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Capítulo 4

DOS MILLONES POR TU CABEZA

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Christine

El sol ya se había escondido desde hace unas dos horas, Adler se había comunicado con su jefa hace media hora para informarle que íbamos a ir a Alemania. Le informo que había conseguido una avioneta para llegar a Francia, lo cual no supe si era verdad o mentira ya que no había mencionado nada sobre eso. Y yo estaba con la curiosidad de saber si era cierto o no.

Adler seguía manejando por la carretera había muchos coches, pero el tráfico no era muy lento como otras veces. Para nuestra buena suerte Londres es muy grande y no habíamos sido encontrados por ninguno de los matones que nos perseguían. Aun.

—¿A dónde vamos? —pregunte cruzándome de brazos, gire un poco para verlo. Las luces de las farolas iluminaban su rostro conforme conducía. Desde mi posición y con la escasa iluminación que en breves momentos caían en su perfil podía ver el inicio de su cicatriz.

—A comprar comida— respondió, su voz estaba tranquila, aunque en algunos momentos notaba el movimiento ansioso que había notado anoche. Lo hacía unos cuantos minutos, sobre el volante o sobre su rodilla y cuando caía en cuenta del movimiento lo dejaba de hacer.

—¿Después?

—Iremos a Dover— respondió. Nuevamente el movimiento en sus dedos comenzó, tenía su mano izquierda sobre su rodilla, donde golpeteaba sus dedos constantemente.

Mordí mi labio inferior, tomé aire y acerqué mi mano a la suya para tomarla, observo de reojo el movimiento, pero no rechisto ni dijo nada, solo entrelazo sus dedos con los míos, su piel estaba tibia, quería darle un abrazo, porque a pesar de ser un loquito también es una persona por la cual siento un gran amor y sobre todo es alguien quien me apoyo, es el hombre que duerme conmigo, el que soporto mis comidas en mis últimos semestres y sobre todo no iba a olvidar cuando estuvo conmigo él día de mi graduación, la forma en la que me abrazo, cuando me felicito beso mi cabeza y me dijo que estaba muy orgulloso de mí.

Nunca tuve amigos y solo salí con un chico y cuando alguien más aparte de mis padres se interesó un poco en mi vida me hizo sentir bien.

—¿Qué quieres cenar? —pregunto con curiosidad cuando llegamos a un semáforo. Me encogí de hombros restándole importancia. El giro un poco para verme. Soltó mi mano por unos segundos y llevó su mano a mi hombro, me dio un leve apretón y luego deslizo su mano por mi espalda hasta llegar a mi nuca, donde me dio un leve masaje. Era común que hiciera eso cuando se daba cuenta que mí día no iba tan bien como esperaba.

Ni siquiera aleje su mano, todo lo contrario.

—Lo que sea— suspire. Una pequeña sonrisa surgió en sus labios. Cuando el semáforo se puso en verde alejo su mano de mi nuca y nuevamente tomo mi mano. No discutimos por la comida, ni siquiera hacía falta hacerlo.

—Callen— le llame. En respuesta solo obtuve un "¿hum?" así que continúe —Cuando nos estábamos conociendo, cuando ibas a casa y algunas veces charlábamos, ¿Nuestra amistad comenzó como una mentira? — cuestione. En realidad, eso era algo que si me preocupaba.

—No, eso fue real, hay muchas cosas que fueron y siguen siendo reales.

Algo dentro de mí se tranquilizó un poco al escuchar eso.

—¿Qué otra cosa fue real? —

—Nuestras citas, todo lo que te dije el día que te graduaste, mi opinión sobre tu comida, el cuanto amo tus postres, las noches de películas, el hecho de tener mascotas, los pocos besos que hemos tenido y más cosas— comentó. Mis mejillas se calentaron. Me quedé en silencio.

Minutos después llegamos a aun autoservicio, ni siquiera me interese en observar a donde habíamos llegado. Llegamos a la ventanilla y el exquisito olor de las especias, el queso y la masa haciéndose uno inundo el auto y mi estómago gruño. Él pidió una pizza mitad peperoni mitad queso, pidió que pusieran aderezo extra de queso con jalapeño, pidió dos sodas y papas fritas.

Unos minutos después le entregaron la comida, pagó y me paso la pizza, dejo las sodas en la porta vasos. Tomé los aderezos y abrí la pizza. Deje sobre la tapa los aderezos. Adler abrió las papas con cuidado mientras tomaba el volante con la otra mano. Dejo la caja de las papas en medio de ambos asientos.

Tome una rebanada de pizza sin peperoni, le puse aderezo y se la pase a Erik, él la tomo y murmuro un "gracias". Yo tome otro pedazo de pizza con peperoni y lo llene de aderezo tome unas cuantas papas y las puse encima.

Ambos comimos en silencio, bebimos soda y compartimos las papas. Media hora después estábamos cercas de Orpington.

Dos horas después se me ocurrió preguntar.

—¿Por qué vamos a Dover?

Cuestione confundida, según yo cerca de Dover no había ningún aeródromo o hangar donde pudiera haber avionetas.

—Tomaremos un ferry que nos lleve a Calais— comentó quitado de la pena, como si no fuera importante comentarme lo que haríamos, supongo que cree que me dice lo suficiente y no, no es suficiente.

—Callen— le llame, nuevamente hizo su sonido favorito a modo de respuesta —Independientemente de que sea tu esposa o tu amiga. ¡Debes de decirme a donde mierda me llevas, no solo te quieren matar a ti, tonto! —le di un golpe en cuanto el semáforo se puso en rojo. Volteo a verme con seriedad.

—Christine, es asunto mío, no tienes por qué meterte más de lo que ya estas— respondió a la vez que tensaba su mandíbula. Me crucé de brazos y entrecerré los ojos.

—¡Da igual! Ya estoy dentro de esto Callen y ¿Qué crees? Si no quieres que me ponga a gritar como loca en el ferry y diga que me secuestraste infórmame todo lo que haremos de una buena puta vez— intente no alterarme, pero era imposible, aun así, no grite tanto.

Paso una mano por su rostro y soltó un suspiro, volteo al frente y comenzó a conducir. Otra vez no iba a decir nada el muy maldito, iba a gritarle otra vez cuando comenzó a hablar.

—Llegaremos a Francia, de ahí iremos a países bajos, un contacto me consiguió una avioneta en la cual volaremos hasta Berlín y de ahí seguiremos en auto hasta Hamburgo, llegaremos a la base y ahí te quedarás mientras arreglo todo este lío.

Asentí levemente sin decir más, no rebatí, decidí utilizar ese tiempo para idear mi plan de huida. Claramente en países bajos no podría huir, era mucho mejor esperar a estar en Alemania, podría pedirle que me llevara a un lugar, tal vez al baño, solo tenía que encontrar un lugar donde hubiera ventana en el baño.

Okey. En Alemania, íbamos a llegar a Alemania le pediría a Adler que me llevara a comer y luego iría al baño, donde me escaparía por una ventana, ni siquiera era muy seguro que pudiera hacerlo, soy muy mala en ese tipo de cosas, mi condición y mi cuerpo no me ayudaban demasiado, pero lo intentaría.

Cuando lograra alejarme buscaría una maldita embajada para que me regresaran a Londres, tenía que ser muy rápida para que Adler no me encontrara, aunque siendo sincera era algo muy difícil, el me conocía y seguro conoce cuando miento.

Mordí mi labio inferior, esto iba a ser difícil, pero no imposible.

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Adler

Chris iba sentada a mi lado, su cabeza iba recargada en mi hombro mientras mis dedos estaban entrelazados con los míos. Tenía los ojos cerrados, mi respiración era muy tranquila lo cual hacía creer a Christine que estaba dormido. Ella iba acariciando mi mano con cuidado para no despertarme.

—Intenta descansar— murmuré de forma apenas audible. Abrí los ojos lentamente para observarla. Ella asintió y se acercó para besar mi mejilla luego se acomodó nuevamente sobre mi hombro. Se me hizo raro esa acción, no porque nunca lo hiciera, sino porque sabía que ella no estaba feliz conmigo por todo lo que estaba pasando.

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Calais, Francia.

Pasaron casi siete horas cuando llegamos a Francia. No tuve que despertar a Chris porque estaba despierta. Yo había dormido solo dos horas, luego de eso mi mente no dejaba de maquinar imágenes desagradables las cuales no deseaba.

La explosión en el estacionamiento daño más de lo que esperaba, había abierto la caja de pandora que llevaba en mi interior, la misma que me había esforzado demasiado en ocultar y mandar al fondo de mi ser. No me gusta recordar los tiempos que pasé en SAS y mi infancia, vi cosas que afectaron mi psique, cosas que nunca abandonarían mi mente.

No tuve una infancia como cualquier otro niño, mi infancia fue cruel y para nada apta para un niño. Mi madre era una alcohólica y una drogadicta, no tuve padre, ni siquiera se dignó en brindarme su apellido y tampoco se interesó en conocerme, solo éramos mamá y yo o mejor dicho solo era yo.

Mayormente pasaba su tiempo drogada o alcoholizada, dependía de lo que tuviera cerca o para lo que le alcanzara. Apenas y podía ir a la escuela, solo recibía el apoyo de un profesor el cual sabía de la situación que vivía en casa, él me llevaba a casa después de clases ya que la mujer que se decía ser mi madre no le importaba ir por mí a la escuela.

Cuando cumplí siete años ella no estaba en casa, salió por la mañana y como un niño ingenuo creí que habría ido a comprar algo para mí, pero no fue así, llegaron las diez de la mañana ella aun no llegaba, se hicieron las dos de la tarde y seguía sin llegar a casa, se hicieron las cuatro y no había rastro de ella, ahí fue cuando comencé a llorar y pedir porque ella regresara, recuerdo perfectamente ese día, fue un sábado y en casa no había nada de comer. Se hicieron las ocho de la noche y ella no llegaba, para esa hora las lágrimas ya se me habían secado e incluso creí que me iba a dejar ahí para morir solo.

Pero no, ella llegó a las diez y media de la noche con una sopa instantánea y tambaleándose de borracha ella llegó, me dijo que me la preparara para comer. No me felicito por mi cumpleaños, ya que ni siquiera lo recordaba o seguramente no le interesaba. Esa noche me aferré a sus piernas y llore mientras le pedía perdón por ser un niño malo, le jure que no iba a portarme mal, pero no le importo, me grito que me callara, pero no podía controlarme, había extrañado a mi madre, así que me golpeo, pero al ver que mi llanto solo aumento se molestó conmigo y preguntó:

Así que quieres llorar más, ¿Verdad mocoso? —

Me tomo del brazo y me llevo a su habitación, donde me lanzo contra un espejo no tan grande que había en su pared. El golpe fue tan fuerte que mi cabeza comenzó a sangrar y solo hizo que el llanto aumentara. El espejo cayo en pedazos a mis pies, me obligo a caminar sobre los pedazos del espejo quebrado y al ver que mi llanto no cesaba tomo un pedazo del espejo quebrado.

Corto mi piel con el espejo, empezando desde mi cabeza, justo detrás de mi oreja, deslizando el cristal por mí hombro y girar bruscamente el cristal para deslizarlo por mi brazo hasta llegar a mi muñeca, donde no alcanzo a tocar las venas, pero si dejo una gran cicatriz, yo rogué y lloré porque me dejara de hacer daño, pero ella no me escucho, mis pies no dejaban de sangrar por los cortes que tenía y el color rojo comenzaba a cubrir mi brazo hasta derramarse en el suelo. 

Esa noche llore hasta que no pude más, más bien hasta que me desmaye por la sangre que había perdido y cuando desperté estaba en un hospital, una doctora muy amable habló conmigo y me contó lo sucedido, me dijo que una vecina me llevo al hospital y me pregunto demasiadas cosas las cuales no pude responder debido al miedo que sentía. Horas después mi madre apareció ahí, molesta y gritando que la vecina que me había llevado me había secuestrado.

Al final tuvieron que entregarme con mi madre y regrese al infierno que vivía a diario con ella. Tres años después ella murió por mezclar sustancias y a mí me llevaron a un orfanato, donde todo era igual de lúgubre que vivir en mi casa, solo que ahí no intentaban matarme con cristales quebrados.

Desde ese día dejo de interesarme mi cumpleaños, deje de celebrarlo, emocionarme por el o siquiera decir que día cumplía años, solo era un día más el cual no tenía nada de especial y ciertamente a nadie le importaba, George, el padre de Chris siempre comprendió que no tenía que felicitarme en mi cumpleaños ni tratarme diferente, además era la única persona que sabía que día era.

Claro hasta que conocí a Chris, tuve que decirle cuando era mi cumpleaños, ella es la única que ha intentado festejarlos, pero nunca estoy en casa para esa fecha, siempre prefiero trabajar para olvidar todo lo que paso en mi infancia.

Y aun así esa maravillosa mujer desperdiciaba su tiempo preparando una cena deliciosa y horneando un pastel de chocolate para mí y dado que después del segundo año noto mi patrón solo dejaba la comida sobre la mesa con una tapa de cristal y un pastel de chocolate frente a mi plato de comida con la cantidad exacta de velas de mis años, lo cual eran muchas velas.

Y aun así cada año hacía lo mismo, cocinaba mi comida favorita y horneaba mi pastel favorito y lo dejaba en la mesa para que cenara, al día siguiente le daba las gracias y ella solo me daba un abrazo de feliz cumpleaños y no tocaba el tema de mí y yo tampoco lo hacía.

No mentiré, cada maldito año las ganas de llorar me inundaban cuando veía eso en la mesa, una parte de mí deseaba poder disfrutar mi cumpleaños como una persona normal y pasar tiempo con Chris, pero no podía. Y la otra parte de mí, mi niño interior solo estaba feliz y emocionado de que hubiera alguien que se tomara el tiempo de cocinar y hornear para mí.

Christine no lo sabía, pero ella había ayudado a arreglar muchas cosas en mí que ni siquiera había dañado, aunque por fuera no se notara el cambió, ella marco un antes y un después en mí vida. Eran las cuatro y media de la madrugada cuando llegamos a Calais, aún estaba oscuro y hacía frío, mucho más en esta temporada del año.

A lo largo de los años no había tenido amigos, en ningún lugar, a excepción de George. No obstante, el hecho de ser una persona asocial que prefiere no convivir con otras personas no quita el hecho de que tengo contactos, gracias a mi trabajo conozco a personas de diferentes partes del mundo y algunas de esas me deben favores.

En estos momentos no podía recurrir a la EISS, no porque no tuviera confianza en la agencia, sino porque cualquier tipo de comunicación con ellos podría ser rastreada fácilmente, si ya habían logrado sacar mi archivo de la "impenetrable" base de datos de la agencia no tenía mucha fe en la seguridad de los medios de comunicación.

Así que, por eso, en el momento uno que en el que supe que había peligro mi maldita mente paranoica comenzó a idear un plan para poder llevar sana y salva a Christine hasta Alemania. La noche en la casa de seguridad me comunique con Jérémie Roux, un ex capo francés al cual me mandaron a matar hace unos pocos años, pero el hombre tenía una hija pequeña, habían asesinado a su esposa y siendo sincero no me atrevía a dejar a una niña sin padre, así que hicimos un trato, el desaparecía del radar y yo lo dejaba vivir.

Y por fin iba a cobrar mi deuda. Iba a conseguirme un transporte para llegar a países bajos, no me especifico cual sería el transporte, pero cuando me informo dónde nos íbamos a ver me dejo claro que seguro era un bote.

Lo "complicado" sería llegar a Dunkerque. No estaba lejos, tal vez a media hora, solo necesitaba conseguir un auto.

—Callen— susurró Chris tirándome de mi mano. Voltee a verla, estaba nerviosa así que me preocupe.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? —negó con la cabeza, tiro de mi mano aún más y apresure el paso siguiéndola entre la gente, aunque aún era de madrugada ya había muchas personas caminando por la calle. Christine miró sobre su hombro y antes de que preguntara porque actuaba así de raro, ella habló.

—Un hombre, camisa negra, calvo y con cara de malo parece que viene siguiéndonos— murmuró muy bajo, asentí levemente. Miré sobre mi hombro disimuladamente. Busque con la mirada al hombre con la descripción que Chris me había dado.

Rápidamente lo encontré, no pasaba desapercibido. Miré el tatuaje en su cuello y solté una maldición, conocía ese estúpido tatuaje. Eran los polacos los cuales seguramente me guardaban un gran rencor y odio después de haber asesinado al jefe de la mafia.

—¿Me odiarías más si te digo que se de donde es?

Ella me miró como si tuviera cuatro cabezas, me hizo girar en una calle.

—Por Dios, Callen, no me digas que lo conoces— maldijo en voz baja mientras pasaba una de sus manos por su rostro.

—No, no lo conozco— ella se relajó al escuchar eso—Pero pertenece a la mafia polaca y yo me deshice de su jefe— sus ojos se abrieron exageradamente y soltó mi mano con brusquedad.

—¡Estás loco! —chillo. Asentí, la tomé de la cintura y la guie por un callejón.

—Sí, luego peleamos por eso, ahora es más importante esto— respondí. Ella me miró entrecerrando los ojos, pero termino asintiendo. Tomo aire y habló.

—Tengo un departamento a unas cuantas calles de aquí— confeso, fruncí el ceño confundido, ¿Cuándo paso eso? Ella noto mi confusión.

—Estudié aquí, papá compró un departamento y tengo un auto, nunca pude venderlo y tampoco podía conseguir quien lo llevara a Londres, así que se quedó ahí— comentó encogiéndose de hombros.

Asentí levemente.

—Bien. Entonces, hay que separarnos. Me encargo del polaco y te veo allá— en realidad la idea de dejarla sola no me agradaba, pero tampoco me agradaba la idea de que pudiera estar siguiéndonos.

—¿Te vas a encargar? —cuestiono cruzándose de brazos—¿Todo se arregla matando gente o qué? — pregunto casi gritando. La mire con cara de pocos amigos, este no era el momento de ponernos a cuestionar la moral de cada uno.

—Okey, no te preocupes, entonces dejo que el señor con cara de que intentara matarnos se acerque e intentamos hablar con él como gente civilizada, ¡Claro, porque no lo pensé antes! Como los mafiosos son tan atentos— solté molesto. Ella tensó su mandíbula, se cruzó de brazos claramente molesta.

—Solo digo que no todo se arregla asesinando a sangre fría, sino ¿Qué te hace diferente de ellos? —cuestiono, su rostro estaba enrojecido por la ira.

—No es el momento, Christine, podemos hablar sobre mi forma de arreglar las cosas cuando no estés en peligro— respondí tensando la mandíbula.

De verdad no era el momento, ni el lugar para tener esta conversación, podíamos hablar sobre eso en cualquier momento, no tenía problema en tener esa discusión con ella, pero ahora si era una maldita imprudencia.

—Podemos hablar de esto ahora— murmuró. Pase mi mano por mi rostro con desesperación, a veces ella lograba sacarme canas verdes y más cuando se lo proponía. 

—Bien— estire las manos hacía los lados y luego las deje caer a mis costados—Anda, dime lo salvaje que soy— dije rendido mientras dejaba la mochila en el suelo a un lado de ella, me quite el abrigo y se lo tendí para que me lo cuidara lo cual hizo.

—¿Por qué la solución más viable es asesinar para todos? Para algo existe el dialogo, Dios mío no me imagino a cuantas personas has matado, sin duda estas muy trastornado para hacer esto— negó con la cabeza a modo de desaprobación, si fuera alguna otra persona ya le habría dicho un millón de cosas de las cuales no estaría orgulloso, pero es Chris, la conozco y sé que si respondo como normalmente lo haría sería hiriente.

—¿Necesito decirte que si otra vez? Christine, estuve en el ejército, en SAS y aun ¿Quieres que este cien por ciento cuerdo? ¿Sabes la mitad de cosas que pasan en el ejército? —cuestione con calma. Ella se quedó en silenció.

Antes de que dijera algo, el hombre de hace unos minutos apareció en la entrada del callejón. Soltó una maldición.

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Christine

—Te lo dije— murmuró con cansancio, el hombre del que le había dicho unos minutos antes entro al callejón y se acercó. Solté una maldición, Adler me hizo una seña con la cabeza para que me hiciera hacía atrás y eso hice.

—¿Sabes cuánto vale tu cabeza? —la voz rasposa del hombre hizo eco, tenía un acento diferente él cual no se me hizo familiar solo raro. Este era más alto que Callen y si él ya era intimidante él calvo lo era más ya que tenía finta de matón.

—¿Ya tiene precio? Pensé que querías vengar a tu jefe— el ceño del calvo se frunció ante las palabras de Adler. Esto no iba a salir bien, Dios mío. El tono de Erik fue tan burlón que hasta yo querría darle un golpe, parecía estar provocándolo.

—El nuevo jefe se enteró de que Almstedt está ofreciendo una cuantiosa recompensa por él que lleve tu cabeza y a la chica con vida— me señalo con la cabeza, mi sangre se helo al escucharlo, no pude evitar tragar duro. Tuve que controlar mi respiración para no generarme un ataque de asma.

—Bueno, supongo que enviaron al "mejor" — comentó Adler haciendo comillas con sus dedos. El calvo ya parecía irritado con la actitud de mi esposo así que en cualquier momento iba a correr sangre, estaba muy seguro de eso.

—Enviaron al que llevara tu cabeza— gruño y se abalanzo contra Adler, quien en un momento nada lento se movió causando que el calvo se fuera de largo pasando justo frente a mis ojos.

—Fuera de aquí— ordeno Erik girándose para acercarse a él, me hizo una seña rápida hacía la salida del callejón, tragué duro y como pude force a mis piernas a caminar, prácticamente corrí fuera del callejón, podía sentir el sudor frío recorrer mi columna. Mi pecho subía y bajaba con rapidez.

Erik iba a matar a ese hombre. No, mejor dicho, Adler Callen iba a matar a ese hombre.

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Adler

Él hombre frente a mí me miró como si me odiara de toda la vida. Era más alto y más musculoso que yo así que tenía algo a mi favor, ya que por esa razón era más lento en sus movimientos, a veces ser alto te puede beneficiar o en estos casos perjudicar.

—Umrzesz cholerny szczurze— (Te vas a morir maldita rata) pronuncio con rabia. Yo me encogí de hombros, en realidad no sabía lo que dijo, pero supuse que fue un insulto.

Gracias al SAS tuve que aprender idiomas, en total aprendí seis, español, alemán, ruso, árabe, francés y chino, no el maldito polaco, así que mi traducción fue un simple taka taka.

—Gracias, creo— respondí y me lance contra él y aunque no era más fuerte que él al tomarlo desprevenido logre que se moviera y se tambaleara. Había aprendido combate cuerpo a cuerpo con los mejores instructores del ejército, había peleado con hombres mejores que yo en todo sentido, así que podía con este estúpido.

Uno de sus puños impacto con fuerza contra mi estómago. No tuve tiempo de hacer algo, ya que su pie impacto en la misma zona y con la misma fuerza. Solté un leve quejido al sentir el fuerte golpe contra mi espalda, tomé una bocanada de aire y antes de poner mis codos sobre el suelo me golpeo el rostro con su puño.

El sabor de la sangre en mi boca me hizo fruncir el ceño. Se paró a mi lado, no tardo ni dos segundos en poner su rodilla contra mi garganta presionando tranquea para obstruir el paso del oxígeno.

Intenté con mis brazos mover su rodilla, pero maldita sea era demasiado pesado y no tenía mucho aire en mi sistema. Deje de ejercer fuerza para no perder el aire que me quedaba, en algún momento iba a bajar sus defensas.

—Bien, parece que la rata inglesa será fácil— comentó con sorna. Saco una navaja de su pantalón, levanto mi camisa, mi pecho subía y bajaba. Solo un poco más, necesitaba que creyera que estaba desmayándome. Bien, esto iba a ser más difícil de lo que había pensado.

Sentí el filo de la navaja clavarse en mi abdomen y por instinto intente golpearlo, solo escuche el sonido de su risa mientras intentaba removerme bajo su peso. La fina hoja helada abrió mi piel, sentí como hizo dos líneas y luego un circulo. El hijo de perra estaba marcándome como a una puta vaca. Dejé de moverme cuando la hoja de la navaja salió de mi piel, cerré los ojos y escuché su risa.

—Quién diría que el gran agente Ghost sería un marica que no soporta nada— escuche que se burló. Sentí como liberaba mi cuello dejando de presionar mi tranquea.

Y ese fue el momento, abrí los ojos e inmediatamente golpeé su rostro el cual quedaba en mi dirección. Maldijo en su maldito idioma, mientras retrocedía, me balancee hacía atrás e impulse mis piernas hacia delante para golpearlo con las mismas. Esto funciono, ignore el dolor punzante en mi abdomen recordándome que eso no era nada.

Este se tambaleo casi cayendo al suelo por el impacto del golpe, aproveche y me levante, golpee su rostro nuevamente, patee sus costillas y finalmente llegó al suelo. Lanzó un golpe que alcanzo a dar en mi abdomen, casi me mordí la lengua para no gemir del dolor.

Patee su pecho mandándolo contra el suelo, aproveche eso para tomar su brazo y aplicarle una llave de sumisión y así poder inmovilizarle ese brazo.

Pase una de mis piernas por su cuello y la otra por su pecho mientras tiraba de su brazo con fuerza, soltó un grito de dolor, no deje de tirar de su brazo hasta que sentí como este se disloco. Grito de dolor, solté su brazo, le arrebaté la navaja que tenía en la mano que no había tomado y la lance lejos.

Pise su brazo bueno cargando todo mi peso en su hombro.

—Te dejaré vivo porque necesito un favor;

» Iras con tu jefe y le dirás que deje de ir tras mi cabeza o tras mi esposa, porque, así como asesine al antiguó jefe puedo hacerlo con él. Y tú, rata polaca, grábate en la cabeza que la mujer que venía conmigo fue la que te dejo vivir, no yo, por mí ya te habría clavado la navaja en la cabeza y si te cruzas en mi camino una vez más no correrás con la misma suerte—  advertí. No deje de presionar su brazo, todo lo contrario, presione hasta escuchar un leve crujido, este nuevamente grito y antes de que él dijera algo más patee su rostro noqueándolo instantáneamente.

Antes de irme tome su teléfono y mi mochila. Levante mi camisa para ver la herida en mi abdomen, no dejaba de salir la sangre, agradecí que mi camisa era de color negro, así que no se notaba, pero mi piel se veía más pálida de lo inusual. Tome mi mochila y presione mi camisa contra mi abdomen. Salí del callejón, aun no amanecía, busqué a Chris con la mirada.

—¿Estas bien?

Me gire al escuchar a Chris detrás de mí. Quedé frente a ella, sus ojos destilaban preocupación, negué con la cabeza, me quite la mochila y tome mi abrigo para ponérmelo.

—Necesito que me lleves a tu departamento, por favor— murmuré. La adrenalina comenzaba a dejar mi cuerpo y el dolor comenzó a hacerse presencia en las áreas mallugadas. Ella asintió sin preguntar más.

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Christine

Entramos en el departamento, Adler venía más pálido de lo que comúnmente esta. Se dirigió hacía el sofá, dejo su mochila en el suelo, se sacó su abrigo como si le picara.

—Necesito entrar al baño— pidió en tono bajo, asentí levemente, cerré la puerta con seguro y lo guie hacia el baño. Cuando entro al baño me giré dispuesta a salir del baño, pero su voz me detuvo.

—Chris, necesito algo, por favor— murmuró en voz baja, me giré hacía él quien estaba quitándose la camisa, lo cual me hizo fruncir el ceño, estaba sudando a pesar de que estaba helando.

—Necesito un botiquín, hilo y aguja— termino de desabrochar su camisa, dejando ver su abdomen. Me quedé estática al ver la herida de su abdomen, era una T con un circulo que encerraba la parte donde se unían las líneas. Ya no salía mucha sangre, pero su piel estaba manchada de la misma.

—Carajo— susurré. No espere a que dijera otra cosa, sino que comencé a buscar el botiquín, revise lo que había dentro del botiquín.

Agua oxigenada, gracias a Dios había hilo, aguja, gasas y un bote de alcohol a la mitad, que en realidad nunca había abierto el botiquín, así que no sé porque había hijo y agujas, ni siquiera sabía que eso llevaban los botiquines, aunque bueno, mi madre fue la persona que lo armo y esa mujer me prevenía para todo.

Regrese al baño y lo deje sobre el lavamanos. Adler saco el alcohol, vertió un poco en sus manos, tomo una gasa y el agua oxigenada. Antes que nada, dejó caer agua oxigenada sobre la herida, dejo el bote del agua sobre el lavamanos e inclino su cabeza hacía atrás y soltó un leve gruñido de dolor.

—¿Quieres que te ayude a limpiarte la herida? —no emitió sonido, simplemente asintió. Me desinfecte las manos con alcohol, y luego le quite la gasa de la mano. Un poco de espuma blanca sobresalía de la herida. Tome un suspiro y llene la gasa de agua oxigenada.

—Recárgate contra en lavamanos— pedí. Simplemente lo hizo.

Tome aire y con cuidado pase la gasa por cada una de las marcas mientras él soltaba unos pequeños quejidos de dolor, trate de no lastimarlo. Nunca había visto heridas así, siempre veía heridas superficiales como pequeños raspones nada graves o pequeños cortes por los cuchillos o moldes, no esto. Trate de calmar mis nervios, con el paso del tiempo aprendí a calmar mis nervios ya que eso dependía que tuviera un ataque de asma, aun así, no podía evitar estar nerviosa al limpiando una herida como esta.

Termine de limpiar la herida de Erik, se relajó un poco, no sabía cómo no se había desmayado aun, supongo que tiene que ver con el entrenamiento que tuvo. Me aleje un poco de él, quien comenzó a cocer la herida poco a poco.

La imagen fue brutal para mi mente, estaba presenciando algo que mis ojos nunca creyeron ver, mucho menos proviniendo de él. Estaba cociendo su propia piel a la vez que emitía pequeños sonidos de dolor, la sangre que salía era mínima, ni siquiera usaba anestesia, la aguja entraba y salía, entraba y salía. No sabía qué hacer ya que estaba en el marco de la puerta quieta sin poder mover un musculo mientras los observaba.

Casi veinte minutos después o más concluyo de cocer su herida, enjuago su rostro y soltó un leve jadeo. Lucía cansado, pero eso no impidió que mi lengua picara por hablar.

—¿Lo mataste? — él me miró a través del espejo, su mirada fue fría y puedo decir que se molestó.

—Ya estoy un poco mejor, gracias por preocuparte, bonita— respondió con ironía, nuevamente enjuago su rostro, tomo aire varias veces. Me cruce de brazos, solté un suspiro y termine de acercarme a él, pase mis brazos por su espalda hasta llegar a su pecho y sin siquiera llegar a rozar la herida. Instintivamente dejé un beso en su espalda y luego recargué mi cabeza en su espalda.

—¿Estás bien? ¿Te duele mucho? — pregunte de verdad interesada en saberlo. Se quedó un momento así y acaricio mis manos.

—Estoy bien— murmuró a secas y rodé los ojos —Y si me duele todo el cuerpo. Aparto mis brazos de su torso y se giró para quedar frente a mí. Nuevamente atrajo mis brazos hacía su torso, pero me negué para no lastimarlo—Si me abrazas por el otro lado no pasara nada— murmuró. Asentí levemente y me moví un poco para abrazarlo.

Su piel estaba fría, recargué mi cabeza contra su pecho, paso su brazo por mi hombro y beso mi frente. Ambos nos quedamos en silencio a la espera de nada.

—No lo mate— informó con tranquilidad, alce la cabeza para mirarlo, él me regreso la mirada. Una parte de mí se sintió un poco más tranquila al escuchar eso.

Acaricio mi hombro y nuevamente mil dudas me asaltaron.

Adler rompió el abrazo.

—Ven tengo que decirte algo— se giró hacía el lavamanos para mover todo lo que estorbaba. Lo observé con tranquilidad y me acomodé a su lado, luego se giró hacía mí y señalo el lavamanos. Fruncí el ceño y antes de decir algo me tomo de las axilas y solté un leve chillido sorprendida. Adler termino subiéndome al lavamanos, ambos quedamos a la misma altura. Tomo mis rodillas y abrió mis piernas para colarse entre ellas y así quedar más cercas.

Mis latidos fueron aumentando de poco a poco. Adler tomo una de mis manos e inevitablemente entrelace mis dedos con los suyos.

—¿Sabes que es lo que me diferencia de las personas a las que mato? —interrogo con cautela, el tema mencionado hizo que me tensara, pero la forma tan tranquila en la que lo había abordado me hizo que la tensión desapareciera de poco en poco.

Negué con la cabeza.

No diré que no me moría de miedo al estar cercas de Adler y saber que había asesinado a personas, tampoco iba a negar que prefería seguir viéndolo como él hombre que estuvo conmigo en mis malos momentos, él que me llevó al hospital y estuvo cuidándome todos los días después del ataque que tuve.

Cuando papá murió tuve un fuerte ataque de asma, mis vías respiratorias se inflamaron, en ese momento mis inhaladores se habían terminado y estaba sola en casa. En ese momento él llegó y me llevó al hospital, estuvo los días posteriores cuidando de mí e intentado subir mi estado de ánimo.

—Que no mato a inocentes y tampoco lo hago por gusto. Mi trabajo no es asesinar personas, Chris.

» Mi trabajo es infiltrarme, espiar y capturar a personas que son potencialmente peligrosas, hay casos en los que es mi vida o la de ellos y algunos otros casos en los que no tengo que atraparlos, solo tengo que deshacerme de ellos y a comparación de muchos otros agentes recibo información de ellos, se si tienen familia, se el daño que han causado y todos sus crímenes. No me diferencia mucho de ellos, pero tengo ciertos límites—

El tono en el que me hablaba era tan cauteloso y tranquilo que lograba ser envolvente, pero no al punto de ser un chantaje. Miré directo a sus ojos, ese hermoso color que habitaba en ellos que a pesar de que no demostraban emociones llenaban de vida ese rostro que parecía tallado por la misma afrodita.

—¿Por qué lo ocultaste?

Lo pensó unos cuantos segundos y volvió a hablar.

—Eras aún más joven cuando te conocí, tenías esa alegría juvenil y tus ojos brillaban cuando me veías— mis mejillas enrojecieron ante esa última mención y baje un poco la mirada, pero alzo mi mentón para que lo observara. No pude evitar sentirme un poco avergonzada —No quería que eso cambiara, me gustaba que me miraras de esa forma, no quería que cambiaras tu forma de pensar en mí y la otra razón es que George me lo pidió, no quería que estuvieras enterada de nuestro trabajo.

Sus palabras removieron cosas dentro de mí, cosas que no recordaba tan bien. Los recuerdos de cada viernes fueron tan cálidos. Recuerdo que salía de clases a las diez de la mañana, no esperaba nada y tomaba el primer ferry para ir a Londres, papá iba por mí a Dover y cuando llegaba a casa me daba una ducha y me arreglaba, terminaba justo media hora antes de que llegará Adler a cenar, iba a recibirlo a la entrada y nos saludábamos.

Ese se volvió mi ritual de cada viernes durante dos años. Alejé eso de mi mente por ahora y me centré en lo que dijo.

Ese nuestro.

—¿Nuestro? —cuestione confundida. Adler se quedó en silencio durante unos segundos al caer en cuanta en lo que había dicho. La duda comenzó a crecer, tuve que controlar mi respiración.

Adler relajo sus hombros en señal de haberse rendido.

—George trabajaba en la EISS, él fue quien me ayudo a entrar cuando salí de SAS—

Sus palabras me golpearon de frente, lo había dicho como si hablara de cualquier cosa común sin importancia. Mi pecho comenzó a subir, los sonidos se volvieron lejanos, mis latidos golpeteaban en mis oídos, la falta de aire incrementaba, mi vista se había desenfocado. Sentí algo en mi boca, intenté respirar, pero no pude hacerlo.

Algo húmedo toco mi lengua, mi cabeza se movió solo un poco, parpadee y trate de enfocar mi mirada.

—Chris— la voz de Erik llegó a mis oídos, pestañee varias veces y logré enfoque su rostro, el sabor amargo del medicamente me hizo arrugar la nariz y termine de tragarlo, aunque en realidad no sentía que se deslizara por mi garganta—Respira bonita, respira— murmuró tomando mi rostro entre sus manos. Intente respirar, pero no sentía resultados, la opresión en mi pecho no disminuía.

Miré a Adler a los ojos. Vi cómo me ponía la muestra de cómo respirar, intenté copear la acción. Como pude empecé a llevar aire a mis pulmones, pasaron varios minutos hasta que pude respirar con calma. La preocupación era evidente en su mirada.

—Uno más— murmuró mientras acercaba el inhalador a mi boca, asentí levemente, tomo con sumo cuidado mi rostro, abrí un poco la boca y él puso la boquilla del inhalador entre mis labios, respiré por la nariz y Adler presiono el botón causando que el líquido impregnara mi boca. Alejo el artefacto de plástico de mi boca y lo dejo a un lado.

—¿Mejor? —asentí levemente. No soltó mi rostro mientras que, con la otra mano, peinaba mi cabello con calma. Beso mi frente nuevamente. Respire varias veces. No esperaba esa confesión y para él fue muy claro.

—Muy abrupto, ¿cierto? —otra vez asentí, aun no me sentía capaz de hablar—Perdón—

Lo miré nuevamente, esa preocupación persistía en su mirada. Tome aire unas cuantas veces más.

—Okey— aclare mi garganta—Mi padre era miembro del lugar donde trabajas— asintió —Y él te ayudo a entrar — otro asentimiento.

Bueno ahora resultaba que ellos trabajaban juntos. ¿Mamá lo sabía o también le mintió? ¿Desde cuándo él trabajaba ahí?

—¿Él te pidió que no me dijeras nada sobre tu nombre real? —Asentimiento. Mordí mi labio inferior, no sabía que decir, resultaba que papá era parte de ese lugar en él que mi supuesto esposo trabaja.

—¿Mi madre lo sabía?

No vacilo y no vi algo en su rostro que me diera la respuesta.

—Yo no puedo responder eso— entrecerré los ojos y negué con la cabeza de forma desaprobatoria. No podía decirme esto después de lo que ya había soltado, estaba loco si creía que iba a aceptar esa respuesta después de que me dijo que papá trabajó con él.

—Si puedes, ya me dijiste algo sobre mi padre ahora necesito que respondas eso, luego puedo hablar con ella, solo quiero saber eso, Callen— le dije controlando mi nerviosismo y mi molestia para que no volviera a tener un ataque de asma.

—Ella lo sabe— asentí levemente. Pasé saliva, no dije nada más. Baje la mirada, las ganas de llorar aparecieron. No podía creer que no solo Adler me había mentido, sino mis padres también, durante varios años. ¿Cuál era la excusa de ellos? ¿Por qué me mentirían durante tantos años?

Todo esto era bastante confuso. Mi cabeza era un lío total. 

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Adler

Mi abdomen aun dolía, había tomado unas pastillas para bajar el dolor, pero ahora íbamos hacía Dunkerque, pasaban de las doce de la tarde, habíamos durado algunas horas en su departamento. Ella iba conduciendo ya que según ella yo no me encontraba muy bien para conducir, no era mentira, el solo hecho de estar sentado hacía que sintiera que las puntadas iban a abrirse, así que no rebatí el hecho de que ella condujera.

Había reclinado mi asiento casi desde que salimos de su departamento a modo de no lastimar mi abdomen. Después de suturar la herida me observe en el espejo, dejo una marca muy clara la cual por la escasa atención que recibió iba a dejar una marca sumamente notoria. Además, ya la odiaba, esa marca era característica de los polacos, cuando me infiltré en su grupo para acercarme al jefe vi muchas veces como esta se la hacían a los todos los enemigos de la mafia.

Y ahora yo la tenía, era una T ladeada con un circulo que encerraba la intercepción de las líneas, cada línea medía tal vez quince centímetros o más, mientras que el circulo tenía aproximadamente cinco o seis centímetros de diámetros. Llevábamos quince minutos de camino, el clima afuera era frío.

Chris aclaro su garganta antes de hablar, cosa la cual atrajo mi atención ya que no había hablado desde que le confirme que su madre sabía que George trabajaba en la EISS.

—¿Cuándo aprendiste a suturar? —pregunto con un tinte de curiosidad en su voz, se detuvo por el semáforo.

—Cuando tenía nueve años—confesé mirando por la ventanilla, sentí su mirada sobre mí. Seguro estaba sorprendida por ese hecho.

—¡¿Qué?! —cuestiono sorprendida. Gire la cabeza para observarla, su confusión y su sorpresa era demasiado evidente. Su mirada me daba a entender que pensaba que era una broma, pero no lo era ojalá fuera una broma.

Mis motivos para aprender a suturar no fueron lindos, ni normales para la edad que tenía,

—Lo que escuchaste— respondí tajante nuevamente desviando la mirada hacía la calle. No quería hablar sobre eso, era algo que no me gustaba recordar.

—¿Por qué alguien aprendería a suturar a esa edad? —cuestiono más para ella que para mí, pero logre escucharla. Gire la cabeza un poco para mirarla, había regresado la mirada al frente para comenzar a conducir.

En ese momento me cuestione si ella sabría que no todos tuvimos una infancia linda y de color rosa como la que ella vivió, no era su culpa, había crecido en un círculo de protección en el que posiblemente ni siquiera tuvo que darse cuenta que existía la maldad y la crueldad en las personas, y me alegraba saber que ella no tuvo que pasar por nada de eso, que su única preocupación fue ir a la escuela y aprender a controlarse para no tener un ataque de asma.

Aunque quise responder esa pregunta, no lo logré, me quedé en silencio, las palabras no pasaban por mi garganta.

—¿Puedo preguntar la razón? —negué con la cabeza y ahora me obligué a hablar.

—No

No dijo nada más, esa respuesta fue suficiente para que le quedara claro que no quería hablar sobre ese tema.

Durante el recorrido revise el teléfono que había tomado del polaco. Revise cada parte del teléfono, mensajes, llamadas y correos. Todo. Encontré él mensaje que estaba buscando, era de un número sin registro.

Era una fotografía mía, sabía de donde habían sacado esa fotografía, porque solo una base de datos tenía esa fotografía. La EISS, era la fotografía de mi archivo.

Leí el texto que veía con la foto.

Dos millones por la cabeza de este hombre, algunos lo conocerán; es Adler Callen Morou o como lo conocemos en el bajo mundo, Ghost, él agente Ghost de la EISS. Dos millones para quien lo traiga vivo o muerto junto con la mujer que lo acompaña, lo único que sabemos de ella es que es hija del difunto agente George Davinson o Hawk.

Él que logre traer a cabeza de Ghost y entregue a la chica al líder de Suecia tendrá el doble de lo acordado.

Me tensé al terminar de leer eso, el hecho de que estuviera cazándonos por dos millones de euros nos ponía en la mira de muchos mercenarios y matones de las mafias que buscan más dinero, pero el hecho de que quisiera cazarme no era un problema, el problema era que buscaba a Christine, no solo a mí ahora ella también era su objetivo.

Y la mafia no se detiene hasta terminar con sus enemigos y nosotros lo éramos.

Lo único que me hacía sentir mejor era que no estaba del todo solo, Ozkard era fugitivo de SISA y tendría más ayuda, podría alejar a Christine y encargarme de él sin necesidad de que llegara a ella.

Él recorrido a Dunkerque se me hizo eterno, la incomodidad de ambos era palpable en el aire. Cuando por fin llegamos a la zona del muelle le indique a Chris hacía donde dirigirse.

Quien diría que este lugar fue testigo de una de las batallas más conocidas de la historia y que hasta la fecha se sigue recordando. Cuando era pequeño e iba a la escuela durante las clases de historia solían contarnos los hechos que ocurrieron en esta playa, era increíble escuchar ese tipo de historias en clases, la forma en la que el profesor daba las clases causo curiosidad e intriga en mí generando un gusto por la historia. Conforme pasaban los años y crecía a veces escapaba de casa para ir a la biblioteca y buscar libros sobre historia global lo cual cuando regresaba a casa me causaba problemas, pero no importaba porque ese era mi lugar favorito, un lugar donde me sentía tranquilo y seguro.

Cuando llegué al orfanato ocurrió lo mismo, comenzaba a escapar para ir a la biblioteca y al final del día me ganaba castigos por salir sin permiso del complejo.

Aleje esos recuerdos de mi mente, Christine apago el auto y miré a todos lados. Ambos bajamos del auto. Nos encontrábamos en un desembarcadero abandonado a unos cuantos kilómetros del desembarcadero funcional. Tomé la mochila y la colgué sobre mi hombro. Guie a Christine al punto donde me encontraría con Jérémie, ella iba delante de mí, caminando con cautela y mirando hacía cada lado con cierta preocupación. A unos metros, en el muelle pude ver dos siluetas.

—¿Quiénes son? —cuestiono Chris en voz baja y preocupada mientras se detenía abruptamente, mi pecho choco contra su espalda debido a eso. Puse mis manos sobre sus hombros para darle un poco de tranquilidad.

—Personas que conozco— por lo menos conocía a uno de ellos, ya que la otra silueta no sabía a quién le pertenecía. Ella asintió levemente y comenzó a caminar nuevamente. Reanudamos la marcha. Caminamos por el muelle, logre ver una chica junto a Jérémie, lo cual se me hizo raro.

—Ve tu primero— murmuró Chris haciéndose a un lado para que pasara primero, comprendía la desconfianza que sentía en este tipo de situaciones. Le tendí una de mis manos para brindarle un poco más de confianza, si es que aun podía brindarle confianza. Tomo mi mano en silencio. Gire un poco a observarla, lucía tranquila y su cabello se movía con el viento.

El mar lucía muy quieto lo cual agradecí. Terminamos de acercarnos, escanee a la persona que estaba a un lado de él, era una mujer joven, podría tener la edad de Chris.

—Ghost, por fin estas aquí— asentí levemente.

—Gracias por hacer esto, Jérémie— agradecí sincero.

—Ella es Margot— comunico volteando a ver a la mujer de su lado, no pude evitar sorprenderme, un flash back me hizo desconectarme del momento.

—Antes de que lo hagas, quiero pedirte algo. Si me vas a matar hazlo afuera de la casa, donde mis guardias puedan encontrar mi cuerpo, no quiero que mi hija venga a buscarme en la mañana y me encuentre muerto—

Una simple palabra de cuatro letras me hizo erguirme en mi ligar y vacilar ante lo que haría.

Su clan se había desmoronado hace diez años, llevaba diez años sin causar problemas, lo sabía porque había leído su archivo, pero mato a la persona equivocada.

—¿Por qué asesinaste al director de FISS? —interrogué, no deje de apuntarle con él arma. Sus ojos me miraron, el dolor atravesó su mirada.

—Mi clan tenía un año inactivo, había decidido cambiar mi estilo de vida por mi esposa, nos mudamos a las afueras de Brisbane en Australia, desaparecí de la faz para poder tener la tranquilidad y la paz que mi esposa anhelaba para nuestra pequeña.

» FISS me encontró, llegaron a mi casa a media noche. Quien iba encabezando la misión era él maldito de Pierre, no pude pelear porque le harían daño a mi esposa, me amarraron a una silla, me torturaron durante horas buscando información del clan, pero ya no había nada de lo que había sido mi imperio. No me creyó, comenzó a torturar a mi esposa mientras todos miraban, incluso mi pequeña, le grite que no sabía nada que la dejara en paz, hizo lo que quiso con ella, profano a mi esposa frente a mí y mi hija y la asesino cuando se cansó de escucharla llorar, secuestro a mi hija se la llevó y la abandono en un bote sin tripulación, amarrada en el río Nilo. ¿Crees que no deseaba venganza? Yo hice cosas horribles en mi vida, pero nunca me metí con las mujeres o hijas de mis enemigos, eso es de putos cobardes. Así que mátame donde mi seguridad me encuentre y no donde lo haga mi hija—

Tragué duro. Tome aire profundamente.

—Vas a desaparecer, no quiero que alguien se entere de esto y te harás cargo de que todo él puto mundo se entere de que moriste, me importa una mierda como lo harás, pero lo harás y si descubro que no lo hiciste y que andas por ahí como si nada, te busco y te mato—

Su ceño se relajó y el agradecimiento surgió en su mirar.

—Muchas gracias por dejarme estar con mi pequeña Margot—

—Esa niña salvo tu vida, Roux, así que no lo eches a perder porque no me tentaré el corazón nuevamente.

Al día siguiente de eso, en las noticias se dio a conocer la muerte del capo de la Belle Mort la mafia más retorcida y visceral de Francia.

Al año él me contacto agradeciéndome nuevamente por dejarlo vivir para estar con su hija, me dijo a donde podía contactarlo si llegaba a necesitarlo y el lugar donde vivía.

—Ella los llevara a Hoek. En el bote hay una mochila con cosas que puedes necesitar y unas llaves de un auto el cual ya tiene una ruta marcada que debes de seguir para llegar a una casa de seguridad.

Explico él con calma. Le di un asentimiento, nuevamente le agradecí. Margot subió al bote y lo encendió. En realidad, le estaba confiando nuestras vidas a dos personas desconocidas, esto era como jugar a la ruleta rusa, no obstante, tenía la seguridad de que él no haría nada en mi contra, ya que no dudaba que todo lo que me dijo en su momento fuera real y estaba seguro de que no iba a desperdiciar la oportunidad que le había dado, aun así, su hija ya fuera una adulta no creo que un padre pueda desperdiciar esa oportunidad por lo menos uno que ama a su hija.

—Gracias otra vez, Jérémie— dije al momento de que íbamos a subir al bote. Él me sonrió, una sonrisa sincera.

—Gracias a ti, Ghost, por ti estoy hoy aquí— asentí levemente. Eso era mucho sentimentalismo para mi persona—Bonne chance à toi—agrego al final. Asentí levemente, otra vez.

—Igual para ti, Jérémie— subí al bote. Ayude a Chris a hacerlo. Se sentó en uno de los asientos y yo me senté a su lado. Mi costado dolió al hacerlo. No iba a negarlo, varias partes de mi cuerpo dolían debido a los golpes, mi abdomen estaba sumamente adolorido y seguro los hematomas iban a salir en un par de horas.

Busque la mano de Chris para entrelazarla con la mía. Ella me volteo a ver cuándo tome su mano y la lleve a mi rostro. Formule un "todo estará bien" con los labios y ella me miró dudosa, pero finalmente se relajó y afirmo con un movimiento de cabeza.

Quince minutos después Chris se quedó dormida en mis piernas. Este era el único momento en el que realmente la vi calmada durante estas últimas horas. Su cabello se movía gracias al viento, acaricie con sumo cuidado su rostro. Observe de cercas los lunares de sus mejillas y cuello. Era hermosa, por dentro y por fuera.

—¿Es tu novia?

Por primera vez durante el recorrido escuche la voz de Margot, el acento francés estaba muy marcado.

—Es mi esposa— respondí tranquilamente, ella giro un poco la cabeza y nos observó, sonrió levemente.

—Luce muy cuerda para estar contigo— murmuró, casi reí por ese comentario. Cuánta razón tenía, seguro que sí Chris me hubiera conocido como la verdadera persona que soy no hubiera sentido el amor que sintió por mí.

—Lo es, no está aquí por gusto— murmuré en voz baja.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Hoek, Países bajos.

Christine

Desperté en un auto. Adler iba manejando. Supuse que ya habíamos llegado a países bajos y que nos dirigíamos a la casa de seguridad de la que le hablo el tal Jérémie.

No sabía qué hora era, lo único que sabía era que mi espalda dolía y que necesitaba una ducha.

—¿Ya casi llegamos? —interrogué a la vez que me acomodaba en el asiento del copiloto. Hoy había sido un día muy estresante, aún más que las ultimas horas, el hecho de que un loco nos siguiera e hiriera a Adler mezclado con que me afirmara algo que nunca creí posible hizo que mi cabeza explotara y me dije a mi misma que lo más seguro es que eso no fuera ni la mitad de lo que nos queda.

—Si

Necesitaba apagar mi mente durante algunas horas más, no pensar estaría perfecto. Sentía una gran desesperación por llamar a mamá, pero no sabía qué hacer. Tal vez si le decía... solté un suspiro y volteé a verlo.

—Callen—

—¿Qué sucede? —interrogó curioso, me gire un poco sobre el asiento para observarlo.

—Necesito hablar con mamá— él me miró de reojo rápidamente para centrar completamente su atención en el camino. Se quedó en silencio durante unos minutos. Necesitaba saber si ella estaba bien y también necesitaba una breve explicación para callar mis pensamientos por unas horas.

—Ella no está en su casa— comentó con tranquilidad, al principio me preocupe, pero al ver su tranquilidad el sentimiento disminuyo —Esta en Oklahoma, voló hacía allá después de que dejamos su casa—

Eso ya me tranquilizaba más, aun así, deseaba hablar con ella, ni siquiera le pregunte como sabía eso.

—Necesito hablar con ella

Repetí, esta vez disminuyo la velocidad. No respondió nada giro en una calle y observe como buscaba algo con la mirada, no pasaron ni cinco minutos cuando se detuvo.

—Teléfono público— señalo bajando del auto, sonreí para mis adentros y no perdí tiempo para bajar del auto. Adler deposito unas monedas y marco él número, luego me dio el teléfono y se recargo en el auto.

Dos tonos más tarde la cálida voz de mamá atendió. Mis ojos se cristalizaron.

—¿Hola? ¿Quién habla? — me tranquilice al escuchar su voz aun así quería soltarme a llorar en su regazo y contarle todo lo que estaba pasando como si fuera un sueño.

—Mamá— fue lo único que salió del fondo de mi garganta. Mi vista se nublo por las lágrimas acumuladas, antes de que dijera algo me apresure a hablar—Callen me dijo algo, bueno, no me dijo, yo pregunte y él solo confirmo— murmuré para que él no escuchara, pero supuse que era inútil. Mo voz estaba a punto de quebrarse.

Escuche un suspiro al otro lado de la línea.

—¿Es sobre lo del trabajo de tu padre? —Dios, las madres eran sabias e intuitivas, mucho más la mía que parece que lee pensamientos.

—Si— fue lo único que pude murmurar.

—Dios, sabía que él iba a ceder a lo que quisieras— murmuro por lo bajo, aunque logré escucharla.

—Necesito una razón para dejar de pensar en eso— murmuré nuevamente, con el dorso de mi mano limpié las lágrimas escurridizas que se habían deslizado por mis mejillas.

—Tu padre nunca considero seguro ese trabajo para nuestra familia, pero le gustaba trabajar ahí y nunca me opuse con eso porque yo fui quien ayudo a que entrara ahí, cielo sé que no debería de contarte eso de esta forma, pero si así calmare tu ansiedad te resumiré un poco.

» Antes de que nacieras ambos trabajamos ahí, por obra del destino terminamos juntos y renunciamos, después regreso al ejército, pero cuando se dio cuenta que no era para él le ayude a regresas a la agencia, decidimos mantenerlo oculto porque nadie sabía que nos casamos y que tu habías nacido y eso era mucho mejor para nosotros porque no habría peligro para ti, porque nadie sabía quién eras, luego tu padre ayudo a Adler a entrar a la agencia y desde que estuvo en el ejercitó tu padre formo una relación con Adler y cuando lo llevó a casa le pidió que ocultara su identidad por la misma razón, le pidió que no hablara del trabajo y que no dijera nada que delatara a tu padre con su verdadero trabajo porque quería protegerte y pues él lo hizo—

Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta. Ella tenía razón, esto tendría que habérmelo contármelo en persona y no por teléfono, ahora tenía muchas más dudas que antes, pero por lo menos ya había escuchado lo que quería. Murmuré un simple gracias y colgué la llamada. Limpie mis lágrimas con ambas manos, trate de controlar mi respiración.

No sabía qué hacer, quería huir, quería esconderme y nunca salir, quería alejarme de todo y regresar a mi monótona vida en los suburbios mientras intentaba tener la aprobación de mis vecinos y llevar una buena relación con mi esposo. Esto no estaba para nada en mis planes, no es el tipo de vida que quiero vivir.

Necesitaba un abrazo de alguien que sabía que iba a reconfortarme. Me gire hacía Adler. Su mirada se conectó con la mía y no hicieron falta las palabras porque él ya sabía lo que necesitaba. Se acercó a mi rápidamente y me abrazo. Acarició mi cabello y hundí mi rostro en su pecho. No era el lugar ni el momento, pero él no dijo nada.

—No me sueltes, no dejes que me derrumbe

Murmuré entre sollozo. Adler tomo mi rostro entre sus manos alzando mi rostro para obligarme a mirarlo, limpio las lágrimas de mis mejillas y habló.

—Escucha bien, bonita. Jamás voy a soltarte, voy a cuidarte y a estar ahí para que llores en mi pecho, pero no dejaré que te rindas y si intentas hacerlo estaré ahí para hacer que continúes.

Y con eso me dio un corto beso en los labios, lo cual fue apenas un roce, pero mi loco corazón no parecía diferenciar. Esos ojos que me recordaban al mar mediterráneo me miraron con calidez, acaricio mis mejillas y luego llevo una de sus manos a mi cintura.

Pasaron aproximadamente cinco minutos, regresamos al auto y Adler reanudo la marcha. Casi media hora después llegamos a la casa. Estaba alejada de la ciudad. Él bajo las cosas del auto y yo lo seguí. Abrió la puerta y me dejo entrar primero.

Los pensamientos que me habían atacado momento atrás aún no se iban, pero podía lidiar con ellos un rato más.

Observe el interior, no era nada novedoso, solo era una casa amueblada sin ningún encanto. Era de un piso.

Antes de que le dijera algo Adler me tomo por sorpresa. Solté un pequeño grito al sentir que me levantaba en sus brazos tal cual una princesa.

—Callen, bájame, ya te dije que no peso cuarenta kilos— dije molesta. Vi como rodó los ojos.

Era cierto, nunca había estado segura con mi cuerpo. Para nada era delgada, mis caderas eran anchas, mis piernas gruesas y mi abdomen no era del todo plano, se me formaban rollitos cada que me sentaba. Mi rostro era redondo, mis mejillas parecían las de una ardilla, mis cejas eran pobladas y mis labios gruesos y mis ojos no eran tan grandes.

—¿Te he dicho que me molestan tus prejuicios? —cuestiono mientras abría una puerta al azar. Negué con la cabeza, con trabajos entablábamos conversaciones que duraran por lo menos una hora, claro que nunca había dicho algo de eso—Pues lo hacen, Chris, te he dicho que ya lo sé y que no me importa, la otra noche te cargue durante casi una hora, ¿Escuchaste que me quejara? —

Negué con la cabeza, aun así, mi nerviosismo no desapareció.

—Es que soy muy pesada—

—Y yo tengo mucha fuerza, bonita—

El hecho de que me diga bonita siempre iba a causar un revoloteo en mi interior. Abrió otra puerta y se adentró en ella.

—Puedes cansarte rápido y en estos momentos puedes abrir las puntadas— dije algo molesta por su acción. Rodó los ojos antes de dejarme en el suelo lo cual agradecí. Se acercó a la cama de matrimonio que había en medio de la habitación, le quito el plástico que la cubría y lo saco rápidamente sin esparcir el polvo.

—Te sorprendería la resistencia que tengo— comentó con calma, note un leve deje de diversión en su tono y no supe en qué sentido decía eso, pero mis mejillas enrojecieron. Se aseguró de que la cama no tuviera polvo. Paso por mi lado y abrió una puerta a mis espaldas, me giré para observarlo.

Era el baño, escuche que quito unos plásticos más y los alejo rápidamente para no causarme una alergia la cual provocara un ataque de asma. Escuche como abrió el grifo del agua.

—Chris— me llamo y me asome al marco de la puerta, observe el interior del baño. Había una ducha en la que cabían dos personas perfectamente, una bañera igual para dos personas, el váter y un lavamanos con espejo. Adler estaba sentado en el bordo de la bañera, la cual se estaba llenando. Inevitablemente entre al baño y me acerqué a él hasta que estuvimos frente a frente.

—¿Quieres ducharte? —señalo la bañera. Asentí levemente. Tomo una de mis manos y jugué con sus dedos—Bien, entonces traeré la mochila para que busques algo de ropa, necesitas descansar, nos iremos en la madrugada— comentó.

Asentí levemente. Soltó mi mano y salió del baño dejándome sola. Muchas veces me preguntaba si no estaba soñando, más cuando había personas que preguntaban "¿Él es tu esposo?" con sorpresa. Era sumamente irritante. Nuevamente entró en el baño, me dio la mochila y salió nuevamente. Bosque mi pijama y la deje en el lavamanos. Ignore las armas de la mochila. Salí y dejé la mochila sobre la cama, donde se encontraba él.

—¿Vas a curar eso? —pregunte señalando su abdomen, él asintió.

Regrese al baño al escuchar el agua de la bañera desbordarse. Me sorprendí al ver la espuma, supuse que Adler le había puesto algún jabón. Cerré la llave y emparejé la puerta. Me deshice de mi ropa dejándola a un lado y entre en la bañera. El agua tibia relajo mis músculos y la espuma cubría toda la superficie sin dejar ver nada.

—¿Sabes? Puedes limpiar tu herida mientras tomo una siesta en la bañera— le avise. No podía creer que estaba haciendo eso, claramente compartíamos baños, pero las puertas que dividían la bañera y la ducha del lavamanos y el váter eran de cristal templado así que no se veía nada y aquí no había cristal.

—¿Segura?

—Sí, mientras más rápido limpies eso menos posibilidades de que mueras— escuché su carcajada y sonreí levemente. La puerta se abrió y Adler entro. Nuestros ojos se cruzaron por una milésima de segundo. Él aclaro su garganta y se giró hacía el espejo.

—Dime si te incomodo— pidió a la vez que sacaba lo que necesitaría del botiquín. Asentí sabiendo que podía verme por el reflejo del espejo.

Comenzó desabrochando su camisa hasta dejar ver su torso, termino por quitársela y dejarla sobre el lavamanos. Retiro la gasa de su abdomen, misma que ya tenía unas manchas de sangre. Sus músculos se contraían con cada movimiento, involuntariamente mordí mi labio inferior. Desde mi posición logre observar la cicatriz de su brazo.

Nuevamente miré sus movimientos, como limpiaba meticulosamente la herida, cada flexión en sus brazos en los cuales se marcaban sus venas al igual que en su abdomen bajo. El calor recorrió mi cuerpo. Solté un suspiro involuntario. Adler alzo la mirada y me observo a través del espejo. Una pequeña sonrisa curvo sus labios y yo me hundí en el agua por la vergüenza. A lo lejos escuche una risita proveniente de sus labios.

Nuevamente saqué la cabeza fuera del agua, Adler seguía limpiando la herida. Rebusque un tema de conversación para que él olvidara que lo estaba observando.

—¿Algún día me dejarás conocer a Adler? — pregunte con curiosidad, nuevamente nuestras miradas se encontraron a través del espejo y segundos después siguió limpiando su herida.

—Ya conoces partes de él— informó. Yo me encogí de hombros, no sabía que era cierto y que no de lo poco que sabía de él, así que necesitaba más información y que mejor momento que este.

Rebusqué alguna pregunta y traje a mi mente todo lo que había pasado en las últimas horas.

—¿Por qué te dicen Ghost?

—Es mi seudónimo en la agencia, se supone que era porque me infiltraba en distintos lugares y desaparecía de sus vidas y de la faz cuando terminaba el trabajo— explico con calma. Asentí levemente, al parecer ya no era tan fantasmal como su apodo lo decía.

—¿Y el hombre que nos ayudó...?

Deje la pregunta al aire para que el respondiera y así lo hizo.

—Es un ex capo de la mafia, me encargaron matarlo, pero antes de que lo hiciera me pidió que lo matara en un lugar donde lo encontraran sus guardias y no su hija, no pude quitarle a esa niña a su padre cuando era lo único que le quedaba— contó. Alce ambas cejas sorprendida, no espere esa respuesta, ni siquiera espere que Adler sintiera ese tipo de sentimientos empáticos, pero lo hacía y ese hombre era la muestra.

Wow. Eso era... nuevo. No creí que se tentara el corazón.

—Yo también quiero hacer preguntas— habló antes de que yo le soltara otra pregunta.

—Puedes hacerlas, soy un libro abierto— comenté mientras jugaba con la espuma. Observe como termino de limpiar la herida, se giró sobre sus talones y se recargó contra el lavamanos.

—¿Qué fue lo primero que te atrajo de mí? — no vacilo al hablar y sus ojos penetrantes me miraban a la espera de mi respuesta. Ni siquiera sabía porque decía que me atraía, o sea si es cierto, no solo me atraía, pero nunca se lo había confesado y según yo no soy muy obvia —Y no puedes negarlo, porque tú lo confesaste una vez— repuso. Mis mejillas se enrojecieron.

Maldita la noche en la que bebí cerveza, sabía que no iba a salir nada bueno de esa noche a pesar de que él haya dicho que no había hecho nada vergonzoso. Maldita sea. Lo miré por unos segundos más, él estaba esperando mi respuesta.

—Tus ojos— admití diciéndome que eso no tenía nada de malo —Y tu cara de "no me hables porque odio a las personas" — soltó una pequeña risa tranquila ante eso último. Me gustaba verlo reí y sonreír, mucho más cuando yo era la causante.

Y como él había soltado esa pregunta tan fácilmente decidí soltar una de la misma manera.

—¿Hubo algo que te atrajo de mí?

Una pequeña sonrisa adorno sus labios y su respuesta detuvo mi corazón.

—Si— abrí la boca para preguntar nuevamente, pero habló —Oh no, bonita, ya hiciste tu pregunta, es mi turno— repuso. Me maldije por no haber formulado mejor mi pregunta. Mis manos temblaban debajo del agua debido a los nervios.

—¿Por qué no me dejaste a pesar de todo? Siempre pudiste irte y en su lugar te quedaste— tragué duro ante esa pregunta. No la esperaba. Solté un suspiro. En realidad, no era una cuestión difícil.

— No quería irme, no quería estar sola el resto de mi vida y nunca me diste malos motivos para irme de tu lado, a pesar de las discusiones y desacuerdos— me miró con un brillo en sus ojos que no había visto nunca, parecía un brillo esperanzador. Quise salir de aquí y abrazarlo, pero me recordé que estaba desnuda. Relajo sus hombros un poco y espero a que preguntara.

—¿Qué te atrajo de mí?

Su respuesta fue algo que no espere escuchar en mi vida ni de broma, bien pudo haberme causado un ataque de asma, pero no lo hizo.

—Tu sonrisa, la alegría que irradiabas, tu cuerpo, tu voz, todo, absolutamente todo.

Y con eso salió del baño dejándome sola con mis pensamientos y con una emoción en mi pecho que no pude controlar. Quise gritar de emoción, pero no lo hice, en su lugar solo sonreí y me recargue contra el respaldo mientras sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza. 

Tu sonrisa, la alegría que irradiabas, tu cuerpo, tu voz, todo, absolutamente todo.

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