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04

Nicole Doyle

El olor a Jazmín amenaza con hacerme estornudar, jamás pensé que ese delicioso olor me resultaría tan repugnante es que literal en esta habitación es demasiado fuerta ya. Y Victoria no ayuda encendiendo más inciensos.

—¿Algún problema?— Pregunta cuando la miro mal. Yo niego y se dedica a prender otro más. Mientras trata de disimular una sonrisa acododando unos lentes que la hacen lucir como toda una profecional.

—Aún no sé que hago aquí.

—Arno quiere que te trate.—Suspira acomodandose en su asiento y subiendo sus botas de cuero italianas sobre el cristal de la mesa.— Tengo un doctorado en psicología, no me mires así.

—Sinceramente no tienes mucha cara de ser psicóloga.—Susurro por lo bajo acomodándome de brazos.—Además no estoy loca.

—Arno es el jefe y yo solo cumplo ordenes.—Comienza a teclear algo en su portátil mientras yo pierdo la mirada en la habitación.

Todo está impolutamente blanco a expepción de los muebles y las cortinas que son de un gris neutro, y el ramo de jazmines sobre un caro jarrón en su mesa, incluso viste de blanco con sus botas negras como su cabello. Lo más colorido que hay aquí soy yo, con mi cabello rojo y mi blusa ancha de I Love Paris junto con unos jeans celestes y unos tenis negros, ropa que alguien dejó para mi en la habitación. Curiosamente mi alma se siente más monótona que esta habitación.

—Cuando me case con Arno yo también seré tu jefa.

—¿Ah sí?—Se burla.—No lo parece, digo luces como una chica cualquiera de ojos tristes , si me das una orden capaz hasta me ría de tí. Eres un chiste.

—Se supone que estás tratando de ayudar.

—Se supone que eres una rosa.—Sonríe mientras pinta sus labios de un rojo intenso sin mirarme.—Liderar está en tu sangre.

—Cuando pasas por lo que yo pasé...

—Tienes dos opciones o tomar tus piezas rotas y arreglarte, reconstruirte, volverte letal o simplemente dejar tus piezas rotas en el suelo para seguir siendo pisadas.—Suspira.—Como sea, aún sigo sin estar segura de que no eres un caso perdido.

—Eres una maldita.—Susurro.— ¿ Yo que te he hecho ?

—Odio a las personas que se arrastran en la mierda cuando tienen todo para salir de ella.—Prende un cigarrillo.—Como sea, de esta flor sin gracia que tengo delante nunca aceptaría una orden ¿Quieres saber de quien lo haría?

Un video comienza a reproducirse en la pantalla del ipad que Victoria desliza hacia mí. Casi automáticamente reconozco la musica del violín y aparto la mirada. Breanna, su toque era especial y único.

—Claramente Breanna no soy yo, ni lo seré, su fortaleza, su resitencia y su temple eran admirado por todos, no por gusto fue la más deseada, no por gusto consiguió que Alex Ivanov se desviviera por ella.—El piano comienza a acompañar al violin y yo me mentengo sin mirar.— Ni hablar de Enya, hasta mi padre se encogía cuando ella ordenaba. Katty y Marie tambien tenian lo suyo, hasta ellas podrían dar mejores órdenes y tú simplemente las acatarías.

—Seguramente como las acatabas tú.—Se burla.—Tienes esa mirada de ser un auténtica sumisa, Seguramente no le costó nada al Jardinero doblegarte, definitivamente lo veo en ti,eres de las que acatan la primera orden.

—¡No sabes nada! —Me exaspero golpeando la mesa sientiendo el dolor expanderse por mis manos, que no es nada comparado al de los recuerdos.—No sabes lo que es ir en contra de las creencias de tu familia, lo de llorar cada noche internamente por miedo a comprometerme con un hombre que me arrebatara mi libertad. Pero nada de eso se compara a ver como lo pierdes todo, como a pesar de ser la hija rebelde amas a tu familia y los vez morir, a sentir su sangre bañarte en el suelo.—Lágrimas de ira se delizan por mis mejillas.—Luego vez como te tiran a una jauría como tu virginidad la toma a la fuerza el primer viejo con dindro que paga por ti. Como cuando no eres complaciente te llenan de latigazos. ¿Tienes idea de cuantos latigazos recibí en mi primer año con el jardinero?  Yo tampoco, cada noche que agredia a algun cliente luchando para que no me tocara me llanaba de latigazos hasta desmayarme, cuando me acostumbré al dolor comenzó a electrocutarme, a golpearme con su mano. ¡ Y aún así no cedí! Aún así luché hasta el último día durante seis años. No lo niego en muchas ocasiones me violaron , hombres, mujeres, solos o en grupos, pero nunca fui complaciente con ellos, nunca deje de luchar y aprovechaba cualquier oportunidad para hacerles daño. Cuando único no me rebelaba era cuando me pagaban por acompañar a una fiesta a alguien, no por complacer sino porque tenía la esperanza de poder huir al terminar , esperanza que moría cuando veía que desde las sombras los guardias del club me obserban ¡Así que llámame como quieras menos sumisa !

Los ojos oscuros de Victoria se mantienen abiertos por mi confesión, yo me mantengo mirándola a los ojos llena de ira , no sonríe, no se mueve, solo vuelve a deslizar el ipad hacia mi y aunque la música que suena es la de mis hermanas, el video que se reproduce es uno mío bailando, cuando bailar era un placer y no un castigo.

—Yo también sé lo que se siente ser violada.—Susurra alejandose de la mesa sin mirarme, mis ojos se mantienen sobre el video.—Pero sé lo que se siente levantarse de las cenizas. Ver a tus enemigos arder.

La miro sorprendida al escuchar por primera vez algo de ella que me indica que es humana y no un robot diseñado para hacer daño pero ya ha salido de la habitación dejandome sola con el video de cuando no estaba rota, bailando.

Arno W Müller

Los nudillos me sangran y duelen con el demonio debido a la fuerza con que golpeo la pared. He escuchado mil veces la grabación de la cámara de seguridad en el despacho de Victoria y escuchar lo que le hicieron a Nicole solo consigue que la ira me haga ver todo rojo, por lo que para tratar de drenarla golpeo sin parar la pared. Es eso o uno de mis hombres.

—¡Ya basta!—Anton llega hasta mi.— No se que mierda te tiene así pero más te vale calamrte.

—O si no ¿Qué?—Me volteo con agresividad hacia él, pero claro mi consejero que es un témpano de hielo, se dedica a ajustar su traje y mirame a los ojos.—Pronto será tu boda y si sigues así te quedarás sin manos para colocarte el anillo.

—Necesito deshacerme se la ira.—Me vuelvo hacia la pared.

—Hoy hace un tiempo hermoso para cazar ¿No crees?—Habla demostrando la razón por la que lo considero mi amigo.—Los pumas y osos son animales grandes, creo que estás a tiempo de atrapar alguno.

Cuando lo vuelvo a mirar tiene mi rifle de cazería favorito en sus manos.Lo tomo tras regalarle un gruñido y salgo por la puerta.

—Tienes cinco minutos para estar listo.—Demando saliendo de la habitación de vigilancia camino hacia mi habitación para dormir y cambiarme de ropa.

Estoy hecho una furia mientras camino por los pasillos,tanto que mi hermana me pasa por al lado y decide ignorar mi prescencia. Solo me detengo junto a la habitación de Nicole.

No escucho sollozos, ni ningún sonido, una tranquildad inquietante y la idea de ella haciendose daño a sí misma pasa por mi cabeza así que no dudo en abrir la puerta.

Pero un sispiro de alivio escapa de mis labios cuando la veo dormir tranquilamente, su ropa se encuentra esparcida por el suelo, alguna rota demostrando que liberó su ira con ella,pienso en el hombre que la estaba golpeando con el látigo cuando la rescaté, aún se encuentra vivo en mi sótano. Tal vez podría ser un buen regalo de bodas para que se deshaga de su ira con el vegestorio.

La miro una vez más, su cabello rojo esparcido por su almohada, sus ojos cerrado impidiendome ver el cielo que carga en ellos y sus tentadores labios entre abiertos. No luce tan rota cuando duerme. Quisera poder arreglarla perp entiendo que es algo que deberá hacer ella sola, si quiere salir de la oscuridad.

Tras alistarme para salir de cacería bajo hasta todo terreno encontrandome con Victoria y Anton hablando frente a el. Mi consejero se encuentra vestido muy a lo Indiana Jones, incluso con el ridiculo sombrero, lo que me hace poner los ojos en blanco.

—Nicole está durmiendo.—Le digo a Victoria.—Cuando despierte, sacala al patio, dejala que camine, hay un hermoso rosal en el jardín izquierdo, querrá estar sola así que dale si espacio.

—Como ordene jefe—Habla.—¿La boda se mantiene?

—Claro—Recuerdo que anoche mismo hablamos y establecimos que sería al atardecer, incluso escogió un vestido.—Busca entre los soldados a alguno lo suficientemente capacitado para cuidarla personalmente, uno que ponga su vida incluso por encima de la mía.

Ella asiente y me monto en el todo terreno, junto a mi consejero, su esposo y salimos en busca de un gran oso, por alguna razon una alfombra de piel en el cuarto de mi futura esposa lice de lo más atractivo.

El día avanzar y apenas hemos atrapado unas cuantas aves, bueno, he atrapado, Anton solo protesta, mi humor vuelve a caer de picada al ver que no doy con el maldito oso.

Pero el sonido del crujir de la madera me pone alerta. Debo callar a Anton colocandole la mano en la boca, mientras me concentro en buscar de dónde proviene el sonido. Unos pequeños chillidos me hacen miarar hacia la derecha y veo la inigualbele piel de un osos a través de un grupo de rocas.

—¿Es un oso?

Asiento mientras preparo el rifle.

—No lo veo.

—Detrás de las rocas.

—Es imposble que le des.

Sonrío.

—Ahora te recordaré porque me llaman el halcón —Susurro apuntando y espero.

Espero.

Espero

Disparo.

El oso ha caído.

Corro hasta las rocas encontrandome con un fiero oso con alguna presa de pelaje rojo entre sus dientes , gruñendo.No lo pienso antes de dispararle   en la cabeza.

Anton llega desbocado tras de mi y mira al pequeño animal sangrando que se arrastra por el suelo.

—¿ Eso es...?

—Mi regalo de bodas.—Levanto la mirada encontradome con que el sol esta por caer.—Vamos mi futura esposa me espera.

Aquí les dejo un nuevo capítulo . No olviden regalarme su voto y comentarios.
Con amor
Hielo

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