Capítulo 7
CONOCIÉNDONOS OTRA VEZ
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Christine
Abrí los ojos lentamente. No sabía si era de noche o de madrugada ya que las persianas de la ventana estaban cerradas. Intenté girarme sobre la cama, no obstante, no pude hacerlo, fruncí el ceño confundida y miré sobre mi hombro. Me sorprendí al tener a Adler tan cerca de mí, su brazo estaba aferrado a mi cintura y su pierna estaba entre mis piernas.
Nunca lo había tenido así de cerca mientras dormíamos. Mi corazón revoloteo. Quise girarme para poder observarlo. Lentamente saqué mi pierna de debajo de la suya para no despertarlo. Me moví con cuidado y con lentitud bajo su agarre.
—Deja de moverte— se quejó adormilado. No le tome importancia y termine de girarme quedando frente a él. Nuevamente acomodo su pierna como la tenía antes. Me di a la tarea de observarlo y detallar cada parte de su rostro.
Su cabello azabache estaba alborotado, lucía demasiado tranquilo como si no tuviera preocupaciones o no se la pasara con cara de amargado, sus pómulos estaban marcados eso era una de las muchas cosas que me gustaba, sus ojeras relucían en su piel de porcelana. Quise tocar su rostro, no obstante, me contuve. Seguí detallándolo. Observándolo así de cerca logré detallar una pequeña cicatriz en su cabeza, no lograba apreciarse muy bien porque algunos mechones de su cabello lo cubrían, moví con cuidado el mechón que la cubría y observé bien esa cicatriz a lo mejor tenía tres o cuatro centímetros de larga, lo cual a mi parecer para una herida en la cabeza era grande.
Me cuestione como es que se habría hecho esa cicatriz o quien la habría causado, si fue consecuencia de su trabajo o de su vida "común". Bajé la mirada por su rostro hasta llegar a su mandíbula y cuello, tenía una barba de pocos días lo cual lo hacía ver bastante atractivo y de su edad ya que cuando no tiene barba luce un poco más joven, pero a mí me gustaba mucho más cuando se dejaba la barba. Baje mi mirada hasta su cuello, en el inicio de su barba había una cicatriz la cual apenas y se notaba, me cuestione como es que nunca la había visto, aunque en realidad nunca le había prestado tanta atención como ahora ya que no quería verme obsesiva.
Me cuestione si tendría más cicatrices en su torso o en cualquier parte de su cuerpo, hasta ahora solo había visto la de su brazo, cabeza y la de su cuello, sin contar la herida de su abdomen la cual seguro dejaría cicatriz en un tiempo.
En realidad, comencé a hacer memoria intentando recordar si alguna vez le había prestado la atención necesaria a su abdomen o espalda, ya que hasta ahora era lo único que había visto de su cuerpo y muy pocas veces lo había visto sin camisa las cuales solo lo miraba por un microsegundo y alejaba mi vista sin siquiera poder recordar si había alguna marca en su piel.
Adler comenzó a removerse e inmediatamente cerré los ojos e intenté controlar mi respiración. El agarre en mi cintura se aflojo y sentí como se movía, alejo su pierna de entre las mías, me acomodé en la cama quedando boca arriba, ni siquiera había abierto los ojos. Sentí a Adler casi encima de mí, mi almohada se hundió de cada lado mi cabeza e intenté controlar mi respiración.
Sentí sus labios contra mi mejilla y mordí mi mejilla para evitar sonreír. Una cosa es que me besara la mejilla, la frente o la comisura de los labios antes de irse a trabajar y otra muy diferente tenerlo encima besando mi rostro mientras su barba provocaba cosquillas en mi rostro. Tres besos después no pude evitar reír ante el cosquilleo de su barba. Abrí los ojos en ese momento, sus ojos seguían adormilados y caí en cuanta de lo cerca que estaba de mí.
—Hola— murmuré dándole una sonrisa angelical. Sin decir nada me beso. Enrede mis brazos en su cuello, una de sus manos busco una de mis piernas y la llevo a su cadera luego repitió la acción con la otra. Me separé de él para tomar aire, sin previo aviso se giró sobre la cama haciéndome quedar sobre él.
—No te quejes— comenzó a hablar, su voz aún seguía ronca—Disfruta del momento— murmuró envolviendo mi cintura con sus brazos impidiendo moverme.
—Pero...— iba a replicar diciéndole que iba a cansarlo o a lastimar su abdomen.
—Pero nada, cállate y déjame comerte la boca— su comentario me hizo sonreír levemente, nuevamente sus labios comenzaron a moverse con los míos, sus manos se colaron debajo de mi blusa acariciando mi cintura y me espalda, mi piel estaba tibia y sus manos estaban algo frías.
Esto era demasiado a comparación de lo que espere obtener de él. Una de mis manos bajo hasta el bordo de su camisa buscando sentir su piel. Me separé de él y comencé a tomar aire para llevarlo a mis pulmones, sus manos siguieron acariciando mi piel.
—Esto se siente como la noche de bodas— murmuré mientras me levantaba un poco quedando a una distancia sana de su rostro, mi cabello calló a los lados de mi rostro, mi mano ascendió subiendo su playera y miré su abdomen muy bien definido. Una de sus manos seguía acariciando mi piel.
—Nunca tuvimos una como Dios manda— respondió y su mano libre subió a mi cuello y acarició mi mejilla, no iba a mentir el hecho de que me tomara del cuello me gustaba.
—¿Y cómo mandó Dios? —cuestione con una sonrisa angelical, sus ojos se oscurecieron un poco y me atrajo a él abruptamente, sus labios estuvieron peligrosamente cerca de los míos. Dejo de acariciar mi piel y saco su mano del interior de mi blusa y la bajó a mi cadera.
—Bueno, en realidad dudo que Dios haya dicho como, pero posiblemente él diablo dejo claras instrucciones de cómo hacer feliz a tu esposa en la noche de bodas y dudo mucho que te haya hecho feliz esa noche, pero si quieres puedo enseñarte un poco sobre lo que habría hecho— comentó en voz baja y provocativa. No pude evitar morderme el labio inferior y asentí levemente.
Sonrió con diversión y tiro nuevamente de mí para besarme con intensidad. Nuevamente nos hizo girar haciéndome quedar debajo de él, sus labios se despegaron de los míos y bajo a mi cuello. Sus manos se deslizaron debajo de mí blusa y sentí en la piel la argolla de bodas ya que estaba fría.
Hice a un lado mi cabeza dándole más acceso a mi cuello, mordió levemente la piel y bajo hasta mis clavículas robándome unos pequeños jadeos.
—¿Puedo quitarle la blusa? —interrogó alejándose un poco para poder mirarme a los ojos, mordí mi labio inferior, nunca creí que llegara este momento, aun así, estaba algo nerviosa, nunca había estado totalmente conforme con mi cuerpo, pero me reconfortaba un poco saber que era Adler, él maldito mentiroso que tanto me gustaba.
Asentí levemente. Sus manos subieron con lentitud y delicadeza por mi piel hasta llegar a mis brazos y comenzó a subir mi blusa para quitármela. Me levante un poco para que terminara de sacarme la blusa. Dejo mi blusa de lado, relamió sus labios y abrió un poco sus piernas haciéndome que abriera las mías un poco más.
—Okey, definitivamente tu esposo es un idiota— comentó mirando mi torso desnudo, su mirada quemaba mi piel, mis mejillas se había calentado, mi pecho subía y bajaba por los nervios, por instinto intente llevar mis manos a mis pechos, pero Adler lo impidió—Chris— dijo en tono autoritario —me gusta tu cuerpo, bonita, no tienes que esconderlo— comentó.
Una de sus manos se dirigió a mis cotillas, acarició mi piel y subió con lentitud hasta llegar a mi seno. Paso su pulgar por la areola rozando el pezón. El cosquilleo invadió mi cuerpo. Adler se agacho sobre mi cuerpo, quedando casi sobre mí. Su boca dejó un camino de besos por el sendero de mis pechos sin dejar de jugar con mi pezón. Su boca se dirigió a mi otro seno, el cual no recibía atención alguna.
Un gemido se escapó de mi boca al sentir como pasaba su lengua por mí pezón. No era virgen, sin embargo, la única persona con la que había estado ni siquiera se interesó en mi placer, siendo sincera mi primera vez fue nada bonita y ahora Adler estaba prendado de mis senos como un niño disfrutando de un caramelo. Podía sentir como mi entrepierna se mojaba conforme seguía haciendo eso.
—¡Ah, Adler! —gemí buscando su rostro para besarlo—Bésame— escuché una pequeña risa de su parte mientras alejaba sus labios de mis senos. Se acercó a mí, envolví mis brazos en su cuello. Me beso con ferocidad, mientras yo intentaba seguir su ritmo, sentí su erección clavarse en mí entrepierna y no pude evitar gemir en sus labios.
—¿Sigues creyendo que no me gustas? —interrogó separándose un poco de mis labios, tome una bocanada de aire, mi pecho subía y bajaba, sentía que mi cuerpo ardía en llamas. Sus labios se deslizaron nuevamente por mí cuello, suspire—Responde— exigió mientras mordía mi piel con cuidado.
—Ah... no— gemí mientras tomaba uno de mis senos, cabía perfectamente en su mano. Mi momento de excitación se rompió al escuchar el sonido de un teléfono. Fruncí el ceño confundida y me cuestione si estaba volviéndome loca porque Adler no dejo de jugar con mis senos como si fueran su pelota anti estrés. Levante la cabeza.
—Callen— le llame para asegurarme de que no estaba loca, él solo hizo un sonido con su boca —¿Escuche un celular o estoy volviéndome loca?
—Escuchaste bien— murmuró y alzo la mirada para verme—¿Sabes lo lindas que son tus tetas? —cuestiono mirándome con lujuria. Casi me reí, aunque mis mejillas respondieron por mí al tomar el color de un tomate —Caben en mi mano y casi caben en mi boca— dejo un beso en cada pezón.
Ay Dios, iba a matarme.
—Y son tus pelotas anti estrés ¿No? —una sonrisa divertida surco sus labios, asintió levemente a modo de respuesta y me obligue a recordar el tema central —Bueno ¿Y porque suena un teléfono? —cuestione a la vez que volvía a sonar. Él suspiro rendido.
—No me vas a dejar seguir jugando hasta que te diga ¿Cierto?
Tuve que morder mi mejilla para no soltar a reír al escucharlo. Negué con la cabeza.
—Shadow lo consiguió, según él no pueden rastrearlo— hay ese inútil amargado y narcisista.
—Bueno pues contesta— le dije. Adler soltó una maldición y se levantó a regañadientes de la cama, el teléfono volvió a sonar y lo saco de su mochila.
—Huh olvide llamar a Rosean anoche— comentó despreocupadamente mientras tomaba la llamada—Hola, buenos días. Sí ya está conmigo, anoche olvide avisarte, si lo sé, perdón, te la paso— me tendió el teléfono y lo tome.
Aclare mi garganta antes de hablar, tome mi blusa para cubrirme, pero antes de que pudiera cubrir Adler lo impidió y fruncí el ceño.
—Hola mamá— dije al teléfono. Adler me quito la blusa y se acostó en mi pecho mientras jugaba con mis pezones.
—Dios, Chrissy, me alegro tanto de escucharte— manotee la mano de Adler al sentir que seguía jugando con mis pezones.
—Yo también mamá, tengo muchas ganas de verte— comenté con cierta alegría. Sentí como Adler mordió mi seno con cuidado y le di un manotazo en el rostro —¡Callen! —le regañe. Se quejó en voz baja, pero solo se quedó jugando con mis pezones.
—¿Pasa algo, Chrissy? ¿Llame en buen momento? —pregunto mamá un tanto preocupada.
—No, no pasa nada, solo Callen queriendo acaparar la atención y si es buen momento, no te preocupes— dije. Adler se quedó en absoluto silencio, pero no dejo de jugar con mis senos mientras intentaba mantenerme tranquila.
Hable con mamá durante casi una hora, misma en la que Adler parecía no tener llena, su cambió conmigo fue brusco, pero podría acostumbrarme y adaptarme a esa otra parte de Adler. Después de esa hora ambos nos despedimos de mí madre.
—Pareces un niño inquieto, tienes treinta y seis años, no seis— le dije tomando mi blusa dispuesta a ponérmela. Una pequeña risa hizo vibrar su pecho.
—Compréndeme bonita, seis años intentando resistirme a ti no pasan en vano— comentó ayudando a ponerme la blusa, aunque de todas maneras iba a quitármela para ducharme —Me ganó la impulsividad— murmuró acariciando mis mejillas. Sonreí levemente, beso mi mejilla. Su confesión hizo eco en mi cabeza.
—¿Y eso quiere decir qué?
—Que... que estoy desesperado por tenerte, solo para mí— murmuro acariciando mi mejilla con su nariz.
Aunque su confesión casi me dejo sin aire me obligue a decir otra cosa.
—Debería ser un poco cruel contigo, ¿No crees? —cuestione ladeando la cabeza, me observo durante uno segundos reparando en mis palabras, humedeció sus labios y aclaro su garganta.
—Supongo que es justo teniendo en cuenta los hechos— respondió con tranquilidad, sonreí ampliamente y me levanté de la cama dispuesta a ir al baño para darme una ducha.
—Vez, nos vamos entendiendo— comente y le di unas palmadas en la mejilla, él me observo con cara de pocos amigos lo cual ignore y fui a darme ducha.
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Hacía aproximadamente una hora que habíamos salido del hotel, Adler conducía mientras yo observaba por la ventanilla. No podía negar que me sentía mucho más segura que hace unos días, sin embargo, no olvidaba que Adler había mentido y mucho y eso no se perdona ni se olvida de la noche a la mañana, no por un par de besos y toqueteos iba a olvidarlo y perdonarlo.
No del todo, tengo dignidad. Puedo quererlo o amarlo, pero eso no iba a cegarme para perdonarlo de una vez.
Seguí mirando por la ventanilla absorta en mis pensamientos. Recordé que anoche le había dicho algunas cosas a Adler, como que quería que viviéramos en alguna isla caribeña y tuviéramos un perro y un gato que se llamaran Kit y Kat, sin embargo, no sabía del todo si eso era lo que quería o mi mente me jugó mal en ese momento por el sueño y las emociones.
Había muchas cosas que quería, que seguramente él no querría o no podría darme por su trabajo, ni siquiera comprendía en qué nivel estaba, ¿Qué era primero, su trabajo o yo? Ni siquiera lo sabía, pero si tenía que dar mi respuesta seguro que su trabajo. Tenía miedo de idealizar a Adler de una forma y no terminara siendo así, en realidad tenía miedo de mis emociones y de lo que ellas pueden causar.
Quise eliminar esos pensamientos de mi mente así que giré la cabeza hacía él y recordé lo que había visto en la mañana, pero no quería preguntar directamente sobre sus cicatrices, sentía que era algo muy personal.
—¿Tienes familia? —pregunte de repente atrayendo su atención, me miró por unos segundos y regreso la mirada a la carretera. Soltó un suspiro. Medito un momento antes de hablar, eso no era buen indicador, no sabía si había tocado fibras sensibles.
—En realidad no— pauso, parecía estar en un debate mental sobre hablar o no hacerlo—Creo que... tu eres mi única familia— mi corazón de pollo se agito al escucharlo decir eso y quise besarlo, pero en su lugar solo le di un apretón en el hombro. No mentiré el hecho de que Adler él señor "Soy de hielo no me importa nada" dijera eso en realidad me hacía feliz.
—¿Ni padre, ni madre?
—No. Ella... murió y bueno nunca dijo nada sobre que tuviera padre, así que supongo que soy hijo del espíritu santo— se burló sin una pizca de gracia, lo cual me dejo claro que no era un buen tema de conversación, pero deseaba saber más sobre él, sobre su vida y su pasado, todo eso era un gran misterio para mí.
—¿Cuántos años tenías? —pregunte en voz baja y decidí añadir—Puedes no responder y pedirme que me calle— vi un atisbo de sonrisa.
—Tenía diez— no pude evitar abrir los ojos con exageración, no podía imaginar a una versión pequeña de Adler quedando huérfano, nunca me paso eso por la mente, nunca me pregunte eso y no puedo negar que me sentí como estúpida.
—Supongo que tuviste que ir al orfanato— murmuré. Adler asintió. No de verdad, no podía imaginar que Adler pasara por eso—Lo siento tanto— murmuré y acaricie su brazo nuevamente. Se detuvo en un semáforo y tomo mi mano.
—Tranquila, mi vida mejoro un poco cuando llegué ahí—comentó con despreocupación y eso basto para romper mi corazón. No podía creer esto. Entonces, Adler si tuvo una mala infancia ¿podía tomar eso como un sí? ¡Seguramente!
—Ay, Callen
Negó con la cabeza.
—No hagas eso, bonita, no me tengas lastima por favor, odio eso durante mucho tiempo viví eso— comentó. Hice un puchero, no sentía lastima por él, definitivamente no, sino que me sentía triste, supongo que eso afecta la psique de cualquier persona y ahora hablando de un niño ni que decir.
—No te tengo lastima, Callen— murmuré subiendo mi mano a su rostro y acaricié su mejilla—Intento empatizar con lo que sentiste— negó con la cabeza como si no le gustara eso.
—No lo hagas Christine, no lo intentes, pierdes tu tiempo, eso está enterrado en el pasado— respondió tajante. Asentí levemente, no quería pelear con él, pero me fue inevitable no hablar.
—Ajá, haré como que no sufres de insomnio por alguna razón—
—¿Y a ti quien te dijo que es por eso? ¿Eres doctora? Porque no lo sabía— tensé la mandíbula y quise gritarle mil cosas que se me vinieron a la mente aun así me contuve un poco.
—Pues no, pero al menos yo no me cierro ante el mundo— respondí con el mismo mal humor de él.
—¿Enserio? ¿Recuerdas dónde estamos y por qué?
Voltee para verlo, eso había sido un golpe bajo, hasta para él.
—¡Nadie te dijo que fueras por mí! Ahí me hubieras dejado si tantos problemas te causo y si tan irritante te parezco— le grite. Adler redujo la velocidad.
—Chris... no quise decir eso— murmuró. Negué con la cabeza.
—Detén en auto— le pedí intentando relajarme. Escuche un suspiro, detuvo el auto sin rechistar. Inmediatamente baje de él cerrando de un portazo, ni siquiera llevaba nada, solo estaba molesta y quería pensar lejos de él. Solo había querido entablar una conversación con él, pero no, tiene que desear mostrarse siempre como un puto tempano de hielo.
Escuche un portazo detrás de mí, seguí caminando y luego escuche sus pisadas, claro, era mucho más alto que yo gracias a sus estúpidas piernas largas daba cinco pasos míos en uno.
—Chris— me llamo y tomo mi muñeca reteniéndome e impidiéndome que siguiera caminando, agradecí que la carretera estuviera desierta. No me gire ni le hice caso—Bonita...—no dije que terminara su frase, ya que me gire y le di una bofetada, ni siquiera se la di con la molestia que sentía en ese momento.
Me miró con cara de pocos amigos y luego me tomo de ambas manos, su mejilla había quedado roja ante el impacto.
—Bien ya sé que fui idiota, pero ¿era necesario? —cuestiono aprisionando mis muñecas. Casi reí al ver el color rojo y la marca de mi mano e incluso el anillo de bodas y compromiso.
—Sí, me hiciste enojar— acercó peligrosamente su rostro al mío, quise alejarme, pero su agarre no se aflojo ni se apretó.
—Sí yo te hiciera la mitad de cosas que pienso en hacerte cuando me haces enojar— dijo con un tono sutil de amenaza—Te aseguro que desde hace cuánto no podrías ni siquiera sentarte, maldita malcriada— soltó. No pude evitar tragar al escuchar eso. A mi mente le vinieron muchas ideas de las posibles cosas de las que hablaba. Mi boca se secó y él no espero otra cosa para besarme, correspondí su beso e inmediatamente soltó mis manos las cuales llevé a su cuello.
Sus dedos se clavaron en mi piel y me acerqué más a él intentado sentirlo. Luego recordé que no iba a perdonarlo por eso y me alejé de él.
Nuevamente palmeé su mejilla, la contraria a la que le había dejado roja, pero no hice con fuerza.
—Te dije que iba a ser cruel contigo— me queje. Rodó los ojos con diversión.
—Despertamos con ganas de golpearme ¿Verdad?
Cuestiono con cierto tono divertido, yo me crucé de brazos y asentí.
—De hecho, sí— el entrecerró los ojos.
—Cuanta agresividad hay en alguien tan pequeña— comentó mientras pasaba uno de sus brazos por mis hombros tirando de mí para comenzar a caminar. Empecé a caminar a su paso, aunque bueno más bien él iba a mi paso de tortuga.
—Y puede haber más— respondí con tranquilidad, Adler soltó una pequeña risa y me dio un apretón en el brazo. Cuando regresamos al auto cada uno subió a su respectivo lugar. Adler encendió el auto, pero antes de comenzar a conducir habló.
—No quise decir que me causas problemas o que seas irritante, ¿entendido, bonita? — me gire un poco para verlo, estaba esperando mi respuesta. Asentí levemente.
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Ya era tarde, ni siquiera tenía regulados mis tiempos de dormir, hoy nos habíamos despertado a las doce del día y apenas habíamos desayunado hace unas pocas horas y ni siquiera habíamos llegado a Alemania, según Adler aun nos faltaban unas seis o siete horas para llegar, así que podríamos llegar por la mañana si Adler seguía conduciendo y no parábamos.
Ni siquiera habíamos entablado una conversación desde que comimos.
—¿Y tú abdomen? — pregunte con curiosidad recordando la herida que tenía.
—Mucho mejor, ya no duele—pauso —Ya está comenzando a cicatrizar— agrego con calma. Asentí levemente más tranquila, aun así, recordaba que era unos cortes específicos, el circulo y la letra, me cuestione si el sabría el significado y supuse que sí.
—Y... ¿Qué significa la marca que te hicieron?
—Es una marca de los polacos, normalmente se la ponen a los traicioneros de la mafia o de sus enemigos para después asesinarlos de alguna forma brutal y dejar sus cuerpos donde todo mundo pueda verlo y se enteren de lo que es capaz la mafia polaca.
Wow, al parecer esos locos no jugaban con nada, aunque bueno, estamos hablando de la mafia, grupos de criminales a los cuales los buscan diferentes organizaciones gubernamentales. Es bien conocido que hay mafias que son buscadas en todo el mundo, no importa si estas en el país más seguro del mundo o en el rincón más alejado ya que puedes enterarte de todo esto. Aunque también hay mafias que son mucho más activas que otras, hay algunas de las que no se sabe mucho, solo se sabe que son buscados y los cuales rara vez se conocían de algún "ataque brutal".
—Entonces a ti te marcaron por traicionarlos— no fue pregunta, fue una afirmación la cual no negó.
—Si
—¿Y puedo saber qué fue lo que paso? — pregunte con curiosidad, sentía que necesitaba tener un tema de conversación porque me aburría con rapidez, incluso ya me dolía el trasero de ir sentada tantas horas así que cuando viera una gasolinera o algo le diría que se detuviera porque necesito estirar las piernas.
—Fue hace dos años creo— lo pensó durante unos segundos y yo me sorprendí —Si hace dos años y bueno, después de lo de Ozkard quería que me encargara del jefe de la mafia polaca, así que hicieron que me infiltrara, tarde más de seis meses en poder infiltrarme y conocer al jefe.
» Fue fácil ganarme su confianza, incluso era cuestionable la forma tan rápido, pero bueno, el loco ese me creyó y ahí estuve otros meses pasando información de los polacos a la EISS después de un par de meses terminaron dándome la orden de terminar la misión, tarde otro mes para lograr planear el movimiento perfecto y lograr mi objetivo, cuando esto sucedió desaparecí de la faz, lo último que supe fue que me estaban buscando como locos, pero en realidad nunca le tome mucha importancia— concluyo con tanta tranquilidad, tampoco me sorprendía, supongo que para él ya era algo normal hablar de estos temas.
Aun así, no dejaba de sorprenderme el hecho de que pasaron cuatro años y nunca me di cuenta de nada de eso, en realidad nunca pensaba tanto sobre eso, nunca me entrometía a pesar de que hubo muchas veces en las que no llegó a dormir en las cuales siempre me cuestionaba tantas cosas, aunque en realidad esas dudas no se iban del todo.
¿Cómo es que logro separar su trabajo se su supuesta vida privada? ¿Cómo es que logro fingir durante años y hacer como que nada pasaba?
Eran muchas dudas las cuales quería soltar de una vez, pero demasiadas preguntas me abrumaban, quería saber tanto, pero sabía que me iba a brindar tan poco que necesitaba hacer una selección de preguntas, irlas separando haciendo que las más fáciles quedaran primero y que las que tocarían fibras sensibles quedaran para el final.
—¿Cómo es que no te volviste loco? Digo, en tu trabajo te dice Ghost o Adler, no lo sé y yo... yo siempre te llame Erik, las personas cercanas a mí te llábana Erik, no se siento que yo me habría vuelto loca ante eso— pude ver un atisbo de diversión en su rostro, ¿Qué le causaba gracia? A mi nada de eso me causaba gracia, solo confusión y más interrogantes.
—En realidad no lo sé, comenzar a trabajar bajo identidades diferentes hacía que perdiera la mía, algunas veces llegué a tragarme mi propio cuento de ser Erik, ya que había semanas en las que no escuchaba mi nombre, solo se alternaba entre Erik y cualquier maldito nombre que tuviera, en realidad Callen ni siquiera es mi apellido real— me quedé boquiabierta al escucharlo.
Otra mentira, ¡Perfecto! Como si no hubiera una larga lista de mentiras. Me cruce de brazos y lo mire negando con la cabeza.
—De verdad que no sé qué hare contigo, pienso que estamos bien y luego resulta que también en eso mentiste— me queje con rabia, tome mi inhalador y lo lleve a mi boca para saborear el medicamento amargo.
—Chris— habló, la quietud en su tono me hacía pensar que iba a mentir otra vez—cambié mi apellido cuando tuve oportunidad, desde que entre al maldito ejercito soy Adler Callen, no cambie el otro porque en ese entonces solo podía cambiar uno y no cambie mi nombre porque sería perder mi identidad por completo.
Finalizo, eso me dejo un poco sorprendida, no esperaba eso.
—Así que, no es una mentira porque ni siquiera lo hice para mentirte a ti— concluyo. Ahora tenía otras cinco dudas más.
Solté un suspiro y pasé mi rostro por mis manos, en realidad esto era demasiado confuso, se había vuelto un lío para mí. Dios, que complicado es este hombre.
—A ver, déjame ver si me quedó claro. Tu nombre de pila sí es Adler, pero tú apellido con el cual te registraron no es Callen, pero Morou si es uno de los apellidos con los que te registraron, pero no cambiaste ambos porque en los tiempos de las cavernas no se podía— una sonora carcajada inundo mis oídos y mordí mi mejilla para no sonreír al escucharlo. Su voz y su risa siempre serían de mis sonidos favoritos, aunque tal vez no iba a decírselo.
—¿Sabes? Algunas veces siento que me lo dices de una forma pasivo agresiva, pero en realidad creo que quieres encubrir que babeas por alguien mayor que tú— mis mejillas tomaron color y voltee hacía la ventanilla para que no lo notara. Ese no era el tema principal, así que lo deje de lado, no íbamos a discutir si babeaba por él o no, no ahora, ¿podría llegar ese momento? Seguramente ¿iba a responder? Seguramente no.
—No estamos hablando de eso, deja de cambiarme de tema, Adler— le dije. Él giró a verme rápidamente, su ceño estaba fruncido, parecía un poco confundido.
—En estos días solo esta mañana me has llamado por mi nombre, y eso fue hoy y ni siquiera te voy a recordar el contexto porque capaz y me golpeas otra vez, pero supongo que la razón es extremadamente opuesta a lo de hoy— volteé a verlo y sonreí con poca diversión, acerqué mi mano a su rostro y apreté su mejilla con poca fuerza.
—¿Lo ves? Aprendes rápido— solté su mejilla y vi que había dejado su piel roja. Aleje las imágenes mentales de esta mañana, estábamos en temas serios.
—Bien, sí eso es lo que dije— asentí levemente, mordí mi labio inferior y me resistí a preguntar.
—Caswell, ese era mi apellido— contó en voz baja como si hubiera leído mis pensamientos. En realidad, era un poco similar a Callen, mismas vocales diferentes consonantes. Había escuchado que cuando alguien cambia alguno de sus nombres siempre terminaba con algo similar a su nombre real.
Callen, Sadler y cuando di un nombre falso en la estación de tren; Celina Datson, no me había dado cuenta de eso, pero en realidad tenía un poco de sentido.
—¿Y porque lo cambiaste? —cuestione con curiosidad, nuevamente pareció pensar si me contaba o no.
—Supongo que quería abandonar mi pasado.
Alce ambas cejas.
—¿Supones? —suspiro.
—Quería— afirmo y asentí.
Me quedé en silencio, ya no pregunté más por ahora, no quería seguir molestándolo o incomodándolo, porque comenzaba a notar que mis preguntas comenzaban a ser un poco o muy molestas, además, por ahora ya había conocido algo más de su vida. Otra hora más tarde nos detuvimos en una gasolinera. Adler comenzó a cargar gasolina mientras yo entraba al autoservicio para comprar una botella de agua y alguna bolsa de papas o algo.
Tome dos botellas de agua, una barra de chocolate amargo, otra de chocolate blanco, una bolsa de papas y finalmente tome una pequeña revista con crucigramas y sopas de letras. Fui a la caja para pagar. Cuando salí busque a Adler con la mirada lo cual no fue difícil encontrarlo, estaba recargado en el auto esperando a que saliera.
—¿Listo? —asentí con una leve sonrisa mientras él me abría la puerta del auto para subir ya que yo tenía las manos ocupadas. Cerró la puerta cuando estuve dentro, yo saque las botellas de agua y las deje en la porta vasos, luego saque mis papas, los chocolates y tome la revista y el lápiz.
Adler subió al auto.
—Toma— le dije tendiéndole las barras de chocolates, volteo a verme y las tomó gustoso.
—Gracias, bonita—sonrió. Supongo que el hecho de que el chocolate fuera su dulce favorito no había sido mentira, porque a lo largo de estos años siempre lo he visto disfrutar tanto del chocolate. Comenzó a conducir mientras intentaba abrir una de las barras de chocolate, rodé los ojos y le arrebaté la barra. No dijo nada y me dejo abrir la barra de chocolate amargo. Terminé de abrirla y se la tendí.
—¿Quieres? —ofreció antes de tomarla.
—No, gracias— dije, el rodó los ojos. A mí no me gustaba tanto el chocolate, sí, podía comerlo, pero preferiría otra cosa—Nunca comprenderé tu amor por el chocolate— comente mientras tomaba mi revista para comenzar a hacer uno de los crucigramas.
—Y yo nunca comprenderé tu afán de hacer cup cakes de chocolate sin gluten y sin chocolate.
Tuoché. Reí levemente y comencé a hacer un crucigrama.
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Hace unas horas el sol se había escondido dándole paso a la noche, estaba a nada de terminar uno de los crucigramas, solo me faltaba una palabra la cual no podía descifrar. Adler había comenzado a regañarme por forzar mi mirada ya que la luz era muy escasa.
—Ya, ya, me falta una palabra— me queje cuando intentó robarme la revista. Me hice hacía a un lado para evitar que alcanzara mi revista.
—Ayúdame, me falta una palabra de ocho letras que tenga que ver con la guerra fría— pedí mientras intentaba recordar mis conocimientos de historia básica, creo que este fue el crucigrama en el cual estaba tardando más porque era sobre un hecho histórico del cual seguramente no recuerdo porque en esa clase me quede dormida.
—¿Qué letras lleva?
—La cuarta letra es S y la sexta letra es V— respondí mientras seguía pensando en algo.
—¿Y la referencia?
—Dice "Se estableció como un equilibrio de poder y contraparte ante la OTAN, llevo a la expansión de las fuerzas militares e integración entre los respectivos bloques"— le leí mientras ponía mi revista contra luz para poder ver las casillas.
—Es el pacto de Varsovia— respondió tranquilamente, me tomo por sorpresa la rapidez en la que me respondió, escribí Varsovia en las casillas que me faltaban y quedó perfectamente la palabra.
—Uh, sabelotodo— sonreí levemente mientras cerraba la revista y la ponía sobre el tablero junto con el lápiz. Adler se encogió de hombros restándole importancia.
—Con algo debía entretenerme— comentó, alce ambas cejas y me gire un poco sobre el asiento para observarlo.
—¿Entonces te gusta la historia? —pregunte curiosa. En realidad, eso no lo imagine.
—Sí, era de mis clases favoritas— espere a que me contara más, quería conocer esa pequeña parte de él, pero solo si él me la contaba, había llegado a la conclusión de que no iba a preguntar tanto hasta que él quisiera contarme—A veces iba a la biblioteca y pasaba horas leyendo libros de historia para pasar el tiempo— contó, su voz fue calmada, ni siquiera tenía un toque de emoción o algo que me dijera que estaba recordando aquello con algún sentimiento bueno o malo.
—¿Y cuáles eran tus temas favoritos? —pregunte con curiosidad, en realidad yo no sabía mucho de eso, pero estaba dispuesta a escucharlo hablar un poco más de veinte palabras.
Medito su respuesta, tal vez estaba recordando cuales.
—La guerra fría, La guerra civil en Camboya, Las guerras médicas, la operación barbarroja y La caída de Mussolini—
Bien, de esos cinco hechos que menciono en realidad solo conocía dos y porque seguro los escuche en la escuela y no porque en realidad llamaran mi atención, había escuchado de Mussolini, más no sabía que era o quien era.
—No sé ni la mitad de los hechos que acabas de decir— acepte mientras sentía levemente. Adler rio debido a mi comentario.
Durante lo que quedaba de recorrido para llegar a Alemania le pedía a Adler que me contara sobre esos hechos, los cuales en realidad no me importaban demasiado, pero deseaba escucharlo hablar por más de cinco minutos. Me contó sobre cada uno de esos acontecimientos, los detalles importantes e incluso me dio fechas.
En verdad me di cuenta de que eso le gustaba, lo cual era un nuevo conocimiento adquirido, no solo sobre la historia mundial, sino sobre Adler. No podía describir lo lindo que sentía al escucharlo hablar durante un par de horas, que dejara de lado esas barreras y me dejara ver un poco del verdadero Adler.
Observé el reloj de mi muñeca, era de madrugada, hace casi una hora que habíamos llegado a Alemania, Adler aparco en el estacionamiento de un hotel.
—Bueno, antes de estas horas no sabía quién carajos era Mussolini y ahora ya se hasta su biografía— comente abrazando mi cuerpo por el frio. Paso so brazo por mis hombros atrayéndome a él, sonreí para mis adentros al sentirlo tan cerca.
—Lo siento si te aburrí— comentó en voz baja, pero lo suficiente alta como para no perturbar la paz que había en el ambiente.
—Para nada— murmuré y levanté la cabeza para observarlo—Todo lo contrario, me quitaste el aburrimiento— respondí con una sonrisa. Adler respondió mi sonrisa y sin decir más me tomo del rostro, pero no fue él quien unió nuestros labios, sino yo. Tome su rostro y lo bese, Adler me correspondió y siguió el ritmo de mi beso, lento y con calma disfrutando de esa sensación.
Pase mis brazos por su cuello mientras su lengua danzaba con la mía. Me separe de él por la falta de aire. Dejó un beso sobre mi frente y continuamos caminando hacía la recepción.
Después de media hora estábamos en una habitación bastante digna para ser un hotel de paso sinceramente.
El cansancio ya había llegado, pero necesitaba ducharme antes de acostarme a dormir, Adler salió de ducharse, su cabello estaba mojado y venía sin camisa, algunas pequeñas y escasas gotas de agua seguía sobre su torso. Desde mi posición podía ver a la perfección su torso.
La marca que le había dejado el calvo del otro día ya comenzaba a cicatrizar, era bastante notoria, tenía unas manchas sobre su tórax, eran rojas no tan grandes tal vez del tamaño de la tapadera de una lapicera y en total eran cuatro y justo debajo de esas manchas, pero donde comenzaba su abdomen a comparación de las otras esa parecía tener mucho más tiempo, era de tal vez seis centímetros y parecía que quien sea que se la haya suturado lo hizo muy mal.
Deje de mirar su torso y eleve la mirada a él, a su rostro. Me estaba mirando.
—¿Y...?
Mis mejillas se enrojecieron.
—¿Y...? —repetí. Soltó una pequeña risita, se acercó a mí, me cuestione si no tenía frío, aunque el calentador ayudaba mucho. Adler se posiciono entre mis piernas, quedando encima de mí sin aplastarme, estaba sosteniéndose con sus brazos.
—Te responderé una sola pregunta—murmuró cerca de mis labios, abrí los ojos un poco asombrada.
—¿Solo una? —
—Por ahora sí— susurro. Asentí levemente, intenté formular una buena pregunta en mi cabeza para que pudiera contestar varias dudas con solo una interrogatoria, pero me ponía difícil la tarea, ya que su cercanía afectaba a cada partícula de mi cuerpo y apagaba mis pensamientos. No sabía cómo empezar, pero sabía que el tema de las cicatrices no era buena idea, pero había algo con lo que podía saber un poco más.
—¿Por qué cambiaste tu apellido? —susurré mientras enredaba mis manos en su cuello. no paso ni un maldito segundo cuando nos hizo cambiar de posición. Solté un chillido por la rapidez y me aferré a él. Un leve mareo me hizo tambalear un poco a pesar de estar aferrada a él. Cuando paso el mareo lo observe.
—No me gusta esta posición— murmure intentando alejarme de él, pero sus brazos se cerraron sobre mi cintura impidiendo alejarme.
—A mí sí y como no tienes idea— murmuró sin soltarme—Así que relaja tu cuerpo, relájate tú y te respondo— rodé los ojos, pero intenté acatar eso. Acaricie su cuello con cuidado hasta llegar a sus clavículas y sin seguir más allá de esa zona.
—La verdad es que no me gustaba, no quería que hubiera algo que me recordara a mi madre o me siguiera atando al pasado, pero en realidad no funciono, fueron... demasiados años con demasiados problemas que ningún niño tiene que pasar e ingenuamente creí que cambiando mi apellido sería más fácil olvidar— acaricie su rostro mientras lo escuchaba, su mirada en realidad no tenía punto fijo, sus ojos estaban perdidos.
Su tono era neutro carecía de alguna emoción. Volví a acariciar su cuello y subí a su mejilla, su mirada regreso a mí. me dio una leve sonrisa que no llegó a sus ojos, intente que eso no me afectara tanto como en realidad lo había hecho. No quería pensar en las cosas horribles por las que había pasado, solo quería abrazarlo y hacerlo sentir bien.
Bese su cabeza, sus brazos se aflojaron un poco y descendieron a mis caderas.
—Lo siento, Callen— murmuré y besé nuevamente su rostro, sabía que un losiento no arreglaría nada del pasado y que tampoco lo reconfortaría, pero en realidad no sabía que hacer o que decir. En cambio, él dijo nada, pero cuando acerque mis labios a los suyos me tomo de la nuca y me beso con ferocidad.
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