Capítulo 4
Al amanecer, Mina había ido a visitar a Jennie para poder hacerle unas cuantas preguntas. Pudo notar a la castaña un tanto nerviosa, mirando cada segundo en dirección a la puerta.
_¿Hay alguien aquí? - preguntó Mina, dudosa.
_Ah, no - negó - de todos modos, ¿qué la trajo aquí?
_Pasaba por aquí y me detuve a comprobar algunas cosas que he descubierto - sostenía en sus manos un apunte.
_¿Podría decirme cuáles?
_Ese día no hiciste una entrega, pero te fuiste temprano - leía el papel - entonces, ¿por qué estabas allí?
_Oh, me invitaron para su cumpleaños.
_¿Lisa Manobal te invitó? - la castaña asintió - dijiste que fuiste allí en una entrega, ¿por qué ahora decir algo diferente?
_Es que...era lo que suponía. Ahora estoy empezando a recordar cosas - una pequeña sonrisa se escapó en sus labios al recordar la confesión de la pelimarrón.
Cada cosa que Jennie decía, era confuso para Mina.
_¿Estaban ustedes dos involucradas en algo?
Jennie rió levemente nerviosa, negando.
_No, me invitaron por primera vez.
Un largo tiempo de silencio los invadió, Mina no dejaba de observar a Jennie, poniéndola más incómoda cada segundo.
_Señorita Jennie, ¿recuerda algo más? Sus parientes cercanos o amigos - Jennie quedó pensativa - ¿por qué no puede recordar a nadie excepto a ella? Cuando ustedes dos no eran exactamente una pareja ni nada, ¿No es eso extraño? - Jennie no supo qué responder, sus labios se movían pero no salía ni una palabra concreta de ellos - Bueno, espero que tus recuerdos vuelvan pronto - dió una pequeña reverencia, retirándose del lugar.
En la tarde, Jennie se encontraba en la floristería de Lisa. Había recibido una llamada de la amiga de la pelimarrón para hacer una entrega de flores.
_Estoy cerrando la tienda y acabo de ver este pedido, estoy tan ocupada con la paga del funeral - colocó la canasta de flores frente a ella - no sé quién realmente pide estas flores, pero sé que las pidió muchas veces desde hace un año, cada semana. Así que por favor, dígales que es su último trabajo - pronunció apenada de tener que cerrar la floristería de quién había sido una gran amiga.
Lisa se encontraba sentada al lado de las flores, las veía con tristeza.
_Siempre quise conocer a quien hacía estos pedidos.
Cuando Jennie llegó al lugar del envío, notó que era un viejo asilo de ancianos. La entrega era especialmente para un grupo de mujeres mayores que la recibieron con alegría al ver las flores.
_¡Hemos estado esperando esto! - las ancianas la rodeaban, sacando una sonrisa a la castaña.
_¡Están tan bonitas como siempre! - tomaron las flores.
_¿Puedo hacerles una pregunta? - pronunció Jennie, captando la atención de las mayores - ¿Quién envía las flores?
_Tú las envías - respondió una de ellas con alegría.
_No, me refiero a quién las ordena, yo solo las entrego.
_Nosotras también queremos conocerlo. ¿O cómo podríamos obtener flores como esta? Debe ser alguien de muy buen corazón - comenzaron a retirarse, excepto por una de ellas, quien se quedó a su lado.
_La florista es bonita, ¿no? - interrogó, dejando confundida a la castaña - te gusta ella, ¿verdad? - rió, poniendo nerviosa a Jennie - mi esposo hacía lo mismo. Él era cartero, cada semana me traía cartas de un pretendiente y cada vez conversábamos más. Cuando nos casamos me confesó que era él quien la escribía para mí - sonrió al recordar - me dijo..."te enamoras de quien las entrega, no de quien las envía" Esa es una verdadera historia de amor.
Solo horas después, Jennie no dejaba de pensar en lo que le había contado aquella anciana. Curiosa, tomó su laptop e ingresó a su cuenta de trabajo, donde según su jefe le había dicho, tenía registrado todos sus pedidos y entregas.
Pero había un problema, no recordaba la contraseña. Intentaba con varios posibles, como cumpleaños, su nombre, la dirección de su casa, todo lo que recordaba hasta el momento pero ninguno era el correcto.
Hasta que tuvo una idea algo...extraño y cursi para ella. Dudosa, fue escribiendo el nombre de la pelimarrón, solo por las dudas.
"Lisa"
Se sorprendió cuando la contraseña fue aceptada. Pero su sorpresa fue más al verificar que ella era quien hacía el pedido de las flores en forma anónima, era ella quien cada semana iba a recoger las flores a la floristería de Lisa. ¿Hacía eso para verla? ¿En realidad también le gustaba?
"Por favor, hazlo con tus flores favoritas"
Era uno de los mensajes de Jennie. En ese momento, un nuevo recuerdo de Lisa llegó a su mente, el día que había escrito ese mensaje.
"¿Conoces la tragedia de una florista? Les gustan las flores, pero no llegan a recibirlas"
Una sonrisa se formó en sus labios, esas última flores no eran para las ancianas, eran para Lisa, lo había pedido para ella. Eso significa...que el sentimiento era mutuo.
_¿Qué hacías? - Lisa había estado esperando a Jennie fuera de la casa - vamos, llegarás tarde a tu empleo.
_No - la castaña sonrió levemente - me estoy tomando el día libre, ya llamé a la oficina.
_¿Por qué? - preguntó Lisa con duda - ¿Ocurre algo?
_Solo quiero cambiar quien soy, quiero disfrutar el día. ¿me acompañas? - ofreció su mano.
Lisa, aún confundida, simplemente asintió con una sonrisa, tomando su mano con timidez.
El día pasó entre juegos, diversión y comida. Jennie reía por ver a Lisa correr entre las aves y asustarlas, al parecer ellas también podían verla. Comer en la calle había sido una aventura, Jennie se había quemado tantas veces los labios que hicieron reír a la menor.
En ir al cine, Jennie no se esperó que Lisa se asustara por ver a un fantasma en la película, era algo ilógico.
_¿Cómo es que un fantasma se asusta tanto? - habían salido del cine porque Lisa no dejaba de temblar, Jennie tenía que estar dando palmaditas en su espalda mientras la abrazaba con disimulo ante la gente.
_Puedo estar muerta, pero aún sigo siendo humano.
En el supermercado, Lisa se divertía estando en el carrito, era como una niña que no dejaba de indicar las cosas que quería, y Jennie estaba más que felíz complaciendo a Lisa.
_¡Espagueti! ¡Pastel! ¡Coca cola! ¡Quiero coca cola! ¡Jennie! - la castaña tomó la gaseosa, riendo - ¡Ahora un melocotón!
_No frutas con pelo - negó, ignorando el puesto de frutas.
_¿Es por qué son caras? - mantenía los ceños fruncidos.
_¿Veinticuatro dólares te parece barato?
_¡Pero quiero un melocotón!
_¡Ya son muchas cosas, vámonos a casa!
Ya en casa, Jennie no dejaba de regañar a Lisa, ella cocinaba mientras la pelimarrón no dejaba de meter mano a la comida y encima se reía cuando Jennie la atrapaba.
_Listo - la castaña dejaba los últimos platos sobre la mesa y se sentaba sobre sus piernas al lado de Lisa. En el centro de la mesita, un pastel de cumpleaños estaba decorado con las velitas de flores - apaga las velas.
Lisa sonrió, asintiendo. Tomó aire y acercándose a las velas, sopló, pero el fuego ni siquiera se movió. Esto regresó a la realidad a Lisa, ella ya no estaba viva, esto la hizo entristecer.
_¿Qué haces? - interrogó Jennie - no finjas ser débil. Intenta otra vez. Lisa asintió con una sonrisa tristes, volviendo a intentarlo. Esta vez, Jennie sopló igualmente, apagando las velas y aplaudiendo con alegría para hacer sonreír a Lisa - felíz cumpleaños - Lisa sonrió con los ojos cristalinos - lo siento por la celebración tardía.
_No seas demasiado amable conmigo - bajó la mirada - estás haciendo...que me vuelva a ilusionar - sus lágrimas cayeron - acabas de venir a cumpleaños, ¿verdad? Aquél día...nunca pasó. Hoy es ese día...y estoy contigo, sí llegaste - Jennie asentía, sonriendo con tristeza - quería saber lo que sentías por mí, pero estoy pidiendo demasiado, cuando no tienes recuerdos.
_La amnesia es una enfermedad aterradora - desvío la mirada, sintiendo una presión en su pecho al estar tan confundida - no recordar significa perderlo todo, incluido el tiempo y las personas. Lo lamento...ya no estás convida...pero no sé lo triste que debería de estar...porque no te recuerdo.
_Puedes comenzar a recordar, poco a poco.
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