Hora De partir...
Lee... (Multimedia)
—Si tú le llamaste tarea a lo que te aprisiona aquí, ellos tenían una tarea aún más grande. Lo suficiente como para en lugar de crear un diamante, o venir a parar aquí sin recordar nada, crearon un mundo. Crearon esto...— tomó aire para seguir hablando—. Cuando me dijeron todo esto, me dijeron que el lado oscuro de la noche, era el rey mayor; honestidad, la verdad de la noche... y que el ocaso; eran los reyes menores. No se unían, ni se unirán jamás... el día que eso pase, este mundo y yo con él, habremos terminado nuestra tarea... ¿entiendes?
...
Se hizo un silencio antes de que respondiera.
— Algo... pero es demasiado— estaba en un ensueño.
— El cristal con el que te lastimaste... tómalo— señaló hacia donde estaba, Lee lo tomó—. Ahí está tu pendiente. Normalmente esto se liga a una persona, puede ser a la que más odias, que es siempre el mismo caso, pero hay espacio para muy, muy escasas ocasiones; ora para que esa escasa ocasión no sea la tuya— reía Reshi mientras miraba como Lee miraba su tarea—. Cuando veas quién es, como es un mortal, tendrás que encontrar lo más valioso de su alma para que pueda verte, oírte y tocarte...
Lee lo miró confundido, arqueó una ceja luego de un segundo de silencio e incomprensión.
— Sino puedo encontrar eso, ¿Qué pasará? — interrogó antes de que el guardián terminara.
— No podrás reencarnar, ni volver a la tierra, no irás al infierno, ni al cielo... te quedarás aquí, por siempre... hasta que te canses...
Lee respiró dudoso, se sentía emocionado, pero ni siquiera su nombre recordaba para que ese ángel lo odiara bien por recordarle la forma en la que él había acabado aquí.
Lee lo miró distinto.
Lo miró profundo...
Lee parpadeó y de un momento a otro lo vio distinto: su toga lisa ceñida a la su cintura, una corona de ramas verdes, muy vivas, y un par de alas celestiales blancas, puras, era precioso.
Volvió a lo último que dijo Reshi cuando peguntó la duda de manera directa.
— ¿No lograste acabar con tu cristal?— soltó una vez regresó de su ensueño.
Reshi negó suave con la cabeza y una sonrisa lamentable.
— Tómalo, vámonos... yo te ayuda...— interrumpido.
— No puedo— lo cortó en seco—. Mi cristal se ha roto, y alguien se lo llevó... mi tarea, la lleva alguien que no puede entrar aquí. Pero estoy seguro de que cuando pueda entrar, se dará cuenta de que mi tarea fue terminar aquí...
— ¿Sacrificio?
— Yo lo liberé... solo hice mi tarea...
— No quisiera dejarte aquí...
— Eso no es un deseo...
— Déjame procesar un poco Reshi...— pidió Lee diciendo al fin su nombre...
Lee comenzó a caminar en círculos lentamente mientras pensaba en quién sabe qué.
— Déjame darte pistas...
Los ojos de Lee se iluminaron ante las palabras del guardián...
— Los lunares de tu muñeca, ni siquiera en vida lo sabías y te obligaban a esconderlos..., esa es tu marca familiar, siempre estabas expuesto a grandes riesgos que podían acabar con tu vida, o con tu entorno y todo lo que amabas en él. Eso no te detenía de ser feliz en tu mundo— Reshi tenía la esperanza que le entendiera.
Hablando de lunares, Lee notó el de Reshi...
— Bonito lunar...— le hizo un cumplido al guardián.
— Tienes uno igual, gracias— dijo señalando.
Tocando el relieve de su rostro, bajo su ojo derecho sintió un punto. Si tenía un lunar como el del guardián.
— Hora de irse...— marcó la partida el guardián.
Antes de que Lee le dijera algo, Reshi sacó un hilo del diamante que sostenía. Al cortarlo, el diamante hizo un tilín que hizo desaparecer lentamente a Lee...
Nostálgico de un humano distinto, Reshi se sentó al borde del precipicio de una de las salidas del laberinto, balanceaba sus pies al aire mientras pensaba en su pasado y en Lee...
<< Nunca nadie preguntó por mi tarea... gracias Lee, cuida esa parte del diamante>>
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