5.1
Acostumbrarse a Seungkwan fue sencillo.
Chan le preparaba comida y lo cobijaba cuando se quedaba dormido estudiando y a cambio Seungkwan le contaba chistes de los que siempre se reía incluso si no daban risa. Chan creía que era una buena rutina. Los días junto a Seungkwan se habían convertido en sus favoritos incluso mientras llovía.
—¿Y por qué no te gusta la lluvia? —le preguntó Seungkwan en ese momento, mientras la lluvia caía con fuerza y la ventisca golpeaba violentamente contra las ventanas del apartamento.
Un trueno resonó en las paredes y Chan trató de acurrucarse junto al gato, quien salió con un brinco de su lugar entre Chan y Seungkwan en el sillón, sofocado.
—Porque un día de lluvia me convertí en fantasma —admitió Chan.
Seungkwan dejó de lado el libro que sostenía entre sus manos para mirar al fantasma, olvidando sus estudios por un momento.
—Hmm. Lo siento.
Chan se alzó de hombros sin darle demasiada importancia al asunto.
—No es como si hubiera muerto... o algo —dijo, tratando más de convencerse a sí mismo que al bonito chico rubio.
Seungkwan lo observó atento. Pedía un permiso implícito para hablar, y Chan se lo concedió de inmediato sin dudarlo un segundo.
—Pero sí lo hiciste. Para tu familia lo hiciste, y también para tus amigos. Es una pena, Chan. De verdad lo siento mucho.
Chan trataba de no pensar mucho en eso. Había abandonado a todos a su paso y no había sido por voluntad propia. Así como de vez en cuando extrañaba a sus amigos, también extrañaba a su familia; a sus padres y sobre todo a Jihoon, a pesar de que siempre lo regañaba por regresar tarde de la universidad todos los días.
—Supongo que lo hice —dijo en un murmuro que se perdió en la habitación—. Pero no está tan mal. Al menos ahora te tengo a ti.
Seungkwan rodó los ojos, pero Chan alcanzó a ver la sonrisa que se asomó entre sus labios antes de que la luz se cortara.
—¡No! —chilló Seungkwan de inmediato, alargando la vocal exageradamente—. Esto está mal, no tengo velas y todavía tengo que estudiar para el examen de mañana.
Chan se rió solo un poco.
—La vida no quiere que estudies más. ¿No has pensado en que a veces te exiges demasiado?
—No puedo darme el lujo de no hacerlo —suspiró Seungkwan—. El mundo de ahora te sobreexplota, y si no lo aguantas entonces te quedas pobre y vives debajo de un puente.
Chan alzó una ceja e hizo un puchero ante las palabras de Seungkwan.
—Lo dices cómo si hubiera vivido hace un millón de años. Tu mundo y el mío son iguales, Seungkwan —se quejó.
Seungkwan también rió entonces. Chan amaba la risa de Seungkwan, era suave y melodiosa, como un atardecer junto a sus amigos.
—¿Cuántos años tienes, Channie?
Chan tardó en responder, procesando el apodo que Seungkwan le había dado. Sus mejillas habrían ardido en su rostro por la repentina vergüenza.
—Tenía 21 cuando me
maldijeron, así que dejemos esa edad. No voy a decirte cuántos años tengo contando desde que nací.
—¿Porque eres un anciano? —se burló Seungkwan.
—No soy un anciano. Lo que pasa es que tú eres un grosero.
La risa de Seungkwan se vió interrumpida por la puerta del apartamento siendo golpeada. Chan se mantuvo en el sillón mientras Seungkwan abrió.
Jeonghan entró de inmediato con una vela encendida alumbrado a su al rededor.
—Que bueno que estás bien. Dicen que se fue la luz en todo el vecindario y que probablemente no volverá hasta mañana.
Chan se sintió aliviado cuando Jeonghan le entregó a Seungkwan un par de velas más que llevaba en el bolsillo junto a una pequeña caja de fósforos.
—Gracias. ¿Quieres tomar algo?
Jeonghan no dudó un segundo en aceptar la invitación.
Chan estuvo pacientemente en la cocina a un lado de Seungkwan mientras el rubio hervía agua para preparar té. Ni siquiera había tenido que preguntarle a Jeonghan lo que quería tomar para saberlo de antemano.
Pasaron unos minutos antes de que Seungkwan y Chan regresaran a la sala.
—Estuve pensando y quería saber; ¿qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? —preguntó Jeonghan sin advertencia, dándole un sorbo a su té caliente que le quemó la lengua.
—¿Qué opinión?
—De no mudarte. La última vez parecías bastante seguro de que el lugar estaba embrujado.
Chan supo que Seungkwan vaciló. El rubio abrió la boca para responder pero la cerró de inmediato. Después le echó un vistazo a Chan, sus ojos atentos a su expresión, antes de que su mirada viajara hasta el gato atrás de él.
—Soo realmente no quería irse, y yo no lo quería volver a dejar solo.
Chan se mordió la mejilla interna. ¿Seungkwan realmente estaba hablando del gato, o se refería a él y a su aburrida vida como fantasma sin amigos?
Jeonghan asintió convencido de la respuesta antes de volver a hablar.
—Que bueno que no te fuiste. El lugar se siente mejor contigo aquí; más vivo.
...
—¿Tú cuántos años tienes? —preguntó Chan después de que Jeonghan se marchara.
Seungkwan encendió una de las velas cuando el fuego de la que Jeonghan le dejó comenzó a extinguirse. La lluvia también comenzaba a cesar y Soo se había quedado dormido sobre las piernas de Chan.
—¿Qué gano si te lo digo?
Chan sonrió. Hablar con Seungkwan era divertido.
—Lo que quieras.
—¿Cualquier cosa? —Chan asintió y Seungkwan suspiró—. Tengo 22.
—¡Eres mayor que yo! Wow. Pensé que tenías unos 19 o así.
Seungkwan alzó una ceja medio indignado.
—No. Tú eres mayor que yo —recalcó—. Aunque parezcas un joven en realidad eres un anciano.
Chan se mordió el labio para no insultar a Seungkwan. Todo lo que decía era una mentira. Él seguía siendo joven en aspecto y en edad.
—¿Qué dices? No escucho a mentirosos.
Seungkwan se revolvió en el sillón, dispuesto a abalanzarse contra Chan para darle su merecido en forma de cosquillas. Se detuvo antes de que su mano atravesara el torso del fantasma y se aclaró la garganta, incómodo.
—Lo siento.
—¿Por qué? —preguntó Chan, aún confundido por lo sucedido.
—Por haber querido tocarte. Casi te atravieso; y recuerdo que dijiste que era maleducado.
Chan tragó en seco. ¿Seungkwan de verdad recordaba eso? Las mariposas en su estómago no tenían derecho de revolotear de esa forma después de esas palabras. Para empezar, se supone que Chan no debía sentir nada dentro de él. Era un fantasma.
—No importa —aseguró tratando de que su voz sonara estable.
Seungkwan asintió sin parecer muy seguro, después trató de desviar el tema sutilmente.
—¿Ya puedo decirte lo que quiero?
—¿Eh?
—Dijiste que si te decía mi edad, podía pedirte cualquier cosa.
Cierto. Por un momento Chan casi olvidaba eso.
—Sí. Dime. Solamente no me pidas nada demasiado vergonzoso —bromeó, aligerando un poco más el ambiente que de pronto parecía tenso.
—Quiero saber lo que pasó.
Chan lo miró confundido.
—¿Cuándo?
Seungkwan lo miró fijamente, sus mejillas se pintaron de rosado y Chan sintió que se derretía cuando el rubio desvió la mirada, apenado.
—Cuando te convirtieron en fantasma.
Chan observó a Soo sobre sus piernas. Acarició sus orejitas y sonrió cuando el gato comenzó a ronronear entre sueños. Hizo lo imposible por no mirar la expresión de Seungkwan cuando comenzó a hablar.
—Es una historia tonta —advirtió—. Mi mejor amigo estaba por cumplir 24 años, así que quería buscarle un regalo lindo, ¿sabes? Él me gustaba... un poco. Recuerdo que le pedí a otro de mis amigos, Hansol, que me acompañara a una tienda de antigüedades de la que había escuchado hablar bastante. Mi mejor amigo siempre había sido fan de cosas antiguas, así que pensé en darle una oportunidad al local.
»Cuando llegamos a la tienda, Hansol insistió en mirar las joyas. Yo nunca he sido aficionado de los accesorios, pero como teníamos tiempo de sobra lo ayudé a elegir un par de anillos. Entre todo eso, me enseñó un collar con una piedrita roja en el centro, me dijo que lo guardara para él mientras seguía viendo otras cosas, así que lo metí al bolsillo de mi pantalón.
—Y no me digas —lo interrumpió Seungkwan—, olvidaron pagarlo y te lo llevaste metido en el pantalón.
Chan abrió la boca sin poder evitarlo.
—¿Cómo sabes? —preguntó incrédulo.
La risa de Seungkwan despertó a Soo, quien se fue enojado de la sala hasta la habitación.
—Lo veía venir. He leído muchas historias similares. Muchas maldiciones se hacen en realidad por error —Chan exhaló. ¿Su maldición había sido un malentendido?—. Pero continúa. ¿Qué pasó después?
—Una bruja apareció en mi departamento mientras llovía, me golpeó con su bastón por haber robado la reliquia de su familia y después me convirtió en un fantasma que no podía salir de aquí ni tocar a otras personas. También dijo que nadie podría romper la maldición, excepto ella misma —dijo sin muchos ánimos. Seungkwan le había quitado el elemento sorpresa a su historia, ya no tenía sentido alargarla más.
—Que tontería —se burló Seungkwan antes de caer en la realización. Se levantó de golpe y sonrió en grande—. ¿Cuál era su familia? Si la conozco quizá pueda ayudarte a romper la maldición, Channie.
Chan alzó sus hombros un poco, tratando de recordar el nombre de la familia. Le tomó medio minuto acordarse.
—Boo. Creo que era la familia Boo.
Seungkwan lo miró atónito.
—La familia Boo es la mía.
♡♡♡
adivinen quien era el mejor amigo d chan
。°(°.◜ᯅ◝°)°。
por cierto, ya está acabando nuestra historiaaaa ¡!
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