Capítulo 17
¿MAMÁ?
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Christine
Por la mañana desperté con Adler aferrado a mí, lo cual me gustaba demasiado, pero quería ir al baño.
Tuve que darle un tirón en el cabello para que me soltara un poco y así poder levantarme.
Antes de entrar al baño escuche un leve sonido. Era la notificación de un teléfono, fruncí el ceño y me acerqué a la mesita del lado de Adler.
Su teléfono era lo que había escuchado.
Mi curiosidad me pidió que viera quien o que era, pero mi respeto al espacio personal me dijo que no lo hiciera. Finalmente, y con los nervios a flor de piel toque la pantalla del teléfono para ver de lo que se trataba. Esta se encendió cuando la toque.
Me sorprendí un poco el ver el nombre de mi madre en la pantalla, por lo cual no dude demasiado y tome el teléfono, no sin antes asegurarme de que Adler seguía dormido, estaba segura de que no se molestaría, sin embargo, no quería que se diera cuenta de que estaba husmeando.
Abrí el mensaje dándome cuenta de que se trataba de un video así que bajé el volumen para no despertar a Adler y le di play. No sé porque mamá le enviaría un video a él y sí, esa era mi excusa para revisarle los mensajes.
Mi respiración se atascó en mi garganta cuando vi a mi madre en el video. Estaba atada a una silla y su labio estaba partido. Vi como sus labios se movían ya que estaba hablando. Me levanté de la cama y me encerré en el baño.
Subí el volumen y lo reinicié.
—No vengan, Adler. Es una trampa, aleja a Christine de esto, por favor, yo puedo terminar con esto, no se acerquen.
Luego alguien se acercó a ella y la golpeo, su labio comenzó a sangrar nuevamente, gimió de dolor, pero no vi ninguna lágrima resbalarse por su mejilla. Cubrí mi boca con el dorso de mi mano para que no se escucharan mis sollozos.
Esto no podía estar pasando. Negué con la cabeza deseando que esto solo fuera un sueño o una ilusión óptica. No lo era.
—Escucha, Adler, te lo dije, iba a destruirte, te dije que no te entrometieras. Esto no era contigo. El problema son ellas.
» Así que, por favor, hijo tráeme a la chica y olvidare que asesinaste a Benjamín. No tienes que salir afectado, Adler, al final solo eres un daño colateral, sin importancia, así que ya sabes, quieres verme envíame un mensaje. Hay personas cerca de la casa de Kadeem Monsour.
Tragué duro y dejé el teléfono sobre el lavamanos.
No lo pensé ni siquiera dos segundos. Le envié un texto diciéndole que la quería ver e inmediatamente respondió que me verían a unos metros de este lugar. Me vestí con rapidez, tomé mi último inhalador y salí de la habitación sin hacer ruido.
Salí de la casa con prisa, para mi suerte ninguno de los guardias dijo nada, lo cual me pareció extraño, sin embargo, no me quedé para averiguar porque nadie me detenía. Logré salir muy fácilmente de la casa lo cual en serio fue muy extraño, pero como dije, no tenía pensado quedarme averiguarlo.
Camine varios metros y un auto salió de la nada quedando justo frente a mí. Casi me atragante del susto.
Dos hombres bajaron de la camioneta, pero me observaron como si tuviera cuatro cabezas. Uno se acercó a mí y me tomo del codo llevándome a la camioneta teniendo poco cuidado, seguramente sus dedos quedarían marcados en mi piel.
Escuche que el otro dijo algo al celular, pero no le preste mucha atención.
Mi cabeza estaba muy lejos de oponer resistencia en ese momento.
Mi madre era fundamental en mi vida, era la mujer más increíble que había conocido jamás, nunca podría dejarla sola y en este momento no me importaba que es lo que pasaba o porque Elle nos odiaba demasiado, solo quería que ella estuviera bien.
Quería salvar a mamá.
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Adler
Había logrado conciliar el sueño hace tal vez dos o tres horas, así que ahora estaba palpando la cama en busca de Chris, pero fruncí el ceño al encontrarla vacía. Solté un suspiro y me imaginé que estaba en el baño.
Me gire sobre la cama dispuesto a dormir nuevamente, pero quería que Chris se acostara a mi lado así que espere unos segundos.
Pasaron más de diez minutos, no había ruido que proviniera del baño y ella no regresaba lo cual me incentivo a levantarme de la cama para dirigirme al baño. Di unos golpes a la puerta con mis nudillos, sin embargo, no hubo respuesta así que procedí a entrar.
El baño estaba vacío. Posiblemente estaba en alguna parte de este lugar con Dakari así que me vestí y salí de la habitación.
Mi cabeza no quiso hacerse ideas por el momento, no quería pensar en los posibles escenarios cuando seguramente ella andaría por ahí con Amira o con Dakari.
Camine por el pasillo hasta llegar a la puerta, pero la voz de ella me hizo girar. Agradecí no tener que salir a buscarla.
—Parece que alguien durmió bien hoy— comentó Dakari con una sonrisa en su rostro, me cuestioné como es que amanecía de buen humor siempre, aunque no me quedé pensando más en eso.
—Ajá ¿Has visto a Chris?
Ella negó con la cabeza.
—No, de hecho, iba a buscarla, pero te vi aquí y pensé en preguntarte.
Negué con la cabeza.
—Mierda, ¿Podrías preguntar si alguien la vio salir o algo? por favor— le pedí mientras regresaba a la habitación.
Entre en ella y regrese al baño. Vi el teléfono sobre el lavamos y lo tomé para ver la hora. Cuando lo encendí este inmediatamente fue a mensaje y vi que el chat de Rosean estaba abierto así que me detuve a ver los mensajes.
Observé el video y maldije varias veces.
Maldita sea, sé que es su madre, pero porque carajos no me despertó y me lo dijo. Odio demasiado eso.
Dakari entro a la habitación agitada.
—Ella se fue. Salió de aquí y como los guardias tienen órdenes de no molestar a ninguno de los dos dejaron que se fuera.
Lo que me faltaba, no había sido un problema dejarla ir, pero cuando la secuestraron claro que actuaron maldita sea. Comprendí que no era responsabilidad de nadie, pero estaba molesto.
Llame al número de Rosean .
—Ghost, parece que por fin eres tu quien habla. Me sorprende que hayas aceptado.
—No acepte nada— dije con la mandíbula apretada —No me importa si tengo que matarte, Elle, cometiste un grave error.
Escuche una carcajada de su parte al otro lado de la línea lo cual solo causo que mi sangre hirviera, en estos momentos solo pensaba en lo mucho que deseaba cortarle el cuello. Iba a reducirla a nada.
En realidad, la paz nunca fue una opción y mucho menos ahora.
No debió de meterla en esto, ni siquiera debió de intentar acercarse a Chris.
—Bueno, tú sabes dónde encontrarme.
Y con eso colgó la maldita llamada.
Lance el teléfono contra el suelo con evidente frustración.
Tenía una larga y extensa lista sobre de motivos para asesinarla, así como también tenía una larga y extensa lista con formas de torturarla.
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Christine
Perdí la cuenta de las horas que habíamos viajado después de las primeras seis. Lo único que sabía ahora es que estábamos en tierras inglesas.
Reconocí mi país y de no ser por la preocupación inmensa que sentía en ese momento posiblemente habría disfrutado de estar en mí país, pero no.
Solo quería ver a mi madre, ni siquiera había pensado en Adler, sino solo en ella, necesitaba verla y saber que estaba bien o por lo menos que no estaba muerta.
Ni siquiera quería pensar lo que haría si ella no estaba viva.
Le di unos cuantos pufs a mi inhalador. Me colocaron un saco negro en la cabeza para que no observara nada. Estaba demasiado ansiosa, no paraba de mover mis manos, nerviosa, comencé a jugar con mi anillo de compromiso y en ese preciso momento caí en cuenta de que no llevaba mi argolla de matrimonio.
No quise ponerme ansiosa por haberlo perdido, ni siquiera quería sentir ansiedad por eso en este momento, ni siquiera sentir la ansiedad por mamá, pero no podía controlarlo.
Es más, ni siquiera podía reprocharme en este momento por haber venido, nunca me iba a reprochar por venir a buscarla.
Era mi madre, mi todo, claro que no me arrepentía de nada de lo que estaba haciendo por ella.
Media hora después llegamos a la base, me bajaron de la camioneta y me guiaron a través de pasillos blancos.
Seguramente después de esto no querría ver pasillos blancos nunca más.
Me sentía peor que un reo, ni siquiera a ellos los llevaban con tantos agentes de seguridad como a mí.
Finalmente llegamos a una sala, la cual era blanca. Que novedad. Supongo que no conocían otro color en este lugar más que el maldito blanco.
Era una sala de interrogatorios. Había una mesa, dos sillas y el espejo que en realidad era un cristal del cual solo se podía ver de afuera hacía adentro.
Me obligaron a sentarme ahí y luego me dejaron sola.
Estaba comenzando a ponerme nerviosa, pasaron varios minutos y no venía nadie, las ganas de gritarle a quien sea que estuviera atrás de ese cristal me tentaban, pero en ese momento tenía suficiente miedo como para hacerlo.
Observe las esposas que decoraban mis muñecas, ni siquiera me lastimaban gracias a que no había forcejeado durante todo el camino. Necesitaba entretenerme con algo para alejar todos los pensamientos de mi mente, aunque siendo sincera nada podría distraerme ahora.
Intente pensar en Adler, en lo mucho que disfruto salir con él. Incluso recordé nuestra "noche de bodas". La cual duro tres horas porque tuvo que irse por esta maldita agencia que ahora quiere asesinarnos.
Luego de eso paso una semana disculpándose por dejarme sola ese día.
—Vamos, bonita. Perdóname por favor. Te juro que fue por trabajo— dijo mientras se hincaba frente a mí—¿Quieres verme rogar? Estoy haciéndolo. Por favor, perdóname. Puedo compensarlo.
No iba a negar que disfrutaba de verlo así. Busco mi mano con la suya, pero la evite de inmediato.
—Déjame sola.
Negó con la cabeza y tomo mi rostro con una de sus manos. Beso mi mejilla y luego beso más cerca de mí mis labios.
—Por favor— susurró mientras besaba mis mejillas para llegar a la comisura de mis labios y luego volverse a alejar. No estaba ebrio, eso lo tenía claro, Adler no bebía más que vino y ni siquiera olía a vino—Por favor, bonita. Perdóname— susurró nuevamente.
Mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho y maldita sea, sus ojos no dejarían que siguiera molesta con él, eran tan hermosos.
—Ya para y cállate. Te perdono, pero si me dejas otra vez sola no te quiero ver aquí otra vez, tendrás que buscar tu maldito propio departamento.
Asintió con rapidez, finalmente beso la comisura de mis labios otra vez y se levantó del suelo.
—Pero hoy, dormirás en el sofá otra vez— le dije con una sonrisa mientras me levantaba de la cama. Escuche una maldición de su parte, pero no dijo nada más y salió de la habitación dejándome sola.
Finalmente, Elle apareció por la entrada. Lucía tan imponente y fría que era intimidante incluso verla a los ojos.
—Es bueno verte, Christine.
—Quisiera decir lo mismo, pero no es cierto— respondí intentando estar tranquila, aunque ella lo ponía difícil para mí.
Ella se sentó frente a mí.
En ese momento caí en cuenta porque me lucía familiar. Claro, tenía algunos rasgos similares a Adler, era pocos, pero ahí estaban.
Coloque mis manos sobre la mesa.
—¿Por qué mi madre? Adler creía que por culpa de él estábamos metidas en esto, pero... usted dijo otra cosa.
Ella me dio una pequeña sonrisa perspicaz.
Junto sus manos sobre la mesa y no cambió su postura.
—Tú padre descubrió algo que no tenía que saber.
—Que usted y Ozkard asesinaron al ex director de la EISS— le interrumpí recordando lo que leí junto con Shadow.
La confusión paso por su mirada, pero no la dejo ver más.
—¿Cómo lo sabes?
Me encogí de hombros, estaba luchando con todo para lucir tranquila y sin problemas.
—Solo se cosas.
Ella negó con la cabeza. Gire la cabeza hacía a un lado para observar el suelo.
Solté un grito cuando sentí como algo filoso atravesó mi palma. El dolor era insoportable e involuntariamente las lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
Maldita hija de puta.
Voltee para ver de lo que se trataba y casi grite al ver la sangre que salía de mi mano gracias a la hoja filosa de una cuchilla la cual atravesaba mi palma.
—Muy bien, Christine. A mí no me respondes así, a mí me dices las cosas tal cual— dijo con severidad mientras yo intercambiaba la mirada hacía ella y hacía mi mano la cual no dejaba de sangrar.
Inspire profundo y me obligue a responder.
—Eres una maldita desgraciada— solté con rabia mientras intentaba dejar de pensar en el dolor que recorría cada una de mis venas. Estaba temblando.
—¿No te da miedo que la próxima vez que te lo clave sea en el cuello?
Si.
Negué con la cabeza.
Quería llorar y huir de aquí.
—Ahora, linda, podrías decirme de donde sacaste lo que dices— pidió con un tono que fingía ser amable, pero estaba lejos de serlo. Ella no lo era, era cruel y despiadada.
—Lo vi— tomé aire— En una laptop vieja en Suiza. Me deshice de esa laptop cuando llegamos a Hamburgo— mentí mientras regulaba los latidos de mi corazón.
—Maldita hija de perra, ¿Por qué lo hiciste? —gritó claramente molesta mientras golpeaba contra la mesa. Me encogí mi lugar. Parecía que se estaba creyendo eso.
—N-no quería que supieran que la tenía—
—¿Adler lo sabe? —negué con la cabeza mintiendo nuevamente.
Aunque claro que lo sabía, había pasado horas traduciéndole lo que decían las hojas al igual que con Shadow. Me cuestione donde estaba ese maldito condenado.
—¿Qué más leíste?
—Sobre como usted le pidió a Ozkard que asesinara al ex director, sobre la ayuda que dijo que le brindaría y como vigilaba a mi padre. Solo eso—
Otra mentira.
Ella se levantó de su lugar y paso las manos por su rostro. Negó con la cabeza y salió de la sala azotando la puerta. Ni siquiera pasaron cinco segundos cuando Shadow entro en la habitación.
Ciertamente me alegre de verlo, nunca había estado tan feliz de verlo de como en este momento, aunque su rostro dijera que me odiaba. Se acercó a mí y saco la cuchilla de mí palma. Gemí de dolor y las lágrimas recorrieron mi rostro al sentir el dolor.
Tome una respiración profunda, él tomo la cadena que unía las esposas y me obligo a levantarme. Lo seguí fuera de la sala sin oponer resistencia.
Me llevó por el pasillo durante unos segundos hasta que llegamos a otra área. Ahí no había más que pocos guardias.
Me guio dentro de otra habitación y cerró la puerta atrás de él.
—¿Por qué viniste, maldita tonta? —gruño de mal humor.
—¡Mi madre está aquí!
Me tapo la boca en ese instante.
—No grites— regaño. Asentí y me quito la mano de la boca.
—¿Dónde está?
—A dos habitaciones de aquí. Está viva. Por la noche es cambio de turno, así que te traeré algo de comer y te ayudare con eso, por ahora cuida de que no se infecte y que no salga más sangre.
Asentí.
—Gracias.
Asintió.
—Espero que Adler venga en camino, no sé cuánto tiempo pueda ayudarles sin que se den cuenta.
Asentí levemente. Me quito las esposas y se fue dejándome sola nuevamente. Cubrí mi mano con mi blusa evitando que la sangre saliera de ella. Solté una pequeña maldición cuando esta se manchó rápidamente.
Esta habitación también era blanca la diferencia era que había sangre manchando las paredes lo cual resultaba aterrador y asqueroso.
Algunas manchas parecían más viejas que otras.
Tragué duro. Esta habitación no me daba buena espina.
Quería dejar de pensar por un momento, necesitaba dejar de pensar en eso, así que me obligué a traer recuerdos buenos a mi mente y luego ahí estaba ese recuerdo, una conversación que tuve con mis padres.
—¿Lo imaginas? Sería un buen padre— comentó mamá con sus manos sobre mis hombros mientras observábamos a Erik intentando dormir a Barry, el hijo de mi prima.
Él lloraba mientras Erik lo acunaba en sus brazos e iba de aquí a allá intentando dormirlo.
—Sí, imagínalo, si logra dormirlo te digo desde ya que quiero mínimo cinco nietos — mis mejillas enrojecieron y baje la miraba.
—¡Papá! —chille mientras cubría mi rostro con mis manos.
—Bueno déjame decirte que, si quiero cinco nietos, parece que lo ha dormirlo— alce la cabeza para observarlo.
Erik estaba junto al lago, ya no se movía, pero parecía que ya se había quedado dormido y la curiosidad me embargo.
—Iré a ver— dije mientras me levantaba para acercarme a él.
—Si lo durmió me debes cinco dólares— dijo mi padre.
—Cinco también para mí— dijo mi madre. Negué con la cabeza mientras me acercaba a Erik. Toque su brazo.
Él giro inmediatamente. Me hizo una seña para que bajara la voz.
—Él se durmió— murmuró con una pequeña y linda sonrisa decorando sus labios. Se veía tan guapo así.
Nunca había deseado hijos, hasta ahora. Erik causaba eso, se veía tan guapo con un niño en brazos. Hacía que mis óvulos saltaran de alegría si es que eso se podía.
Me acerqué para besar su mejilla.
—Te vez como todo un padre responsable— murmuré. Vi como sus brazos se tensaron, pero me dio una sonrisa, la cual seguramente era forzada, así que decidí dejar el tema.
—Apuesto a que no lo sería— murmuró. Pronto la madre de Barry se acercó a nosotros. Ella le dijo a Adler que lo llevaría adentro.
—Si quieres puedo llevarlo yo. Para no despertarlo.
—Claro. Chris puede llevarte dentro.
Él asintió y le indique a Adler por donde seguir.
Cuando estuvimos en la habitación de Barry él se encargó de dejarlo con cuidado sobre su cuna. Dios esto era tan poco anticonceptivo.
Erik con un niño en brazos era tan poco anticonceptivo, por Dios que jodido bien se ve.
Sonreí levemente al recordar eso, eran tan lindo recordar ese día, de no ser por la excepción del nombre que él tenía en ese momento seguramente hubiera sido el recuerdo perfecto.
Pero esa imagen de Adler con Barry siempre estaría en mi mente.
Se veía tan lindo con un niño en brazos. Él seguramente sería el padre perfecto.
Lo sé. Solo esperaba salir viva de aquí para poder verlo con mis propios ojos.
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No sé cuántas horas pasaron, pero me parecieron una eternidad. Estaba cansada y hambrienta, quería llorar y ver a mi madre, abrazarla con fuerza y decirle cuanto la amaba.
El dolor en mi palma no había cesado, pero por lo menos la sangre había dejado de salir.
Sin esperarlo la puerta se abrió, me relajo ver a Shadow entrar por la puerta. Traía un plato de comida, gasas, alcohol y un vaso de agua. Dejo la charola sobre el suelo y tomo una sudadera que había sobre su hombro.
—Ten póntela o te dará frío— dijo dándomela. Asentí levemente. Se giró dándome la espalda, esperé unos cuantos segundos hasta que comprendí que no iba a largarse.
Me gire dándole la espalda de la misma manera, me quite la blusa llena de sangre y me coloque la sudadera.
—¿De quién es? —pregunte mientras subía con cuidado el cierre para no lastimar mi palma.
—Mía. ¿Ya puedo voltear?
—Si. Gracias— dije girándome después de subir el cierre.
—Antes de que cenes déjame curar tu palma para que no haya tanto riesgo de infección.
Su tono era serio y frío y de no haber convivido con él hubiera creído que me odiaba, pero ese era Shadow, el hombre que aparentaba odiar a todo mundo.
—¿Y mi madre? —pregunte curiosa mientras me sentaba. El tomo mi mano y sin dudarlo dejo caer un chorro de alcohol sobre la herida. Chillé de dolor y quise golpearlo por la poca sutileza.
—Calla.
—Me duele.
—Lo sé, pero nadie sabe que vine a curarte o a traerte comida, estoy haciendo mi turno así que cállate y sobre tu madre ella está en el lado este. Están intentando sacarle información— no creo que eso fuera bueno, menos si los métodos de Elle para sacar información eran como lo que me hizo.
Mi labio inferior tembló y el solo hecho de pensar en lo que le estarían haciendo a mamá me hacía flaquear.
—¿Ella está bien? — chasquee la lengua cuando paso la gasa por mi piel.
—Lo estará.
Eso basto para dejarme claro que no iba para nada bien. Las lágrimas se escaparon de mis ojos sin pedir permiso. No quería llorar, pero no podía pensar en otra cosa más que en lo que le estarían haciendo a mamá.
Tome una respiración profunda e intente controlarme al recordar que no tenía mi inhalador conmigo.
—¿Podrías conseguir mi inhalador? Por favor.
Murmuré.
Alzo la mirada para observarme. Suspiro.
—No prometo nada.
—Gracias— murmuré cuando termino de limpiar mi palma y coloco la charola de comida sobre mis piernas.
Asintió levemente y salió de la habitación dejándome sola.
No negare que tener a Shadow cerca me daba cierto alivio y no porque el fuera a evitar que algo me pasara, sino por este tipo de cosas. Hasta cierto punto comprendía que no podía dejar ver sus verdaderas intenciones o el hecho de que sabe todo lo malo que ha pasado dentro de esta agencia de mierda.
Cada quien lucha para salvarse y es válido ser egoísta y protegerse a uno mismo.
Deje de lado eso e intente comer, aunque en realidad estaba preocupada por mi madre, mi mente no dejaba de darle vueltas a todos los posibles escenarios de lo que estaría pasándole, no podía evitarlo. No termine toda mi comida, pero deje la charola junto a la puerta para cuando Shadow viniera por ella.
Pasaron horas las cuales fueron eternas, ni siquiera sabía si era de día o si seguía siendo de noche. estaba perdiendo la noción del tiempo, solo quería despertar de este sueño tan horrible. Escuché voces afuera de la habitación, era Shadow hablando con alguien más, pero no supe quién.
Ni siquiera pasaron diez minutos cuando él ingreso a la habitación. Me tomo del brazo sin ejercer fuerza y me hizo una seña para que saliéramos de la habitación.
—¿A dónde me llevas? —murmuré mientras caminábamos por los pasillos blancos.
—Te van a interrogar. Si vas a mentir no toques tu rostro, orejas o cuello, sino sabrán que mientes, tampoco luzcas sorprendida por más de un segundo, no frotes tus ojos, no esquives preguntas, no estés rígida y tampoco sueltes mucha información y no mires fijamente a quien te interrogue o se darán cuenta de que mientes.
Murmuró en voz baja mientras seguíamos caminado, intente memorizar cada cosa que había dicho, pero eran muchas cosas para recordar mientras estaba nerviosa. Antes de llegar a la sala hablo otra vez.
—Ten. Dale una calada o lo que sea que tengas que hacer, baja la cabeza para que la cámara no lo capte— murmuró mientras deslizaba suavemente mi inhalador por su brazo hasta llegar al mío.
Lo hice tal y como lo dijo y lo regresé de la misma forma sigilosa, en realidad me temblaban las manos y temía porque alguien se diera cuenta de lo que Shadow estaba haciendo para ayudarme.
Abrió una puerta frente a mí y con un movimiento de cabeza me indico que entrara. Mis manos comenzaron a sudar por los nervios. La sala estaba vacía y era blanca igual que todo lo demás en este maldito lugar.
Solo había una silla en medio.
—Siéntate— indico.
Asentí levemente y eso hice. Me senté en la silla. Shadow me dejo sola nuevamente. Mis manos temblaron. Estaba muy nerviosa por esto, no sabía que iban a hacer conmigo aquí, no sabía si las torturas de las películas eran reales, pero por la navaja que me habían clavado en la palma de dejaba claro que sí que posiblemente me harían cosas horribles.
Un escalofrío azoto mi cuerpo causando que mi piel se erizara y no de la manera en la que me gustaba.
Estaba muy segura de que esto no iba a salir nada bien.
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