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Capítulo 6

ESTAS AQUÍ

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Ginebra, Suiza.

Christine

Estaba a nada de llegar a la estación de tren. Fue un camino tan largo que sentí que cada hora pasaba tan lentamente que llegué a creer que moría con cada segundo que pasaba, pero no fue así, ya estaba a nada de llegar. Estaba muy cansada, solo quería dormir, pero no había podido pegar el ojo por miedo y nervios.

Tomé mi mochila cuando vi que entramos a la estación. Me levante de mi asiento en cuanto este se detuvo y me apresure a bajar. Mis piernas estaban entumidas y mi trasero me dolía por estar más de diez horas sentada. Busqué un teléfono público y agradecí a Dios cuando vi uno a unos metros de mí. Me acerque con prisa. Metí unas monedas y llamé a mamá. Al primer tono respondió.

—Acabo de bajar del tren, tomare un taxi a la dirección que me diste— le informe antes de todo, sentía como si tuviera una gran responsabilidad.

—Bien, Chrissy, me alegra que hayas llegado bien, ahora cuando llegues y logres entrar iras al segundo piso, no es un departamento, es una casa de dos pisos.

» Te iras directamente al segundo piso y cerraras la puerta que hay en las escaleras, vas a la habitación más grande ahí hay unos teléfonos desechables en la cajonera del espejo, debajo de la cama hay un baúl con dinero y armas, en la mesa de noche debe de haber una tableta con la cual puedes encender las cámaras de seguridad y los sensores para que estés al pendiente de todo y por cierto las ventanas del segundo piso son blindadas y polarizadas, las del primer piso únicamente son polarizadas—

Okey eso era demasiada información e indicaciones. En ningun momento creí que mis padres tuvieran un lugar así, que en vez de casa sonaba como un lugar para esconderse en caso de una bomba nuclear, una invasión extraterrestre o una tercera guerra mundial contra los nazis.

—Okey... gracias mamá, te amo—

—Te amo, Chrissy— colgué la llamada. Tome una respiración profunda.

Por unas horas había olvidado el hecho de que mis padres habían trabajado en la agencia donde Adler trabajaba. Ansiaba ver a mi mamá para que me contara cada detalle de eso, ahora mi molestia y mi estrés en cuanto a ese tema se había reducido. En estos momentos mi mayor preocupación era que llegar a la casa en una sola pieza.

En el momento uno en el que salí a la calle logré tomar un taxi. Le pedí al conductor que me llevara a un supermercado primero y luego a la dirección, ya que necesitaba comprar algo para comer.

Compre sopa instantánea, fruta y sándwich ya preparados. Sinceramente extrañaba mi vida normal, cocinar, hornear pasteles y ver películas en la noche sola o con Adler. Sonreí levemente. Media hora después llegamos, le pague al conductor. Ya estaba por oscurecer. Había pocas casas al alrededor y ciertamente estaba alejada de la ciudad, parecía que todo estaba abandonado, ya que las pocas casas que había en la zona lucían una pintura vieja y desgastada, mientras que había áreas con el césped alto y descuidado.

Baje del auto y entre al jardín observe el césped de la casa, este no tenía mucho de haber sido cortado, ya que su olor era fresco y se notaba que el jardín había sido arreglado, ignore eso. Cerré la pequeña puerta de madera y caminé directamente a la parte trasera de la casa. No me sorprendió encontrar una ventana.

Deje mi mochila en el suelo y busque cualquier objeto con el cual quebrar el cristal. No había nada. Solté un suspiro, saqué una blusa y envolví mi puño con la tela. Había visto esto muchas veces en películas, solo esperaba no quebrarme el brazo en el intento. Tome una respiración profunda y le di un primer golpe al cristal el cual casi me hizo gritar por el dolor y abrace mi puño.

¿Por qué es tan duro? Lagrimee un poco por el dolor, pero me obligue a ser valiente para volver a intentarlo. Tome aire y golpee nuevamente. Cerré los ojos con fuerza al sentir el dolor otra vez. Esto no era como en las películas.

Miré mis zapatos, eran unas botas de combate. Estúpida. Nuevamente practique mi respiración, me concentré y patee con fuerza el cristal. Este se astillo y me sentí muy feliz de haberlo hecho. Una segunda patada y este se quebró. Sonreí con suficiencia. Quite los cristales que aún estaban en el marco. No me di cuenta que la blusa de mi puño se había aflojado y cuando unos cristales rozaron mis nudillos por accidente gemí de dolor.

Maldije y terminé de quitar los restos de cristal con mi bota. Entre por la ventana ignorando el dolor y la sangre que salían de mi puño. Había una luz muy escasa, pero no me moleste en encender la luz ya que podía ver el pasillo. Entre en el pasillo y me encontré las escaleras. Subí hasta ellas y al llegar al segundo piso tanteé el interruptor de la luz y cuando lo encontré lo encendí. Esta tardo unos segundos en encenderse.

Observé la puerta y la cerré, vi todos los cerrojos que tenía, eran demasiados, pero no me molestaban. Camine por el pasillo y llegue a la última habitación suponiendo que era la más grande.

No lo era así que me fui a la otra. Abrí la puerta y me adentré en ella, cerré todos los cerrojos de la puerta. Primero deje la mochila en el suelo, ignore la sangre que salía de mi puño y busque la tableta. Cuando la encontré busque la forma de encender las cámaras y los sensores lo cual no fue complicado, en realidad fue muy fácil. Cuando estuve segura de que las cámaras y los sensores de seguridad estaban encendidos busqué la puerta del baño y cuando la encontré me adentré. Encendí la luz, la cual también tardo unos segundos en encenderse, supuse que eso era porque tenían mucho tiempo de no usarse.

Abrí el grifo del agua, la cual también tardo en salir, espere unos segundos y cuando por fin salió me quite la blusa del puño y la dejé de lado. Metí mi mano debajo del chorro de agua y dejé que se llevara la sangre por el desagüe. Busque un botiquín de primeros auxilios, conociendo a mamá habría un botiquín por aquí. Busque en las cajoneras y cuando finalmente lo encontré lo deje sobre el lavamanos. tuve un pequeño deja vu, el cual ignoré por un momento.

Sabía cosas básicas de primeros auxilios lo básico que aprendí cuando iba al hospital por mis ataques de asma y los cuales me enseño una enfermera que me cuidaba.

Desinfecte mis palmas y luego tome una gasa con alcohol iodado limpie rápida, pero cuidadosamente evitando hacer muecas por el ardor. Terminé unos minutos después y finalmente rocié un poco de clorhexidina y esperé a que se secara. No había sido un corte profundo, pero si lo suficiente como para causarme incomodidad y un poco de dolor. Regrese a la habitación y mis nervios me hicieron tomar la tableta y revisar todas las cámaras de seguridad. Todo estaba bien. Recordé la ventana rota y mordí mi labio inferior, podía estar encerrada en la planta alta, pero eso no me dejaba del todo tranquila.

Pensé en buscar algo para cubrir la ventana ya para estar más segura, pero no supe con qué y el solo hecho de pensar en salir de aquí me hacía pensarlo más de dos veces por el miedo que me generaba ¿Podría haber un martillo y clavos aquí? Si había armas supuse que podría haber un martillo. Tome un suspiro y no pensé mucho, salí de la habitación y con mucha fuerza de voluntad abrí la puerta de las escaleras y baje. ¿Habría algún mueble que pudiera mover?

Solté un suspiro, no quería encender las luces de abajo, ya que sentía muchos nervios de que alguien se diera cuenta que había una persona en la casa, aun había un poco de claridad. Solo encendí la luz del pasillo de la escalera. Tome una respiración profunda y salí del pasillo y camine en dirección contraria de la ventana por la que entre así que llegué a la sala. Recordé que mamá había dicho que estas ventanas solo estaban polarizadas así que me sentí un poco mejor. Encendí una luz esperando a que el foco no se hubiera fundido. Agradecí cuando segundos después esta luz se encendió.

Observé los muebles, cada parte de ellos. El mueble del televisor, los sofás, un librero y una mesa en medio de la sala. La alfombra era color gris, la miré durante unos segundos, el suelo era de madera. Me acerqué al mueble de la televisión, no lo pensé mucho y comencé a abrir los cajones en busca de cualquier cosa. Ni siquiera buscaba algo en concreto, simplemente estaba viendo que podía encontrar. El primero estaba vacío, el segundo también, el tercero tenía hasta telarañas y el cuarto fue el que tenía algo dentro.

Era un álbum de fotografías. No dude al tomarlo. Recordé el motivo por el cual había bajado. Regrese a la cocina donde estaba la ventana sin cristal. ¿Y si quitaba algunas tablas de la cerca? No, ni loca, mi limite era bajar aquí, no iba a salir. La ventana estaba sobre la encimera, la ventana la cual tal vez media un metro de alto y otro de ancho. ¿Y si ponía el televisor? No eso era una locura.

Regresé a las escaleras y subí. Aun había una habitación a la cual no había entrado. Cerré la puerta nuevamente, no iba a arriesgarme. Me acerqué a la puerta que estaba al final del pasillo. Gire la perilla para entrar, pero esta no cedió. Solté una maldición, regrese a la habitación más grande, me arrodille en el suelo y me agache en busca del baúl. Lo vi en el otro extremo. Me levante, rodee la cama y me senté en el suelo. Y tantee el baúl, cuando lo encontré lo saque.

Lo abrí lentamente evitando el polvo. Dios. Jadee al ver el contenido del baúl. Había armas, de diferentes tamaños, había muchas municiones y debajo de ellas había fajos de euros y una carpeta de plástico color azul, por curiosidad la saqué y saqué una de las armas grandes. Obviamente no iba a dispararle a la perilla como Adler lo había hecho en el hangar, no quería matarme ni llamar la atención. Antes de golpear la perilla decidí revisar si estaba cargada. No lo estaba así que respire profundamente, la tome del cañón con ambas manos y golpee con fuerza, el primer golpe no funciono así que golpee otra y otra y otra vez hasta que la perilla cayó al suelo y la puerta se abrió un poco. Solté un suspiro, practique mi respiración varias veces y deje el arma sobre el suelo.

Entre en la habitación y tantee un interruptor en la pared, camine durante unos segundos y cuando encontré el interruptor lo presione. Ya ni siquiera espere a que encendiera al instante. Cuando por fin se encendió la luz observe esa habitación. No era habitación, más bien era una oficina. No tenía ventanas, era pequeña tal vez media cuatro por tres, había un escritorio, una laptop y algunas carpetas. Encima del escritorio había un corcho más grande que la ventana de la cocina. No dude en quitarlo. Deje la puerta abierta, ahora tenía que buscar como fijarlo a la pared. Una silla, eso no lo fijaría, pero lo detendría.

Baje a la primera planta, tome una silla del comedor y la lleve a la cocina. Estando ahí acomode el corcho en la ventana, luego levante la silla de madera con cuidado y la acomode contra el corcho. Regrese por otra silla a la sala, regrese a la cocina y coloque la silla sobre la otra. Fui por otra y la coloqué acostada sobre la encimera, las patas quedaban pegadas a la silla que detenía el corcho y el respaldo sobresalía de la encimera, fui por una más. Recargué el respaldo de la silla que había traído contra el otro respaldo y las patas contra la pared haciendo que esta quedara atravesada.

Me aleje un poco, observe lo que había hecho, quien viera esto seguro creería que estoy loca, pero estoy en un país desconocido, en un lugar que parece abandona hay personas que seguro me están buscando y soy mujer, los crímenes contra las mujeres suceden en todo el mundo y este año se no se quedó atrás, según las noticias había muchas más muertes que el año pasado así que tenía muchos motivos para sentirme insegura aquí o en algún otro lugar.

Me apresure a subir al segundo piso, cerré la puerta con todos los cerrojos, me apresure a ir a la habitación que a la cual le había quebrado la perilla. Tome las carpetas y la laptop. Salí de la habitación y me apresuré a irme a la habitación grande. Cerré perfectamente me acerqué a la cortina y cerré las persianas. La noche por fin había caído, miré la hora en la tableta, eran las ocho de la noche. Tenía miedo, no iba a negarlo, no estaba en mi casa el cual era el lugar más seguro antes de que el sueco intentara matarnos, no estaba en mi país y si tenía mucho miedo.

Me senté en el suelo justo a un lado de la ventana. Recargué la tableta en la mesa de noche y dejé la grabación de las cámaras, ahora que había anochecido la visión nocturna se había activado. Ni siquiera quería hacer algún ruido. Tome el álbum de fotografías, tenía algo de miedo de encender la laptop ya que no sabía si podían rastrearla, ni siquiera sabía si tenía batería y en cuanto a las carpetas no sabía que iba a encontrar en ellas, si era bueno o malo.

Abrí el álbum de fotos y comencé a ver cada fotografía. Eran fotografías de mamá cuando era joven, en diferentes países, algunas de estas tenían fechas y el nombre del país. Me sorprendió la cantidad de países que en las que mi madre tenía fotografías. Luego encontré fotos con papá y conforme iba avanzando llegué a las fotografías de su boda. No pude evitar sonreír con ternura ante eso.

Eran tan lindos juntos. Seguí observando más fotografías, tenía demasiadas con papá y luego llegaron fotos de ella embarazada. No pude evitar sonreír. Conforme pasaban las horas estaba más tranquila observando fotos de mi infancia, fotos de mis padres y más fotos mías.

Luego llegaron las fotos de mi boda, de distintas ocasiones en las que estaba con Adler en fiestas o cenas familiares las cuales habían sido tomadas sin que nos diéramos cuenta. Hubo una en general que se llevó toda mi atención y la cual la saque inmediatamente del álbum, no pensaba regresarla. Esa foto había sido en mi cumpleaños veinticuatro. Mi madre había hecho una comida y Adler había llegado un poco tarde, pero llegó beso mis mejillas y me abrazo para felicitarme y me llevó hacía la entrada, ahí fue cuando me regalo un coche.

No había sido el regalo lo que me traía buenos recuerdos, bueno sí, pero no era lo único, Adler no se había alejado de mí desde que llegó, besaba mis mejillas y tomaba mi mano a cada nada, jugaba con mi cabello y me abrazaba. Termine dejando el álbum. Deseaba dormir, pero no podía pegar ojo.

Extrañaba a Adler incluso quería pelear o enojarme con él. Fui muy tonta al huir, no debí de hacerlo posiblemente ahora mismo estaría peleando con Adler por su trabajo o por cualquier cosa. Inevitablemente mis lágrimas recorrieron mi rostro, abrace mis piernas y deje que las lágrimas salieran. Necesitaba un abrazo, necesitaba abrazar a Adler y escucharlo. No sabía si acaso estaría buscándome y aunque mamá dijo que él había llamado, ¿Seguiría buscándome o solo estaba esperando algo que no iba a pasar?

En el caso de que pasen tres días y no sepa nada de Adler o no venga podría irme a Oklahoma o podrían matarme mientras intentaba alejarme del continente, una de dos.

Pero quería ser positiva y pensar que Adler me estaba buscando. Según él sentía cariño por mí, así que esperaba verlo pronto.

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Múnich, Alemania.

Adler

Como un fantasma. Como un maldito fantasma es que Chris desaparecía del maldito mapa. Había seguido la señal desde ayer en la tarde, cuando la señal había aparecido en Stuttgart. Conduje durante horas y casi dos horas antes de llegar la señal marcaba que estaba aquí y unos minutos después desapareció de la nada. No hubo señal, durante unas horas, la señal volvió a aparecer en Zúrich por unos minutos y desapareció nuevamente, varias horas después reapareció en Suiza, casi una hora moviéndose y desapareció de la nada.

Ya había conducido bastantes horas hoy, mis ojos comenzaban a pesar y fue una clara señal de que el café había salido de mi sistema. No quería dejar de conducir, pero de nada iba a servirme si chocaba el auto. Solté un suspiro rendido.

Sentía que mi cabeza iba a explotar, no sabía porque carajos Chris estaba en Suiza o si acaso iba a moverse de ese lugar, tampoco sabía si estaba ahí por voluntad propia o si Ozkard la había encontrado, pero deseaba que no fuera el caso, no sé qué haría si ese maldito llegaba a hacerle daño, corrección, no sé cómo le pediría perdón, porque era claro el objetivo; matar a Ozkard de una buena vez. Solté un suspiro, era de noche, solo necesitaba unas horas de descanso y hablar con Rosean, tal vez y Chris ya había hablado con ella.

Estacione en un hotel de paso y antes de bajar del auto llame a Rosean, ella respondió al tercer tono.

—¿Qué hay en suiza? —fue lo primero que pregunte. No deseaba preguntar como estaba, sabía cuidarse sola luego podría preguntar si estaba bien, ahora solo quería encontrar a Chris.

—¿Cómo sabes que está en suiza? —cuestiono. Solté un suspiro agradecido de escuchar eso, eso quería decir que ya había hablado con ella.

—Aun rastreador para casos de emergencia, como este, pero la señal desapareció de la nada, estuvo desapareciendo durante todo el maldito camino— le explique un poco más tranquilo.

—Viajo en tren, por eso la señal desaparecía, pero está en una casa de seguridad, anota la dirección, me pidió que te dijera que ahí estaría esperándote.

» En realidad me llamo hace tres días por la mañana, me dijo que estaba en Berlín, pero que no sabía cómo encontrarte, me pregunto de la casa y le dije dónde estaba, esa noche tomo un tren a Ginebra y cuando llegó me llamo, la casa tiene bloqueadores de señal, pero si tu lograste localizarla en suiza... apresúrate, Adler, Chris... es Chris, no está acostumbrada a este mundo intentamos alejarla, pero las mentiras nos metieron en esto—

—La encontrare. Estoy en Múnich, seguro en un par de horas más llegó— respondí.

—Gracias. Y Adler... no dejes que escape otra vez, yo... no sé qué haré si le llega a pasar algo, tú y ella son lo único que me quedan—logré percibir un leve tono triste en su voz el cual me hizo tragar duro.

—No lo haré, lo prometo, Rosean, Chris estará bien y de ser necesario cuando todo esto termine tal vez me aleje, no quiero traer más riesgo a su vida.

—Veremos qué es lo que el destino tiene para ustedes, Adler. Cuídate mucho por favor, te quiero soldado— murmuró eso último. No dije nada, no pude, un nudo se formó en mi garganta, un año después de conocer a George conocí a Rosean, ambos fueron buenos conmigo, no me juzgaron ni me trataron mal, ellos en realidad se convirtieron parte fundamental de mi vida, nunca lo decía, pero fueron lo más cercano a una familia, Rosean era amorosa conmigo y aun lo sigue siendo y cuando conocí a Chris, después de convivir tanto con ella y vivir juntos ella se convirtió en mí familia y aunque no quisiera admitirlo en voz alta se volvió mi motivo para regresar a casa cada maldito día que pasaba, aprovechaba cada minuto que tuviera con ella aunque ese minuto lo usáramos para discutir. Con ella sentía que podía dejar todo mi pasado y mi trabajo lejos, que podía ser alguien con una vida normal, ella le daba sentido a mi vida, porque siendo sincero, recuerdo los años en los que llegaba a mi departamento después de días de trabajo y no me sentía bien, no sé cómo sobrevivía solo, sin ella en mi vida.

Y hace menos de una semana había dicho que no pensaba divorciarme de ella o dejarla, pero después de pensarlo estas últimas cuarenta y ocho horas comencé a considerarlo, en realidad eso había sido egoísta de mi parte y no podía mantenerla alejada de mis problemas, hay una larga lista de personas las cuales quieren y anhelan asesinarme o hacerme sufrir y pagar por lo que he hecho y la mayoría de estas personas son mafiosos, personas que no se tocan el corazón por nadie.

Y eso no era vida, Christine deseaba una familia y una vida normal, algo que posiblemente yo no podría brindarle, estaba lo suficiente jodido como para llegar a la normalidad en la que ella deseaba.

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Había dejado de contar el tiempo desde hace unas horas atrás, mi cabeza no dejaba de pensar en tantas cosas que a la vez parecía que no llegaba a nada, plantearme escenarios en el futuro se volvió una de las peores torturas en estas horas que llevaba conduciendo. ¿Y si Ozkard la encontraba antes que yo? ¿Qué tan segura estaría Chris cuando la alejara de mí? aun dudaba si era una buena idea, no sabía cuántas personas hasta ahora conocían mi verdadera identidad, pero eso era lo que menos me importaba, lo que realmente me importaba era saber cuántas personas sabían quién era Chris, quien podía identificarla o quien la había visto conmigo, porque no había problema si ellos sabían que tenía esposa mientras su identidad fuera una incógnita todo estaría mejor que bien.

Pero no sabía cuántas personas las cuales me odiaban habían visto el rostro de Chris, pero no tenía ningún contacto que pudiera ayudarme a investigar eso, Shadow posiblemente podría hacerlo, no obstante, lo dudaba, me maldije al haber desechado el teléfono del polaco que nos siguió en Calais. Talle mi rostro y observe por el retrovisor al ver una luz reflejarse en los espejos.

Era de noche, podía verse perfectamente. Reduje la velocidad y cambié el carril. El auto se movió a la par. Maldije por lo bajo, mi energía no era demasiada como para empezar con el juego del gato y el ratón. Tome el arma de la guantera la cual estaba cargada, desactive el seguro y la deje sobre la porta vasos. Pise el acelerador, nuevamente cambie el carril. El otro auto copeo la acción. Había dos opciones, era cualquier sujeto estúpido que solo buscaba joder o era algún matón que quería los euros que Ozkard había ofrecido de recompensa por mi cabeza.

Lo cual la primera opción lo dudaba, pero si los dejaba sin neumáticos no tendría que perder tiempo valioso, pero podía esperar unos minutos para ver qué es lo que pasaba. No necesitaba otra cicatriz marcando mi piel, las que tenía eran suficientes y siendo sincero no pensaba dejar que algún maldito hijo de puta con hambre de dinero y con poca inteligencia en su cerebro intentara tocarme otra vez.

No me gustaba el contacto físico, odiaba cuando las personas llegaban a tocarme simplemente me parecía algo incómodo, ajeno e innecesario, pero tuve forzarme a aprender a vivir con alguien que a quien le brindaba tranquilidad el contacto físico. Tuve que adaptarme a la constante necesidad de contacto físico de Chris, aunque fuera un simple roce de manos me incomodaba, me molestaba, aun así, me acostumbre, comencé a adaptarme al contacto físico, pero solo al que proviniera de ella, no de otras personas.

Chris tomo mi mano sin siquiera preguntarme, para mí fue algo intrusivo, no estaba acostumbrado al contacto físico, me desagradaba lo suficiente como para dejar que cualquier persona me tocara, pero no dije nada, Christine no era cualquier persona.

Al principio me sentí raro ante el contacto, la última vez que había tomado sus manos fue en la boda. Unos minutos después comenzaba a acostumbrarme a tener su mano entre la mía, aun así, no dejaba de ser raro y un poco intrusivo, supongo que eso hacen las esposas; invadir tu espacio personal, pero creo poder lidiar con eso.

—¿Pasa algo? —pregunto señalando nuestras manos, caí en cuenta de que ni siquiera estaba tomando su mano, simplemente ella había tomado mi mano y ya esperando a que siguiera. Abrí la boca para hablar, aunque no sabía cuál era el pretexto que le daría, para mi suerte Rosean llegó hasta nosotros.

—Vamos, Chrissy, necesito tu ayuda— ella asintió y se levantó a la vez que soltaba mi mano para alejarse con Rosean, solté un suspiro más tranquilo.

Inspiré profundamente, nuevamente observé el auto que venía detrás.

Pise el acelerador hasta el fondo, observe como el otro auto lo hizo, al llegar a la intercepción giré bruscamente el volante dando una vuelta en U, el auto de atrás freno instintivamente, tome el arma y disminuí la velocidad al pasar a un lado de ellos, no dije nada, dispare al neumático delantero y el trasero.

Escuche un grito de maldición proveniente de ese auto. Él hombre bajo de esté, nuevamente giré en U con brusquedad para retomar mi camino. Él hombre parecía ser un veterano, su corte de cabello, su postura y la cadena de las dog tags que alcanzaba a apreciarse en su cuello.

La mayoría de veteranos están tan acostumbrados a usar el mismo corte de cabello que, aunque se retiren ya es algo parte de ellos, la postura siempre es algo que delata ya que en la milicia debes de caminar con porte y las malditas dog tags, supongo que todos las llevan en sus cuellos hasta que mueren, en mi caso estaban entre mis cosas, no sabía en qué parte, solo sabía que había una caja perdida en la que están mis dog tags, alguna medalla de honor, posiblemente una fotografía y la única que tengo y seguro los papeles que me dieron al salir del servicio.

Deje de pensar en eso, observe como él hombre se acercaba lentamente hacía mi auto mientras apuntaba hacia mí con su arma, hasta la forma en la que se acercaba lo delataba. Recargué mi arma y tome el volante con una mano, si no se movía iba a acelerar y no creo que desee un coche encima.

—Ghost baja del auto— grito a unos metros del auto, logre escucharlo gracias al gran silencio que había. Me quedé estático en mi lugar, viéndolo aún más cerca no parecía tener treinta años, lo cual capto mi atención, era rubio y su acento era americano. ¿Qué hacía un maldito soldado americano aquí? Y sobre todo ¿Cómo sabe quién soy? Si es estúpida esa pregunta, pero no creo que un soldado americano necesité el dinero que Ozkard ofrece, así que por merca curiosidad salí del auto.

—¿Te envío Ozkard? —le cuestione mientras me recargaba en el cofre del coche. Este vacilo, fue poco y casi imperceptible, pero me di cuenta. Se acercó a mí sin dejar de apuntarme con su arma, estaba casi seguro que esa era su arma de servicio.

—No— respondió con firmeza. Asentí.

—¿Tienes familia?

Miró a un lado, no quería hacerle daño, era joven, muy joven, pero no iba a impedirme que siguiera mi camino.

—S-s... ¡No! —podría lucir muy rudo, pero parecía estar muriéndose de los nervios o del miedo, una de dos, pero entonces ¿Qué hacía aquí?

—¿Sí o no? no te pregunto porque quiera hacerles algo, no me meto con la familia de otros— le dije con seriedad. Nuevamente vacilo.

—Si—

—¿Entonces qué haces aquí? Estas muy lejos de tu país—

—Me han enviado aquí

—¿Quién te envió? —cuestione nuevamente.

—Me mataran si le digo—

—Y yo te matare a ti si no te mueves del camino— amenace, me erguí y me acerqué un poco. El me miró y le quito el seguro al arma.

—Ellos sí mataran a mi familia— respondió. Bueno he aquí la razón aun así me importaba un carajo su vida, que la resuelva como pueda no soy beneficencia pública o un mago para desaparecer sus problemas.

Tomo una respiración profunda y llevó su dedo al gatillo. Antes de que pudiera apretarlo tome su muñeca levantándola y apartándola de mí, un tiro al aire salió de está causando que los pajarracos que estaban en los árboles se quejaran y volaran lejos. Golpee su rostro con mí puño, justo en su nariz, tome el arma y se la arrebate. Él llevó sus manos a su nariz y soltó un quejido de dolor, se hizo hacía a un lado.

No lo pensé dos veces recargué su arma y le disparé en la pierna cuidando en que área lo hacía, no quería matarlo. Soltó un grito de dolor y cayó al suelo quejándose, el color carmesí mancho su pantalón.

—Eso bastará para que no te maten— le dije y lance su pistola hacía los pastizales —Y si lo hacen, mis más sinceras condolencias— le dije mientras me giraba para regresar al auto.

—¡Estás loco!

Grito mientras sostenía su pierna. Rodé los ojos.

—Pude haberte metido la bala en el culo o en la cabeza, fui gentil, idiota— le dije mientras subía al auto. Encendí y el motor rugió, comencé a conducir ignorando las maldiciones del soldado.

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Ginebra, Suiza.

Christine

Iba a irme ya que amaneciera, ni siquiera sabía cómo iba a llamar un maldito taxi. Habían pasado tres días y no había rastro de Adler y comenzaba a considerar el hecho de llamar a mi madre. A estas alturas comencé a creer que Adler solo había llamado a mamá por compromiso y no porque realmente le interesara.

Había estado encerrada estos tres días, el miedo surcaba cada parte de mi piel, no dejaba de ver las cámaras de seguridad y estaba segura de que pronto se acabaría mi último inhalador, comúnmente un solo inhalador me duraba dos semanas ya que no podía aumentar las dosis por mi propia cuenta, pero lo hacía cuando sentía que no mejoraba y claro a escondidas. Eran las tres de la madrugada y no podía esperar para que amaneciera.

Termine de guardar las carpetas que había tomado de la pequeña oficina y del baúl, no debía tomarlos, pero mi intuición me decía que tampoco debía dejarlos, guarde el álbum de fotografías, tome tres fajos de billetes, un teléfono desechable o bueno los dos y miré las armas del baúl, estaba tentada a llevar una en mi mochila por si acaso, aunque no sabía cómo usarla, pero supongo que es parecido a las películas ¿no? supongo que sí.

Al final termine tomando una de las armas, agradecí que estuvieran junto a sus cartuchos ya que de no ser por eso tal vez hubiera tomado los equivocados. Guarde los cartuchos y luego miré la pistola, era pesada y fría, observe cada parte de ella, desde el cañón hasta la empuñadura donde encontré unas letras grabadas en ella.

R.B.

Rosean Bowel. Seguro que era de mamá, no sé porque otra razón tendría sus iniciales. Deje eso de lado y guarde la pistola, cerré mi mochila en la cual con mucho trabajo logre cerrar. Cuando por fin logré eso la dejé justo frente a mí en el suelo. Me senté nuevamente en el lugar el cual se había vuelto el más seguro de toda la casa el suelo, justo a un lado de la ventana, aunque bueno eso es lo que yo creía para mantenerme en calma.

Solo había dormido dos horas, una hora cada día y hoy no había podido pegar el ojo, mi preocupación era el doble y mi cansancio también, me dolía la cabeza y mis ojos ardían.

Evite pensar en estos últimos tres días aquí, sola en el silencio de mis pensamientos, cada pensamiento se había vuelto un arma de doble filo y al final parecía que todos esos pensamientos intrusivos habían tenido razón. Adler no iba a venir. Tenía que hacer esto por mí, por mamá, no podía dejarla sola. Las lágrimas recorrieron mi rostro, aunque yo no lo permitiera.

Me dije a mi misma que si había llegado hasta aquí iba poder llegar a estados unidos, aunque no tenía conmigo mi visa, ni mi pasaporte, así que no sabía cómo iba a entrar a ese país. La idea de ir a la embajada volvió a salir a flote, podría ir a alguna embajada aquí en suiza, pedir que me regresaran a mi país y estando en Londres ir por mis papeles, aunque el hecho de regresar a la casa me causaba cierto miedo, no sabía si habría personas esperando a que regresáramos y siendo sincera no quería ser una víctima más de la mafia.

También pensé en ir a la policía, pero nadie me aseguraba de que ellos resolverían algo, aun así, tenía dos ideas no tan buenas, pero era mejor que quedarme a esperar a que unos locos me asesinaran.

Abrace mis rodillas, tenía algo de frío, pero lo ignore.

Mis ojos se cristalizaron e iba a dar rienda suelta a mis emociones hasta que el sonido de la tableta me alarmo, no, decir que me alarmo fue poco más bien hizo que la sangre se me halara y mi corazón latiera con tanta fuerza que sentía que iba a escaparse de mi pecho porque sabía lo que significaba ese sonido.

Había alguien intentando entrar a la casa.

Tome mi inhalador y la tableta. Di dos pufs de mi inhalador y abrí las cámaras de seguridad, mis manos temblaban, más bien todo mi cuerpo estaba temblando. Las cámaras nocturnas detectaron señal afuera.

Mi respiración se volvió un lío. Me force a controlarla y practicarla. Eran tres personas, no podía ver sus caras ya que estaban cubiertas con pasamontañas, pero la silueta y el cabello sobresaliendo del pasamontaña de una de esas tres personas me hizo saber que había una mujer y dos hombres.

Estaban buscando por donde entrar. Estaban justo debajo de mi ventana. Casi solté un chillido de miedo, mis manos temblaron y la tableta resbalo de mis manos, pero la alfombra amortiguo el golpe. La encendí y dejé las grabaciones. Me levante del suelo con mi inhalador en mi bolsillo, la tableta en mi mano y mi cuerpo temblando. Me acerque al baúl el cual había cerrado. Lo abrí nuevamente, tomé una pistola igual que la de mi madre. Esa también estaba grabada, pero con las iniciales G.D. las iniciales de papá. Ignore eso.

Recordé las películas y programas de agentes secretos, policías y criminales que había visto. Tome uno de los cartuchos y lo deje sobre la cama, saqué el cartucho y me asegure de que tuviera balas, así que él otro cartucho lo puse en mi bolsillo. Recordé que las armas de las películas y la de Adler tenían un seguro en la parte superior de la empuñadura. Observe el seguro que estaba al costado y según yo lo desactive. El siguiente paso fue recorrer hacía adelante y hacía atrás la corredera, eso último no supe si se tenía que hacer o no, pero lo vi en películas.

Mis manos seguían temblando.

Un estruendo de la planta baja casi me hizo chillar. Observe las cámaras, habían derribado la protección de sillas que había armado. ¿Era buena idea saltar por la ventana?

Un nudo se formó en mi garganta, todo mi cuerpo temblaba del miedo. No había manera de que saliera de aquí con vida, era más fácil que me auto disparara a que le disparara a uno de ellos gracias a mi nula experiencia.

Solo un milagro podría salvarme.

Tome mi mochila y me fui a encerrar al baño, apague todas las luces. Me coloque detrás de la puerta. Mi pecho subía y bajaba. Los intrusos caminaron por toda la planta baja mientras abrían las puertas que se encontraban. Pronto la mujer señalo las escaleras. Este sería mi fin.

La tableta se apagó de repente, trague duro y limpie mis lágrimas mientras intentaba encender la tableta con una mano, pero no encendió, seguro se le había acabado la batería. Quise gritar y estrellarla contra el piso.

Cubrí mi boca al escuchar como comenzaban a golpear la puerta de las escaleras. Este iba a ser el final. Iba a morir sin haber luchado, iba a morir sin haber sido amada por alguien, iba a morir sabiendo que a mamá le iba a partir el alma mi partida, iba a morir sabiendo que Adler no me busco, iba a morir sabiendo que huir fue una estupidez, solo iba a morir siendo una inútil.

Finalmente se escuchó un golpe mucho más fuerte que los otros y gracias al silencio que se había causado logre escuchar sus pisadas al otro lado. Escuche como abrieron las puertas, pero comenzaron a forcejear con la de la habitación grande.

—Ghost no está para salvarte, Christine— escuche a la voz femenina.

Sabían mi nombre. Estaba muerta.

—Vamos mujer, sal, no te pasara nada malo, a menos que te resistas— ahora fue una voz masculina. Sus acentos eran diferentes, no me moleste en identificarlos.

—Puedes salir por las buenas o podemos sacarte por las malas— una tercera voz. Escuche el forcejeo contra la puerta y pocos segundos después escuche el impacto de las balas contra la puerta. Las lágrimas empaparon mi rostro, ningún sonido lograba salir de mi garganta, el miedo comenzaba a nublar mi juicio. Limpie mi rostro con fuerza. Nuevamente escuche una ráfaga de balas, pero no eran hacía la puerta. Hubo un momento de silencio y escuche unas leves maldiciones.

El sonido de dos balas una pequeña pausa y luego tres más.

Silencio.

Una bala. Dos segundos de silencio y cinco balas más.

Silencio.

Tres balas.

Y más silencio.

Iba a morir.

Escuche pisadas en las escaleras. Un fuerte impacto contra la puerta de la habitación y pisadas dentro de la habitación. Y silencio. La perilla de la puerta giro. Tragué duro y levante la pistola, lleve mi dedo al gatillo mientras mis manos temblaban y mi corazón luchaba por salir de mi pecho. La puerta se abrió lentamente, cuando vi una sombra oscura presioné el gatillo, pero este no cedió, parecía haberse atorado. Casi chille cuando la sombra se giró y mi opción más viable fue golpearle con la pistola, ni siquiera alcance a tocar a la sombra porque una mano se cerró en mi muñeca.

La luz se encendió de repente encandilándome por unos segundos. Cuando enfoque mi mirada por completo logre verlo. Inmediatamente solté el arma, él soltó mi muñeca y lo abracé con fuerza. Las lágrimas comenzaron a desbordarse de mis ojos sin que pudiera controlarlo y tampoco quería hacerlo.

—Estás aquí— murmuré entre lágrimas. mi pecho subía y bajaba sin control de sí mismo, mi cuerpo aun temblaba.

Adler se separó un poco de mí. Sus manos ascendieron a mi rostro y limpió mis mejillas.

—Estoy aquí— confirmo sin dejar de mirarme, había un brillo en sus ojos—¿Estás bien? ¿No te lastimaron? —pregunto preocupado buscando algún signo de daño en mí. Negué con la cabeza, las lágrimas se deslizaron una vez más y limpié mis ojos con el dorso de mi mano. Antes de que dijera algo Adler se acercó a mi rostro y sin previo aviso me beso.

Pero no fue un beso como todos los anteriores que nos habíamos dado, no, esto fue un beso real y desesperado no solo un roce de nuestros labios. Por instinto lleve mis brazos alrededor de su cuello, sus manos descendieron a mi cintura y me pegó a su pecho. Nuestros labios danzaron al mismo ritmo y probé el sabor salado de mis lágrimas. Gemí brevemente en sus labios y mi cuerpo se relajó un poco.

Nos separamos por la falta de aire, mi pecho subía y bajaba, mi corazón latía con rápido, pero mucho menos que antes, mis mejillas estaban ardiendo y de repente hacía un poco de calor. Adler subió nuevamente una de sus manos a mi rostro comenzando a acariciarlo y mover algunos mechones.

—Te extrañe, bonita— murmuró cerca de mi rostro. Esas simples palabras me hicieron sonreír y las ganas de llorar regresaron.

—Yo también lo hice— pausé —No debí huir, perdón, tenía miedo, estaba confundida, quise regresar, pero me había perdido y ya no supe que hacer, después— mi voz se quebró inevitablemente, Adler no dejo de observarme ni acariciarme.

» Me quedé en un hotel y pensé en llamar a mamá, le dije que si aún tenía este lugar y me dijo que sí y cuando iba a la estación de tren, por el metro unas personas me siguieron, pero logre huir y llegué aquí hace unos días, no había salido de aquí y como no sabía si estabas buscándome pensé en irme por la mañana y luego ellos llegaron. Creí que no me estabas buscando, creí que no te importaba, que quizás dejarías de estar cuidando de mí y ya no te retrasaría y que no volvería a verte, fui una tonta no debí de huir—

No alejo su mirada de mí ni un segundo, mis ojos nuevamente se inundaron en lágrimas nublándome la vista. Aclaro su garganta y mirada se tornó un poco oscura, su mano descendió a mi cuello y siguió acariciando mi mejilla con su pulgar.

—Escúchame con atención, Bonita— murmuró, limpie mis lágrimas—No quiero escucharte o darme cuenta que piensas que no me importas, que no te quiero, que eres un estorbo o cualquier mierda de esas, sino haré que te tragues tus palabras— amenazo con severidad, sus ojos seguían clavados en los míos y ese tono hizo regresar el calor que había sentido unos minutos atrás.

No pude evitar tragar ante eso, Adler siempre me había parecido alguien rudo en cuanto a muchas cosas.

—¿Es una amenaza?

—Si— confirmo. Mi pecho subía y bajaba.

—¿Me harás daño?

—Posiblemente

—¿Tiene que ver con una habitación y una cama? —cuestione con cierto nerviosismo.

—Una cama, un baño, una mesa, el auto, el suelo, la cocina, donde sea, no necesariamente una habitación, bonita— murmuró muy cerca de mi boca, mi corazón no cabía en mi pecho, mi pulso se había disparado y se me había secado la boca. Comenzaba a desear más.

Mordí mi labio inferior.

—¿Me gustara?

—Eso espero—

—¿Podrías contarme más? —una sonrisa cargada de malicia y diversión se formó en sus labios.

—Sí, pero primero hay que salir de aquí, no sé cuántas personas más tienen la ubicación de este lugar— asentí levemente. Aun no se había alejado de mí.

—¿Podrías besarme otra vez? Por favor— pedí con amabilidad y casi en un susurró, apenas y sentía que mi voz podía salir de mi garganta gracias a los días que estuve en total silencio. La sonrisa no se borró de sus labios. Sus dedos se cerraron alrededor de mi cuello sin cortar mi respiración. Una vez más acercó sus labios a los míos, esta vez fue más lento, sin tanta desesperación de por medio, disfrute el sabor mentolado de su boca y la forma en la que con su otra mano me mantenía cerca de su pecho.

Tenía que estar de puntillas para alcanzar solo un poco más a Adler y, aun así, no era suficiente para alcanzarlo.

Nunca nos habíamos besado de esta forma y corría el peligro no volverme adicta a esto y no querer alejarme nunca, aunque bueno, eso ya lo tenía claro, no quería alejarme de Adler Callen otra vez, tendría mucho tiempo para joderlo por haberme mentido. Nos alejamos por falta de aire. Hubo partes de mi cuerpo las cuales me recordaron que existían y una pequeña llama en mi interior que se había encendido.

—No puedo creer que haya tenido que pasar dos casi intentos de asesinato, que te pidiera el divorcio y dos intentos de huir para que me besaras así— murmuré alejándome un poco de él para poder pensar claramente. Una pequeña risa broto de sus labios. Yo era la única que causaba ese sonido, eso lo tenía claro era de las pocas cosas que en realidad si sabía de él.

—Bueno... no lo sé, estaba desesperado porque pensé demasiadas cosas y bueno todos los sentimientos... es complicado porque había intentado mantener a raya todo, siempre, pero me lo complicas— respondió haciendo unas pausas como si quisiera buscar las palabras para describir lo que pasaba.

No quise indagar en eso, por lo menos por ahora, estaba muy cansada, necesitaba cerrar mis ojos y descansar. Asentí levemente, Adler termino con nuestra cercanía. Miró el suelo y frunció el ceño al ver la pistola la cual había soltado cuando lo vi.

—¿Pensabas disparar? —pregunto mientras se agachaba para tomarla. En ese instante mi mente me llevó los posibles escenarios.

De no haber sido porque el gatillo se atoro... hubiera disparado hacía Adler. No pude evitar sentir un escalofrió.

—Oh Dios, pude haberme matado, Callen— murmuré preocupada entornando la mirada entre él y el arma que sostenía. Adler se acercó un poco nuevamente, pero me mostro el arma.

—Pero no pasó nada— respondió con calma, como que si no pude haberlo matado—Esto— señalo el seguro—está activado, por eso— giro el hacía apuntando hacía la ducha y tiro del gatillo el cual no cedió —no lograste disparar, si lo moviste lo hiciste mal y sino solo tenía el seguro.

Asentí levemente, no quería pensar en lo que hubiera pasado si no hubiera movido el seguro. Adler dejo el arma sobre el lavamanos y se acercó a mí, acarició mi cabeza y beso mi frente.

—No pienses en eso, olvídalo, no tiene caso, no pasó nada—asentí levemente. Ambos salimos del baño, tomé el arma y se la tendí a Adler. Este frunció el ceño.

—Era de mi papá, no quiero dejarla no creo que a mamá le cause emoción saber que alguien tomo lo que era de papá— Adler asintió y la tomo.

—¿Qué más nos llevaremos? —pregunto cuando estuvimos en la habitación.

—Mi mochila y la laptop— le dije. Las tomo cuando las vio, me acerqué al baúl y lo cerré con el candado que tenía a un lado. La devolví a debajo de la cama. Cuando lo hice me acerqué a Adler, antes de salir de la habitación me detuvo.

—¿Qué te parece si hacemos esto? Te cubro los ojos, te ayudo a bajar y te llevo al auto o te cubro los ojos con algo, te cargo y te llevo al auto— fruncí el ceño, su pregunta me descoloco un poco.

—¿La razón? —

—Sangre y tres personas muertas— soltó a secas. Tragué, bien esto no debería de sorprenderme ya que de una forma había llegado hasta mí sin que hubiera personas intentando matarnos. Así que no dije nada al respecto, no tenía por qué juzgarlo.

—Cúbreme los ojos— pedí. Saqué una blusa de mi mochila y se la di. Él la paso por mis ojos y todo se volvió oscuro, iba a dar el primer paso cuando sentí que me levantaba.

—No te dije que me cargaras— le regañe y sentí la vibración de su pecho.

—De igual forma iba a hacerlo— pauso, sentí como comenzó a bajar los escalones —¿Qué te paso en los nudillos? —pregunto, la curiosidad era palpable en su voz.

—Después de que quebré la ventana estaba removiendo los cristales quebrados para poder entrar, pero accidentalmente me corté— conté tranquilamente. Adler se quedó en silencio.

No me gustaba que me levantaran, la idea de ser muy pesada me rondaba demasiado la mente. No era delgada, mis caderas eran anchas y mis piernas gruesas, mi abdomen no era del todo plano, mis senos eran pequeños y mi rostro redondo. De pequeña los niños de mi escuela se burlaban de mí, decían cosas ofensivas y mis padres me cambiaban de escuela cuando veían que las autoridades de la escuela no hacían nada al respecto, cuando llegué a la secundaria ocurrió lo mismo; niños inmaduros juzgando el cuerpo y los gustos de los demás. En la preparatoria creí que iba a cesar, sin embargo, solo disminuyo ya que aún había chicas las cuales decían cosas horribles de mí.

Siempre intente que no me afectaran los comentarios, pero en realidad siempre me afectaron, aunque también intentaba demostrarles a las personas que no me importaban los comentarios.

Cuando llegué a la universidad todo cambio, nadie hablaba de mi físico, todos sabían a lo que iban a nadie le importaba y aun así no dejaba de sentirme juzgada, aunque no fuera así.

—No me estas escuchando ¿Verdad? —La voz de Adler me atrajo a la realidad, voltee a verlo como si pudiera verlo, el frío me hizo saber que estábamos afuera.

—Lo siento— me disculpe.

—Tranquila, decía que debes tener más cuidado, pudiste córtate alguna vena o algo así— comentó afirme con la cabeza sin decir nada —¿Qué piensas?

—Que ya debes bajarme, estamos fuera de la casa— de repente tiro de la blusa que cubría mis ojos. Instantáneamente los abrí y me acostumbré a la luz de las farolas. Ni siquiera me había dado cuenta de cuando dejo de caminar, estábamos junto a un auto. Me bajo.

—Eso debería entrar en la amenaza de hace rato— comentó abriendo la puerta del copiloto.

—Me avisas cuando entré ahí— respondí mientras me adentraba en el auto y cerraba la puerta. Vi un destello de sonrisa, abrió la puerta de la parte trasera y dejo mi mochila y la laptop.

Adler rodeo el auto y termino subiendo al lado del conductor. Encendió el auto y comenzó a conducir. No podía evitar sentirme más tranquila, era como si esa sensación pesada sobre mi pecho disminuyera.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Chêne-Bourgeries, Suiza.

Adler

Habíamos llegado hace unos minutos a un hotel de paso. Mi corazón latía con desesperación al tenerla cerca, ni siquiera podía describir lo que sentía, estaba tan eufórico por haberla encontrado bien, y Dios, necesitaba seguirla besando, necesitaba tenerla tan cerca que estaba comiéndome la cabeza.

Había quebrantado mi autocontrol, durante varios años había estado muy tentado a muchas cosas y manteniendo mi autocontrol a raya, no obstante, el haber creído por un mínimo momento que pude haberla perdido casi me hace perder la razón y cuando la tuve cerca... maldita sea no pude resistirme y ahora estaba tentado a besarla en cada momento. Aun así, tenía que poner ciertos límites en mí.

Chris salió del baño, lucía bastante cansada, las ojeras eran notorias y el cansancio visible, ni siquiera sabía si había comido bien en estos días, aun así, me mordí la lengua para no preguntar iba a dejarla descansar por ahora. Paso por mi lado dispuesta a acostarse, tome su muñeca antes de que siguiera.

—Ese es mi lado de la cama— le recordé. Ella hizo una mueca de disgusto.

—Pero quiero dormir ahí— la atraje hacía mí, quedó justo frente a mí. Hizo un pequeño puchero, la había extrañado demasiado.

—El lado de la puerta es el mío, bonita— bufo y se deshizo de mi agarre para rodear la cama ignorando lo que le había dicho. Me gire sobre la cama para observar cómo se acostaba de mi lado. Me levanté de la cama y me acerqué a ella.

—Bien, esperare a que te duermas para moverte—le dije mientras le daba un apretón en la mejilla. Ella se cruzó de brazos aferrándose a la idea de que la dejaría dormir ahí.

Tome mi ropa para ir a darme una ducha. Unos minutos después salí del baño listo para mover a Chris quien seguro ya se había dormido. Me sorprendió verla despierta, aunque sus ojos luchaban por cerrarse.

—¿Aun no te has movido? —le cuestioné cuando llegué a su lado. Ella negó con la cabeza mordiendo sus labios. Me senté en el bordo de la cama.

—No me voy a mover— dijo muy segura de sí misma, alce una ceja.

—¿Ah sí? —asintió, yo también asentí. Me gire sobre la cama quedando frente a ella quien estaba a la espera de lo que haría, acerqué una de mis manos a su abdomen y la metí por debajo de su blusa, su piel estaba tibia. Su respiración se pauso un poco, acaricié lentamente su estómago hasta llegar a sus costillas, tuve que reunir mucha más fuerza de voluntad para no llegar más allá de sus costillas.

Acaricie esa zona solo un poco más y cuando note que ya no estaba esperando algún otro movimiento comencé a hacerle costillas.

—¡Ay!

Comenzó a reírse mientras seguía haciéndole costillas, sabía que no podía hacerle cosquillas durante mucho tiempo por sus ataques de asma, pataleo un poco y luego giro sobre la cama buscando escapar, cuando vi que se movió hacía su lugar paré. Ella tomo aire profundamente intentando tranquilizarse.

—Te dije que te movieras— comenté mientras me acomodaba en mi lugar. Ella me fulmino con la mirada, pero no dejo de sonreír con diversión. Me gustaba esa sonrisa.

—Eso es jugar sucio— se quejó girándose hacía mí.

—Es la única forma de juego que conozco— me encogí de hombros restándole importancia. Ella negó con la cabeza como si no tuviera remedio. Me dio una última sonrisa y se giró dándome la espalda, pero yo quería abrazarla.

—Podrías acostarte en mi brazo— comenté con calma y sin dejar notar mi desesperación—Podría morderte, pero es un riesgo que tú decides tomar— agregué. Ella se giró, sus ojos me miraron con ilusión. No dijo nada, solo se acomodó, puso su cabeza sobre mi brazo y lentamente dejo su brazo sobre mi pecho a la espera de una negación, la cual no obtuvo.

Solo entrelace mis dedos con los suyos.

Minutos después habló.

—Callen, ¿cuándo esto termine podemos irnos a vivir a algún lugar caribeño? —su voz sonaba adormilada voltee a verla y sus ojos comenzaban a cerrarse —Y podemos tener un perro y un gato, podemos ponerles kit y kat, podríamos ir a la playa diario y podría ponerme bañadores lindos— murmuró haciéndome saber que el sueño comenzaba a apoderarse de ella, su respiración se ralentizo dejándome saber que se había quedado dormida. Gire un poco la cabeza para observarla, lucía tan tranquila y algunos de sus mechones color avellana rozaban su rostro.

Era tan deslumbrante.

Deje un casto beso en su frente.

Una punzada en el pecho me hizo sentir culpable, ya que posiblemente eso no iba a suceder.

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