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Inicio...

<< ¿Será el mismo chico?, tiene que serlo...>> luego de que el guardián caminara por todo el laberinto, encontró a un perdido.

Piel blanca, ligeras pecas en su rostro, cabello negro, ojos azabaches (suponía), labios rosados... debe medir un 1.78 más o menos, delgado, bien ejercitado, llevaba las ropas del día en que cayó: un mono negro, camiseta blanca, zapatos deportivos blancos, media negras...

<< Lee...>> pensó el guardián.

Estaba dormido. Mientras el chico castaño, el guardián que buscaba a este chico, miró los arbustos algo desentrañados, los cristales de las ramas estaban desordenados, pero afortunadamente no había ninguno en el suelo, solo uno fue afectado, era de color blanco, irradiaba luminiscencia bastante leve, y estaba manchado de sangre en el filo inferior...

Habían hojas y pequeñas ramas caídas, incluso un rastro de hojas, el que guió al guardián hasta donde él estaba.

<< De seguro se rindió y terminó aquí>> pensó el castaño mirando a los lados.

Este guardián sentía comprendido a ese chico tumbado allí: no sería fácil llegar a un lugar donde primero, todo es un laberinto, donde el cielo es mitad anochecer mitad ocaso, las plantas tienen diamantes o cristales que irradian una luz de color bastante leve, y los únicos extremos de salida son hacía unos acantilados donde se puede ver el mangata del mar...

Reconoció que hasta él enloquecería. Pero debía hacer su tarea sin distracciones...

Cuando volteó a mirar al chico, él ya lo veía. Lo estaba observando como desconcertado, perdido; <<Ayuda>> percibió el guardián.

— Me acercaré, ¿está bien? — avisó. El chico asintió y le dio dos palmadas a un lugar en el suelo a su lado; lo estaba invitando a sentarse a su lado.

El guardián sintió su corazón conmovido, nunca tuvo una tarea en este lugar, pero lamentó haber pensado que ser un guardián de este laberinto era tedioso o insoportable; el chico junto a él no tenía la culpa.

—Me llamo Reshi— sonrió leve.

El azabache lo miraba de pies a cabeza, no sabía que pensar, ya no debía recordar nada. Pero, la mayoría de las personas que saben sentirse orgullosas de sí mismas, no pierden su personalidad y responde de manera diferente.

Lo cual, sorprendió mucho al castaño Reshi.

—Quisiera decirte mi nombre, pero no lo sé...— rió entre dientes mientras rascaba la parte trasera de su cabeza. Él era amable.

Se veía puro.

— ¿No recuerdas nada? — interrogó Reshi.

—No.

— ¿Nada antes de llegar aquí?

—Nada...

— ¿Seguro?

El chico asintió con su cabeza.

Reshi suspiró.

— Lamento si en este momento soy una molestia— se disculpó sonriendo ligero.

— Este es mi trabajo, déjame ayudarte...

Reshi lo colocó de pie, y comenzó a caminar, pero el azabache no lo siguió.

— Eres... un poco distinto— habló.

Reshi se sintió desubicado, ¿cómo pudo decir eso? Un par de alas cerradas, con una toga lisa blanca no te hacían distinto. Pero, ok... Reshi no estaba para pensar...

—Puedo hacerte sentir más en ambiente— dijo mientras chasqueaba sus dedos.

Cambió su vestimenta. De llevar una toga larga de color puro blanco, vistió igual que Lee, incluso desapareció sus grandes alas...

— Seré tu compañero de clase, ¿sí? — destacó vistiendo un presunto uniforme escolar como el extraviado. Lee sonrió un poco agradado.

El azabache siguió a Reshi al mismo ritmo de sus pasos, Reshi lo caminó por el laberinto mientras hablaban.

—Si preguntas... me ayudarías un poco, tienes muchas dudas, y yo muchas respuestas— río avergonzado de no saber cómo iniciar—. De seguro tú llevas rato preguntándote muchas cosas, y como tú llegaste primero, iniciarás tú.

Lee miró al cielo... y sus interrogantes llenaron su cabeza.

No entendía a este extraño castaño que estaba a su lado, y amansar su personalidad le estaba resultando conseguir respuestas, ese chico, por cierto, le brindaba mucha seguridad...

— ¿Cómo llegué aquí?

Reshi miró hacia donde sea que él estaba mirando.

— Las almas, que no quieren irse del mundo, terminan en el purgatorio. Las que no pueden irse sin cumplir su destino... terminan aquí.

— Me estás diciendo que estoy ¿Muerto? — replicó como gracioso sin poder creerlo.

— ¿Me creerías si te respondo con un "quizás"? — sonreía.

— Para nada... — fue honesto, le causaba un tanto de gracia ser un "no" muerto.

Lee; Un chico de 16 años, que cometió suicidio, saltó de un edificio y fue atajado por autoridades. Su cuerpo estuvo estable los primeros 5 minutos luego de la caída, después su salud bajó incluso más rápido que su caída.

<< No creo que hayas querido cometer suicidio y sonríes de esa manera...>> pensó Reshi.

— Por eso estás aquí, hay algo en ti que no puede irse aún. Y la voluntad de querer eso no es humana, no hay muchas almas aquí, sin embargo, no es imposible llegar aquí...— llegaron a un pasillo donde los diamantes estaban desordenados, el piso lleno de hojas y las ramas crujieron cuando el azabache sin darse cuenta, las pisó—. Al llegar... tú hiciste eso.

Lee bajó su sonrisa, y lo miró como asustado de haber hecho un daño muy grande.

— Perdón... yo no sé, por qué... no sé... yo...—

— Shh... está bien— alivió Reshi callándolo—. No te culparé, aunque si hiciste un daño...

Lee no dejaba de ver con culpa a Reshi mientras él intentaba dar lugar a las ramas y los cristales.

— Las ramas, son vida, y las almas, son las que entraron aquí, pero no tienen el poder de salir. Estás almas pueden ser amores verdaderos, verdades, personas importantes. Se llaman de muchas formas: diamantes del limbo, deudas, cristales de almas, penitentes... ¿Cómo los quieres llamar tú?

Lee pensó...

— Tarea...— soltó rígido.

— ¿Tarea?

— Si..., no sé, pero imagina esto: quieres morir, no quieres estar más en el mundo por tus razones... imagina tomar el valor para borrarte tú mismo de la faz de la tierra, y que no puedas irte porque tu alma quiere hacer algo en el mundo antes de desaparecer para siempre. Si no es eso una tarea de mala pasada, no tiene otro nombre— tenía buen punto. Él se había adaptado demasiado rápido.

Reshi rió luego de eso, y Lee rió con él. Aunque había sonado dramático, realmente era así. Pero otras personas le dieron nombres más suaves, ninguno de ellos alguna vez antes vieron un deseo como una tarea, como una deuda consigo mismo... sin duda, este chico era bastante distinto.

Lee seguía maravillándose con todo lo que veía. Habían ramas que se tornaban grises, y volvían a color verde, ramas que se volvían transparentes, de cristalizaba y luego volvían a tomar aire del color natural...

— ¿Por qué el cielo no es completo, por qué está dividido?

Reshi lo miró.

Las estrellas en el lado oscuro, contrastaban muy bien con los colores cálidos del atardecer que tenían a un lado.

— Sé cuál es la historia. Pero no tengo una respuesta exacta, ¿quieres saber, o quieres salir antes?

— Definitivamente quiero saber...— decidió el azabache ansioso.

— Dicen que hace mucho tiempo, habían 3 reyes que fueron elegidos por su linaje, por su alma. Una tragedia los hizo dejar a sus amados, y los hizo abandonarse entre sí... el único hecho que se conoce de ellos es que el mayor quitó la corona de las cabezas de sus hermanos menores y los liberó. ¿De qué? No lo sé. Pero los liberó... y luego, al dejar a sus hermanos, la corona sobre el mayor se hizo polvo. Antes de que algo o alguien los viera morir, tocaron sus manos, y sus almas crearon un mundo...

Lee se veía fascinado por el ambiente, y ahora que escuchaba la historia, se veía más en un ensueño.

—Si tú le llamaste tarea a lo que te aprisiona aquí, ellos tenían una tarea aún más grande. Lo suficiente como para en lugar de crear un diamante, o venir a parar aquí sin recordar nada, crearon un mundo. Crearon esto...— tomó aire para seguir hablando—. Cuando me dijeron todo esto, me dijeron que el lado oscuro de la noche, era el rey mayor; honestidad, la verdad de la noche... y que el ocaso; eran los reyes menores. No se unían, ni se unirán jamás... el día que eso pase, este mundo y yo con él, habremos terminado nuestra tarea... ¿entiendes?

...

¿Tare un montón no? 

Espero este nuevo proyecto les guste...

Sassán...

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