Capítulo 22
¿EL FINAL? TAL VEZ NO
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Christine
Había pasado una semana desde que ingrese al hospital, aun no podía creer que todo esto hubiera terminado de una vez por todas.
—¿Podemos quedarnos en casa de mamá? ¿O en un hotel? — interrogué mientras subíamos al auto.
—Donde quieras.
—¿Te parece si en un hotel? Creo que tendremos más privacidad.
—Perfecto, pero de todas maneras tenemos que ir a la casa a empacar algunas cosas, no todo quedó destruido— asentí al escucharlo.
Tenía más de dos meses sin pisar ese lugar, lo cual me causaba muchas emociones acumuladas. Recordaba perfectamente el día que me dio las llaves de la casa, había sido increíble entrar y verla por primera vez.
Era como siempre había soñado, había amado nuestra habitación, el patio y la cocina, Dios, la cocina era increíble había espacio para todo lo que necesitaba y tenía ventanas con vista directa al jardín.
Iba a extrañar ese lugar a pesar de tener tan pocos días ahí.
—Voy a extrañar esa casa.
—Solo pasamos como una semana ahí— respondió.
Hice un puchero.
—Lo sé, pero a mí me encantaba, había mucho espacio. En la cochera cabía tu auto y el mío, la habitación era perfecta, una cama Queen size, la ventana hacía el jardín, los armarios y la cocina, no me jodas con esa cocina, Adler. Sigo sin entender como encontraste una casa tan perfecta.
Vi su sonrisa ladina mientras seguía conduciendo. Giro en una calle. Se veía muy sexi conduciendo, la forma en la que sus brazos se contraían con cada movimiento.
—En realidad no la encontré— respondió con ese maldito tono tan calmado que en algunos momentos me hacía querer darle un golpe en las bolas.
Aun así, me causo mucha curiosidad su comentario.
—¿Entonces? —interrogué alzando una ceja, aunque en realidad no podía verme.
—La mandé a hacer, hace casi nueve meses, sabía sobre la casa que querías y como no encontraba todo eso en una sola casa decidí mandar a hacer tal y como tú la deseabas.
Mis ojos se abrieron con exageración al escucharlo hablar sobre eso. Me interrogué como es que él sabía cómo deseaba la casa, además, Dios, mandar a construir una casa eso era demasiado.
—¿Y cómo supiste como deseaba la casa?
—Fue fácil, te había visto dibujar varias veces y eres un poco descuidada. Varias veces los vi regados en la sala después de que llegaba del trabajo, cuando dormías.
» Y después pensé «Que mejor regalo que la casa de sus sueños» un día los encontré en tu tocador, les tomé fotografías conseguí un buen arquitecto y aunque casi mande las fotografías con algún experto en jeroglíficos para que me ayudara a descifrar algunas partes lo logré y todo quedó como lo deseabas y bueno al final solo tuve que ponerla a tu nombre que fue un verdadero lío, pero quedó para el día de nuestro aniversario.
Todas las cosas que dijo que dejaron con el corazón latiendo con fuerza, las manos temblando y cuestionándome que es lo que había hecho bien en la vida para tenerlo. Aunque en realidad siempre iba a recordarle que era un mentiroso podía vivir con eso.
—Ni siquiera sabía que la casa estaba a mi nombre— fue lo único que pudo salir de mi garganta.
—¿Nunca leíste los papeles que te di para que firmaras?
—No.
—Por Dios, debes de leer todo lo que vas a firmas.
—Lo hago, pero esos papeles tú me los habías dado, en mi cabeza y en ese momento no creía en que fueras un mentiroso.
—Tiene mucho sentido.
Asentí dándole la razón. Adler finalmente estaciono frente a la casa. bajo primero de auto y antes de que lo hiciera coloco el seguro para niños. Rodeo el auto y finalmente me abrió la puerta.
—Yo sola puedo bajar, Adler.
—Puedes lastimarte— respondió mientras me tendía la mano para ayudarme a salir del auto.
—Ya está cicatrizando, Adler. Cálmate— le dije mientras cerraba la puerta detrás de mí. Sin decir nada sentí como pegó su cuerpo al mío y alcé la cabeza para observarlo.
Mi espalda quedó contra la puerta y su cuerpo, llevó sus brazos a cada lado de mis brazos manteniéndome cautiva entre su cuerpo y el auto.
—Y también estas embarazada.
—¡No me jodas! Él bebé es una pequeña cosa de este tamaño, ni siquiera es un bebé, es un embrión, no seas sobre protector, Adler— le regañe mientras le señalaba con mis dedos una distancia maso menos ocho o diez centímetros.
Ahora él hizo un puchero y sonreí al verlo lo tierno que lucía.
—¿Vas a regañar a tu esposo por preocuparse?
Asentí.
—Sí y te golpeare si me tratas como una muñeca de porcelana— él río y negó con la cabeza.
—Mejor deja de amenazarme con que me golpearas porque te dejare el culo rojo hasta que duela y ni siquiera puedas sentarte. Así que cállate y besa a tu esposo— dijo con un tono seductor e intento besarme, pero puse mi mano sobre su boca y le sonreí con diversión.
—Tampoco me amenaces, porque puedo dejarte sin sexo un mes— él me miró haciéndose el ofendido.
—Ni tú lo soportarías.
—Pero puedo aguantar más que tú. Tu eres muy hormonal y así que tu pierdes más.
Sonreí con diversión y él me sonrió de la misma manera, la diferencia era que había algo malévolo en su mirada que se mezclaba con la misma diversión que me atrevía a decir que esa mirada era del mismo lucifer antes de hacer alguna travesura.
—Ahora resulta que soy el único hormonal— se mofo mientras una de sus manos bajaba a mi cintura, me dio un apretón. Acercó su rostro al mío y sonreí.
Maldije cuando nos vimos interrumpidos. Adler musito una maldición y se alejó de mí, un poco.
Era Luciana y Hank. Solté un suspiro al verlos.
—¡Tine! Creímos que te habías mudado, tenía tanto sin verte— chilló y se acercó a mí, me abrazo y quise alejarla de mí. Adler me miró con diversión.
—Primero que nada, dime Chris, odio que me llamen Tine y no uses ese tono, por favor y no, estábamos de vacaciones— comenté mientras me alejaba de ella. Hank iba a acercarse a estrechar mi mano, sin embargo, Adler se atravesó entre nosotros de una forma que siendo sincera lucía muy obvia.
Tomo mis manos y luego paso su brazo por mis hombros.
Hank ni siquiera intento acercarse al notar que Adler lo iba a impedir.
—¿Vacaciones? ¿Por navidad? Es peligroso viajar en fechas navideñas.
—En realidad fue por nuestro aniversario— mintió Adler entrometiéndose en la conversación.
—¿Y cuantos años llevan juntos? —ella pregunto con curiosidad mientras nos observaba.
—Seis de conocernos. Cuatro años casados— respondió Adler nuevamente. Sonreí para mis adentros al escucharlo tan seguro.
—Wow. Eso es mucho tiempo.
—Muy poco si lo miras desde otra perspectiva.
—Es verdad. Por cierto, hoy es el cumpleaños de uno de mis hijos, todos están invitados en el vecindario. Espero verlos ahí— comentó ahora con un tono amable a lo cual le di media sonrisa y asentí.
—Muchas gracias, pero no podremos ir. Estamos preparando la mudanza— ella alzo ambas cejas al escucharme.
Me daba un poco de emoción decir que nos íbamos a mudar nuevamente y esperaba demasiado que esto funcionara mucho mejor que esta vez y aunque teníamos la casa perfecta no importaba si eso es para que ambos empecemos mejor, mucho mejor que antes.
—¿La mudanza? ¿Se mudarán tan pronto?
Asentí a la vez que cerraba mi abrigo para evitar el frío.
—Sí, nos dimos cuenta que Londres no es para nosotros— respondí recargando mi cabeza en su hombro.
—Wow, eso está bien. Espero que tengas tiempo de vernos antes de que te vayas.
Asentí y le di la razón, aunque sinceramente no creía que eso pasara. Ni siquiera esperaba despedirme de este lugar antes de irme. Nos despedimos de ellos y finalmente entramos a la casa, la cual se encontraba desordenada, parecía que un tornado la había dejado pies arriba esta casa.
Había alguno de los cuadros en el suelo y pedazos de cristal en el suelo, habían sacado cosas de los libreros y la cajonera que estaba debajo de la televisión.
Dios, esto era todo un desastre, todo lo que había sido nuestra casa en tan solo una semana o un poco más había sido destruido.
—Dios.
Murmuré mientras me acercaba a recoger uno de los cuadros del suelo. Lo tomo antes de que él se acercara. El cristal estaba quebrado, pero la fotografía se encontraba intacta.
—Me gusta esta fotografía. Mucho— murmuré mientras me acercaba para mostrársela.
Se acercó a mí y paso su brazo por mis hombros.
—A mí también. De hecho, yo se la di a Rosean para que te la diera. Quería que esa foto estuviera en nuestro hogar— sonreí y voltee a verlo. Bese su mejilla.
—Eres un mentiroso, pero también eres increíble, Adler.
—Lo sé, pero ya no más mentiras. Lo juro— asentí y nuevamente besé su mejilla.
—Gracias por todo, Adler Callen, pero a la primera mentira me iré. No es broma, quiero sinceridad. Ya no habrá más oportunidades, si me mientes otra vez te dejare y me iré muy lejos, nos iremos muy lejos y no podrás evitarlo.
» Te amo desde el momento que te conocí, desde la primera cena en familia, no me importaba si eras mayor, si eras el amigo de papá. Me gustabas, me gustas me encantas, Adler, pero durante cuatro años soporte que viviéramos en la misma casa, durmiéramos juntos algunas noches mientras que otras me cuestionaba si estabas con otra mujer.
Hice una pausa para tomar aire y lo observé, mis ojos se habían puesto llorosos.
» Esperé a que pasaras, aunque sea uno de tus cumpleaños conmigo y nunca pregunte el motivo de tu odio hacía ese día especial, pase noches esperando para que llegaras y cenáramos juntos, para mi desgracia también me diste buenos momentos, como cuando íbamos a London Eye o las reuniones con la familia de mamá, que sabía que no te gustaba ese tipo de fiestas, pero ahí estabas.
Nuevamente hice una pausa para tomar el aire que necesitaba para seguir con mi sermón.
» Aun así, si me mientes o me ocultas algo porque creas que es por mi bien te dejaré, me llevare a nuestro hijo o hija y no volverás a vernos en tu vida. Esta vez no será como antes, no me quedaré en una burbuja de mentiras ¿Comprendes? —cuestione finalmente.
Mis ojos se habían empapado por las lágrimas. Me dolía decirle esto, pero era cierto no iba a soportarle una mentira más, quería que nuestra relación fuera normal, sin mentiras ni secretos y si no lo cumplía adiós a nuestro matrimonio, aunque nos doliera mucho a ambos.
—Comprendo. No más mentiras, no más secretos, te lo juro, no quiero perderte, no quiero estar lejos de ti ni de nuestro hijo, Christine. Quiero estar con ustedes toda mi maldita vida. Y Ghost se va, ya no más sobre la estúpida EISS, ni agentes secretos o viajes de trabaja de casi una semana o más.
» Solo nosotros viviendo en Hawái, criando a nuestro hijo y teniendo la vida normal que tanto deseamos. Lo juro.
Asentí y finalmente lo abrace, bese su mejilla. Limpié mis lágrimas con el dorso de mi mano y me separé un poco de él. Sorbí mi nariz y le sonreí.
—Bien, empaquemos nuestras cosas porque son muchas.
Él asintió, beso mi la comisura de mis labios y finalmente comenzamos a empacar parte de nuestra vida en cajas de almacenaje.
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Se hizo tarde muy pronto, Adler y yo habíamos empacado muchas de nuestras cosas, en realidad casi todo, era rápido cuando nosotros nos poníamos de acuerdo.
Después de terminar de empacar toda mi ropa fui a la biblioteca. Entre en absoluto silencio ya que la puerta estaba entre abierta. Adler estaba guardando sus libros en las cajas.
—Sé que estas ahí, bonita— dijo y se giró. Me dio una sonrisa. Su camisa estaba arremangada hasta sus codos dejando ver sus antebrazos, la cicatriz de su brazo izquierdo quedaba a la vista, sus músculos se contraían con cada movimiento.
Adler era demasiado guapo, me atrevo a decir que era hermoso, sus rasgos eran toscos, demasiado varoniles y eso hacía que, aunque luciera elegante seguía siendo intimidante.
Me acerqué a su escritorio y me senté en su silla de rueditas, nunca había estado aquí más de diez minutos.
—Ya casi termino.
Asentí. Su estudio lucía tan vació sin todos los libros de los estantes. Tapo la caja y la llevó al pasillo.
—Presiona el botón del escritorio, esta abajo, cerca de tu pierna izquierda— dijo mientras entraba con unas cajas más grandes. Busque el botón, era negro y pequeño, lo presione.
Escuche detrás de mí el sonido de algo abrirse. Me gire en la silla y observe como los estantes se movían tal cual puertas.
Abrí los ojos al ver todo lo que había ahí dentro.
Mucho dinero y muchas armas. ¿siempre estuvo eso aquí?
—Por Dios, eras como un Mr. Smith— dije observando todo lo que estaba ahí dentro.
Armas de diferentes tamaños y calibres, algunas granadas, balas de reserva e incluso navajas.
—No puedo creer que siempre estuvo eso aquí.
—Bueno no solo pasa en las películas— comentó divertido.
—¿Y qué harás con ellas? — le pregunte con curiosidad. Se encogió de hombros mientras quitaba cada arma de su lugar y la guardaba en las cajas.
—Se las daré a Shadow.
—Eso suena bien.
Asintió.
Su teléfono comenzó a vibrar sobre el escritorio, observé la pantalla y él número desconocido.
—Toma— le dije entregándole el teléfono. Él lo tomo y frunció el ceño al ver el número.
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Adler
Tome la llamada.
—¿Quién habla? —cuestione mientras dejaba lo que estaba haciendo.
—Ghost, soy David. Encontramos un cabo suelto y va hacía tu casa en Little Venice. Un equipo de seguridad va hacía allá. Ozkard llegara en diez minutos.
Lo había olvidado por completo. Por todo lo que había pasado lo olvide, baje la maldita guardia.
—Gracias.
Colgué la llamada y guardé mi teléfono en mi bolsillo.
—Tienes que irte— le dije a Chris. Tome una de las pistolas de la caja, le coloque el cargador. Ella me observó confundida.
—¿Qué? ¿Por qué, que pasa? —pregunto preocupada. Inspire profundo y tome su mano.
—El hijo de puta de Ozkard pasa. Me olvide del maldito y ahora viene hacía acá. Quiero que te vayas. Ve a casa de tu madre.
La llevé escaleras abajo.
—No. Me quedó— debatió cuando estuvimos abajo. Me giré para observarla. Negué con la cabeza, molesto por su acción de valentía.
—Claro que no. Te vas en este momento— soltó mi mano con brusquedad.
—¡En las buenas y malas! ¡¿Recuerdas maldito estúpido?! —gritó sumamente molesta y con los ojos empañados en lágrimas.
—¡Lo recuerdo, carajo! Pero no quiero que te quedes aquí para observar como intentan matarte. Así que, mueve tu lindo trasero al puto auto o te haré dormir como en Alemania y te subiré a un puto taxi y te enviare a casa de tu madre.
Grite molesto al escucharla.
—No me grites— murmuró y limpió sus lágrimas.
Fui por su abrigo y se lo coloqué en los hombros.
—Perdóname, pero vete de una vez, no quiero que te pase algo. Por favor— murmuré y tome sus manos —¿Quieres que me hinque frente a ti? Lo haré, pero vete. Te lo ruego maldita sea, Christine, no quiero que les pase nada.
Ella ablando su semblante, pero finalmente accedió.
—Bien. Me iré, pero ve a casa de mamá cuando termine, por favor, espero verte allá. Vivo, por favor— susurró. Asentí y besé su frente.
—Lo haré, lo prometo. Llama a tu madre y avísale que vas para allá— le dije mientras la acompañaba al auto. Ella asintió y beso mi mejilla antes de subir al asiento del conductor —Úsala por cualquier cosa, espero que no tengas que usarla.
Ella asintió y termino por subir al auto.
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Christine
Llame a mamá antes de encender el auto y coloque el teléfono en el soporte. Arranque él auto y comencé a conducir.
Al tercer tono ella respondió.
—¿Mamá?
—¿Qué pasa, Chrissy, que tienes? —pregunto al escuchar el tono de mi voz.
—Voy hacía allá— tome una respiración profunda y tome mi inhalador.
—Pero ¿Qué pasa? ¿Y Adler?
—Él está en la casa, dijo que había un hombre que iría y... tengo miedo mamá.
—Voy para allá, mándame tu ubicación, Chrissy y no cuelgues la llamada.
Asentí, aunque no pudiera verme, detuve el auto y le envié la dirección.
Las gotas de agua comenzaron a caer de lleno mojando mi auto y la calle.
—Te la envíe— le dije y comencé a conducir otra vez. Mis manos estaban temblorosas, el camino a casa de mamá era el más vació y estaba a quince minutos de aquí.
En la calle mi auto era el único así que me sorprendí al ver las luces reflejándose en mi espejo retrovisor. Me dije que solo era otro auto que decidía usar esta calle a estas horas de la noche.
—Hay un auto detrás de mí, mamá— comenté mientras pisaba el acelerador. No me gustaba aumentar la velocidad más de lo necesario, mucho menos cuando estaba lloviendo como en este momento, pero no iba a averiguar si me estaban siguiendo o no.
—Ya casi llegó. Acelera, Chrissy.
—Lo estoy haciendo.
Pisé el acelerador y me mantuve firme ante el volante. Inspire profundo. El auto acelero a la par. Gire en una calle la cual desconocía, pero no lo pensé mucho, solo gire el volante entrando a la calle.
—Bien, Chrissy, lo estás haciendo bien mi niña.
Asentí, aunque no lograra verme. Otra vez giré en otra calle, el auto no venía tan cerca de mí, pero estaba perdiéndolo.
Otro, otro y otro giro en calles que desconocía.
—Acelera y frena a quinientos metros. Casi llegó.
Lo hice y vi las luces de un auto frente a mí, no distinguí que color era.
—Soy yo, Chrissy.
Sonreí para mis adentros. Me detuve donde ella me pidió y giré el auto con brusquedad quedando de frente. El auto de mamá se interpuso en el camino del auto que me seguía causando que este se detuviera y el chirrido de sus neumáticos se escuchara muy fuerte.
Mi madre bajo del auto, no me sorprendió verla en tacones.
Desde mi lugar observe como cargo un arma. Y disparo a los neumáticos.
Por Dios. Mi madre es maravillosa. Tomé el arma que Adler me había dado, la reconocí al ver las iniciales de mi madre.
Bajé del auto y me cubrí con mi abrigo mientras me acercaba lentamente, apenas y podía ver con las gruesas capas de lluvia.
—¡Bajen del maldito auto o disparo! —gritó furiosa. Nunca la había escuchado así, pero él conductor no bajo.
Mi madre disparo justo en medio de los asientos. Ni siquiera podía verse por el vidrio polarizado.
Finalmente, las puertas se abrieron.
—Hay una soga en mi auto, Chrissy, tráela por favor.
Asentí y me acerqué a su auto.
Grite al escuchar los disparos, pero me apresure a sacar la soga y me acerque a ella. Ambos hombres estaban en el suelo, sangrando. Sus piernas estaban heridas.
Con rapidez los atamos con la soga y los dejamos atados a la defensa de su auto. Eso fue demasiado fácil.
—Vámonos, alguien vendrá por ellos— murmuró mientras me guiaba a su auto. Asentí y la seguí hasta él.
—Vamos a la casa, por favor. No quiero dejar solo a Adler— ella me miró con como si sopesara la idea, pero al final asintió.
Ambas subimos a su auto y ella comenzó a conducir hacía la casa, iba rápido sin duda.
Mi madre era increíble, por Dios, por algo fue agente en ese lugar de mierda.
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