camerino de mi novia. 

—Calma ese trasero, guapo.—Bromeó, cerrando la puerta a sus espaldas con suavidad y sin dejar de sonreír de lado.—Tu chica no está ahí dentro. 

Los hombros del chico cayeron, en lo que solo fruncía mi ceño perplejo. 

—Solo vine a devolverle un esmalte de uñas que me prestó ayer. 

—Genial.—Resoplé, golpeando mis manos contra mis muslos cubiertos por los jeans.—Estúpido cuervo...

—Um...¿Al menos sabes dónde puedo encontrarla? Digo...—Seth hizo una señal con sus ojos hacia la cajita todavía en su mano.—No quiero volver a acobardarme de nuevo ¿Sí?

—No seas tonto, Sethie. No tienes porqué acobardarte.—Lo animó, poniendo una mano sobre su hombro cubierto por la sudadera.— Es obvio que te dirá que sí. 

Aquello solo hizo que mi amigo frunciera sus labios, mientras curvaba ligeramente los míos al ver semejante situación. 

—Andaba por el comedor. Ya sabes cómo se molesta cuando pierde una lucha, mucho más cuando alguien como Charlotte es la que hizo trampa. 

Fruncí mis labios chistosamente, mientras que Seth parecía reunir más aire antes de disponerse a abrir la boca nuevamente. 

Siempre que Stephanie planeaba un Storyline en el que Paige tenía que perder frente a otra Diva, se molestaba muchísimo y terminaba solucionando sus problemas buscando todo lo dulce del comedor. 

—Supongo que iré a buscarla.—Murmuró el bicolor entre un suspiro, a lo que Nikki curvó su boca y puso una mano sobre su hombro, dejando un par de palmaditas.

—Estoy segura que esto la pondrá de mejor humor. 

—O puedes llegar y tocarle las tetas, eso suele funcionar—Dije con un encogimiento de hombros. 

—¡Eres asqueroso, Ambrose!

Me detuve de inmediato, volteando casi a la par de Seth hacia la paralizada mujer en la puerta. Los labios de Nikki se fruncieron nerviosamente, dejando su mirada vagar por el suelo en lo que las cejas de mi amigo se fruncían lenta y perplejamente. 

—¿Qué fue eso, Nicole? Tú...

—No me hagas caso, Seth...—Balbuceó, todavía algo consternada de lo que acababa de escuchar. 

¿Otra vez esto? 

—S-Solo creí...creí haber escuchado a...—Las palabras se le enredaban, por lo que optó en simplemente gruñir para sí y llevarse una mano a la frente de forma consternada.— Mejor no me hagas caso, cariño. Debo de estar muy cansada.

A pesar de que la hermana gemela de Brie soltara algunas risitas con sus últimas palabras, por alguna razón no me sentí extenuado esta vez. 

Tal vez...había logrado que me escucharan de alguna manera. No volvería a estar junto a ellos de la forma en que antes, pero siempre estaría para velar por ellos y desearles lo mejor. 

Era algo que no pensé hasta aquel instante al parecer. 

—Bien.—Se repuso finalmente la bicolora, sonriendo de lado.—Ve por tu novia, yo debo ir a buscar a John. Me cuentas todos los detalles luego, eh. 

Seth solo rió bajito, moviendo su mano en señal de despedida a la fémina que había empezado a andar por el corredor. 

Una curvatura se dibujó lentamente en mis labios, soltando una suave respiración mientras la seguía con mi mirada hasta que desapareció del pasillo. 

—Gracias, Nikki. 

Dejé de observarla cuando dio la vuelta hacia otro corredor, dando media vuelta sobre mis talones y comenzando a seguir al todavía nervioso bicolor que había tomado rumbo hacia el comedor del coliseo. 

Caminamos por el pasillo por el cual la Diva había indicado el paradero de la novia de Seth, escuchando como este tomaba y soltaba respiraciones constantes con tal de calmarse antes de encontrarla. 

—Calma, Sethie.—Dije con una sonrisa, siguiéndole a su lado a pesar de que este mantuviera su mirada en el suelo.—No sabes lo mucho que me gustaría que me vieras, para que entiendas de una vez que no hay razón de estar nervioso. 

Pensé en palmear su espalda, como siempre hice cuando estaba vivo. Pero preferí ahorrarme la angustia que me daría ante la posibilidad de que mi mano terminara por atravesar su cuerpo y sentirme como un imbécil. 

—Paige es la chica más desastrosa que he conocido, y sabes el desastre monumental que ha sido mi vida. En cambio tú...Tú eres Sethie, el chico más gruñón, organizado y perfeccionista que he conocido alguna vez. —Hice una pausa, sintiendo que un nudo placentero se formaba en mi garganta ante lo que iba a decir.— Pero, a pesar de ser algo tarde, aprendí que no importa lo que haga o como sea esa persona...

Sentía que el aire me faltaba de pronto, pero logré soltar una respiración antes de volver a abrir la boca. 

—Si está contigo cuando las cosas han estado mal, o cuando han estado bien también...es la indicada.—Fruncí una sonrisa de lado hacia Rollins, sin importarme el que realmente ni me escuchara para empezar.—Y si tienes la oportunidad de estar con esa persona el resto de tu vida...no la desperdicies, Sethie. 

Tan solo pude mantenerme quieto al momento en que el bicolor volteó suavemente su cabeza en mi dirección, como si de alguna forma hubiese escuchado mis palabras. 

Pensé en creerlo por un instante, aunque fuera una inútil mentira que tan solo terminaría haciéndome sentir un poco mejor. Pero solo decidí creerlo de todas formas. 

Al menos hasta que un gruñido escapó desde el fondo de la garganta de Seth cuando alguien chocó bruscamente con él, tumbándolo en el suelo a mis pies mientras solo podía ver alarmado la situación. 

No tardé en reconocer aquella cabellera oscura luego del chillido al chocar con su novio. 

—Vaya que son desastrosos ustedes dos...—Dije burlón, negando a pesar de la risa en mi semblante. 

Si ellos me hubiesen escuchado, probablemente me habrían dicho que yo era mucho peor. 

Solo podía quedarme con ese recuerdo en mi cabeza, y guardarlo como todos los demás en mi memoria que esperaba seguir conservando. 

—Ugh...—Murmuró entre dientes la fémina, levantando suavemente su cabeza del pecho de mi ex compañero de equipo.—¿Qué...? ¡Oh! ¡Colby! ¡Lo siento, cariño!

Paige no tardó en apoyarse de la palma de sus manos, ayudándose a colocarse de pie con algo de vergüenza. Se quitó el cabello de la cara, al mismo tiempo en que mi amigo todavía en el suelo se sentaba con una mueca de dolor y tratando de arreglárselas con su pierna lesionada. 

—En serio no fue mi intención.—Agregó, probablemente tratando de ocultar la molestia. 

Pero no era muy buena en ello que digamos. 

—Sé que no.—Habló el bicolor, sentándose como indio en el suelo mientras escondía ambas manos en los bolsillos de su sudadera.—¿Sigues enojada?

La negriazul alzó una ceja, parpadeando un par de veces antes de negar con cierto nerviosismo. 

—Yo no estoy enojada, Colby. No entiendo por-

—Te conozco, nena.

El muchacho solo se llevó la mirada de su novia, tan solo dibujando una sonrisa reconfortante en sus labios a pesar de lo nervioso que estaba hace tan solo minutos. 

—Sé cuando estás molesta, así que no me mientas. 

Paige pareció rendirse ante sus palabras, simplemente suspirando y estirando su mano hacia su pareja. Seth la agarró con suavidad, acariciando sus dedos pálidos en lo que ella se colocaba suavemente sobre sus rodillas para quedar a su lado sobre el cerámico. 

—Ya sabes como soy, nene...—Susurró, escuchándose algo agotada con respecto al tema.—Me molesta mucho que me estén ignorando como si nada. Siento que estoy perdiendo, y qué...en cualquier momento van a reemplazarme por alguien más...

No pude evitar mirarla con preocupación, pero una sonrisita no tardó en dibujarse cuando Rollins sujetó la mano de la Anti Diva con más fuerza, hasta entrelazar sus dedos sobre su muslo cubierto por los jeans.

 —No digas esas cosas.—Comenzó el bicolor, ganándose la mirada de la pelinegra.—No hay forma de que permita eso y lo sabes, bebé.—Paige comenzó a sonreír, dejando que sus mejillas se colorearan de un suave rosa.—Ni mucho menos alguien podría reemplazarte. 

Hizo una pausa, dándose el tiempo de sonreír hacia ella de aquella forma tan dulce en que siempre le había visto hacer incluso desde que descubrimos su gusto por ella hace tiempo. 

—Nadie podría tomar tu lugar nunca. Eres única, Saraya. Para esta empresa, y por supuesto que para mí también. 

Esa mueca que únicamente Paige podía lograr en el rostro de Seth desde el momento en que sus miradas tan solo se encontraron. 

La pelinegra pareció sentirse más animada gracias a Rollins, acercándose suavemente a él y dejando un delicado beso en la comisura de sus labios. 

—Y...creo que aquí yo sobro.—Dije algo incómodo, haciéndome a un lado de la escena y solo apoyándome de la pared con un resoplido. 

Vi cómo la fémina se colocaba de pie con un suspiro, estirando su mano hacia el bicolor todavía sentado en el suelo. 

—Vamos por algo de beber, cariño. Yo invito.

—Um...es que yo...—Balbuceó Seth, relamiéndose los labios con el nerviosismo a flor de piel desde ya.

—No te preocupes, te ayudaré a caminar hacia allá. Vamos.—Insistió risueña la fémina, sin dejar de ofrecer su mano. 

—N-No es eso. Es que yo...

—¡Ya sé! ¡Mejor quédate aquí! Seremos originales y beberemos refresco sentados en medio de la acera. 

Solo rodé los ojos, teniendo ganas de volver a estar vivo para gritarle que lo dejase hablar de una jodida vez. 

—Cierra la maldita boca, cuervo de mierda.—Murmuré entre dientes.—¡Anda, hombre! ¡Es tu oportunidad!

Como si el bicolor escuchara mis palabras, se estiró como pudo y alcanzó una de las manos de su novia antes de que esta avanzara por el corredor, deteniéndola al instante y que volteara sobre sus botas de cuerina. 

—¿Colby?—Murmuró, pareciendo un poco más preocupada frente a los paralizados labios del ex campeón de WWE. 

Pero este se relamió los labios, y tomando una profunda respiración, volvió a mirarla a los ojos. 

Me aparté por completo de la pared, caminando un par de pasos hacia la escena. Estaba esperanzado de que por fin podría lograrlo. 

—Saraya...hablaba en serio respecto a que eres la única para mí...—Logró articular, casi dejando que su voz se perdiera a pesar de la calmada atmósfera a nuestro alrededor. 

—Sí...eso lo sé, Colby...Pero, no entiendo porqué estás así de-

—Y es por eso, Saraya.—La interrumpió con suavidad, mientras podía verlo tantear la cajita dentro de su bolsillo.—Porque eres la única para mí...

Me sentía como Nikki en ese instante, a punto de saltar emocionado sobre mis pies cuando el bicolor apoyó su rodilla sana sobre el cerámico y dejó ver finalmente la caja aterciopelada azul en su mano.

No pude evitar sonreír ante la mueca impactada en el rostro de Paige, la cual había atinado a solamente dejar caer la mano que Seth sostenía y cubrirse la boca con la otra. Incluso, casi pude ver sus ojos más brillantes que en otras ocasiones. 

—Quiero que lo seas para siempre.

Rollins hizo una pausa, en la que abrió suavemente la cajita con una sonrisa nerviosa tratando de dibujarse en su boca. Dejó ver aquel anillo que ya conocía, causando que mis pómulos dolieran frente a la curvatura que se había formado en mi boca frente a lo que sucedía. 

Logró volver a tomar la mano que Paige había dejado caer por la sorpresa, apretando suavemente sus dedos a pesar de que la chica siguiera paralizada sobre sus botas. 

—Saraya...¿te casarías conmigo? 

—¡Al fin!—Comencé a gritar al aire, alzando mis brazos con fingida exasperación.—¡Al fin, joder! ¡Ya era hora!

Pero entonces noté que la pelinegra soltaba sollozos contra la mano que cubría su boca, por lo que volví sobre mis pies con una mueca que a cualquiera le habría parecido divertida si me hubiese visto.

—Oh, mierda. Cierto. Todavía no dice que sí.—Gruñí para mí, cruzando los brazos sobre mi pecho y colocándome a un lado del expectante bicolor. 

Paige había comenzado a llorar silenciosamente, pero una sonrisa temblorosa alcanzaba a verse por debajo de sus delgados dedos apartándose lentamente de sus labios pintados de gloss. 

Pero a pesar de ello, se las arregló para soltar un sollozo casi inaudible y asentir, frunciendo sus labios para que su llanto no fuera escuchado. 

—Por supuesto que sí, Colby...Un millón de veces, sí...

Los labios de mi amigo no tardaron en curvarse automáticamente, todavía sosteniendo la mano de Paige y colocándole suavemente el anillo con gema negra en su pálido dedo. 

La pelinegra soltó una risita cuando Seth por fin se puso de pie con su ayuda, para a continuación enredar rápidamente sus brazos a su alrededor y que fuera levantada del suelo por el abrazo. 

Comencé a aplaudir, sabiendo que daba igual. Pero fue entonces que muchos otros aplausos me siguieron de la nada. 

Volteé rápidamente, casi a la par de la pareja. 

Varios de nuestros compañeros de trabajo, incluidos Nikki, Brie y Rome, se encontraban aplaudiendo a unos metros del corredor, sonriendo hacia los recién comprometidos. 

Nicole casi saltaba sobre sus zapatillas mientras John aplaudía junto a ella, por lo que supuse que ella se encargó de difundir rápidamente la noticia. 

No pude evitar sonreír cuando el samoano fue el primero en alejarse de la turba, acercándose hasta la pareja y abrazándolos con fuerza. 

Sentía un pequeño nudo en la garganta al no poder estar ahí, pero de todas formas tuve la fuerza de mantenerme en pie y sonreír ante la escena. 

Mientras ellos eran felices, estaba tranquilo. Sin importar que no me vieran, tendrían todo mi apoyo de este lado de la "vida" a la cual fui condenado. 



Pasaron algunas horas, en las que solo me quedé a un rincón viendo cómo Styles jugaba videojuegos con Xavier haciendo una especie de competencia mientras se llevaba a cabo una pequeña celebración para Paige y Seth. 

En esos momentos solo podía divertirme, viendo cómo AJ movía el control de lado a lado para que su auto fuera más rápido y Xavier soltaba maldiciones cada que alguien lo chocaba. Pero mi cabeza parecía no poder ignorar el hecho de que algo me perturbaba en esos instantes. 

Estaba muy feliz por Sethie, después de todo es uno de mis mejores amigos. Pero no podía dejar de invadirme una sensación de verdadera angustia. 

Todo seguía su camino, sin importar que yo ya no estuviera. Y era lo normal. 

Pero dolía, dolía muchísimo. Era como si mi castigo fuera ver todo lo bueno que me perdí gracias a la estupidez que cometí. Las oportunidades que dejé pasar. 

Si no hubiese muerto, podría haber evitado que Galina se llevase a Joelle. 

Si no hubiese muerto, podría haber ayudado a Seth con lo de su propuesta. 

Si no hubiese muerto...le habría dicho a Roman que lo amo. 

A pesar de ello, el tiempo seguía su curso, y yo me quedaba atrás. 

Pronto...tal vez ni podría seguir viéndolos, ni mucho menos intentar que me escucharan. 

Porque, por más que lo intente, mi voz es un eco que solamente yo escucho. 

—¡Hey, Reigns!—Habló el integrante del nuevo día, levantando mi vista del piso en cuanto habló hacia el pelinegro que se colocaba su chaqueta.—¿Juegas, amigo?

Xavier le ofreció el control de consola que estaba utilizando antes de que AJ le ganara por tercera vez, pero el emperador romano solo negó con una pequeña sonrisa. 

—Gracias, Woods. Pero yo ya me retiro por hoy.

—¿Qué...?—Murmuraron entre algunas personas, a lo que Seth no tardó en hacer a un lado a Summer para encontrar la mirada de Roman.—Rome ¿Qué pasa? ¿En serio te irás tan pronto?

Rome abrió la boca para decir algo, pero se vio interrumpido antes. 

—Dale un respiro, Colby.—Dijo la pelinegra, separándose de Becky y enredando su brazo amistosamente en el de Roman.—Debe estar cansado luego de la lucha de hace poco ¿no crees?

Rollins frunció los labios, probablemente dándole la razón a su prometida. 

Me separé del muro en el que me apoyaba, caminando lentamente hacia ellos con mis manos en los bolsillos. Paige se puso de puntitas, logrando abrazar cariñosamente al samoano mientras la gente seguía festejando con tranquilidad. 

—Gracias por venir, guapo.—Murmuró la negriazul, sonriendo con dulzura hacia el moreno.—Ten mucho cuidado al conducir a casa ¿De acuerdo?

Él solo asintió, regalándole una última sonrisa a la fémina antes de dirigirse hacia el lesionado chico. Ambos se abrazaron de la forma más varonil posible, compartiendo tan solo una sonrisa de lado antes de que Rome comenzara a hacerse paso entre los invitados y se dirigiera a la puerta del salón. 

No lo pensé antes de alzar mi mano y palmear el hombro de Seth al pasar, disponiéndome a seguir los pasos de mi mejor amigo tal y como he hecho todo este tiempo que llevo así. 

Una sonrisa se me escapó al escuchar a Seth preguntar quién le había golpeado el hombro, pero preferí simplemente quedarme con esa sensación cálida en el pecho y seguir a Rome a lo largo del pasillo. 




Mi tiempo se estaba terminando. 

Eso era lo único que podía pensar al estar sentado en el asiento trasero del auto, apoyando mi mejilla contra mi puño y tan solo observando el paisaje pasar al otro lado de la ventana. 

A pesar de que mi pecho doliera con cada respiración, no podía dejar de curvar ligeramente mis labios. 

Cuando morí, o más bien cuando me vi tirado en la carretera luego del accidente, no podía evitar sentir lo mismo a cada segundo. 

Miedo. 

Tenía miedo de que en serio me había pasado eso, de que de verdad la había jodido. Y así fue. 

Pero más que nada, muy dentro de mí temía que la gente a la que amo me olvidara. Que las cosas siguieran su curso y solo me quedara como el imbécil que se emborrachó y tuvo ese accidente. 

Y erré, como muchas de las cosas que creí que pasarían. 

Todos ellos tenían que seguir con su vida, pero parecía que conmigo en sus memorias. Y aunque no logré que se dieran cuenta de que en serio seguía rondando por ahí, me sentía sumamente feliz de saber que me recordarían tanto como yo a ellos. 

Estaba feliz. 

Era feliz de al menos decirle a Joelle lo mucho que la quería antes de que se fuera con su madre. También lo era porque Seth estaría siempre al lado de la mujer con la que siempre quiso pasar el resto de su vida. 

Y por supuesto, era feliz de que seguiría en el corazón de Roman aunque no hubiese tenido la instancia de decirle la verdad. 

Dejé salir un suspiro, para a continuación mover suavemente mis ojos en dirección al retrovisor por el cual tenía un pequeño ángulo de visión de los ojos grises de Rome. 

Parecía concentrado en el camino frente a él, y solo lo había escuchado aclararse la garganta un par de veces desde que subí a la camioneta. 

Entonces me removí un poco sobre el asiento, pero sentí algo chocar contra mi pie en la alfombrilla del auto. No pude evitar sonreír hacia la envoltura de papas fritas hecha una pelota contra la punta de mi zapato. 

—Recuerdo ese día.—Comencé a decir, más para mí a pesar de lo doloroso del recuerdo.—Me enojé porque no fuiste a mi fiesta cuando me convertí en campeón Intercontinental, y dejé de hablarte casi por una semana. 

Hice una pausa, tomando aire que necesitaba mientras retorcía nerviosamente mis dedos sobre la tela de mis jeans. 

—Te dije que eras una mierda de amigo...y luego me enteré que no pudiste ir porque Galina te estaba amenazando con llevarse a Joelle la vez en que ella decidió mudarse a California.—Solté una respiración, negando con suavidad a mis propias palabras.—Y aunque supe la verdad, fui tan orgulloso que simplemente te dejé sufrir del mal rato solo. 

Una canción comenzó a sonar en la radio, pero solo me dejaba llevar por el sonido de las ruedas en el asfalto cuando Roman le dio la vuelta al volante. 

—Fui muy egoísta...y nunca pude pedirte perdón. 

Mis labios se cerraron con lentitud, terminando por quedarme en blanco y tan solo dejándome caer de lleno contra el asiento de cuerina a mis espaldas. 

Conocía la melodía que se reproducía, y más aún cuando Roman movió su mano hacia el estéreo y aumentó el volumen de la música. 

Hello, hello anybody out there? 'Cause I don't hear a sound. Alone, alone I don't really know where the world is, but I miss it now...—Comencé a cantar aquella canción que alguna vez escuché desde el teléfono de Paige, sintiendo que el nudo en mi garganta tan solo me permitía soltar mis palabras casi en murmuros. 

—I'm out on the edge and I'm screaming my name like a fool at the top of my lungs. Sometimes when I close my eyes I pretend I'm all right but it's never enough.

Tan solo pude mirar hacia adelante y tragar con fuerza, sintiendo que las lágrimas picaban en mi garganta de tan solo escuchar los cantitos de Roman. 

No recordaba la última vez que lloré en esta condición, e incluso me parecía irónico el poder hacerlo. Pero fue lo único que hice mientras escuchaba al hombre que amaba cantar aquella canción con la que se me destrozaba el corazón. 

Estaba feliz, pero al mismo tiempo solo quería regresar el tiempo y cambiar todo lo que pasó. 

Pero ya no había alternativa. Tenía que aceptarlo. 

No importa lo mucho que gritara hasta terminar con el aire de mis pulmones, simplemente mi voz era un eco que nadie podía responder. Mi sombra era mi única amiga ahora.

Deseaba que Roman volviera a rescatarme, ver su rostro una vez más. Pero tenía que resignarme a cerrar los ojos y fingir estar bien, aunque eso realmente no fuera suficiente. 

Simplemente...me había convertido en el eco de aquel muchacho tonto y mediocre que conseguía sonreír gracias a su mejor amigo. 

La camioneta se estacionó suavemente en la residencia, por lo que tan solo traté de quitarme rápidamente cualquier rastro de llanto y bajar en cuanto Rome fuera por su chaqueta. Pero pasaron algunos minutos, y él solo estaba sentado todavía con sus manos sosteniendo el volante. 

—Nuestro hermanito se comprometió...Dean...

De inmediato moví mi mirada hacia adelante, pero no tardé en regresar a la ventana al captar que hablaba consigo mismo una vez más. 

—No sabes lo feliz que habría estado él de tenerte ahí para celebrar también.—Continuó, a lo que sonreí de lado con mi mirada en la ventana.—Y no sabes lo feliz que me habría hecho a mí también el que pudiese haber estado con nosotros. 

Solté una risa desde el fondo de mi pecho, dejando que mi mirada vagara a mis pies en lo que me relamía los labios. 

—Habría armado una gran fiesta, más grande que la que Nikki. Me habría comido las papitas y tirado gaseosa en la cabeza de Seth como excusa de celebración.—Hablé bajito, tan solo moviendo un poco mi cabeza ante mi voz inaudible para él.—También habría planeado desde ya la despedida de soltero y demás...estoy feliz de haber estado ahí, Rome. Porque sí lo estuve, aunque tú no lo creas. 

Hubo un extraño silencio cuando dejé de hablar, y entonces me permití levantar la vista de mi regazo. 

Mi corazón pareció dar un vuelco mucho peor que el del momento en que me vi a mí mismo perdiendo la vida. 

Ese instante fue diferente, ya que los ojos de Roman estaban directamente en los míos. Pero esta, vez parecían atónitos y creaban una especie de golpe en el lugar que debería latir mi corazón. 

—¿Dean?






Me tardé bastante, pero aquí está :) El penúltimo capítulo de Ghost of Love. 

Eso quiere decir que el siguiente ya es el gran final de esta historia. 

Solo espero que hayan disfrutado de ella <3 

Un beso enorme. 

Se despide, Rock. 

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