— Lee, era lo mejor que tenía en este lugar— dijo mirando al cielo y regando lágrimas—. Él, nunca nos dijo nada, nunca dijo que se sentía mal. Siempre andaba con una sonrisa por allí y por allá sin demostrar su dolor, iba tras las chicas cuando eran rechazadas y corría junto a los chicos para jugar con una pelota... — limpió su rostro y mordió su labio para evitar liberar el llanto—. Nadie sabía que debía de sentir como para saltar.

Gian comprendió que su clase se sentía endeudada con él.

— ¿Cómo dices que era su nombre? — le interrogó Gian confundido.

— Lee...— respondió— Hsia Lee...

Limpió su cara una vez más...

Miró a Gian recordando que era nuevo y decidió explicarle todo.

— Lee... nunca pensaba en él, siempre estaba preocupado por todos. No importa si alguien golpeaba su mejilla, él muy tranquilo colocaba la otra... tenía buenas notas, excelente reputación, era talentoso para toda clase de artes y deportes, sabía de todas las ciencias, de todas la experiencias a pesar de no haber vivido la mayoría... Lee te ayudaba en todo. Si había algo que él no supiese, no importaba que fuese, él lo aprendería por ti para ayudarte.

El chico ya estaba llorando.

Un viento frío arrastró un susurro perdido que articulaba "Yao" en su tono más culpable.

— ¿Qué tipo de experiencias nunca tuvo Yao? — curioseó Gian.

Yao lo miró un segundo y respondió.

— Lee nos enseñó a todos que el escape era a través de unas cuerdas y un arco. En la mayoría de las clases al inicio, todos elegíamos una sola pieza para tocar. Fue en efecto la que perfeccionamos más rápido; esa pieza era de desamor, fue compuesta por eso... Lee nos preguntó porque nos sentíamos tan a gusto con esa pieza y todos contaron sus experiencias— tomó el collar que traía puesto, Gian instintivamente lo rozó con la yema de sus manos, sintió un escalofrío—. Luego de que todos hablaran de sus ex's, de las infidelidades y las decepciones, Lee aconsejó a todos sobre cómo olvidar, y solo faltaba él. Pero él dijo que nunca tuvo un romance, a excepción de un niño..., él contó que cuando tenía 7 años conoció a un niño durante una fiesta del trabajo de sus padres, su pareja de baile durante la noche fue ese mismo niño. Y aún con 16 años, Lee no lo olvidaba, y siempre decía que buscaba a ese niño... tenía un corazón tan noble, que terminó saltando de un edificio...

Eso último fue sarcástico para ambos, pero se suponía que él estaba soltando todo lo que sentía: Él se sentía como traicionado. Así debía sentirse su clase...

— Todos sentían el corazón de Lee en sus manos, tanto, que a nadie le importó que haya dicho que le gustara otro chico. Y todos le creyeron, todos creyeron esa fiel fidelidad porque nunca mostró señales de que le gustara una chica... o un chico.

Eso era... su clase se sentía culpable de saber sin barreras y a alma transparente todo sobre Lee. Su entorno debía haber creído saber todo sobre él.

— Yao... hagamos algo— intentó cumplir con el papel de consolador el agente—. Hoy se acaba el día de luto en la sala de música, porque se necesita evaluaciones en esa materia, cuando todos hayan limpiado los instrumentos, haremos algo en nombre de Lee. Anima a todos de reunir fuerzas... ¿Va?

El chico miró a Gian, y sonrió lamentablemente herido.

— Me iré primero. No tardes...— usó las mismas palabras que usaría Lee... y Yao notó eso.

Se sintió curioso, y recordó un poco a su perdido amigo. 

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Sassán...