Capítulo 8
PAREDES BLANCAS
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Alemania
Adler
Christine termino de ducharse. Soltó un suspiro y se acostó en la cama, soltó un suspiro lleno de cansancio, pasé mi brazo por debajo de su cabeza y la atraje hacía mí. Acomodó su cabeza entre mi pecho y paso uno de sus brazos por mi abdomen sin llegar a rozar el área que seguía cicatrizando. Acaricie su brazo lentamente, sentía que su cercanía era algo que necesitaba.
No podía siquiera pensar en cómo había pasado años sin hacer estado tan cercas de ella, sin duda había sido un tiempo muy desperdiciado y ahora tenía que pensar en cómo hacer que la sensación de apego terminara lo más pronto posible, no sabría qué pasaría más tarde, estaba cansado y solo quería que ya terminara todo este caos que yo mismo había causado.
Tampoco tenía muy claro lo que haría cuando por fin esto terminara, si me alejaría de Christine o si me quedaría con ella, era una decisión muy complicada, porque una parte de mí pedía a gritos que me quedara con ella y otra parte quería alejarme para no causarle más problemas.
—¿Y... has pensado lo de kit y kat? —no pude evitar reír por los nombres que quería, no podía negarlo me gustaba demasiado que tuviera planes donde nos incluyera a ambos. Me encogí de hombros y me acomodé mejor, me giré quedando frente a ella. Pase mi brazo por su cintura y baje un poco la cabeza para poder mirarla.
—¿Y si mejor son dos perros? Y les ponemos así— pregunte, ella hizo un puchero y negó. A mí no me gustaban los gatos, a mi parecer son amargados, asociales y distantes, además suelen rasguñarte y adueñarse de todo, en realidad nunca había tenido mascotas, no era fan de ningún animal en especial todos tenían defectos y virtudes.
—Los gatos son amargados
—Igual que tú
—Son asociales
—Igual que tú
—Son distantes
—Igual...
—Sí, ya se, igual que yo— ella sonrió ante mi respuesta.
—En realidad un gato tiene tu personalidad, podrían llevarse muy bien y en cuanto al perrito, imagina, un gato igual de amargado que tú, un perro igual de alegre que yo, buena combinación, se llevaran muy bien—
Dijo mientras acariciaba lentamente mi cuello.
—Van a pelear
—No sí los enseñamos a convivir, vamos, serán Kit y Kat Callen— no pude evitar reír ante eso, sonaba algo gracioso que quisiera ponerles mi apellido a dos animales los cuales no teníamos.
—Bueno, pero tengo una condición— cedí, aunque en realidad creí que sí me alejaba de ella podría buscar a Kit y Kat para ella—Adoptaremos a ambos— ella sonrió abiertamente y asintió, me dio un corto beso.
Acomodó su cabeza nuevamente. No tardó mucho en quedarse dormida. Me quedé en silencio disfrutando del mismo, no había ruidos de fondo, ni siquiera pasaban coches a esta hora afuera. Acaricie el rostro de Chris con cuidado para no despertarla.
Pasaron las horas y en realidad el sueño no llegaba. Chris se movía muy poco, yo logré acomodarme de distinta manera cuando ella se giró para darme la espalda, pero no duro demasiado ya que me levanté para tomar agua.
Estábamos dos horas de Augsburgo, donde nos encontraríamos con Shadow otra vez para que nos lleve a la EISS, esperaba que Chris no quisiera escapar nuevamente, aunque hubiera dicho que no lo haría aun me dejaba un poco de incertidumbre.
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Después de algunas horas había amanecido, en realidad ya eran las diez de la mañana, me levante de la cama sin hacer tanto movimiento ni ruido. Tomé ropa de mi mochila y fui a ducharme.
Minutos más tarde cuando salí de la ducha y comencé a vestirme me miré frente al espejo. No me gustaban las marcas de mi cuerpo, nunca lo había hecho, no era el típico cliché de "debes aprender a amarte con todo y las marcas porque son guerras ganadas" y no sé qué más mierdas como esas, en mi caso no era así, me disgustaban e intentaba prestarles el más mínimo de atención y ayer cuando Chris me miró me di cuenta que en realidad nunca había notado nada mal, no por el hecho de que nunca me haya visto sino porque seguramente nunca había prestado atención siempre alejaba la mirada cuando me veía sin camisa para mi buena suerte o eso creo yo no pareció disgustada más bien la curiosidad brillo en su mirada aunque también la inquietud.
Sentí que le había dicho demasiado en unas cuantas palabras, ni siquiera había tomado en cuenta que podría preguntar sobre mi apellido hasta que lo hizo, concluí y me puse la camisa y luego la abotone.
—¿Callen? —escuche a Christine en la habitación, parecía confundida y dudosa.
—En el baño—respondí y terminé abriendo la puerta para verla. Ella estaba aún en la cama, pero lucía confundida y cuando me vio su semblante cambió. Me dio media sonrisa y paso sus manos por su rostro, sus uñas estaban pintadas de un color vino que le resaltaba perfecto, su cabello estaba despeinado y se formaban muy pequeñas ondas a pesar de que su cabello era totalmente lacio. Salí del baño mientras terminaba con los últimos botones de mi camisa.
—Hola— murmuró sosteniendo su rostro con sus brazos.
—Hola— respondí y me senté en el bordo de la cama. Ella soltó un suspiro y se dejó caer nuevamente, tomo el edredón y se cubrió nuevamente.
—Tengo mucho sueño como para levantarme— murmuró nuevamente, el sueño era notorio y a pesar de que quisiera dejarla dormir otras cinco horas aún era tarde, pero podría dormir en el auto.
—Se nota, bonita, pero es tarde, podrás dormir en el auto— ella hizo un puchero, tenía los ojos cerrados y negó varias veces con la cabeza.
—El auto es incómodo para dormir— se quejó. Quise reírme por su actitud, en cambio tomé sus brazos para ponerlos sobre mis hombros.
—Lo sé, pero cuando lleguemos a Hamburgo te dejare dormir las horas que quieras— ella abrió un solo ojo para observarme, acaricie su cabello unas cuantas veces.
—¿Lo prometes?
—Sí, lo prometo, bonita, ahora levántate, iremos a desayunar algo y nos iremos. Nuevamente hizo un puchero, sin embargo, termino de abrir ambos ojos, aparto sus brazos de mi cuello y comenzó a estirarse sobre la cama, dio un par de vueltas y termino bajando las piernas de la cama quedando en una posición muy rara, similar a la de los personajes poseídos de las películas de terror que tanto le gusta ver.
Termino levantándose de la cama con pereza. Se encamino al baño arrastrando los pies, cerró la puerta ni pasaron ni diez segundos cuando la puerta se abrió nuevamente. Se acercó a la cama aun arrastrando los pies tomo su mochila y saco ropa, regreso al baño y se encerró.
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Chris iba resolviendo un crucigrama por ende íbamos en silencio. Sabía que en cuanto llegáramos a Hamburgo iban a terminar estos momentos porque tenía que ponerme a trabajar durante no sé cuántos días, pero seguro iban a ser demasiados. Sabía que en el momento en que pisara la EISS no iba a tener descanso y mucho menos tiempo para estar con Christine y cuando por fin terminara con Ozkard tendría que tomar la decisión final de alejarme o seguir en su vida.
—¿Qué pasara cuando lleguemos? —cuestiono Chris alejando su atención del crucigrama. Sentí su mirada sobre mi perfil. Tome una respiración antes de responder.
—Muchas cosas— pause —Pero ninguna que te afecte— me detuve en el semáforo, era el último que había antes de llegar al aeródromo. Gire un poco la cabeza para observarla, parecía entre confundida y un tanto nerviosa.
Me pregunte qué es lo que pasaría por su mente en ese preciso momento.
—¿Qué pasa? —cuestione esperando a que la luz del semáforo cambiara.
Al principio tardo unos segundos en responder. Cuando la luz cambio volví mi atención al frente. Pasaron cinco minutos cuando por fin hablo.
—¿Qué tanta confianza le tienes a esas personas? —cuestiono con cierto nerviosismo y desconfianza tiñendo su voz.
Su pregunta me hizo pensar. En realidad, no tenía una confianza muy grande hacía la EISS en concreto, mucho menos con las personas que formaban parte de la agencia, en realidad creo que no tenía un gran nivel de confianza y no lo había pensado hasta ahora.
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EISS, subsede Hamburgo.
Christine
Estaba nerviosa. Los pasillos de este lugar eran blancos, parecía que estaba en un manicomio. Había gente que iba y venía a todos lados, no iban uniformados ni nada por el estilo, había hombres y mujeres. Detrás de nosotros venía Shadow.
Este lugar estaba alejado de la ciudad, demasiado alejado para decir verdad, mientras veníamos a la base pude ver que sobrevolamos el mar y cuando aterrizamos me di cuenta que había sido en una isla y minutos después tomamos un auto, Shadow condujo por un túnel subterráneo aproximadamente por cinco minutos. Habíamos llegado a un estacionamiento, después subimos por un elevador y aquí estábamos, recorriendo un pasillo blanco que parecía de manicomio.
—Elle quiere verte después de que se instalen. A ambos—Adler giro un poco para ver a Shadow, yo no lo hice.
—¿Para qué?
—No lo sé, solo dijo eso— Adler no dijo nada más, me di cuenta que Shadow dejo de seguirnos. Adler me indico por donde giráramos. Nos adentramos en un pasillo y me sorprendí cuando las paredes blancas terminaron ya que fueron reemplazadas por cristal y peces, muchos peces. Ahí fue cuando caí en cuenta; estábamos bajo el maldito mar.
El agua se reflejaba en el suelo, comencé a caminar más lentamente y levanté la cabeza para observar como los peces nadaban por encima. Desde ahí la vida marina lucía hermosa.
—Dios— murmuré algo sorprendida al ver a un tiburón comenzar a nadar cerca del túnel, era enorme tal vez media dos o tres metros.
—Increíble ¿verdad? —murmuró Adler a mi lado, voltee a verlo, ni siquiera me había dado cuenta de que nos habíamos detenido. Asentí. Reanude el paso y deje que Adler me guiara. Unos metros más adelante nos adentramos en las paredes blancas otra vez. Caminamos un poco más y nos detuvimos frente a una de las puertas, Adler saco una tarjeta de su bolsillo y la paso por el identificador. La puerta se abrió y Adler me dejó entrar.
No dude al adentrarme en ella, la luz se encendió en cuando puse un pie dentro. ¡Que sorpresa! ¡Es blanca! Quise rodar los ojos ante eso. Había una cama matrimonial, un pequeño armario y una puerta la cual me imagine que te llevaba al baño, pero lo que llamo mi atención fue la ventana la cual tenía el tamaño de dos cajas de zapatos, esta daba directamente al agua y podían verse los peses nadar.
Adler dejo nuestras cosas en el suelo.
—¿Quieres descansar? —pregunto con curiosidad mientras se sentaba en la cama. Me gire para observarlo y me cruzo de brazos. Adler se levantó de la cama y se acercó a mí, sus brazos acariciaron los míos.
—Elle quiere vernos— dije en un mal intento de imitar la voz de Shadow, Adler sonrió levemente sin dejar de frotar mis brazos.
—Elle puede esperar— murmuró acercando sus labios a los míos. Antes de que nuestros labios se tocaran una voz me hizo saltar del susto. Adler soltó una maldición.
—Ghost, a mi oficina, ahora— gire la cabeza en la dirección en la que él la había girado, había un intercomunicador junto a la puerta.
—¿Hay cámaras aquí? —susurré un poco asustada ante esa posibilidad. Negó con la cabeza.
—No, pero Shadow es un chismoso— comentó. Asentí levemente.
Finalmente salimos de la habitación, Adler me explico unas cosas importantes mientras me llevaba a otro de los complejos. Después de un recorrido pasando por varias áreas donde había muchas personas a las cuales no les importábamos como para que voltearan a vernos.
Finalmente llegamos a una oficina. Adler abrió la puerta. No quise pasar primero cuando él me dejo pasar, deje que lo hiciera primero él. No me agradaba demasiado, pero tenía que estar aquí.
La oficina también era de color blanco, a diferencia esta no tenía ventana y me cuestione como alguien no se volvería loco aquí. Mis ojos se encontraron con los ojos azules casi grises de una mujer, parecía tener algunos cuarenta y tantos, no tenía muchas arrugas, pero la edad se notaba en su mirada y su cabello azabache que estaba atado en una cola de caballo, pero las hebras blancas para nada que pasaban desapercibidas.
Había algo en ella que no me transmitía confianza, podía decir que su mirada, tal vez la poca calidez que desprendía o hasta su postura, no obstante, también había algo en ella que lucía familiar, no sé si su rostro, sus ojos o su cuerpo, no lo sabía, pero había algo. Ella me barrio de pies a cabeza, su mirada era intimidante mucho más en este concepto.
—¿Y bien? —cuestiono Adler delante de mí, la mujer dejo de observarme, supuse que ella era la tal Elle.
Ella aclaro la garganta.
—Supongo que ella es tu esposa— su voz fue fría, no tenía emoción ni sentimiento alguno. En realidad, no parecía que esto le importara ni un poco y tampoco se interesaba en ocultarlo.
Adler asintió levemente, me cuestione como es que él la miraba a los ojos a pesar de que su mirada era igual de intimidante que la de él, bueno tal vez por eso la soportaba.
—¿Y tú te llamas? —ella giro levemente su cuerpo para observarme. Me pregunte si era humana o una psicópata porque parecía carecer de empatía.
—Christine— respondí con calma, este era un momento un tanto incómodo para mí.
—Bien— se giró nuevamente hacía Adler—Tenemos mucho en lo que trabajar, llévala a tu habitación, le pediré a Shadow esté al tanto de ella mientras preparamos la casa de seguridad— inevitablemente alce ambas cejas y no pude evitar meterme en la conversación.
—¿Casa de seguridad? —cuestione un poco confusa, en ningún momento Adler menciono eso y en realidad no me gustaba esa idea para nada.
Elle nuevamente se giró para observarme nuevamente.
—Sí, una casa de seguridad— afirmo como si estuviera preguntando algo muy molesto, Adler soltó un suspiro cansado, estaba casi segura de que él sabía esto—Te veo en media hora aquí— le dijo a Adler. Este asintió.
Ambos salimos de ahí, no dije nada en el pasillo ni nos detuvimos para ver a los peces, cuando llegamos a la habitación lo observé como si tuviera cuatro cabezas y antes de que pudiera comenzar a pelear habló.
—No lo sabía, hablare con ella más tarde, tampoco me agrada la idea de llevarte a una casa de seguridad— respondió con calma mientras se sentaba nuevamente en el bordo de la cama. Me quedé en silencio unos minutos, Adler levanto la cabeza para observarme y estiro su brazo tendiéndome la mano. La tome y me dio un tirón hacía él.
Solté una risita y me acerqué a él. Sus manos rodearon mis caderas y alzo un poco la cabeza para observarme, sus dedos apretaron un poco mi piel. Puse mis manos sobre sus hombros y tomé una pequeña respiración para calmar el revoloteo en mi estómago y mis nervios. Adler se quedó en absoluto silencio, sus dedos se aflojaron y sus manos ascendieron hasta llegar a mi cintura y se perdieron dentro de mi blusa. Sus palmas estaban casi rozando lo helado y mi piel estaba hirviendo para ese momento.
Solté un pequeño suspiro y disfrute de sus leves caricias, levanto con cuidado y lentamente mi sudadera junto con la blusa que llevaba debajo. Finalmente se levantó de la cama y acercó su rostro al mío para besarme. Instintivamente lleve mis manos a su rostro sintiendo su barba raspar mis palmas, sus manos siguieron subiendo mi ropa y se alejó de mí. Sus manos ansiosas subieron mi blusa junto con la sudadera, alce ambas manos para que pudiera deshacerse de ellas.
Mi corazón latía con fuerza, nuevamente comenzó a besarme ahora con desesperación, iba muy rápido e intentaba seguir su paso, sus manos me pegaron a su pecho y busque los botones de su camisa, Adler disminuyo un poco la velocidad de sus labios y encontré uno de los botones. Comencé a desabrocharlos.
Fui con cada botón y cuando intenté ayudarle a quitársela soltó una risa se separó de mí.
—Me quieres arrancar el cuello— dijo con sorna, miré su torso y me di cuenta que me faltaba el segundo botón del cuello. No pude evitar reír ante mi estupidez y negué con la cabeza y desabroché el botón que me faltaba.
—Lo siento— dije con una leve sonrisa. Adler beso mi cabeza antes de quitarse la camisa. Descanse mis palmas sobre su pecho, su piel estaba tibia y ni siquiera me permitió bajar la mirada cuando me beso nuevamente. Sus manos acariciaron mi piel otra vez, me pegó a su cuerpo causando que sintiera su piel tibia contra la mía. Sus manos descendieron a mi trasero y solté un gemido ante eso. Me separe de él y deje caer la cabeza un poco hacía atrás.
No desaprovecho mi movimiento y comenzó a besar mi cuello, su barba me hacía cosquillas y no podía evitar removerme y reírme por esa razón. Me dio un apretón en el trasero, mi corazón latió con prisa.
—Te remueves como un gusano, bonita
Dijo con cierto tono de diversión a la vez que dejaba de besar mi cuello.
—Ya te lo dije, me causa cosquillas tu barba— respondí acariciando su rostro, beso mi muñeca.
—Pero no quieres que me rasure— respondió. Negué con la cabeza y sonreí levemente. No pude evitar abrazarlo en ese momento, no quería que me dejara sola aquí, no me terminaba de dar confianza este lugar.
—¿A qué hora vas a regresar? —cuestione recargando mi cabeza en su pecho, Adler rodeo mi cintura y beso mi cabello observe las manchas rojas de su tórax.
—No lo sé
Solté un suspiro y me quedé así, abrazándolo por el abdomen.
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Adler
Miré el mapa de Elle, mismo que no me terminaba de convencer, entre más lograba conectar los puntos base en los cuales se supone en que había estado Ozkard estos últimos días, era raro que los lugares en los que según la investigación de la EISS había estado Ozkard desde que invadió mi casa.
Deje el iPad sobre la mesa, arremangue mi camisa hasta mis codos, que, aunque no tenía frío ya comenzaba a desesperarme el hecho de estar aquí dentro de cuatro paredes y no conseguir nada. Toque la pantalla de mi teléfono para revisar la hora. Era demasiado tarde, para ser exactos las tres de la madrugada y estaba seguro de que Chris ya se habría dormido.
—Vete a dormir, podemos seguir con esto mañana— comentó Elle comenzando a recoger las cosas de la mesa. Asentí levemente, aunque no sabía si iba a poder dormir deseaba ir y acostarme a un lado de Chris y abrazarla.
—Bien— murmuré copeando su acción, antes de que terminara de tomar las carpetas ella se apresuró a tomarlas.
—¿Cómo dijiste que se llamaba tu esposa? —
Alce una ceja y voltee a verla.
—Christine—
—¿Christine qué?
Fruncí el ceño confundido por la repentina curiosidad de Elle hacía Chris.
—Christine Sadler— ella me miró con cara de pocos amigos.
—Ese, aunque sea él apellido de una de tus tantas identidades no es su apellido real—
—¿Para qué quieres saberlo? —cuestione mirándola. Ella se encogió de hombros restándole importancia y haciendo como si habláramos del clima lo cual nunca hacíamos.
—Simple curiosidad, necesito saber quién entra y sale de este lugar, podrá ser tu esposa, pero yo no la conozco— me crucé de brazos un tanto molesto por sus estúpidos comentarios sin sentido.
—Pero yo sí. Por esa mujer vivo y muero, te puedo asegurar que no es nada de lo que estás pensando— ella hizo acopio de mi posición y se colocó frente a mí.
—A mí no me interesa si vives o mueres por esa mujer, Adler, a mí me interesa que no sea un estorbo en la misión y si ya escapo una vez de ti ¿Por qué no lo hará otra vez? —mi sangre hirvió una vez más. Tenía entendía perfectamente que a Elle solo le importaba su trabajo, no los demás y a mí no me importaba, no me gustaba mi trabajo, no del todo, pero era un trabajo el cual me daba más de veinte mil euros al mes, así que eso lo hacía menos irritante, pero el simple hecho de que este tipo de cosas sucedieran me hacía cuestionarme si en realidad valía la pena tanto dinero.
—Sé que no te interesa un bledo, pero te aseguro que Christine no será ningún inconveniente y se perfectamente que no escapará otra vez y recuerda que de quien hablas es de mi esposa, no de cualquier persona— le advertí al final.
—Tu no me aseguras nada— solté un suspiro cansado y a la vez molesto.
—Cree lo que quieras no me interesa, pero sí intentas hacer algo contra ella por cualquier motivo créeme que Ozkard no será al único al que asesinaré— le amenace mientras dejaba el mapa sobre la mesa. No espere a que me respondiera, simplemente me fui de ahí.
Estaba cansado, no tenía ganas de discutir, pero pensaba dejarle bastante claro a Elle que no me importaba quien fuera ella y que si buscaba al diablo iba a encontrarlo.
Camine por los pasillos durante unos pocos minutos, a esta hora casi no se veían peces nadando a través del túnel que daba al complejo de habitaciones y el agua se veía incluso más oscura.
Cuando llegué a la habitación abrí con cuidado a la vez que iluminaba el suelo con la pantalla de mi teléfono para no tropezar con algo y despertar a Chris. Me fui directo al baño. Me di una ducha corta y me puse algo cómodo para dormir. Regresé a la habitación, Chris estaba pegada a la pared lo cual agradecí. Moví un poco la manta y me senté en el bordo de la cama para luego recostarme.
—¿Callen? —murmuró Chris muy adormilada.
—Sí, bonita, soy yo, vuelve a dormir— murmuré mientras me giraba para quedar de frente a ella. Hizo un sonido de afirmación y luego sentí su mano tanteando mi brazo y luego mi pecho, finalmente acomodó su brazo sobre mi pecho y se acurruco contra mí.
Pasé mi brazo por debajo de su cabeza y comencé a acariciar su brazo lentamente.
—Te fuiste muchas horas— murmuró aun adormilada, con todo el silencio que había logre escuchar a la perfección su voz.
—Lo sé
—Te extrañe— sonreí levemente al escucharla, aunque no pudiera verme o yo a ella ya que la oscuridad en la que se sumía la habitación era profunda.
—Parece que tú tampoco puedes vivir sin mí— respondí en el mismo tono bajo que ella había usado.
—Ajá— fue lo último que murmuró.
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Por la mañana era demasiado temprano cuando me levante de la cama, Chris seguía dormida, me apresure a vestirme, me cepille los dientes y tome mi teléfono antes de acercarme a Chris. Me senté en el bordo de la cama, acaricie su rostro con cuidado y aleje algunos de sus mechones que estaban cubriendo su rostro. Deslice mi mano por su mejilla hasta su cuello sin dejar de acariciar su piel.
—Chris— le llame—Me tengo que ir, intentaré venir más tarde— murmuré. Solo obtuve un asentimiento de su parte, aun así, me acerque a su rostro y deje un beso en sus labios.
—Cuídate— murmuró sin abrir los ojos e inevitablemente deje otro beso en sus labios, era inevitable no hacerlo, era tan tierna y hermosa que podría pasar toda una vida besándola.
—Gracias, bonita— ella asintió levemente y antes de querer mandar al carajo todo y quedarme con ella me levante de la cama para irme.
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Christine
Tome una de las carpetas de mi mochila, sí, las cuales había pensado en no leer, pero estaba demasiado aburrida, me sentía como una prisionera dentro de estas cuatro paredes. Observe la primera hoja de una carpeta sin nombre.
Estaba en otro idioma, uno que para mí fortuna conocía a la perfección; el húngaro. A pesar de ser uno de los idiomas menos hablados y más difíciles del mundo a mí me había atraído cuando estaba en la secundaria así que un día llegué a casa y le pedí a mis padres que me inscribieran en cualquier clase de húngaro, sí, tenía que hacer un recorrido de dos horas de ida y vuelta cada jueves para ir a mis clases, pero mi padre nunca se quejó de que su hija quisiera aprender más y más.
Cuando era pequeña no tenía amigos, por lo cual tenía mucho tiempo libre así que tomaba clases o cursos de cualquier actividad que me atrajera.
Aprendí idiomas, en total cinco; chino, alemán, francés, húngaro e italiano. Estudie geografía durante meses solo porque quería hacer una lista de países los cuales quería conocer cuando fuera una adulta y hasta ahora solo conocía Hawái. Tome clases de dibujo, aunque bueno, esas no se dieron demasiado. Estudie la historia griega, tal vez no me gustaba la historia universal, pero me obsesione con la mitología griega gracias al relato de Hades y Perséfone. Tome un curso de decoración de interiores, jamás olvidare como mujeres de treinta y veinte años me miraban como un bicho raro al solo tener dieciséis años y estar ahí.
Tome unos cursos de contabilidad solo porque necesitaba administrar mi dinero y mi cafetería ficticia, luego tome un curso muy largo e intenso de repostería profesional.
Y ahora podía utilizar una de tantas cosas para algo que no fuera cocinar o hacer pasteles.
Leí con atención cada línea intentando encontrar algún sentido a aquellas palabras. Solo sabía que esa era la letra de papá.
Todo está conectado, los suecos hicieron un acuerdo con ella para que asesinara al director y ahora ella sabe que yo lo descubrí, pero esto solo es el inició de la telaraña, cada agencia tiene sus trapos sucios. Francia y Australia son un nido de ratas, desde el director hasta un simple hacker, pero Londres, Londres esta coludido con Suecia.
Ella tiene contacto con los suecos y los egipcios, principalmente con los egipcios. Sé que ella sabe sobre la existencia de su hijo, sabe quién es, donde vive y cada parte de su vida, no obstante, no lo busca, aunque quisiera saber el porqué.
En cambio, él no sabe nada y prefiero que sea así, solo Dios sabe lo que haría si llega a enterarse de que su madre siempre supo quién era él sería capaz de matarla y yo incapaz de detenerlo.
Me quedan pocos días, creo que ha sido la mejor manera de arreglar todo y aunque sea repentino funcionara y no hará tantas preguntas, no necesito meter en problemas a nadie más, desearía que las cosas fueran diferentes, pero sé que mi pequeña está en buenas manos y sé que Rose sabe cuidarse muy bien, por algo me enamoré de ella.
Leí eso último, mi garganta se cerró y una lagrima traicionera se deslizo por mi mejilla, la limpie con rapidez y tome mi inhalador.
Decidí hacer caso omiso del último párrafo ya que no quería llorar. Parecía que algunos párrafos estaban escritos en diferentes días u horas gracias a los cambios del color de bolígrafo.
Aun así, todo era muy confuso, no sabía de qué hablaba o a quien se refería con "ella", ¿Quién carajos era esa mujer? Y "él" también quisiera saber a quién se refiere, si tan solo fuera más específico. Suspire.
—Christine te traje comida— la gélida voz de Shadow resonó en el interphone y casi grité por el susto. Cerré la carpeta, la guarde en mi mochila otra vez y me levante de la cama para recoger mi comida. Me acerqué a la puerta y la abrí. Enfrente de mí estaba Shadow, hoy a comparación de ayer llevaba un pantalón de cargo, botas de combate y camisa de manga larga de no ser por la falta del corte militar hubiera creído que era un soldado ya que lo parecía.
Me cuestione como es que Adler se vería con ese tipo de ropa, Dios, si con traje o ropa casual se veía tan guapo no podía imaginar cómo es que se vería como un soldado, ¿tendría alguna fotografía de sus tiempos en el ejército o en SAS?
La palma de Shadow llamó mi atención.
—Deja de babear o le dire a tu marido, ten toma tu comida que no soy tu criada— rodé los ojos y aguanté las ganas de golpearlo. De verdad era demasiado irritante, me cuestione como es que Adler lo soportaba o más bien cómo es que cualquier persona aquí lo soportaba.
—¿No te han dicho lo irritante que eres? —me queje adentrándome en la habitación sin cerrar detrás de mí, al parecer el pelear con Shadow podría ser uno de mis entretenimientos.
—Sí, pero no es algo que me quité el sueño, ¿A ti te han dicho que eres molesta? — me encogí de hombros sentándome en la cama.
—No, normalmente no escucho a idiotas—
—Escuchas a Ghost— no terminaba de acostumbrarme a que le llamaran Ghost. Ignore su comentario. Comencé a comer.
—Gracias— le dije señalando la comida él simplemente me dio un asentimiento. No comprendí porque aún no se iba.
—¿Dónde está, Callen? — le pregunte curiosa mientras revolvía el puré. Anoche tenía leves flashbacks de que había llegado, pero no estaba muy segura si había sido un sueño o si en realidad si había pasado.
—En la sala de juntas, con Elle y Benjamín— caí en cuenta que aparte del de Adler y Elle ese era el primer nombre real que había escuchado desde ayer.
Ni siquiera había pasado un día aquí y ya estaba cansada, no había visto a Adler ayer desde la primera vez que se fue.
—No puedo ir ¿cierto? —asintió. Solté un suspiro.
Me quedé en silencio y comí otro poco.
—Te llevarán a la casa de seguridad mañana—afirmó por primera vez después de varios minutos en silencio, alce la mirada para posar mis ojos en él. No pensaba discutir eso con él, no me gustaba la idea de irme y tampoco la de quedarme, simplemente no me gustaba este lugar. Me cuestionaba constantemente como es que las personas aquí soportaban las paredes blancas.
Paredes blancas aquí y allá, me causaban un dolor de cabeza horrible y me hacía sentir en un psiquiátrico.
Y lo peor de todo; aparte de Adler la única persona en la cual tenía un poco de confianza era Shadow.
Y eso no era tan bueno.
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